Typical nancy - onanista: "Plagios, errores y mentiras de Sapiens"

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Revista Sapiens o de la divulgación a la intoxicación [Antonio Gascón y Agustín Guillamón]

Plagios, errores y mentiras de Sapiens
Revista Sapiens o de la divulgación a la intoxicación [Antonio Gascón y Agustín Guillamón]

Al hilo del artículo: “Cojo de Málaga, anarquista que es va fer amo i senyor de la lechonanya”1

La revista Sapiens

En el campo de las revistas de divulgación se habla mucho de intrusismo laboral. Si nos fijamos en los índices de las revistas se puede comprobar que una buena parte de los firmantes de los artículos no son historiadores, sino periodistas o gentes afines. Tal característica constituye un elemento que minusvalora la aportación científica de esas publicaciones.

Revistas que parten de una premisa falsa: los investigadores no saben divulgar, ni escriben con cierta amenidad, de lo que se deduce que no venden lo suficiente, sea lo que sea lo que pretendan vender.

Por dicho motivo, los plumíferos contratados utilizan un lenguaje llano, sin notas a pie de página, ni dificultad alguna que suponga el mínimo esfuerzo para un lector al que evidentemente consideran profundamente menso y holgazán.

Pero es indudable que un periodista, por muy buen divulgador y por ameno que sea su verbo, nunca puede ofrecer la calidad de un especialista, aunque solo sea porque éste ha leído y reflexionado mucho más y mejor sobre el tema tratado. Para los buenos vendedores de revistas la visión de un periodista es más fresca y cercana al lector, y ajena a los áridos prejuicios académicos.

De este modo se ha impuesto el dogma de que al lector no se le pueden contar las cosas como se haría a un historiador especializado o a un estudiante de doctorado. Para esas revistas de divulgación solo importa hacerse entender, más o menos. Y el camino encontrado no ha sido el de buscar investigadores con el don de la palabra y capacidad de expresión, sino bajar el nivel cultural al del lector más zoquete, recurriendo a periodistas que sepan redactar, informar y divertir, aunque apenas tengan conocimientos sobre el tema del que tratan.

Semejante política pone en práctica una estrategia absurda y suicida, con apoyo del correspondiente consejo asesor, siempre compuesto por académicos ilustres y de relumbre, que en muchos casos multiplican su cargo hasta la omnipresencia, sin hablar de las evidentes y palmarias endogamias académicas.

Cuestión distinta es la supervivencia económica de dichas publicaciones. Dado su bajísimo nivel de ventas, son inviables sin el milagro de las subvenciones. Los presupuestos públicos de cultura se malgastan en revistas de divulgación, que atienden paradójica y prioritariamente a rebajar el nivel cultural de sus lectores hasta la indigencia.

Algunas revistas, como Sapiens, han encontrado la varita mágica ideal: un periodista escribe sobre el tema, tutelado por un investigador. De este modo, creen que suman las explicaciones sencillas y amenas del periodista al rigor del investigador o especialista. Pero en la práctica, lo que sucede es que el periodista plagia los materiales que le facilita el especialista, sin señalar su procedencia o autoría, porque redacta sin anotaciones a pies de página, y, por otra parte, el especialista se permite prescindir de todo rigor académico, porque ni redacta ni se siente autor o cómplice de las barbaridades que el periodista de turno pone neցro sobre blanco.

Nace así un híbrido, como la revista Sapiens, que recoge lo peor del periodista y lo peor del historiador. El resultado es que la divulgación se convierte en manipulación y plagio. Si, además, la revista en cuestión se pliega a determinados prejuicios y principios políticos, como es el caso de la catalanista Sapiens, la manipulación deriva en intoxicación ideológica.

Eso no impide la existencia de otras revistas de divulgación histórica de gran calidad, como la National Geographic Historia, que evidentemente parte de premisas y principios muy diferentes a los de Sapiens.

El artículo sobre el Cojo de Málaga publicado en SAPIENS

Después de la publicación, en abril de 2018, del libro de Gascón y Guillamón, titulado Los nacionalistas contra los anarquistas en la lechonaña (1936-1937), no pueden seguir sosteniéndose las infamias antilibertarias vertidas en el libro de Pous/Solé, que sencillamente ha quedado obsoleto y es inservible.

