Fosforiano
de Gaullista
La respuesta insólitamente arrogante y tiránica del primer ministro, Justin Trudeau, al declarar de hecho la ley marcial en Canadá para contrarrestar una protesta pacífica, la del Convoy de la Libertad, no hace más que alimentar la soledad del líder del Partido Liberal, del que cada día se distancian más y más el pueblo y los políticos del país.
Sería un grave error de perspectiva concluir que el pueblo canadiense está con los camioneros. No es así, no mayoritariamente. Pero la reacción abusiva del premier, incapaz siquiera de negociar con los líderes de la protesta, está poniendo en su contra incluso a quienes han apoyado hasta ahora sus draconianas restricciones con la excusa de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo.
Una sonada baja ha sido la del jefe de policía de Ottawa, Peter Sloly, que ha presentado su dimisión irrevocable ante las críticas recibidas por su aparente incapacidad de hacer frente a la ‘ocupación’. Los agentes han sido incapaces de hacer frente a un reto sin precedentes, y un número no especificado de ellos ha abandonado la fuerza e incluso ha colaborado con los ‘insurgentes‘, lo que no ha facilitado precisamente la labor de Sloly.
Pero si la dimisión de Sloly proporciona un potente símbolo de la impotencia del régimen de Trudeau, más significativa es la actitud de los primeros ministros de las provincias, que, uno tras otro, se distancian del primer ministro y van cediendo discretamente a las demandas de la protesta.
Así, Quebec, la provincia francófona que hasta ahora había impuesto el régimen sanitario más estricto de Canadá y uno de los más opresivos del planeta, está pedaleando hacia atrás a toda velocidad. El lunes, el primer ministro de Quebec, François Legault, se reunió con funcionarios de sanidad el lunes por la noche para discutir el levantamiento del sistema de pasaporte banderillal que ha impuesto la provincia. Quebec se convierte así en la quinta provincia en anunciar el fin de los pasaportes banderillales, uniéndose a Alberta, Saskatchewan, la Isla del Príncipe Eduardo y Ontario.
Por supuesto, estas decisiones no tienen «nada que ver» con la protesta, asegura el primer ministro de Ontario, Doug Ford. «Permítanme ser muy claro: nos estamos moviendo en esta dirección porque es seguro hacerlo», dijo Ford. «El anuncio de hoy no se debe a lo que está sucediendo en Ottawa o Windsor, sino a pesar de ello». Naturalmente, Doug, naturalmente.
Los gobernantes de las provincias también han manifestado mayoritariamente su desacuerdo por la medida de Trudeau de invocar una ley que, de hecho, significa la imposición de la ley marcial en el país, con novedades tan inquietantes como la de permitir a los bancos congelar cuentas discrecionalmente.
«Los bloqueos ilegales deben terminar, pero la policía ya tiene herramientas suficientes para hacer cumplir la ley y eliminar los bloqueos, como lo hicieron el fin de semana en Windsor», tuiteó el primer ministro de Saskatchewan, Scott Moe. «Por lo tanto, Saskatchewan no apoya que el gobierno de Trudeau invoque la Ley de Emergencias. Si el gobierno federal sigue adelante con esta medida, espero que solo se invoque en las provincias que lo soliciten, según lo permita la legislación», añadió.
«Estoy orgullosa de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley de Manitoba y tengo plena confianza en ellos para proteger a nuestras comunidades. La propuesta del gobierno federal de usar la Ley de Emergencias no ayuda a la situación en la frontera de Emerson», escribió la primera ministra de Manitoba, Heather Stefanson.
«El primer ministro de Alberta, Jason Kenney, señaló a los periodistas que le dijo a Trudeau el lunes que preferiría que la Ley de Emergencias no se aplicara a Alberta, y que tal medida era innecesaria en la provincia», informa Fox News en un reportaje en el que se agrega que «el primer ministro de Quebec también advirtió que no quería que se aplicara la Ley de Emergencias a su provincia, advirtiendo que pensaba que tal medida sería divisiva» y que «no es momento de echar más leña al fuego».
