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Un cuento de Navidad para la Reina Letizia
24 de diciembre de 2002 jovenlandesatalaz
La escalera es una sinfonía de aromas tan fuertes y sabrosos que por sí solos, alimentan: El olor levemente licorado del marisco del piso primero (sí, anteayer se llevaron un pellizco de la lotería y han tirado la casa por la ventana). En el segundo huele a romero y el tercero a curry porque lo alquila una familia de la India. En el cuarto piso Letizia se limpia las camperas que se compró en México en el felpudo que pone "Bienvenidos". Su progenitora ha colgado una ramita de muérdago en la entrada y al abrir la puerta la recibe una bofetada de calor procedente de la estufa y centellean las luces intermitentes del árbol de Navidad, de plástico y comprado en los chinos y a mucha honra, porque ¿somos ecologistas o no somos ecologistas?
Al pie del abeto, un montón de regalos torpemente envueltos, Letizia deposita los suyos y saluda:
- ¡Hola!
Los abuelos, recién llegados de Alicante, están apaciblemente sentados en el sofá con una copa de cava semiseco entre las manos. Francisco mira a su nieta favorita con embeleso. ¡Es tan guapa y tan espabilada! ¡Y sale en la tele! Pero Enriqueta es más severa y la riñe al advertir que todos sus regalos tienen forma de libro:
- Leti, no leas tanto que las chicas listas no se casan nunca... Y menudas pintas, con lo elegante que vas en Informe Semanal.
Letizia se inclina a darle un beso:
- No me riñas, yaya.
- Quita, qué peste a tabaco.
Letizia se aparta bruscamente, es verdad, ha ido directamente desde Zarzuela, no ha podido pasar por su pisito de Valdebernardo para cambiarse y como a Felipe ahora le da por fumar puros como su padre... Al pensar en lo que han estado haciendo toda la noche esboza una sonrisa sencilla, qué vergüenza si su familia lo supiera... ¡Y encima con el príncipe! Para disimular se dirige a sus hermanas, que están poniendo la mesa con mucho ruido de platos:
- ¿Os ayudo?
Erika, la menor, se encoge de hombros, sabe que es una pregunta retórica porque Letizia no da un palo al agua, pero Telma la regaña:
- Hija, qué casualidad, siempre llegas tarde para encontrártelo todo hecho.
Letizia contesta, displicente:
- Te recuerdo, bonita, que yo trabajo.
Telma se sulfura:
- Y yo qué, a ver si te crees que en las ONGs estamos todo el día mano sobre mano...
Erika tira enfadada las servilletas encima de la mesa, porque ella vende libros por las casas y su compañero limpia las calles y menos mal que la progenitora los ha acogido en su casa cuando acababan de tener a su hija:
- Callad de una vez, las dos, no sabéis la suerte que tenéis.
Por la puerta aparece Paloma, la progenitora, con el bebé de Erika en brazos. Las tres hermanas dejan de pelearse para hacerle carantoñas a Carlita, Antonio Vigo, el padre, está intentado abrir una botella de vino. Letizia consigue aupar a la niña:
- Ven con la tieta, gu gu.
De la cocina llega el aroma delicioso de una pierna de cordero, Telma grita palmoteando como una cría:
- ¡Los regalos, los regalos!
Todos se arremolinan en el pequeño comedor, Carlita ríe ante el ruido de papeles, un chal para Enriqueta, rojo, yaya, que te favorece, una cafetera para Paloma, para el yayo un aparato relajante de pies, Letizia abraza emocionada a Erika, que con su escaso presupuesto le ha comprado una agenda para el año que viene, 2003, en la primera página ha escrito "para que sólo tengas días felices". Brindan y el abuelo empieza:
Pero mira como beben los peces en el rio...
Y todos se unen:
Beben y beben y vuelven a beber.
Carlita señala la ventana y es que caen finos copos de nieve blancos e inmaculados como el futuro que les aguarda y todos se ponen a aplaudir.
24 de diciembre de 2015 ZARZUELA
- ¿Y para qué tenemos que ir?
