trampas en las carreras populares

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artículo de la vanguardia en el que se explica las mil y una trampas . aviso , artículo largo .

Corredores entrando y saliendo del metro con su dorsal en el pecho, con la carrera ya empezada. Supuestos atletas haciendo un poco más corto el recorrido de una maratón perdiéndose entre las calles, conocidos entre los runners como los recortadores; algunos incluso capaces de ceder su dorsal para recuperarlo a pocos kilómetros de la meta. La picaresca, variada, se ha incrementado al tiempo que se siguen multiplicando los participantes y el número de carreras populares en toda Europa.

Los tramposos no se embolsan premios, no firman contratos publicitarios ni se cuelgan medallas. Su único afán es poder compartir sus presuntas marcas en las redes sociales. El postureo del finisher agudiza el ingenio de una minoría de corredores que hace mucho ruido en las redes sociales. El fenómeno, en auge, está obligando a los organizadores de las pruebas, sea una maratón o una carrera de diez kilómetros, a afinar los sistemas de seguimiento y cronometraje. De forma experimental se están probando ya nuevas tecnologías de control.

“Es muy común en las carreras, pero se están engañando a sí mismos. A mis corredores les digo que si hacen trampas no les entreno más”, dice Jessica Bonet, fundadora de Run4you. Un gigante de las telecomunicaciones como Movistar ha empezado a probar con éxito un nuevo dispositivo, con un sistema online, para seguir a cada corredor durante toda la carrera, desde que sale hasta que llega a la meta.

En fase de pruebas el seguimiento online de cada uno de los corredores, desde el inicio hasta la meta

“Trabajamos para que el corredor esté conectado en todo momento, queremos controlar mejor lo que pasa en la carrera y hacer más visible a cada atleta durante la prueba; también darle más visibilidad entre sus familiares y amigos”, explica Bernardo Campillo, jefe en Telefónica de nuevos negocios del IOT, el internet de las cosas.

“Hay mucha pillería, tenemos múltiples experiencias. Mucha trampa es por el postureo, para poder decir que has bajado de las tres horas en la maratón o has acabado una triatlón”, explica Juanan Fernández, director de Running Solutions, reputado organizador de pruebas atléticas. Los tramposos están denostados entre los aficionados y generan mala imagen en las carreras, donde se precian valores como el esfuerzo, el juego limpio o la capacidad de superación.

“Hacer trampas en una maratón o en una media maratón está muy mal visto”, constata Bonet, con larga experiencia como atleta y también preparando a aficionados al running en entrenamientos personalizados hasta llevarlos a las carreras. La proliferación de tramposos ha sido una de las motivaciones del trabajo pionero de Movistar, en fase de pruebas, pero no es el único ni el factor principal, explican sus desarrolladores. “Buscamos la visibilidad del corredor y una mayor seguridad en las pruebas, también el control del fraude”, dice Campillo.

El desarrollo de nuevos sistemas de control está aún en un momento experimental, pero también parecía impensable hace diez años, cuando aterrizó el sistema de cronometraje por chip, que cada uno de los cerca de 20.000 participantes de la Maratón de Barcelona llevaría un dorsal con un chip incorporado que cronometraría sus tiempos parciales en los distintos puntos de control del recorrido (42.195 metros). Actualmente, en casi todas las carreras se cronometra digitalmente a los corredores.

Aficionados a las carreras analizan los tiempos parciales para denunciar la picaresca y sonrojar a los atletas

El cronometraje se ha extendido y perfeccionado también en las pruebas populares, con altos niveles de excelencia. Pero la pillería va, como sucede en casi todos los campos, un paso por delante de la tecnología. “Nuestro sistema es fiable pero aún no sirve para detectar la trampa si se produce en un solo punto. Siempre hay un pequeño margen de error, un porcentaje muy reducido, por lo que si un corredor no aparece con su tiempo en uno de los puntos de control no podemos eliminarlo”, explica Abraham Serra, director de Cronochip, una de las empresas más experimentadas en España. La descalificación del presunto tramposo se produce si se salta al menos dos de los puntos de control de cronometraje en carrera.

