Clavisto
Será en Octubre
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- 10 Sep 2013
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Recuerdo que una vez estuve a punto de comprar el calamar eléctrico, aquel chisme que debías pegar a tu panza para tras*formarla en una tableta de chocolate en pocas semanas; de hecho lo compré, quisir que lo encargué a La Tienda en Casa, nombre que suena a novela de King, ese petardo, pero no fui consciente de ello hasta que una mañana de aquellas recibí una llamada-despertador:
- "¿Don Kufisto...?"
- "¿Ehhh?"
- "¿Don Kufisto...?
- "Sí...sí..."
- "Sí, somos de la Tienda en Casa...venimos a traerle su Abdominator?"
- "¿Qué?"
- "Sí...el Abdominator que encargó por teléfono...nos dio su número para que le avisáramos de la llegada..."
- "¿De qué shishi me estás hablando? ¡YO NO HE PEDIDO NINGUNA cosa DE ESAS!"
Y les dejé con la palabra en la boca, no insistieron. Aunque lo más probable fuera que apagara el estropeado móvil.
Pero sí que lo pedí, también en una noche de aquellas, así que, resumiendo, lo encargué borracho y recibí su aviso de llegada con una resaca del quince. Mal negocio. Tan malo que no lo hubo.
Durante un tiempo, hace muchos años, me aficioné a ver esos programas, a fin de cuentas no ponían otra cosa en la tele, más o menos como ahora, y como no tenía ganas de ver la misma película de siempre o leer el mismo libro de siempre, y el puñetero sueño no llegaba nunca, me hundía en la pasiva contemplación de aquellos magníficos charlatanes que vendían motos tan inservibles, tan inútiles, que me maravillaba el hecho de que alguien pudiera comprarlos, pues resultaba evidente que era (es) así: en caso contrario no estarían ahí.
Algunos eran unos auténticos artistas, sobre todo un cocinero rellenito, con bigotes, que no paraba de cortar cosas con sus cuchillos, creo que hasta le vi serrar ladrillos, era un auténtico showman, una máquina de hablar y de cuchillear mientras el iluso del presentador flipaba con lo que veía, más o menos como nosotros; sí, éramos nosotros aunque estuvieras más solo que la una, podías sentirte conectado con la ama de casa que esperaba la llegada del borracho padre de sus fugados hijos, con el recién divorciado de vuelta a la misma habitación donde se pajeara con ardor años atrás, con el viejo viudo que se preguntaba donde había ido todo su mundo...parecía imposible, las tantas de la madrugada y tú viendo a un gordinflón y sus cuchillos. Pero lo imposible lo es menos cuando no puedes dormir. ¡Cuantos se habrán cortado las venas con los cuchillos del rellenito de los bigotes!...
Últimamente están pasando uno que es absolutamente genial, irresistible en su cretinez, le doy volumen y todo si la noche está tranquila en el bar, nunca está demás echar unas risas con los amigos, y cuando la cosa está tan tranquila como para ver y oír eso es que a ninguno nos espera nadie en casa. Así que mejor verlo en compañía, no sea que al llegar a casa lo hagas suficientemente bebido como para hacer otra tontería pero no tan ciego como para no ver los números del teléfono. A veces unas copas de más son la mejor opción.
Se trata de un chisme que te pones en la oreja y aumenta tu capacidad auditiva, no es para sordos, o no especialmente para ellos, pero ¡claro!, como dicen en el promocional, "¡¡¡HAY TANTOS MOMENTOS EN LOS QUE TE RESULTARÍA NECESARIO!!!. Por ejemplo: cuando estás cuidando los rosales del jardín de tu mansión y algún amigo llama a tu puerta, o cuando estás en la Ópera junto a tu despampanante mujer viendo "Tristán e Isolda" y no consigues escuchar bien su inmortal Preludio, o cuando andas de pesca con tu yate y tienes que estar atento a cualquier vibración, o cuando paseas por esa cala de ensueño, poca gente y todos guapos, cielo azul y mar en calma, paseando tu cuerpo perfecto y escuchando el admirado cuchicheo general...sí, me gustaría tener una casa con árboles grandes y frondosos y que de vez en cuando un buen amigo llamara a la puerta para charlar, tomar una copa y echar una partida en la sala de billar, o ir a Bayreuth con mi Rachel y escuchar esa música divina en su cuna, o coger mi yate y salir al mar a pescar peces espada y cocinarlos para mis amigos, o pasear por una playa paradisíaca entre poca gente tan estupenda como tú...
