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Tud Amun
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Un par de cosas sobre este testo, con s. Habla sobre totalitarismo feminista y está basado en escrito por el psiquiatra Joost A. M. Meerloo, autor de THE RAPE OF THE MIND: The Psychology of Thought Control, Menticide, and Brainwashing. Publicado en 1956, Meerlo lo escribió basado en su experiencia de la Alemania nancy, pero se puede aplicar perfectamente a cualquier totalitarismo, sea médico-sanitario, climático, etc. Se vende en Amazon, pero este es un enlace THE RAPE OF THE MIND: The Psychology of Thought Control, Menticide, and Brainwashing, by Joost A. M. Meerloo, M.D.
Totalitarismo feminista
Meerlo fue un psicólogo que sobrevivió al terror de los campos de concentración. Escribió “La violación de la mente. El asesinato de la mente y el lavado de cerebros” sobre la psicología de los sistemas totalitarios advirtiendo que cualquier grupo humano puede hacerse con los mecanismos del Estado para imponer su tiranía. Este testo (con s) advierte cómo se ha instalado más o menos conscientemente un sistema totalitario feminista en el corazón de las instituciones que nos deberían defender. Las palabras de Meerlo son proféticas, aunque él nunca hubiera pensado en las mujeres como el grupo social capaz de implementar un sistema totalitario:
Meerloo (1956): “Una sociedad libre otorga a sus ciudadanos el derecho a actuar libremente. Al mismo tiempo les impone la responsabilidad de mantener su libertad, tanto política como mental. Si gracias a las modernas técnicas médicas, químicos y mecánicas de intrusión mental se reducen la capacidad del hombre para actuar por su propia iniciativa, pervertimos nuestras creencias y debilitamos nuestro sistema libre. Al igual que hubo lavado de cerebros a nivel político, igualmente puede haberlo a cualquier otro nivel enmascarado bajo el nombre de terapia o justicia”.
“Los políticos que buscan poder deben acuñar nuevas palabras y nuevas etiquetas con un atractivo emocional, al tiempo que permiten las mismas prácticas e instituciones continuar como antes. La clave está en sustituir la etiqueta de una imagen desagradable, por una nueva etiqueta acorde con el mito”.
“paralelo al aumento de los medios, nuestra comprensión mutua ha descendido. Está sucediendo una torre de Babel entre los políticos y no políticos como resultado del desorden semántico”.
“La sangre se vuelve un fluido mágico”
Partiendo de que el condicionamiento clásico o Pavloviano (el libro de Meerloo es anterior a Skinner) es el instrumento para someter a naciones enteras bajo el totalitarismo, la más violenta perversión del espíritu humano, Meerlo describe los síntomas del totalitarismo, el deterioro del pensamiento y la conducta de los ciudadanos. Resulta sorprendente la descripción que hace de los mecanismos psicológicos y sociales pues se ajusta muy bien a la situación actual del feminismo fundamentalista intolerante más reaccionario y la opresión y acoso que está sufriendo el hombre, por el mero hecho de ser hombre y sus derechos. Esto no debería sorprender ya que todas las instituciones creadas para mejorar la vida, todas las herramientas inventadas para controlar el ambiente, todas pueden volverse armas de destrucción. Cuando todos los medios de persuasión y propaganda están trabajando al máximo, consiguen convertir en estereotipos estériles y esterilizantes lo que pensamos que es nuestro pensamiento original y autentico.
Recientemente, en el siglo XX, Rusia, Alemania, China, y anteriormente la Inquisición, Moloch, y muchos otros grupos sociales, militares o religiosos han sufrido el totalitarismo al igual que ahora está sucediendo en España. Esta universalidad del fenómeno totalitario se explica al tener un mecanismo relativamente sencillo: primero, repitiendo suficientemente un mensaje simple; y segundo, evitando cualquier otra interpretación de la realidad. Por ejemplo, los medios de comunicación omitiendo cualquier información relativa a los derechos del hombre y repitiendo continuamente el simple mensaje de que el hombre es maltratador, no algunos hombres y mujeres, sino la misma condición de varón es en sí misma dañina para la sociedad. Esta repetición pone en marcha el condicionamiento clásico aplicado al feminismo que necesariamente va a conducir a un estrecha y totalitaria concepción del mundo: el totalitarismo feminista, con su intolerancia, doble jovenlandesal, e ideas falaces que no soportan el mínimo rigor, y de ahí su extremada intolerancia y fundamentalismo.
