En los comentarios se extrañan de que nadie interviniera para ayudar.....No White knigh a bordo o simplemente evitar que te denuncien por tocar a una mujer agresora...Ya da sus frutos el feminismo nancy de las taradas aupadas al gobierno por los manginas de turno...
Mi mujer está dolorida y afectada», dice el marido de la víctima en la concentración de repulsa que ha tenido lugar en Mungia. Un centenar de compañeros han reclamado más seguridad y vigilancia, sobre todo por las noches
La agresión se produjo a la llegada de la unidad de Bizkaibus a la plaza Moyua.
«Mi mujer está dolorida y afectada, pero muy agradecida por todo el apoyo recibido». Jokin, el marido de la conductora de Bizkaibus que fue agredida este fin de semana en Bilbao ha asegurado que su esposa tardará mucho tiempo en superar lo sucedido. «Está todo el rato dándole vueltas», ha dicho en la mañana de este lunes en la concentración de repulsa que ha tenido lugar en Mungia. Ha acudido un centenar se compañeros y han reclamado más seguridad y vigilancia, sobre todo por las noches.
Jokin, el marido de la conductora agredida, en la concentración de esta mañana de Mungia.
Con esta movilización tratan de mostrar su rechazo por la agresión del pasado domingo. Una conductora de Bizkaibus tuvo que ser trasladada ayer de madrugada al hospital de Basurto tras quedar inconsciente por los golpes que le propinaron tres chicas en la plaza Moyua de Bilbao. El ataque se produjo minutos antes de las 2.00 horas tras un servicio nocturno en la línea entre Mungia y Bilbao, según relataron a este periódico fuentes cercanas a la víctima. En la parada de la localidad de la comarca de Uribe, la chófer observó que «una viajera no estaba en condiciones de subir» al autocar porque estaba ebria y golpeaba la carrocería y así se lo tras*mitió directamente a ella.
Mientras la conductora, que ya en ese momento pidió asistencia policial, atendía al resto de usuarios, la pasajera conflictiva se subió al tras*porte sin que la primera se percatara. Iba acompañada de dos amigas. Las tres eran «muy jóvenes», rondaban la minoría de edad. Una vez llegaron a la capital vizcaína, esta joven se acercó a la parte delantera del vehículo y, según la misma versión, «escupió» a la trabajadora, que le recriminó su actitud. Entonces «la agarró del pelo, la sacó del autobús y la llevó arrastrando hasta los jardines de la plaza Moyua». Allí, «la patearon entre las tres». La mujer perdió el conocimiento a causa de los golpes.
«Hay que poner seguridad en los autobuses porque hay pasajeros desquiciados que la pagan contigo»
Cuando despertó, alguien la estaba ayudando y se percató de que «tenía contusiones en los codos, las rodillas y por todo el cuerpo». A esa hora de un fin de semana y en pleno centro de Bilbao, los tras*portes públicos suelen estar llenos de pasajeros. Sin embargo, al parecer, nadie salió en defensa de la conductora. «Estamos habituados. En estos casos, la ciudadanía se queda como paralizada», añade un conductor de autobús.
La agredida fue trasladada al hospital de Basurto, donde quedó ingresada inicialmente. Tras ser sometida a distintas pruebas para descartar posibles complicaciones, la paciente recibió el alta médica y acudió, a mediodía de ayer, a la mutua para que evaluaran su estado y pedir la baja laboral. Además de los hematomas y el dolor físico, la mujer se encontraba afectada psicológicamente por la agresión sufrida.
La empresa Vectalia -a la que pertenece la víctima- ha extraído las imágenes de la cámara del autobús para incorporarlas a la denuncia que la afectada tiene previsto presentar esta mañana ante la Ertzaintza. Es probable que la escena también haya quedado grabada por la videovigilancia de algunos edificios de la céntrica plaza Moyua.
Desde CC OO, sindicato al que está afiliada la conductora, han solicitado una reunión con la Diputación esta misma semana para reclamar que se refuercen las «medidas de seguridad» ante las numerosas agresiones que vienen sufriendo. Entre ellas, vigilancia privada en el interior de los autobuses, como ocurre en otros medios de tras*porte como el metro. El comité de empresa ha convocado dos concentraciones de repulsa: hoy a las 11.00 horas en el Ayuntamiento de Mungia, y el miércoles a la misma hora frente al Palacio foral en Bilbao.