SAPIENS pretende apuntalar chapuceramente un libro viejo e inútil de hace 30 años, no actualizado, que ha sido superado y arrollado por el libro de Gascón/Guillamón, más moderno, riguroso, extenso y profundo, que lo supera con creces en novedades y con una documentación exhaustiva, que no puede ser obviada, ni ocultada.

En primer lugar, estudiaremos y señalaremos los plagios del artículo sobre el Cojo de Málaga, publicado en Sapiens. Luego, detallaremos los múltiples errores. Y, para finalizar, detallaremos las mentiras conscientes vertidas por la historiadora, por mediación del supuesto periodista, o al revés, las incomprensiones y lagunas del periodista consentidas y alentadas por la supuesta especialista.

Diferencia entre cita y plagio

La diferencia entre cita y plagio radica en citar, o no, a pie de página y entre comillas de donde y de quien se copia lo que se está afirmando. Si el texto copiado no se sitúa entre comillas, o no se indica de donde se extrae lo que se dice, estamos ante un plagio evidente.

¿Por qué es correcto citar correctamente y no plagiar? Porque se reconoce el trabajo y el esfuerzo del investigador original, al tiempo que se le responsabiliza de las afirmaciones realizadas; porque es lo ética y legalmente correcto; porque las citas son propias del rigor de la ciencia histórica y el plagio conduce sin remedio al chismorreo, la manipulación, la falsedad y en algunos casos a la intoxicación ideológica.

Plagios, errores y mentiras de Sapiens

A. Plagios del artículo publicado en Sapiens sobre Antonio Martín:

1. La explicación del origen del seudónimo “cojo de Málaga” está tomada de nuestros artículos sobre Antonio Martin o de nuestro libro sobre el tema. La manipulación radica en ocultar que tal seudónimo responde a puro racismo catalanista contra el flamenco, o al mal gusto desaforado, al hacer chanza de una incapacidad física de dos personajes totalmente distintos, muy cristiano.

2. Cuando SAPIENS dice que en Puigcerdà había 227 afiliados a la CNT está realizando un plagio de nuestros trabajos.

3. Cuando la doctora Queralt afirma que Martín fue una especie de Durruti, evidentemente nos está plagiando el título de un trabajo muy concreto.

B. Errores

1. Dice SAPIENS que la foto de Antonio Martin que se reproduce en la revista fue tomada por la presa francesa. Es falso. Dicha foto procede de la revista Ruta, de las Juventudes Libertarias. Y la foto de SAPIENS procede directamente de nuestros artículos sobre el tema.

2. ¿Qué pinta una foto de los comités de defensa en la plaza de España de Barcelona en un artículo sobre Antonio Martín y la lechonaña? Sapiens NO PONE PIE DE PÁGINA A LA FOTO, por lo que presumiblemente ni siquiera lo saben.

3. Se habla de la fábrica de leche condensada Saly, cuando es SALLI.

C. Mentiras, medias verdades y silencios


1. Antonio Martín murió en el asalto a Bellver. Falso: murió en una emboscada preparada y ejecutada por gentes de ERC y de Estat Catalá.

2. El responsable del asesinato de 21 derechistas en Puigcerdá fue Antonio Martín, porque, aunque no estaba en Puigcerdá, días después justificó la matanza. Lo que se olvida de explicar SAPIENS es que la lista de los fusilados del 9 de septiembre de 1936 fue elaborada por dirigentes y militantes de ERC en el Casal de ERC en Puigcerdá.

3. No se cita “oportunamente” en la bibliografía, reseñada de forma vergonzante en un apéndice lateral, el muy plagiado libro de Gascón/Guillamón sobre Antonio Martín y la lechonaña de 1937, editado en 2018, y por tanto muy posterior al libro de cabecera utilizado, del que es coautor el papá de la historiadora Queral.

4. Se ha olvidado explicar que el innombrado alcalde de Puigcerdá durante la guerra civil. desde julio a octubre de 1936, del que se dice era comerciante que regentaba una tienda llamada El Rey del Tocino, sospechoso para SAPIENS de numerosos crímenes y tropelías, tenía por nombre Jaime Palau Soldevila. Se dejan en el tintero que militaba en ERC. Ignoran de igual modo que Palau era uno de los muchos “patriotas” locales represaliado tras el fracaso de octubre de 1934, personaje del cual se conserva un jugoso diario personal.