Pavlov explica que la adaptación del hombre al mundo se realiza mediante estímulos secundarios, los símbolos del discurso. El hombre aprende a pensar en palabras, como dice Dobrogaev: “el lenguaje es el medio del hombre para adaptarse a su entorno”, eso quiere decir que aquel que dicte las palabras y frases que usamos, aquel que posea los medios de comunicación, será el dueño de nuestra mente, será nuestro dueño. El totalitarismo, para conseguir romper la mente, primero necesita sembrar el caos mental y la confusión verbal porque ambos paralizan a su potencial enemigo hasta que este se da cuenta de las verdaderas intenciones del tirano, en este caso podría ser la tirana, o mejor, la tiranía. El resultado es la confusión que se crea en la mente, hasta el punto en que se pierde la noción de verdad o falsedad.
La misión de la propaganda feminista es construir un esquema mental en las mentes de los ciudadanos de modo que llegue un momento en que no puedan ver con sus propios ojos, sino que solo pueden ver el mundo a través de la neblina semántica oficial para desarrollar respuestas automáticas adecuadas al mito feminista. La formulación de grandes mentiras tiene un propósito definido. Las palabras adquieren una función especial al servicio del poder que podíamos llamar verbocracia. La gran mentira y los falsos eslóganes primero confunden, luego atontan y acaban por aburrir pero convierte a la masa en deseosa de aceptar los nuevos mitos. Por eso una sentencia simple suficientemente repetida se convierte en un patrón fijo de pensamiento en nuestro cerebro. Tal es la simplicidad del condicionamiento: repite mecánicamente tus sugerencias, evita que se comunique oposición a la sugerencia.
La expresión individual desaparece hasta convertirse en tabú. El intercambio pacifico de ideas y pensamientos en conversaciones y discursos libres interfieren con los condicionamientos del sistema. Ya no hay cerebros pensantes ni seres humanos, sino respuestas condicionadas, simples robots humanoides en los que se estimula la ansiedad y el miedo para un mejor control y dependencia. Una sociedad inconsciente, incapaz de pensar por sí misma y cuyas acciones y deseos son entrenadas por aquel que la explota. Masas domadas como animales para responder automáticamente, sin ninguna necesidad de pensar ni de participar conscientemente. Ese es el sueño del tirano, en este caso de la tirana, de la dictadora.
Se utiliza el viejo truco del doble mensaje y el individuo se ve envuelto en una maraña de ideas y conceptos y no distingue entre verdad y falsedad, entre racionalización y pensamiento racional, porque rechaza comprobar y verificar los elementos objetivos. Ya ni siquiera puede luchar por tener una clara comprensión del fenómeno porque el esquema de pensamiento repetido mecánicamente le produce una ilusión de comprensión. Incapaz de verificar la información del sistema, ya que los hechos y las opiniones disidentes se ignoran, se niegan y se censuran. Los juicios personales ya están determinados de antemano por las etiquetas oficiales que todo el mundo comparte.
“Paz es guerra y guerra es paz! Democracia es tiranía y libertad es esclavitud! Ignorancia es fuerza! Virtud es vicio y la verdad es mentira” Ministro de la Verdad. 1984
Diferencia es igualdad dice la Gran Hermana parafraseando a Orwell. La palabra, alguna vez llamada creadora, se tras*forma en un instrumento mecánico. El vocabulario se convierte en el dictado de eslóganes hipnotizantes. La palabra pierde la función comunicativa para convertirse en órdenes que desencadenan miedo y terror. La estrategia primitiva de usar una máscara amenazadora y desde ella dar grandes voces repletas de mentiras es tan vieja como la humanidad. Las antiguas mascaras mágicas usadas para atemorizar a la tribu son sustituidas por el discurso atemorizante justificado pseudocientíficamente y propagado por los medios Esa magia prestigiosa la vemos todos los días cuando se habla de violencia doméstica y malos tratos a mujeres, por citar un ejemplo.