La chófer vio que una de ellas no estaba en condiciones de subir al bus y llamó a la Policía
Sin inspectores
«Estamos indefensos», protestan. «Si hay que renunciar a este tipo de servicios nocturnos, pues habrá que hacerlo». Chóferes denuncian que desde la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se ha eliminado la figura del inspector, que hasta entonces en un servicio como Bilbobus, por ejemplo, se situaba en la cabecera de la línea por si se producía algún incidente. «Ahora das a un botón que te conecta con el SAE, que es alguien que está en una oficina a kilómetros de distancia», se queja una conductora.
Por su parte, el diputado de tras*portes, Miguel Ángel Gómez Viar, que intentó ponerse en contacto telefónico con la afectada, condenó ayer «rotundamente este tipo de acciones graves». «Si esto es así como lo cuentan, que a estas personas les caiga la mayor sanción», aseguró a este periódico. El responsable cree que se debe «revisar el protocolo para que en estos viajes nocturnos haya un inspector de la empresa. En ese caso, la joven conflictiva no hubiese entrado. Los conductores deben estar a conducir».
La escalada de agresiones obliga a contratar vigilantes en Bizkaibus
La paliza a una conductora motiva la incorporación de guardas en servicios nocturnos
Omar, un vigilante con 17 años de experiencia, controla la noche del viernes el acceso de los usuarios de la línea Bilbao-Mungia, la misma en la que se produjo la agresión a la conductora de Bizkaibus. / maika salguero
Joseba ha visto prácticamente de todo en sus once años de conductor de autobús. Ha sufrido insultos y amenazas. Ha visto a jóvenes fumar y vomitar en la parte trasera del vehículo. Se ha topado con chicos intentando colarse con vasos llenos de alcohol. Una vez incluso le robaron la botella de agua que llevaba junto al volante.
Joseba es una persona tranquila, de las que trata de «evitar conflictos». Sabe que recriminar determinados comportamientos a un grupo de personas «pasadas de vueltas» puede tener consecuencias impredecibles. Él lo tiene claro: su trabajo ya es estresante en sí mismo y exige una importante responsabilidad. Su prioridad es estar siempre atento a la conducción. Por eso, cuando se enfrenta a alguna situación de estas características, respira dos veces y se centra en la carretera. «Sólo pienso en llegar al destino, abrir las puertas del autobús y que salgan los que están causando problemas», explica.
«Esperemos que esta medida se mantenga en el tiempo»
En mayor o menor intensidad, prácticamente todos los profesionales de este gremio han vivido experiencias similares. Sobre todo, los que cubren los servicios nocturnos y los que salen a partir de las 5 de la mañana, cuando suben muchas personas y grupos de amigos pasados de copas.
Lo que Joseba no había visto nunca es a un guarda de seguridad subido en el autobús. Son las 10 de la noche del viernes y el conductor se dispone a empezar el servicio nocturno de la línea Mungia-Bilbao de Bizkaibus, que se prolongará hasta pasadas las dos de la madrugada. A su lado está Omar. No es un pasajero. Es un vigilante contratado por la empresa que gestiona la línea Mungia-Bilbao de Bizkaibus. Tiene 17 años de experiencia en su sector y su misión es garantizar la seguridad del conductor durante el servicio nocturno. Ha realizado tareas de vigilancia en empresas, colegios, centros comerciales. Pero nunca antes en un autobús.
«Tener protección me permite centrarme en mi trabajo, que es conducir el autobús»
Aunque el grueso de las celebraciones ya se ha celebrado, la localidad vizcaína apura el final de las fiestas de San Antontxu. Y Joseba y Omar no saben qué se van a encontrar esta noche. En realidad, su inquietud no viene tanto por las fiestas como por lo que pasó hace apenas una semana en esta misma línea. Una trabajadora de Bizkaibus sufrió una paliza por parte de tres chicas jóvenes delante de varias decenas de testigos. A la trabajadora le insultaron y le escupieron en pleno centro de Bilbao. Le arrastraron de los pelos y la dejaron inconsciente a base de golpes. El motivo fue que la conductora quería impedir que se subiese al vehículo una de las chicas que estaba ebria y golpeando la carrocería.
Docena de agresiones
Esta agresión ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los trabajadores. Los sindicatos tienen contabilizadas media docena de agresiones de pasajeros a conductores en los últimos 10 meses y exigen medidas. Hace apenas un mes otro trabajador fue agredido por ir a despertar a un individuo que se había quedado dormido en el vehículo.