- "Kufisto...¿sabes lo que le dijo Carlos el otro día a mi novia?"
- "¿Qué?"
- "Que no viniera a tu bar porque eres iluso"
- "¿Don Kufisto...?"
- "¿Ehhh?"
- "¿Don Kufisto...?
- "Sí...sí..."
- "Sí, somos de la Tienda en Casa...venimos a traerle su Abdominator?"
- "¿Qué?"
- "Sí...el Abdominator que encargó por teléfono...nos dio su número para que le avisáramos de la llegada..."
- "¿De qué shishi me estás hablando? ¡YO NO HE PEDIDO NINGUNA cosa DE ESAS!"
Y les dejé con la palabra en la boca, no insistieron. Aunque lo más probable fuera que apagara el estropeado móvil.
Pero sí que lo pedí, también en una noche de aquellas, así que, resumiendo, lo encargué borracho y recibí su aviso de llegada con una resaca del quince. Mal negocio. Tan malo que no lo hubo.
Durante un tiempo, hace muchos años, me aficioné a ver esos programas, a fin de cuentas no ponían otra cosa en la tele, más o menos como ahora, y como no tenía ganas de ver la misma película de siempre o leer el mismo libro de siempre, y el puñetero sueño no llegaba nunca, me hundía en la pasiva contemplación de aquellos magníficos charlatanes que vendían motos tan inservibles, tan inútiles, que me maravillaba el hecho de que alguien pudiera comprarlos, pues resultaba evidente que era (es) así: en caso contrario no estarían ahí.
Algunos eran unos auténticos artistas, sobre todo un cocinero rellenito, con bigotes, que no paraba de cortar cosas con sus cuchillos, creo que hasta le vi serrar ladrillos, era un auténtico showman, una máquina de hablar y de cuchillear mientras el iluso del presentador flipaba con lo que veía, más o menos como nosotros; sí, éramos nosotros aunque estuvieras más solo que la una, podías sentirte conectado con la ama de casa que esperaba la llegada del borracho padre de sus fugados hijos, con el recién divorciado de vuelta a la misma habitación donde se pajeara con ardor años atrás, con el viejo viudo que se preguntaba donde había ido todo su mundo...parecía imposible, las tantas de la madrugada y tú viendo a un gordinflón y sus cuchillos. Pero lo imposible lo es menos cuando no puedes dormir. ¡Cuantos se habrán cortado las venas con los cuchillos del rellenito de los bigotes!...
Últimamente están pasando uno que es absolutamente genial, irresistible en su cretinez, le doy volumen y todo si la noche está tranquila en el bar, nunca está demás echar unas risas con los amigos, y cuando la cosa está tan tranquila como para ver y oír eso es que a ninguno nos espera nadie en casa. Así que mejor verlo en compañía, no sea que al llegar a casa lo hagas suficientemente bebido como para hacer otra tontería pero no tan ciego como para no ver los números del teléfono. A veces unas copas de más son la mejor opción.
Se trata de un chisme que te pones en la oreja y aumenta tu capacidad auditiva, no es para sordos, o no especialmente para ellos, pero ¡claro!, como dicen en el promocional, "¡¡¡HAY TANTOS MOMENTOS EN LOS QUE TE RESULTARÍA NECESARIO!!!. Por ejemplo: cuando estás cuidando los rosales del jardín de tu mansión y algún amigo llama a tu puerta, o cuando estás en la Ópera junto a tu despampanante mujer viendo "Tristán e Isolda" y no consigues escuchar bien su inmortal Preludio, o cuando andas de pesca con tu yate y tienes que estar atento a cualquier vibración, o cuando paseas por esa cala de ensueño, poca gente y todos guapos, cielo azul y mar en calma, paseando tu cuerpo perfecto y escuchando el admirado cuchicheo general...sí, me gustaría tener una casa con árboles grandes y frondosos y que de vez en cuando un buen amigo llamara a la puerta para charlar, tomar una copa y echar una partida en la sala de billar, o ir a Bayreuth con mi Rachel y escuchar esa música divina en su cuna, o coger mi yate y salir al mar a pescar peces espada y cocinarlos para mis amigos, o pasear por una playa paradisíaca entre poca gente tan estupenda como tú...
- "Kufisto...¿sabes lo que le dijo Carlos el otro día a mi novia?"
- "¿Qué?"
- "Que no viniera a tu bar porque eres iluso"