El ritual de auto acusación, golpes de pecho y adhesión incondicional a las normas de los ancianos de la tribu es parte de antiquísimos ritos religiosos y está basado en la creencia de un poder omnipotente y supremo. Este poder puede ser una misteriosa deidad como Moloch (dios al que las judías ofrecían sus hijos en sacrificio), un partido único o un sistema sanitario. Todos ellos siguen un viejo mecanismo interior enunciado por Tertuliano: “Credo quia absurdum”, creo porque es absurdo, porque mis sentidos no entienden ese mundo enorme e incomparablemente más fuerte que yo y por tanto no tengo otra opción que someterme.
Al no poder luchar uno se entrega, si no puedes con tu enemigo, únete a él es una sentencia popular universal. La gente necesita identificarse con la voz poderosa que llena todo el espacio. Para llevar a la población a sus intereses, la totalitaria feminista habrá roto la alerta mental, el cuestionamiento critico. La libre discusión intelectual y el intercambio de ideas interrumpen el condicionamiento y por tanto no puede permitirse. Hay un completo rechazo de cualquier debate. En su lugar se inunda de miedo y desesperanza. ¿Que puede hacer uno solo? Así desaparece el razonamiento, la experiencia subjetiva, la individualidad. Aquí está la famosa construcción social de lo masculino
La masa es fácil de manipular porque los individuos no son independientes y creativos, sino que comparten los mismos deseos irracionales e inmaduros y eso hace aumentar la sugestibilidad de todo el grupo ya que cada individuo tiende a identificarse con el resto del grupo. La simplicidad e irracionalidad del mensaje lleva a pensar: ¿qué pensara el otro? Como resultado se crea una ilusión colectiva, la gente pensara lo que cree que la gente piensa y entonces tenemos a la opinión pública convertida en un prejuicio masivo y estereotipado. Hay un refuerzo mutuo de la ilusión. El totalitarismo feminista, como manifestación social, es una enfermedad de la comunicación interpersonal manipulada desde los resortes del político y mediático
El ser humano necesita ser condicionado, imitar, conformarse y seguir las normas y patrones de su familia y de su grupo. Esta necesidad viene dada por su dependencia de los padres en la infancia y es universal, independientemente de que pertenezca a un grupo primitivo o a un grupo tecnológicamente avanzado. Tenemos dos facetas, por un lado queremos crecer y madurar, y por otro la niña inconsciente desea la protección completa y la irresponsabilidad de sus actos. Mientras la parte madura aprende a enfrentar las frustraciones de la vida, su parte irracional sueña con vencer a esas frustraciones, combatirlas, destruirlas, sean objetos o personas. El totalitarismo feminista apelando a esta niña confusa, nos ofrece una solución a esta dualidad ya que permite oficialmente la expresión de los impulsos más antisociales. La salvaje interior da la bienvenida con gusto a la liberación de sus problemas éticos. Esa es la razón del éxito de los totalitarismos: satisfacen deseos profundos e inconscientes de las masas. En ese sentido, las necesidades de la mujer y del hombre contemporáneo son las mismas que las necesidades del hombre primitivo. Ahora la tribu es más grande, pero las gratificaciones por entregar la independencia siguen siendo atractivas: el individuo sigue necesitando pertenecer a la tribu, necesita sentirse protegido, liberar sus limitaciones y responsabilidades, todo eso se lo da la pertenencia a la tribu feminista
Cualquier estrategia dirigida a levantar el miedo y la sospecha va a producir un aislamiento del individuo inseguro hasta que se rinda ante la fuerza todopoderosa. Cuando el individuo se siente sin fuerzas para luchar, confuso e incapaz de distinguir lo verdadero de lo falso, sin ningún control de las fuerzas que controlan su vida, tan vastas e incomprensibles, aceptara la invitación de formar parte de ese sistema racionalizando lo que esta más allá de su comprensión. Entonces las personas se convierten en meros imitadores, incapaces de cualquier objetividad y perspectiva que permita cuestionar y comprender, incapaces de ideas e ideales, incapaces de valores. Y como en todo circulo vicioso, cuando mas parte del grupo se es, más fácilmente se cae víctima de la sugestión de masas. Por eso los pueblos primitivos que tienen un alto grado de integración social son tan sensibles a la sugestión y el prestigioso brujo mantiene a toda la tribu bajo su poderoso hechizo. Pero ese mecanismo funciona exactamente igual con tribus grandes y tecnológicas.