Felipe ni siquiera contesta, cada año desde que se han casado tienen la misma discusión mientras se dirigen a Zarzuela a cenar con sus padres y el resto de la familia. Claro que en las primeras navidades Letizia se limitaba a rezongar, pero ahora que es reina, ay, ahora que es reina:
- A nadie le gusta, todos vamos por obligación, tu padre ni siquiera estará...
Leonor, que no se pierde ripio, le tira a su progenitora de la manga:
- ¿El abu no estará?
Felipe pone la voz meliflua:
- Claro que estará, a menos que le duela la cabeza.
Letizia prorrumpe en una risotada:
- ¿Desde cuándo la alemana se llama dolor de cabeza? ¿Pues no dijo cuándo supo el resultado de las elecciones que él por si acaso se iba al extranjero como Alfonso XIII sin esperar a que los partidos republicanos le dieran una patada en el ojo ciego? ¿Y a nosotros qué, que nos parta un rayo?
Leonor pregunta:
- Mami, ¿quién es Alfonso XIII? ¿Y por qué nos van a dar una patada en el ojo ciego?
Felipe mira con reproche a su mujer y se arrodilla hasta la altura de sus hijas:
- Es mi bisabuelo y nadie nos va a... echar... Papá sigue siendo rey.
Sofía, que camina detrás, dice con desprecio:
- Bah, ser rey no sirve para nada.
Felipe está a punto de protestar pero Letizia sigue a lo suyo:
- Tu tía Pilar es insoportable, y tampoco es que tus hermanas sean la alegría de la huerta.
Picado, Felipe salta:
- ¡No te pases!
Letizia se detiene, lo que inmoviliza a las quince personas de seguridad que los rodean, y se coloca en jarras:
- Mira, no aguanto a tu familia, se creen superiores ¡estoy deseando que se celebre un referéndum para que los echen a la fruta calle y tengan que ganarse la vida!
Felipe la coge por los hombros:
- Sé razonable, mujer, todos estamos en el mismo barco, ¡no digas más insensateces!
Letizia se echa a llorar con desconsuelo:
- Es que vosotros no sabéis lo que es una familia de verdad... Y tu progenitora quiere más a los hijos de tus hermanas que a las nuestras, nunca les pregunta por sus progresos en chino, las mira con una sonrisa falsa ¡Con los de Cristina se le cae la baba!
Felipe trata de justificar a su progenitora:
- Ellos están allí lejos, solos...
Letizia se suena y dice con frialdad:
-Están solos en Ginebra porque tu cuñado es un presunto chorizo... [y añade sin tras*ición] estos tacones de Margrit me están matando y encima va a nevar.
Las infantitas se ponen a saltar:
- Papá, papá, ¿harás que nieve?
- No puedo hacer que nieve, nenita.
Sofía se enfurruña:
- Pero entonces ¿para qué sirve ser rey?
Es Letizia la que contesta:
- ¡Para una cosa! Mira, yo me voy a casa. Total para recibir esos regalos birriosos de tu progenitora, el año pasado con las bufandas de Harrods hicimos trapos de polvo, y el jersey que te regaló era de Humana, que lo sepas.
- Es que mamá es muy solidaria.
- Pues que se lo regale a sus hijas... Hala, yo me voy.
Da media vuelta, Felipe la coge del brazo:
- No me hagas eso, va, nos quedaremos solo un ratito.
Las niñas también querrían irse, estar con unos primos que apenas conocen no les hace ilusión. Leonor masculla:
- No sé porque no puede venir prima Carla.
Letizia frunce el ceño:
- Es verdad, nunca invitan a mi sobrina, tendrías que imponerte, ¡ahora el rey eres tú!
Felipe nota que su mujer se está reblandeciendo y trata de halagarla:
- Estás muy guapa, ¿de quién es este traje? ¿de mi tocayo Varela?
Letizia sigue de morros:
- Déjame.
- Y qué ojos más grandes tienes, ¿llevas extensiones de pestañas?
Letizia empieza a sonreír de medio lado:
- No seas iluso, jorobar, niñas, no escuchéis a mamá y si la escucháis, no la imitéis.