Acabar tecnológicamente con la pillería es en la actualidad básicamente un problema de costes. No parece nada sencillo, con las tecnologías que existen ahora en el mercado, implantar un sistema de seguimiento personalizado, con un dispositivo en cada corredor, y hacerlo compatible con los precios actuales de las inscripciones en las carreras populares, que suelen rondar los veinte euros.

“¿Cuánto puede costar por corredor un reloj como el que probó Movistar en la Media Maratón de Madrid del 8 de abril? Cuarenta o cincuenta euros como mínimo; multi-plica por 10.000 corredores. A mi entender este no es el camino”, sostiene Serra (Cronochip). “Son precios fuera de mercado, es inviable. El coste del chip actual por persona es de dos euros. Aunque la tecnología tiene mucho peso en la organización de las pruebas, no te da ningún valor añadido para atraer corredores; sí en cambio para ser más competitivo y vanguardista ante los patrocinadores”, subraya Fernández (Running Solutions).

El móvil aparece como un elemento clave, de futuro, para descubrir a los tramposos sin incrementar los costes de organización. “El futuro pasa por el teléfono móvil, la mayoría de corredores llevan el suyo encima durante la carrera, lo que te permite retransmitir y recibir datos durante todo el tiempo”, apostilla Serra.

A la caza del pillo: “Te estaré vigilando y lo haré público”

Un experto en ‘big data’ explica cómo detecta a los farsantes

Detectar a los tramposos en grandes pruebas atléticas urbanas, como en los maratones, y demostrar con datos fiables el fraude, se ha convertido para algunos casi en una obsesión. Los pillos quedan al descubierto en las redes sociales, donde algunos de estos cazadores del corredor tramposo publican sus descubrimientos. Jesús Lagos, Arros Runing en Twitter, es un aficionado a correr, con su pareja, que ha aprovechado su profesión como experto en big data para analizar de forma exhaustiva carreras como el Maratón de Madrid.

Los resultados de los corredores, estudiados por Lagos, se someten a la prueba del algodón. “Algunos quedan retratados”, explica. “Hay corredores que se cuelan en la Casa de Campo para ahorrarse tres kilómetros en el Maratón de Madrid; otros se saltan algunos controles, cada cinco kilómetros, o desaparecen y vuelven a entrar. Al final de la carrera observas la evolución de algunos de ellos y su ritmo de carrera se dispara de golpe”, explica Lagos.

Para este experto en big data lo que pasa en las carreras no es más que un “reflejo de la sociedad”, aunque destaca que se trata de comportamientos “minoritarios”. En el caso de la trampa en la Casa de Campo, quienes la hicieron la última vez desconocían que la organización había instalado allí un “paso oculto” para poder descubrir a los pillos.

La afición de este runner por someter a las técnicas de la analítica de datos las carreras populares ha dado incluso como fruto un libro: Análisis y Evolución del Maratón de Madrid 2007-17.

No es el único que se dedica a avergonzar a corredores tramposos. Hay otros muchos ejemplos en las redes sociales y algunos casos sonados. Uno de los pioneros en denunciar al runner fraudulento es el estadounidense Derek Murphy, analista financiero. Sigue revelando las trampas y haciéndose eco de las descalificaciones en pruebas míticas como el Maratón de Boston desde su blog Marathoninvestigation.com, una referencia.

“Decir que eres finisher de una carrera siempre suena bien”, reza una de las guías más populares para los aficionados a correr. Hacerlo en una prueba mítica, todavía más. Uno puede hacerse a la idea de lo que puede suponer, en el otro extremo, quedar descalificado por hacer trampas tras pagar el dorsal en alguna de las majors, como se conocen los seis maratones más prestigiosos del mundo. Mucho más doloroso resulta si el supuesto fraude se hace público adjuntando tu fotografía en la línea de meta, feliz como finisher, medalla en ristre, orgulloso de la presunta marca.