La bestia emocional que llevamos dentro oculta bajo la razón, cuando se despierta actúa destructivamente mientras levanta racionalizaciones para justificar su conducta. No somos las criaturas racionales que pensamos ser. Oculto en el inconsciente un enorme almacén de recuerdos enterrados, emociones e impulsos y deseos totalmente irracionales que continuamente influencian nuestros actos. Por eso cuando se agudiza desde afuera ese conflicto, cuando se apela a esa mente irracional que responderá ciegamente cuando se le tocan las teclas del miedo, el sesso y la fin, el sistema tendrá a las víctimas cautivas y desarmadas a sus pies ya que solamente el que ha creado el miedo puede apaciguar el miedo por él causado.
Cuando las ideas políticas, religiosas, militares, sanitarias, o como en este caso, feministas, degeneran en formulaciones sin sentido hechas solamente con propósitos de propaganda, ese grupo adquiere un poder absoluto y el desacuerdo y la diferencia de opinión pasan a ser crímenes, traiciones, herejías. Se exige la conformidad a la norma. Los valores del ser humano como libertad, compromiso, independencia, objetividad se convierten en crímenes y la única manera de no convertirse en criminal es traicionándolos. La duda es un crimen en un sistema totalitario ya que estar abiertos a cuestionar supone estar abiertos a pensar, a imaginar, a disentir. Dudar y razonar deben ser suprimidos y solamente memorizar y repetir debe existir. No puede haber una expresión espontanea de imaginación, desafío, o afecto ya que hasta el perro de Pavlov pasaba del condicionamiento cuando veía a su dueño y se ponía a ladrar afectuosamente.
Es complicado explicar porque una ideología dogmática, intolerante, fanática y fundamentalista llega a prohibir con tanta rigidez la investigación de presupuestos tan básicos. Sin duda, la razón numero uno es el miedo. Miedo al cambio, el miedo al riesgo del cambio de los hábitos, el miedo a la libertad. Este miedo a la libertad está ligado al miedo a la fin. Meerloo: “Negar la libertad eleva al autoritario por encima del sus compañeros mortales. Su poder temporal y omnipotencia le da la ilusión de eternidad. En su totalitarismo, niega la fin y la existencia efímera y pide prestado desde el futuro. Tiene que inventar y formular una Verdad última así como un dogma que lo proteja para justificar su batalla contra la mortalidad y temporalidad. Ahora la certeza fundamental debe ser martilleada en la mente de adeptos y esclavos.”
La mujer abrumada por una cultura que no entiende se retira a las fantasías de poder sin límites para rellenar su vacío interior. Estas fantasías las inician los líderes, pero son asumidas por la masa ya que necesitan identificarse con la clase dominante. Envueltos todos en el Zeitgeist de la corrupción pocos defienden la decencia y la honestidad porque ya ni siquiera distinguen entre lo verdadero y lo falso. La situación enfatiza los deseos ansiosos de la gente, la necesidad de imponer los gustos privados a cambio de valores reales. La gente ya está condicionada a valores prostituidos. La respuesta general al totalitarismo feminista suele ser “no me importa”, “no quiero saber nada”, “paso”, y solo unos pocos se atreven a dudar y cuestionar haciéndose fuertes mentalmente y resistiendo el bien planeado ataque a la consciencia y a la mente. Sin darse cuenta el individuo asume poco a poco las normas, evaluaciones y actitudes hacia la vida que le presenta el sistema. Finalmente desaparecen todas las objeciones jovenlandesales y se entra en una fase de autohipnosis.
La mente totalitaria no necesita observar y verificar sus impresiones de la realidad, sino que dicta a la realidad como debería comportarse, obliga a la realidad a conformarse a sus fantasías. Este pensamiento delirante libera la bestia irracional justificando cada error con una nueva mentira y otro nuevo error en un círculo vicioso que se convierte en una imparable carrera hacia la destrucción. Las raíces psicológicas del totalitarismo tienen que ser necesariamente salvajes, primitivas, irracionales y destructivas. Sin embargo no son evidentes, se camuflan detrás de la ideología dominante expresada con palabras atrayentes como solidaridad, dignidad, derechos, igualdad, aplicadas antes a la política, lo religioso, lo militar, la sanidad, y ahora al feminismo. Por esta razón hay en todo ello algo fantástico, increíble. Solo después de superado el encanto de la ilusión, y al observar los fenómenos objetivos, nos parecen ridículos y sin sentido los mensajes recibidos.