La «violencia verbal» es algo bastante habitual, explica Josune, otra conductora, que todavía sigue en «shock» por lo que le pasó a su compañera. «Podría haberme pasado a mí perfectamente», apunta. Josune ha sufrido insultos de todo tipo -muchos de ellos de carácter machista- e incluso ha tenido que recogerse el pelo «por miedo». «Estamos solos», denuncia la conductora. A raíz de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo todos han percibido un aumento de la tensión en los autobuses. Pero insisten en que la escalada de agresividad que se percibe desde el verano es algo que nadie había visto hasta ahora. «Antes había mucho más respeto hacia nosotros», lamentan.
Los usuarios de la línea Bilbao-Mungia se sorprendieron al ver a un guarda de seguridad
La contratación de vigilantes de seguridad para servicios concretos trata de responder al enfado generalizado que se ha extendido entre los profesionales. Para Joseba tener la compañía de Omar le permite algo tan básico como es centrarse en su trabajo: conducir. «No tengo que estar todo el rato pendiente del retrovisor», explica.
Joseba es el encargado de sustituir a la mujer agredida, que está de baja, en la línea Mungia-Bilbao. Los primeros servicios son muy tranquilos. El autobús va prácticamente vacío y apenas tiene que recordar a algún pasajero que la mascarilla es obligatoria. Según van pasando las horas empiezan a subir pasajeros «más cargados». Muchos se sorprenden al ver a un guarda de seguridad. Algunos vuelven a Mungia después de pasar la tarde en Bilbao. Y otros muchos bajan a la capital vizcaína en busca de una noche de fiesta.
A las doce de la noche sube un numeroso grupo de jóvenes en Mungia con bolsas de plástico llenas de botellas de alcohol. En cuanto se sientan la mayoría se quita las mascaras. No se esfuerzan ni en disimular. «Lo hacen aunque esté aquí el vigilante. Imagínate si sólo está el conductor», apunta Joseba, que recuerda que a un compañero una pasajera le presentó una queja por no recriminar a un usuario que se quitó el tapabocas.
El último autobús sale a la 1:30 de la plaza Moyua. Normalmente el último autobús de la noche suele ir bastante lleno porque no hay otra conexión con Mungia hasta las 6 de la mañana, que suele ser el servicio en el que se producen «más incidentes». El servicio nocturno de este frío viernes de enero se cierra con 183 pasajeros tras*portados. Y, lo más importante, sin incidentes.
La escalada de agresiones obliga a contratar vigilantes en Bizkaibus
Mi mujer está dolorida y afectada», dice el marido de la víctima en la concentración de repulsa que ha tenido lugar en Mungia. Un centenar de compañeros han reclamado más seguridad y vigilancia, sobre todo por las noches
La agresión se produjo a la llegada de la unidad de Bizkaibus a la plaza Moyua.
«Mi mujer está dolorida y afectada, pero muy agradecida por todo el apoyo recibido». Jokin, el marido de la conductora de Bizkaibus que fue agredida este fin de semana en Bilbao ha asegurado que su esposa tardará mucho tiempo en superar lo sucedido. «Está todo el rato dándole vueltas», ha dicho en la mañana de este lunes en la concentración de repulsa que ha tenido lugar en Mungia. Ha acudido un centenar se compañeros y han reclamado más seguridad y vigilancia, sobre todo por las noches.
Jokin, el marido de la conductora agredida, en la concentración de esta mañana de Mungia.
Con esta movilización tratan de mostrar su rechazo por la agresión del pasado domingo. Una conductora de Bizkaibus tuvo que ser trasladada ayer de madrugada al hospital de Basurto tras quedar inconsciente por los golpes que le propinaron tres chicas en la plaza Moyua de Bilbao. El ataque se produjo minutos antes de las 2.00 horas tras un servicio nocturno en la línea entre Mungia y Bilbao, según relataron a este periódico fuentes cercanas a la víctima. En la parada de la localidad de la comarca de Uribe, la chófer observó que «una viajera no estaba en condiciones de subir» al autocar porque estaba ebria y golpeaba la carrocería y así se lo tras*mitió directamente a ella.
Mientras la conductora, que ya en ese momento pidió asistencia policial, atendía al resto de usuarios, la pasajera conflictiva se subió al tras*porte sin que la primera se percatara. Iba acompañada de dos amigas. Las tres eran «muy jóvenes», rondaban la minoría de edad. Una vez llegaron a la capital vizcaína, esta joven se acercó a la parte delantera del vehículo y, según la misma versión, «escupió» a la trabajadora, que le recriminó su actitud. Entonces «la agarró del pelo, la sacó del autobús y la llevó arrastrando hasta los jardines de la plaza Moyua». Allí, «la patearon entre las tres». La mujer perdió el conocimiento a causa de los golpes.
