HATE
Madmaxista
- Desde
- 28 Feb 2013
- Mensajes
- 16.820
- Reputación
- 28.525
Por primera vez el escándalo del dopaje salpica a futbolistas de la Premier League. En un ejercicio exitoso de periodismo de investigación, The Sunday Times, el dominical de Murdoch, ha grabado en secreto a un médico de una clínica de Knightsbrige, en el centro más opulento de Londres, que reconoce que dopó a más de 150 deportistas de élite. El doctor Mark Bonar, de 38 años, relata a un gancho del periódico que se hace pasar por atleta de élite que facilitó EPO, esteroides y hormona de crecimiento a un jugador de críquet, a ciclistas británicos del Tour, un campeón de boxeo, tenistas y futbolistas. El diario no facilita los nombres de los jugadores sospechosos, pero sí sus clubes, entre los que aparecen algunos de la crema de la Premier League, como Arsenal y Chelsea, la gran sorpresa de este año, el Leicester, y el Birmingham City.
Las revelaciones del periódico han obligado a reaccionar al Gobierno. El ministro de Cultura y Deportes, John Wittingale, ha ordenado investigar por qué la agencia británica antidopaje, UKAD, desoyó en mayo y abril de 2014 las acusaciones contra el doctor Mark Bonar que recibió. La UKAD ha pretextado que no había pruebas y que el caso no era de su jurisdicción. Su director ha abierto también una indagación interna sobre qué falló. El ministro ha dicho las habituales palabras de que “no habrá la más mínima complacencia en la lucha contra el dopaje”. La UKAD recibe cada año ocho millones de euros del erario público inglés.
El médico, que en la grabación dice que «jamás me he encontrado con un atleta limpio», no se ha arrugado tras conocer que había sido grabado desvelando su modus operandi. Insiste en que él se limita a atender a pacientes que tienen deficiencias en algunos análisis sanguíneos, para que recobren los parámetros normales.
Mark Bonar habría atendido a los 150 deportistas de élite en un periodo de seis años. Trabajaba en la clínica Omniya, con mobiliario de ultradiseño y que ocupa un bajo con puerta a la calle en pleno Knighstbridge. El centro se presenta como de «Belleza & Salud». Bonar, vestido de americana y de maneras suaves y educadas, muerde hasta el final el anzuelo que le tiende el periódico. Va explicando al gancho, un supuesto atleta de élite, sus tratamientos: «Algunos de ellos están prohibidos en los circuitos del deporte profesional –le explica-, así que lo tendrás que tener en cuenta. Dicho esto, yo he trabajado con montones de atletas profesionales que utilizan estos tratamientos».
El médico comenta al supuesto atleta que ha visto deficiencias en su sangre y que para alcanzar los parámetros normales necesita más testosterona y hormona de crecimiento. En la grabación se le ve metiendo varias cajas de fármacos en una bolsa que le da. También le dice que le va a aplicar ya una primera inyección de Nebido, para ayudar a segregar más testosterona.
Cuando el paciente le pregunta por los efectos secundarios, responde que «no hay ningún problema médico, su nivel de riesgo es bajo». En una segunda visita el paciente acude acompañado por un supuesto pariente, que tira de la lengua al doctor, preguntándole por ejemplo sobre qué hacer ante los controles de dopaje y cuánto tarda en desaparecer el rastro de las sustancias. Bonar les pregunta cuándo es el control y les explica cuánto tiempo debe descansar de los fármacos.
Se da la curiosidad de que el médico llegó a facilitar sus estimulantes para mejorar el rendimiento hasta a competidores del popular concurso de baile de la BBC, «Strictly Come Dancing».
El introductor del médico en el mundo del fútbol fue un preparador físico del Chelsea, Rod Brinded, que fue el que envió a la consulta de Bonar al primer jugador. El médico comenta que ambos forman «un gran equipo, con un montón de clientes».
The Sunday Times dispone de los nombres de los deportistas, pero ha decidido no publicarlos alegando que falta por probar que lo que ha dicho el médico es cierto. Parece que la iniciativa era de los futbolistas a título individual y no un programa de dopaje implantado por sus clubes.