4. Llegan a tomar la leyenda como fuente histórica. Si la leyenda dice que los anarquistas de Puigcerdá quemaron la catedral de Vic, no importa que esa leyenda sea falsa, incierta o increíble y no esté documentada, o que algún testigo local afirme que fueron gentes de Santa Coloma de Gramanet. A los nacionalistas de SAPIENS esa leyenda les merece que sea cierta y como les queda bonita, pues la aceptan y santas pascuas. ¿Dónde queda el rigor histórico?

Historia contra leyendas

Leyenda es la narración de sucesos fabulosos que se tras*mite por tradición como históricos y reales. Los archivos son los lugares donde se custodian documentos, mimbres con los cuales el historiador construye un relato fidedigno y riguroso del pasado.

Pero, para SAPIENS, la realidad histórica no importa, los documentos que destruyen una fabulosa difamación, tampoco. Estamos ante un fenómeno sociológico y antropológico muy complejo, que escapa a la ciencia histórica, porque los hechos históricos se tras*forman en leyenda y creencias míticas, cimentando además una especie de orgullosa Fuenteovejuna de todo el pueblo de Bellver, unido en su esencia catalana, republicana y civilizada frente al salvajismo de los charnegos anarquistas y revolucionarios de Puigcerdá. No importa que todo sea falso desde un punto de vista histórico: es un mito fundacional y heroico del pueblo de Bellver tan indiscutible como irracional y religioso.

La leyenda presenta variaciones contradictorias: todos y cada uno de los que dispararon desde la muralla hirieron mortalmente a Martín; lo que convive con el pacto común de silencio de no revelar el nombre de quien realmente lo mató: un guardia civil retirado, el Penja-robes y con el más heroico aún de que fueron todos a una.

La leyenda nacionalista tiene también sus dogmas, indiscutibles e inapelables:

1. El cojo era un ladrón y un malo, como todos los anarquistas.

2. Su objetivo, al requisar ganado de Bellver, era el de enriquecerse personalmente.

3.- Atravesó el puente a lo loco, “por huevones”; sin ánimo de parlamentar, aún a sabiendas de que estaba batido por numerosa gente armada, atrincherada en las altas murallas y que el asalto a Bellver desde el puente era un acto suicida. ¡Un cojo corriendo por el puente!

4.- No hubo ninguna emboscada.

5.- Nadie (ni siquiera involuntariamente y bajo amenaza armada) cobijó a Martín en su casa, agonizante por la herida de bala.

Cuando la historia deviene mito, aún más, mito identitario del pueblo de Bellver, el historiador desaparece tragado por la épica de lo sagrado: ¡los anarquistas siempre han sido, son y serán culpables de haber luchado por la revolución! Y eso, sólo eso, y el repruebo infinito que genera en la burguesía, es suficiente para alimentar y justificar ayer, hoy y siempre la leyenda de color del anarquismo catalán. A la Historia Sagrada (de esos historiadores al servicio del amo que les paga) no le importa su falsedad; sólo le interesa la irracional condena de los revolucionarios y de su evidente naturaleza diabólica, criminal y maligna. Su delito fue imaginar un mundo mejor, justo y sin explotación. Su crimen, combatir por la libertad, por el poder de decidir sobre su propia vida, por la gestión común de las prioridades socioeconómicas, por destruir el Estado, por el comunismo libertario.

CONCLUSIONES

El imposible equilibrio entre los numerosos plagios del libro de Gascón y Guillamón (y/o de sus artículos sobre Antonio Martín) y la supuesta ignorancia de su existencia, tanto en la bibliografía como en aquellos asuntos concretos que no le interesan: matanza del 9 de setiembre de 1936, emboscada en el puente de Bellver, etcétera… solo puede terminar de una manera: la caída del equilibrista en el ridículo.

Para SAPIENS las leyendas son una fuente histórica que merece tenerse en cuenta: ¡apaga y vámonos! ¿Dónde queda el rigor o el mínimo fundamento científico? Aquí no se trata ya de divulgar con mayor o menor brillantez, sino de qué se divulga: historia o leyendas, esto es, certezas documentadas o mentiras repetidas mil veces hasta tras*formarse en leyendas.

SAPIENS opta por dar crédito a las leyendas. Que borre entonces lo de revista de historia y se ponga como subtítulo revista de leyendas, cuentos y mentiras gobbelianas. Estamos tocando el fondo.
 
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