«Hay que poner seguridad en los autobuses porque hay pasajeros desquiciados que la pagan contigo»
Cuando despertó, alguien la estaba ayudando y se percató de que «tenía contusiones en los codos, las rodillas y por todo el cuerpo». A esa hora de un fin de semana y en pleno centro de Bilbao, los tras*portes públicos suelen estar llenos de pasajeros. Sin embargo, al parecer, nadie salió en defensa de la conductora. «Estamos habituados. En estos casos, la ciudadanía se queda como paralizada», añade un conductor de autobús.
La agredida fue trasladada al hospital de Basurto, donde quedó ingresada inicialmente. Tras ser sometida a distintas pruebas para descartar posibles complicaciones, la paciente recibió el alta médica y acudió, a mediodía de ayer, a la mutua para que evaluaran su estado y pedir la baja laboral. Además de los hematomas y el dolor físico, la mujer se encontraba afectada psicológicamente por la agresión sufrida.
La empresa Vectalia -a la que pertenece la víctima- ha extraído las imágenes de la cámara del autobús para incorporarlas a la denuncia que la afectada tiene previsto presentar esta mañana ante la Ertzaintza. Es probable que la escena también haya quedado grabada por la videovigilancia de algunos edificios de la céntrica plaza Moyua.
Desde CC OO, sindicato al que está afiliada la conductora, han solicitado una reunión con la Diputación esta misma semana para reclamar que se refuercen las «medidas de seguridad» ante las numerosas agresiones que vienen sufriendo. Entre ellas, vigilancia privada en el interior de los autobuses, como ocurre en otros medios de tras*porte como el metro. El comité de empresa ha convocado dos concentraciones de repulsa: hoy a las 11.00 horas en el Ayuntamiento de Mungia, y el miércoles a la misma hora frente al Palacio foral en Bilbao.
La chófer vio que una de ellas no estaba en condiciones de subir al bus y llamó a la Policía
Sin inspectores
«Estamos indefensos», protestan. «Si hay que renunciar a este tipo de servicios nocturnos, pues habrá que hacerlo». Chóferes denuncian que desde la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se ha eliminado la figura del inspector, que hasta entonces en un servicio como Bilbobus, por ejemplo, se situaba en la cabecera de la línea por si se producía algún incidente. «Ahora das a un botón que te conecta con el SAE, que es alguien que está en una oficina a kilómetros de distancia», se queja una conductora.
Por su parte, el diputado de tras*portes, Miguel Ángel Gómez Viar, que intentó ponerse en contacto telefónico con la afectada, condenó ayer «rotundamente este tipo de acciones graves». «Si esto es así como lo cuentan, que a estas personas les caiga la mayor sanción», aseguró a este periódico. El responsable cree que se debe «revisar el protocolo para que en estos viajes nocturnos haya un inspector de la empresa. En ese caso, la joven conflictiva no hubiese entrado. Los conductores deben estar a conducir».
La escalada de agresiones obliga a contratar vigilantes en Bizkaibus
La paliza a una conductora motiva la incorporación de guardas en servicios nocturnos
Omar, un vigilante con 17 años de experiencia, controla la noche del viernes el acceso de los usuarios de la línea Bilbao-Mungia, la misma en la que se produjo la agresión a la conductora de Bizkaibus. / maika salguero
Joseba ha visto prácticamente de todo en sus once años de conductor de autobús. Ha sufrido insultos y amenazas. Ha visto a jóvenes fumar y vomitar en la parte trasera del vehículo. Se ha topado con chicos intentando colarse con vasos llenos de alcohol. Una vez incluso le robaron la botella de agua que llevaba junto al volante.
Joseba es una persona tranquila, de las que trata de «evitar conflictos». Sabe que recriminar determinados comportamientos a un grupo de personas «pasadas de vueltas» puede tener consecuencias impredecibles. Él lo tiene claro: su trabajo ya es estresante en sí mismo y exige una importante responsabilidad. Su prioridad es estar siempre atento a la conducción. Por eso, cuando se enfrenta a alguna situación de estas características, respira dos veces y se centra en la carretera. «Sólo pienso en llegar al destino, abrir las puertas del autobús y que salgan los que están causando problemas», explica.