“Hay algunos resultados muy sospechosos”, advierte Murphy en su blog, con uno de sus últimos análisis dedicados al Maratón de Boston. La lluvia fue uno de los factores, según detalla, que explica que más corredores de lo habitual no fuesen detectados este 2018 con su chip en el dorsal a pesar de que sí pisaron las alfombras de control de kilometraje.

“Hay varios corredores que parecían comenzar el maratón y abandonaron el recorrido solo para regresar después en las últimas millas. Algunos parecieron hacer un esfuerzo inicial antes de abandonar el maratón, solo para reincorporarse al recorrido en la última milla, hacerse algunas fotos y recoger la medalla”.

“Te estaré vigilando y lo haré público”, advierten los cazatramposos como Derek. Sus informaciones, al detalle, se basan en la analítica de datos. En el último Maratón de Boston dice que al menos “diez corredores con tiempos de llegada no pasaron antes por ningún punto de cronometraje intermedio hasta después de que correspondía al medio maratón”.

Ardides para burlar las normas

RECORTADORES. La forma más popular y extendida de intentar arañar tiempo al cronómetro, haciendo más corto el recorrido de una prueba, es subiéndose por lo general sobre las aceras y recortando en cada giro. Se adultera el recorrido establecido por la organización.

LOS DEL METRO. Una de las formas más burdas de hacer trampas es realizar parte del recorrido con otro medio de locomoción. El caso más flagrante, corredores pillados in fraganti en el metro con su dorsal para enlazar rápidamente dos de los tramos de cinco kilómetros.

CAMBIAR EL DORSAL. Ceder el dorsal a un corredor mejor preparado para recuperarlo unos pocos kilómetros antes de la línea de meta y poder hacer así postureo tras la llegada, luciendo una buena marca.

RECOGE MEDALLAS. Conocidos popularmente, de forma despectiva, como los recoge medallas: corredores que después de la salida desaparecen misteriosamente de los puntos de control repartidos a lo largo del recorrido, ubicados habitualmente cada cinco kilómetros. En el tramo final de la carrera se reincorporan, cruzan la meta, se hacen una selfie y recogen su premio.

Dispositivo contra el fraude

Experimental. El My Tracker de Movistar está pensado para poder seguir al corredor online
Experimental. El My Tracker de Movistar está pensado para poder seguir al corredor online (MOVISTAR)
Un reloj con GPS, con cobertura GSM y batería de litio, el My tracker, es el dispositivo elegido por Movistar para poner a prueba su sistema para seguir a cada corredor durante toda la prueba, almacenando online todos los datos generados en la carrera. El dispositivo está pensado también para mejorar la seguridad de cada uno de los participantes en grandes pruebas, especialmente en carreras de larga distancia en entornos no urbanos, como en la montaña.

El sistema está diseñado para poder detectar cualquier comportamiento anómalo del runner, gracias a la analítica de datos (big data), como por ejemplo un incremento tan brusco como imposible del ritmo de carrera. El dispositivo, con un botón de SOS incorporado, también puede alertar de un posible desfallecimiento. Más tranquilidad para el corredor y sus familiares, y también mucha más información para los aficionados que siguen las carreras. “Sabemos en todo momento dónde está cada corredor y cuál es su recorrido porque el sistema recibe y guarda los datos en continuo. Si se pierde en algún momento la cobertura, el dispositivo sigue almacenando datos para enviarlos de forma inmediata al sistema tras recuperar la conexión”, destaca Bernardo Campillo, responsable para usuario final del internet de las cosas de Telefónica. La falta de cobertura no será ninguna coartada para la trampa. También se planea incorporar la tecnología de reconocimiento facial para poder detectar un cambio de dorsales entre corredores.



Tramposos a la carrera
 
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