Trumpismo, wokismo y ciudadanía

La peor consecuencia de la ideología pogre, cuya representante Kamala Harris ha sido aplastantemente derrotada en EEUU, es destruir el concepto de ciudadanía y sustituirlo por el de raza, clase, género, religión o simple sumisión a la Agenda 2030 y el alarmismo climático. Se culpa de esa derrota a los afroamericanos, a los hispanos y a las mujeres, que, al parecer, tenían la obligación de votar a Kamala para apoyar el aborto, y no debían pensar en cosas que no les competen, como la economía y las libertades bajo el gobierno del Partido Demócrata. Los neցros sólo pueden ser neցros, los hispanos, hispanos, y las mujeres, mujeres, pero, ojo, según las defina el feminismo pogre, que, además, biológicamente, las niega.

El wokismo de Kamala es idéntico al de Irene Montero. No en balde Podemos lo copió de Judith Butler. Y a casi nadie en España le sorprende -incluso lo celebra- que Podemos no gane las elecciones, pero nuestra élite mediática se indigna si las pierde en EEUU. ¡Y una mujer! Reducidos los ciudadanos a tribus electorales en compartimentos estancos, los pogreros censuran que una mujer hispana y con carrera prefiera votar a Trump y no a Kamala, pensando en el futuro de sus hijos y de su nación. ¿O tampoco tiene derecho al sentimiento nacional? El comunismo, base del wokismo, decía que los obreros no tienen patria. ¿Para qué? Para que obedeciera al Partido y a la URSS, «patria del proletariado», donde el proletariado real, como le dijo Bujarin a Lenin, fue disuelto, por no querer a sus salvadores. La masacre de Kronsdtadt mostró el «sentimiento de clase» comunista.

Se dice que Trump amenaza las libertades. No hay liberticidio mayor que el que la élite universitaria y los titiriteros de Hollywood han impuesto en nombre de lo políticamente correcto, a sermón por película. La hoguera de las vanidades es la de las cancelaciones, con la censura y el asesinato civil de quienes no comulguen con sus dogmas, rabiosamente alejados del sentido común. Pero, ay, la comunidad nacional debe ser llamada a votar cada pocos años para opinar sobre la marcha del gobierno del pueblo y para el pueblo. Y el pueblo, que no sabe lo que quiere, los ha mandado a pastar. ¿Y qué pinta ahí Elon Musk? Lo mismo que Bill Gates en Davos y en la Agenda 2030, que proclama: «En 2030 no tendrás nada y serás feliz». El pueblo no se deja arruinar por los ricos. Deplorable.