Llama la atención que el escándalo no es el primero que rodea al mismo médico. El pasado diciembre su nombre apareció en los periódicos acusado de no informar a una paciente de que padecía un cáncer terminal para seguir esquilmándola con sus terapias alternativas. El médico cobra el equivalente a 190 euros por un cuarto de hora de consulta.
Esta nueva polvareda en el deporte de élite se suma al dopaje de los atletas rusos y a las sospechas en el mundo del tenis, todo cuando solo faltan unos meses para los Juegos Olímpicos de Río.
Un médico reconoce en una grabación secreta que dopó a jugadores de la Premier
Las revelaciones del periódico han obligado a reaccionar al Gobierno. El ministro de Cultura y Deportes, John Wittingale, ha ordenado investigar por qué la agencia británica antidopaje, UKAD, desoyó en mayo y abril de 2014 las acusaciones contra el doctor Mark Bonar que recibió. La UKAD ha pretextado que no había pruebas y que el caso no era de su jurisdicción. Su director ha abierto también una indagación interna sobre qué falló. El ministro ha dicho las habituales palabras de que “no habrá la más mínima complacencia en la lucha contra el dopaje”. La UKAD recibe cada año ocho millones de euros del erario público inglés.
El médico, que en la grabación dice que «jamás me he encontrado con un atleta limpio», no se ha arrugado tras conocer que había sido grabado desvelando su modus operandi. Insiste en que él se limita a atender a pacientes que tienen deficiencias en algunos análisis sanguíneos, para que recobren los parámetros normales.
Mark Bonar habría atendido a los 150 deportistas de élite en un periodo de seis años. Trabajaba en la clínica Omniya, con mobiliario de ultradiseño y que ocupa un bajo con puerta a la calle en pleno Knighstbridge. El centro se presenta como de «Belleza & Salud». Bonar, vestido de americana y de maneras suaves y educadas, muerde hasta el final el anzuelo que le tiende el periódico. Va explicando al gancho, un supuesto atleta de élite, sus tratamientos: «Algunos de ellos están prohibidos en los circuitos del deporte profesional –le explica-, así que lo tendrás que tener en cuenta. Dicho esto, yo he trabajado con montones de atletas profesionales que utilizan estos tratamientos».
El médico comenta al supuesto atleta que ha visto deficiencias en su sangre y que para alcanzar los parámetros normales necesita más testosterona y hormona de crecimiento. En la grabación se le ve metiendo varias cajas de fármacos en una bolsa que le da. También le dice que le va a aplicar ya una primera inyección de Nebido, para ayudar a segregar más testosterona.
Cuando el paciente le pregunta por los efectos secundarios, responde que «no hay ningún problema médico, su nivel de riesgo es bajo». En una segunda visita el paciente acude acompañado por un supuesto pariente, que tira de la lengua al doctor, preguntándole por ejemplo sobre qué hacer ante los controles de dopaje y cuánto tarda en desaparecer el rastro de las sustancias. Bonar les pregunta cuándo es el control y les explica cuánto tiempo debe descansar de los fármacos.
Se da la curiosidad de que el médico llegó a facilitar sus estimulantes para mejorar el rendimiento hasta a competidores del popular concurso de baile de la BBC, «Strictly Come Dancing».
El introductor del médico en el mundo del fútbol fue un preparador físico del Chelsea, Rod Brinded, que fue el que envió a la consulta de Bonar al primer jugador. El médico comenta que ambos forman «un gran equipo, con un montón de clientes».
The Sunday Times dispone de los nombres de los deportistas, pero ha decidido no publicarlos alegando que falta por probar que lo que ha dicho el médico es cierto. Parece que la iniciativa era de los futbolistas a título individual y no un programa de dopaje implantado por sus clubes.
Llama la atención que el escándalo no es el primero que rodea al mismo médico. El pasado diciembre su nombre apareció en los periódicos acusado de no informar a una paciente de que padecía un cáncer terminal para seguir esquilmándola con sus terapias alternativas. El médico cobra el equivalente a 190 euros por un cuarto de hora de consulta.
Esta nueva polvareda en el deporte de élite se suma al dopaje de los atletas rusos y a las sospechas en el mundo del tenis, todo cuando solo faltan unos meses para los Juegos Olímpicos de Río.
Un médico reconoce en una grabación secreta que dopó a jugadores de la Premier