La ausencia de humor en el totalitarismo es significativa, porque si aplicamos el humor, que consiste en utilizar otra perspectiva, el sistema se derrumba. Es algo impensable y está severamente castigado por su eficacia ya que si vemos las cosas tal y como son en realidad, el cuestionamiento es inevitable al reconocer la distorsión que la perspectiva del sistema nos ofrece como única. De esa manera no es posible tomarse seriamente la visión totalitaria. Cuestionarse seriamente esa visión supondría caer en las reglas que impone, “tenemos asuntos muy importantes, asuntos de vida o fin tanto para nosotros como individuos como para nuestra nación. El demagogo confía en la efectividad de que la gente se tomara en serio las fantásticas presuposiciones que hace y que discutirá los falsos problemas creados como si fueran reales.” En realidad, las mentiras galopantes no tienen discusión posible, deben ser atacadas por la base, por su conexión con los elementos objetivos.
El problema es que al intentar negar las mentiras propagandísticas del sistema, o intentar explicar las cosas como son, uno se pone inmediatamente en una posición de debilidad, y esa posición no es atractiva. Por eso entrar a discutir utilizando el lenguaje que nos dan es inútil porque no hay lógica posible “el demagogo es un experto cambiando el asunto del que se discute....ya que está menos preocupado por la verdad objetiva, el bien social o los problemas reales que por ganar atención y poder sin límites”. Cuando se pueda aplicar el humor a los asuntos más serios posibles, estos podrán ser manejados con sentido común y buena lógica. El humor nos protege de los ataques a la libertad.
“Si queremos aprender a proteger nuestra integridad mental debemos examinar no solo aquellos aspectos de la cultura contemporánea que tienen que ver con la lucha por el poder, sino también aquellos desarrollos en la cultura que atontan la agudeza mental o que abusando de nuestra sugestionabilidad nos dirigen a la fin mental del totalitarismo. La sugestión continua y la hipnosis suave de los medios de comunicación promueve uniformidad y nos lleva a un “mundo feliz” de normalización, ajuste e integración igualada en la cual la opinión individual está completamente estereotipada.”
“El chantaje mental ocurre cuando la presunción de culpabilidad sustituye a la presunción de inocencia” Meerlo es realmente profético en esta frase aplicable a los malos tratos y la ley de Protección. Lo repito: “El chantaje mental ocurre cuando la presunción de culpabilidad sustituye a la presunción de inocencia”
El chantaje feminista, consciente o inconscientemente pisotea la dignidad humana al utilizar los conocimientos de la ciencia social y de la persuasión para producir en el individuo y la sociedad la respuesta deseada. En el feminismo totalitario, la presunción de culpabilidad sustituye a la presunción de inocencia. El solo hecho de ser varón es equivalente a ser maltratador, forzador, culpable de opresión, etc.
La coexistencia con pasados totalitarismos es posible. Evidentemente el feminismo no va a desaparecer, al igual que no desapareció ni la Iglesia, ni el Ejército, ni la Política, instituciones que han ejercido el totalitarismo, sino que convivimos con esas instituciones sin mayor problema, siempre bajo el manto de la Justicia. Pero no olvidemos que no hace mucho el totalitarismo ha conseguido lavar el cerebro de naciones enteras, y grandes naciones además, reduciendo a sus ciudadanos a una especie de maquinas de respuesta automática, y que aquellas personas consideraban que aquel era su modo normal de vida, de manera similar a como está ocurriendo ahora.
A diferencia de otros totalitarismos que una vez superados permitían una penosa vuelta a la racionalidad, el totalitarismo feminista, al intervenir tecnológicamente sobre los mecanismos de la vida (fecundación in vitro, planificación anti-familiar, etc.) puede hacer imposible volver a la “normalidad” tal y como la conocemos. El destino puede ser una humanidad socialmente descontrolada con individuos mutantes, alienados y enfermos. La familia pierde, el Estado gana, y gana porque es ahí de donde comen las feministas. Finalmente, una humanidad que se extinguió por estupidez y falta de ética.
