Ilusionado
Madmaxista
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Creo que se le está dando demasiada importancia al debate.
Por supuesto que hace falta un instrumento que evalúe las capacidades reales de un político a la hora de gestionar un estado. Sin embargo, creo que nos equivocamos a la hora de utilizar el debate como herramienta para examinar.
Un debate no es determinante para emitir un veredicto de si Fulanito es mejor político que Menganito. No es justo ni para la política ni para los españoles. Un debate no mide las competencias, conocimientos y actitudes que son necesarias para gobernar un territorio. En el debate no se plasman habilidades que son importantísimas para la vida diaria de un país. El instrumento de evaluación está totalmente alejado de la realidad. Entonces, no es correcto decidir la calidad profesional de un político.
El debate mide, por ejemplo, la capacidad lingüística, el poder retórico, la presencia escénica, la proyección vocal, la capacidad de improvisar, la capacidad de argumentar, pero no nos aporta información a los votantes si una persona está o no capacitada para gobernar.
Además, el debate tiene una duración limitada. Y hay factores que influyen muchísimo (nervios, pánico escénico, estado anímico bajo). Tú puedes ser un buen gestor, y por culpa de los puñeteros nervios, la tensión, el contexto y la presión, hacer un debate flojo. Todo el mundo puede tener un mal día. Es humano.
Pedro Sánchez habrá cometido fallos en el debate pero no me parece justo que a raíz de un debate se cuestionen las capacidades reales de una persona. No es justo. Imaginad que un estudiante que ha estudiado mucho y muy bien llega al examen y saca un 4. ¿Os parecería justo suspenderle después del esfuerzo y el trabajo realizado, a pesar de que en la prueba haya fallado? Reflexionemos un poco sobre esto. Un debate puntual no puede anular una trayectoria de largo recorrido. Las evaluaciones deben emitirse en el contexto de la globalidad. Hay que valorar todo. No podemos reducir la profesionalidad de alguien a un simple examen, que además no te mide tus capacidades reales.
Por supuesto que hace falta un instrumento que evalúe las capacidades reales de un político a la hora de gestionar un estado. Sin embargo, creo que nos equivocamos a la hora de utilizar el debate como herramienta para examinar.
Un debate no es determinante para emitir un veredicto de si Fulanito es mejor político que Menganito. No es justo ni para la política ni para los españoles. Un debate no mide las competencias, conocimientos y actitudes que son necesarias para gobernar un territorio. En el debate no se plasman habilidades que son importantísimas para la vida diaria de un país. El instrumento de evaluación está totalmente alejado de la realidad. Entonces, no es correcto decidir la calidad profesional de un político.
El debate mide, por ejemplo, la capacidad lingüística, el poder retórico, la presencia escénica, la proyección vocal, la capacidad de improvisar, la capacidad de argumentar, pero no nos aporta información a los votantes si una persona está o no capacitada para gobernar.
Además, el debate tiene una duración limitada. Y hay factores que influyen muchísimo (nervios, pánico escénico, estado anímico bajo). Tú puedes ser un buen gestor, y por culpa de los puñeteros nervios, la tensión, el contexto y la presión, hacer un debate flojo. Todo el mundo puede tener un mal día. Es humano.
Pedro Sánchez habrá cometido fallos en el debate pero no me parece justo que a raíz de un debate se cuestionen las capacidades reales de una persona. No es justo. Imaginad que un estudiante que ha estudiado mucho y muy bien llega al examen y saca un 4. ¿Os parecería justo suspenderle después del esfuerzo y el trabajo realizado, a pesar de que en la prueba haya fallado? Reflexionemos un poco sobre esto. Un debate puntual no puede anular una trayectoria de largo recorrido. Las evaluaciones deben emitirse en el contexto de la globalidad. Hay que valorar todo. No podemos reducir la profesionalidad de alguien a un simple examen, que además no te mide tus capacidades reales.