Sería un grave error de perspectiva concluir que el pueblo canadiense está con los camioneros. No es así, no mayoritariamente. Pero la reacción abusiva del premier, incapaz siquiera de negociar con los líderes de la protesta, está poniendo en su contra incluso a quienes han apoyado hasta ahora sus draconianas restricciones con la excusa de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo.
Una sonada baja ha sido la del jefe de policía de Ottawa, Peter Sloly, que ha presentado su dimisión irrevocable ante las críticas recibidas por su aparente incapacidad de hacer frente a la ‘ocupación’. Los agentes han sido incapaces de hacer frente a un reto sin precedentes, y un número no especificado de ellos ha abandonado la fuerza e incluso ha colaborado con los ‘insurgentes‘, lo que no ha facilitado precisamente la labor de Sloly.
Pero si la dimisión de Sloly proporciona un potente símbolo de la impotencia del régimen de Trudeau, más significativa es la actitud de los primeros ministros de las provincias, que, uno tras otro, se distancian del primer ministro y van cediendo discretamente a las demandas de la protesta.
Así, Quebec, la provincia francófona que hasta ahora había impuesto el régimen sanitario más estricto de Canadá y uno de los más opresivos del planeta, está pedaleando hacia atrás a toda velocidad. El lunes, el primer ministro de Quebec, François Legault, se reunió con funcionarios de sanidad el lunes por la noche para discutir el levantamiento del sistema de pasaporte banderillal que ha impuesto la provincia. Quebec se convierte así en la quinta provincia en anunciar el fin de los pasaportes banderillales, uniéndose a Alberta, Saskatchewan, la Isla del Príncipe Eduardo y Ontario.
Por supuesto, estas decisiones no tienen «nada que ver» con la protesta, asegura el primer ministro de Ontario, Doug Ford. «Permítanme ser muy claro: nos estamos moviendo en esta dirección porque es seguro hacerlo», dijo Ford. «El anuncio de hoy no se debe a lo que está sucediendo en Ottawa o Windsor, sino a pesar de ello». Naturalmente, Doug, naturalmente.
Los gobernantes de las provincias también han manifestado mayoritariamente su desacuerdo por la medida de Trudeau de invocar una ley que, de hecho, significa la imposición de la ley marcial en el país, con novedades tan inquietantes como la de permitir a los bancos congelar cuentas discrecionalmente.
«Los bloqueos ilegales deben terminar, pero la policía ya tiene herramientas suficientes para hacer cumplir la ley y eliminar los bloqueos, como lo hicieron el fin de semana en Windsor», tuiteó el primer ministro de Saskatchewan, Scott Moe. «Por lo tanto, Saskatchewan no apoya que el gobierno de Trudeau invoque la Ley de Emergencias. Si el gobierno federal sigue adelante con esta medida, espero que solo se invoque en las provincias que lo soliciten, según lo permita la legislación», añadió.
«Estoy orgullosa de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley de Manitoba y tengo plena confianza en ellos para proteger a nuestras comunidades. La propuesta del gobierno federal de usar la Ley de Emergencias no ayuda a la situación en la frontera de Emerson», escribió la primera ministra de Manitoba, Heather Stefanson.
«El primer ministro de Alberta, Jason Kenney, señaló a los periodistas que le dijo a Trudeau el lunes que preferiría que la Ley de Emergencias no se aplicara a Alberta, y que tal medida era innecesaria en la provincia», informa Fox News en un reportaje en el que se agrega que «el primer ministro de Quebec también advirtió que no quería que se aplicara la Ley de Emergencias a su provincia, advirtiendo que pensaba que tal medida sería divisiva» y que «no es momento de echar más leña al fuego».
Trudeau se queda solo: los gobernadores de las provincias se rebelan contra su 'ley marcial'
La reacción abusiva del primer ministro, incapaz siquiera de negociar con los líderes de la protesta, está poniendo en su contra incluso a quienes han apoyado hasta ahora sus draconianas restricciones.
gaceta.es