Un ejemplo inmediato puede ser la epidemia de cáncer de pecho en mujeres de 50 años. Mientras en toda la historia de la humanidad el cáncer de pecho era una enfermedad prácticamente inexistente, actualmente los datos son escalofriantes pero se camuflan estadísticamente. En este sentido se puede decir que las victorias feministas que “liberaron” a la mujer mediante el aborto, los anticonceptivos, y el no tener hijos conduce a esas mismas mujeres que abortaron, tomaron anticonceptivos y no tuvieron hijos a tener más del 50% de probabilidades de tener cáncer de pecho. Pero eso no se dice claramente ya que se promedia la probabilidad de tener cáncer de pecho con otras mujeres de la misma edad pero con hijos, que no abortaron y que no tomaron anticonceptivos y que su probabilidad de tener ese cáncer es menor del 1%. Naturalmente eso no se dice a las jóvenes que acuden a planificación.
Históricamente la confusión interior busca expresarse mediante una guerra, pero ahora ¿dónde está el enemigo? El enemigo, en esta locura irracional, es siempre el hombre. Meerloo señala que llega un momento cuando los hombres han sido reducidos a meras marionetas, que se vuelven inmunes al terror. Entonces el hechizo mágico pierde su fuerza y ni siquiera la idea de morir la consideran un peligro, sin duda porque es mejor morir luchando que vivir en esas condiciones.
Unos pocos empiezan la revuelta.
Totalitarismo feminista
Meerlo fue un psicólogo que sobrevivió al terror de los campos de concentración. Escribió “La violación de la mente. El asesinato de la mente y el lavado de cerebros” sobre la psicología de los sistemas totalitarios advirtiendo que cualquier grupo humano puede hacerse con los mecanismos del Estado para imponer su tiranía. Este testo (con s) advierte cómo se ha instalado más o menos conscientemente un sistema totalitario feminista en el corazón de las instituciones que nos deberían defender. Las palabras de Meerlo son proféticas, aunque él nunca hubiera pensado en las mujeres como el grupo social capaz de implementar un sistema totalitario:
Meerloo (1956): “Una sociedad libre otorga a sus ciudadanos el derecho a actuar libremente. Al mismo tiempo les impone la responsabilidad de mantener su libertad, tanto política como mental. Si gracias a las modernas técnicas médicas, químicos y mecánicas de intrusión mental se reducen la capacidad del hombre para actuar por su propia iniciativa, pervertimos nuestras creencias y debilitamos nuestro sistema libre. Al igual que hubo lavado de cerebros a nivel político, igualmente puede haberlo a cualquier otro nivel enmascarado bajo el nombre de terapia o justicia”.
“Los políticos que buscan poder deben acuñar nuevas palabras y nuevas etiquetas con un atractivo emocional, al tiempo que permiten las mismas prácticas e instituciones continuar como antes. La clave está en sustituir la etiqueta de una imagen desagradable, por una nueva etiqueta acorde con el mito”.
“paralelo al aumento de los medios, nuestra comprensión mutua ha descendido. Está sucediendo una torre de Babel entre los políticos y no políticos como resultado del desorden semántico”.
“La sangre se vuelve un fluido mágico”
Partiendo de que el condicionamiento clásico o Pavloviano (el libro de Meerloo es anterior a Skinner) es el instrumento para someter a naciones enteras bajo el totalitarismo, la más violenta perversión del espíritu humano, Meerlo describe los síntomas del totalitarismo, el deterioro del pensamiento y la conducta de los ciudadanos. Resulta sorprendente la descripción que hace de los mecanismos psicológicos y sociales pues se ajusta muy bien a la situación actual del feminismo fundamentalista intolerante más reaccionario y la opresión y acoso que está sufriendo el hombre, por el mero hecho de ser hombre y sus derechos. Esto no debería sorprender ya que todas las instituciones creadas para mejorar la vida, todas las herramientas inventadas para controlar el ambiente, todas pueden volverse armas de destrucción. Cuando todos los medios de persuasión y propaganda están trabajando al máximo, consiguen convertir en estereotipos estériles y esterilizantes lo que pensamos que es nuestro pensamiento original y autentico.