Ya están frente al portón, que se abre en silencio, Letizia apunta con el índice al pecho de su marido:
- Prométeme que será el último año que venimos.
Empieza a nevar, los copos caen lentamente como diminutos signos de interrogación.
24 de diciembre de 2022 POZUELO
Letizia llega cargada de paquetes, a pesar de todo consigue abrir la puerta del chalet adosado y la cierra con un golpe de cadera. Paloma ha puesto la mesa y está sentada al lado de la chimenea hojeando una revista:
- Qué fría estás.
Le dice a su hija cuando se inclina a besarla, Letizia se quita los guantes y el abrigo, coloca los regalos al pie del árbol, pone bien los cubiertos ya perfectamente colocados, y mientras va parloteando:
- Es que en la emisora se ha apagado la calefacción y no había nadie que supiera arreglarla, al final han traído unas estufas de los sótanos, se parecían a aquellas que teníamos en jovenlandesatalaz ¿te acuerdas?
La progenitora sonríe:
- Claro que me acuerdo ¿vendrá ese chico?
- ¿El novio de Leonor? Pues no lo sé, hoy tenía turno de noche, ya sabes que es taxista, como el yayo -coloca un tronco nuevo en la chimenea- Menos mal que Leonor ya no es princesa heredera, la pobre sólo hubiera podido casarse con uno de esos príncipes alemanes de cejas juntas.
- Tu suegro también las tenía así hasta que se murió Franco y se las depiló.
- No me hables de mis suegros, él en Qatar y ella en Grecia, no han vuelto a España, ¿no le tenían tanto cariño?
Aparece Sofía, muy alta, con gafas y un grueso libro bajo el brazo:
- Mamá ¿sabes que estoy a punto de resolver el último teorema de Fermat?
La progenitora le da un cachete en la mejilla:
- Niña, no seas repipi, que las chicas listas no se casan.
Ríen las tres mujeres y sus carcajadas hacen que aparezca Leonor también, va hablando por el móvil:
- Sí, mi amor, vente y te presento a mi abuela, mamá, Pablo se quedará a dormir, ¡voy a poner las sabanas bonitas!
Se abre la puerta y entra Felipe, se sacude como un perro de lanas y le tiende su cartera a su mujer, que la deja caer al suelo con gran estrépito:
- Felipe, aún no te has acostumbrado a no tener ayudantes, ¡qué ya no eres rey! Y yo soy tu mujer y no tu asistente, y hoy he trabajado doce horas.
- Perdona, Letizia, es la costumbre (aunque alza la voz galleando un poco) pero no te creas que ser presidente de la república es tan fácil.
Letizia va sacando patatas fritas de una bolsa y las va poniendo en una fuente:
-No digas chorradas, si te propusieron como presidente fue porque era un cargo honorífico, si no a buenas horas, pero, oye, a ti te han escogido y a tu padre no, o sea que chincha rabia.
Felipe imita sin querer la voz campanuda de su padre:
- Para mí es un gran orgullo y satisfacción servir a los españoles.
Leonor le da un beso en la mejilla:
- Papá, ya no hace falta que sueltes esos rollos... eres un funcionario, como mamá.
- Alto, ¡Yo soy subdirectora de la radio pública y funcionaria por oposición, sin enchufes! Y no sé qué hubiera sido de esta familia si yo no hubiera estado ahí con mi licenciatura universitaria cuando se proclamó la república.
Felipe la mira con desconsuelo:
- Sí, Letizia, es cierto, a mí todos esos estudios tan publicitados no me sirvieron de nada a la hora de ponerme a trabajar.
Sofía se sienta en las rodillas de su padre, que le pregunta hundiendo su borbónica nariz en su pelo:
- ¿Qué dice mi madame Curie?
- Que está muy orgullosa de su papá.
Felipe se hace un poco el pavero:
- No te creas que ha sido un día fácil, que hoy he tenido que presidir dos actos e imponer algunas cruces.
Cae la nieve, Sofía la mira y le susurra:
- ¿Has sido tú?
Sintiendo los ojos de su mujer clavados en ellos, deniega tristemente con la cabeza y su hija le contesta abrazándole:
- No importa.