«Esperemos que esta medida se mantenga en el tiempo»
En mayor o menor intensidad, prácticamente todos los profesionales de este gremio han vivido experiencias similares. Sobre todo, los que cubren los servicios nocturnos y los que salen a partir de las 5 de la mañana, cuando suben muchas personas y grupos de amigos pasados de copas.
Lo que Joseba no había visto nunca es a un guarda de seguridad subido en el autobús. Son las 10 de la noche del viernes y el conductor se dispone a empezar el servicio nocturno de la línea Mungia-Bilbao de Bizkaibus, que se prolongará hasta pasadas las dos de la madrugada. A su lado está Omar. No es un pasajero. Es un vigilante contratado por la empresa que gestiona la línea Mungia-Bilbao de Bizkaibus. Tiene 17 años de experiencia en su sector y su misión es garantizar la seguridad del conductor durante el servicio nocturno. Ha realizado tareas de vigilancia en empresas, colegios, centros comerciales. Pero nunca antes en un autobús.
«Tener protección me permite centrarme en mi trabajo, que es conducir el autobús»
Aunque el grueso de las celebraciones ya se ha celebrado, la localidad vizcaína apura el final de las fiestas de San Antontxu. Y Joseba y Omar no saben qué se van a encontrar esta noche. En realidad, su inquietud no viene tanto por las fiestas como por lo que pasó hace apenas una semana en esta misma línea. Una trabajadora de Bizkaibus sufrió una paliza por parte de tres chicas jóvenes delante de varias decenas de testigos. A la trabajadora le insultaron y le escupieron en pleno centro de Bilbao. Le arrastraron de los pelos y la dejaron inconsciente a base de golpes. El motivo fue que la conductora quería impedir que se subiese al vehículo una de las chicas que estaba ebria y golpeando la carrocería.
Docena de agresiones
Esta agresión ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los trabajadores. Los sindicatos tienen contabilizadas media docena de agresiones de pasajeros a conductores en los últimos 10 meses y exigen medidas. Hace apenas un mes otro trabajador fue agredido por ir a despertar a un individuo que se había quedado dormido en el vehículo.
La «violencia verbal» es algo bastante habitual, explica Josune, otra conductora, que todavía sigue en «shock» por lo que le pasó a su compañera. «Podría haberme pasado a mí perfectamente», apunta. Josune ha sufrido insultos de todo tipo -muchos de ellos de carácter machista- e incluso ha tenido que recogerse el pelo «por miedo». «Estamos solos», denuncia la conductora. A raíz de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo todos han percibido un aumento de la tensión en los autobuses. Pero insisten en que la escalada de agresividad que se percibe desde el verano es algo que nadie había visto hasta ahora. «Antes había mucho más respeto hacia nosotros», lamentan.
Los usuarios de la línea Bilbao-Mungia se sorprendieron al ver a un guarda de seguridad
La contratación de vigilantes de seguridad para servicios concretos trata de responder al enfado generalizado que se ha extendido entre los profesionales. Para Joseba tener la compañía de Omar le permite algo tan básico como es centrarse en su trabajo: conducir. «No tengo que estar todo el rato pendiente del retrovisor», explica.
Joseba es el encargado de sustituir a la mujer agredida, que está de baja, en la línea Mungia-Bilbao. Los primeros servicios son muy tranquilos. El autobús va prácticamente vacío y apenas tiene que recordar a algún pasajero que la mascarilla es obligatoria. Según van pasando las horas empiezan a subir pasajeros «más cargados». Muchos se sorprenden al ver a un guarda de seguridad. Algunos vuelven a Mungia después de pasar la tarde en Bilbao. Y otros muchos bajan a la capital vizcaína en busca de una noche de fiesta.
A las doce de la noche sube un numeroso grupo de jóvenes en Mungia con bolsas de plástico llenas de botellas de alcohol. En cuanto se sientan la mayoría se quita las mascaras. No se esfuerzan ni en disimular. «Lo hacen aunque esté aquí el vigilante. Imagínate si sólo está el conductor», apunta Joseba, que recuerda que a un compañero una pasajera le presentó una queja por no recriminar a un usuario que se quitó el tapabocas.
El último autobús sale a la 1:30 de la plaza Moyua. Normalmente el último autobús de la noche suele ir bastante lleno porque no hay otra conexión con Mungia hasta las 6 de la mañana, que suele ser el servicio en el que se producen «más incidentes». El servicio nocturno de este frío viernes de enero se cierra con 183 pasajeros tras*portados. Y, lo más importante, sin incidentes.
La escalada de agresiones obliga a contratar vigilantes en Bizkaibus
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