Recientemente, en el siglo XX, Rusia, Alemania, China, y anteriormente la Inquisición, Moloch, y muchos otros grupos sociales, militares o religiosos han sufrido el totalitarismo al igual que ahora está sucediendo en España. Esta universalidad del fenómeno totalitario se explica al tener un mecanismo relativamente sencillo: primero, repitiendo suficientemente un mensaje simple; y segundo, evitando cualquier otra interpretación de la realidad. Por ejemplo, los medios de comunicación omitiendo cualquier información relativa a los derechos del hombre y repitiendo continuamente el simple mensaje de que el hombre es maltratador, no algunos hombres y mujeres, sino la misma condición de varón es en sí misma dañina para la sociedad. Esta repetición pone en marcha el condicionamiento clásico aplicado al feminismo que necesariamente va a conducir a un estrecha y totalitaria concepción del mundo: el totalitarismo feminista, con su intolerancia, doble jovenlandesal, e ideas falaces que no soportan el mínimo rigor, y de ahí su extremada intolerancia y fundamentalismo.
Pavlov explica que la adaptación del hombre al mundo se realiza mediante estímulos secundarios, los símbolos del discurso. El hombre aprende a pensar en palabras, como dice Dobrogaev: “el lenguaje es el medio del hombre para adaptarse a su entorno”, eso quiere decir que aquel que dicte las palabras y frases que usamos, aquel que posea los medios de comunicación, será el dueño de nuestra mente, será nuestro dueño. El totalitarismo, para conseguir romper la mente, primero necesita sembrar el caos mental y la confusión verbal porque ambos paralizan a su potencial enemigo hasta que este se da cuenta de las verdaderas intenciones del tirano, en este caso podría ser la tirana, o mejor, la tiranía. El resultado es la confusión que se crea en la mente, hasta el punto en que se pierde la noción de verdad o falsedad.
La misión de la propaganda feminista es construir un esquema mental en las mentes de los ciudadanos de modo que llegue un momento en que no puedan ver con sus propios ojos, sino que solo pueden ver el mundo a través de la neblina semántica oficial para desarrollar respuestas automáticas adecuadas al mito feminista. La formulación de grandes mentiras tiene un propósito definido. Las palabras adquieren una función especial al servicio del poder que podíamos llamar verbocracia. La gran mentira y los falsos eslóganes primero confunden, luego atontan y acaban por aburrir pero convierte a la masa en deseosa de aceptar los nuevos mitos. Por eso una sentencia simple suficientemente repetida se convierte en un patrón fijo de pensamiento en nuestro cerebro. Tal es la simplicidad del condicionamiento: repite mecánicamente tus sugerencias, evita que se comunique oposición a la sugerencia.
La expresión individual desaparece hasta convertirse en tabú. El intercambio pacifico de ideas y pensamientos en conversaciones y discursos libres interfieren con los condicionamientos del sistema. Ya no hay cerebros pensantes ni seres humanos, sino respuestas condicionadas, simples robots humanoides en los que se estimula la ansiedad y el miedo para un mejor control y dependencia. Una sociedad inconsciente, incapaz de pensar por sí misma y cuyas acciones y deseos son entrenadas por aquel que la explota. Masas domadas como animales para responder automáticamente, sin ninguna necesidad de pensar ni de participar conscientemente. Ese es el sueño del tirano, en este caso de la tirana, de la dictadora.
Se utiliza el viejo truco del doble mensaje y el individuo se ve envuelto en una maraña de ideas y conceptos y no distingue entre verdad y falsedad, entre racionalización y pensamiento racional, porque rechaza comprobar y verificar los elementos objetivos. Ya ni siquiera puede luchar por tener una clara comprensión del fenómeno porque el esquema de pensamiento repetido mecánicamente le produce una ilusión de comprensión. Incapaz de verificar la información del sistema, ya que los hechos y las opiniones disidentes se ignoran, se niegan y se censuran. Los juicios personales ya están determinados de antemano por las etiquetas oficiales que todo el mundo comparte.
“Paz es guerra y guerra es paz! Democracia es tiranía y libertad es esclavitud! Ignorancia es fuerza! Virtud es vicio y la verdad es mentira” Ministro de la Verdad. 1984
Diferencia es igualdad dice la Gran Hermana parafraseando a Orwell. La palabra, alguna vez llamada creadora, se tras*forma en un instrumento mecánico. El vocabulario se convierte en el dictado de eslóganes hipnotizantes. La palabra pierde la función comunicativa para convertirse en órdenes que desencadenan miedo y terror. La estrategia primitiva de usar una máscara amenazadora y desde ella dar grandes voces repletas de mentiras es tan vieja como la humanidad. Las antiguas mascaras mágicas usadas para atemorizar a la tribu son sustituidas por el discurso atemorizante justificado pseudocientíficamente y propagado por los medios Esa magia prestigiosa la vemos todos los días cuando se habla de violencia doméstica y malos tratos a mujeres, por citar un ejemplo.
El ritual de auto acusación, golpes de pecho y adhesión incondicional a las normas de los ancianos de la tribu es parte de antiquísimos ritos religiosos y está basado en la creencia de un poder omnipotente y supremo. Este poder puede ser una misteriosa deidad como Moloch (dios al que las judías ofrecían sus hijos en sacrificio), un partido único o un sistema sanitario. Todos ellos siguen un viejo mecanismo interior enunciado por Tertuliano: “Credo quia absurdum”, creo porque es absurdo, porque mis sentidos no entienden ese mundo enorme e incomparablemente más fuerte que yo y por tanto no tengo otra opción que someterme.
Al no poder luchar uno se entrega, si no puedes con tu enemigo, únete a él es una sentencia popular universal. La gente necesita identificarse con la voz poderosa que llena todo el espacio. Para llevar a la población a sus intereses, la totalitaria feminista habrá roto la alerta mental, el cuestionamiento critico. La libre discusión intelectual y el intercambio de ideas interrumpen el condicionamiento y por tanto no puede permitirse. Hay un completo rechazo de cualquier debate. En su lugar se inunda de miedo y desesperanza. ¿Que puede hacer uno solo? Así desaparece el razonamiento, la experiencia subjetiva, la individualidad. Aquí está la famosa construcción social de lo masculino
La masa es fácil de manipular porque los individuos no son independientes y creativos, sino que comparten los mismos deseos irracionales e inmaduros y eso hace aumentar la sugestibilidad de todo el grupo ya que cada individuo tiende a identificarse con el resto del grupo. La simplicidad e irracionalidad del mensaje lleva a pensar: ¿qué pensara el otro? Como resultado se crea una ilusión colectiva, la gente pensara lo que cree que la gente piensa y entonces tenemos a la opinión pública convertida en un prejuicio masivo y estereotipado. Hay un refuerzo mutuo de la ilusión. El totalitarismo feminista, como manifestación social, es una enfermedad de la comunicación interpersonal manipulada desde los resortes del político y mediático
El ser humano necesita ser condicionado, imitar, conformarse y seguir las normas y patrones de su familia y de su grupo. Esta necesidad viene dada por su dependencia de los padres en la infancia y es universal, independientemente de que pertenezca a un grupo primitivo o a un grupo tecnológicamente avanzado. Tenemos dos facetas, por un lado queremos crecer y madurar, y por otro la niña inconsciente desea la protección completa y la irresponsabilidad de sus actos. Mientras la parte madura aprende a enfrentar las frustraciones de la vida, su parte irracional sueña con vencer a esas frustraciones, combatirlas, destruirlas, sean objetos o personas. El totalitarismo feminista apelando a esta niña confusa, nos ofrece una solución a esta dualidad ya que permite oficialmente la expresión de los impulsos más antisociales. La salvaje interior da la bienvenida con gusto a la liberación de sus problemas éticos. Esa es la razón del éxito de los totalitarismos: satisfacen deseos profundos e inconscientes de las masas. En ese sentido, las necesidades de la mujer y del hombre contemporáneo son las mismas que las necesidades del hombre primitivo. Ahora la tribu es más grande, pero las gratificaciones por entregar la independencia siguen siendo atractivas: el individuo sigue necesitando pertenecer a la tribu, necesita sentirse protegido, liberar sus limitaciones y responsabilidades, todo eso se lo da la pertenencia a la tribu feminista
Cualquier estrategia dirigida a levantar el miedo y la sospecha va a producir un aislamiento del individuo inseguro hasta que se rinda ante la fuerza todopoderosa. Cuando el individuo se siente sin fuerzas para luchar, confuso e incapaz de distinguir lo verdadero de lo falso, sin ningún control de las fuerzas que controlan su vida, tan vastas e incomprensibles, aceptara la invitación de formar parte de ese sistema racionalizando lo que esta más allá de su comprensión. Entonces las personas se convierten en meros imitadores, incapaces de cualquier objetividad y perspectiva que permita cuestionar y comprender, incapaces de ideas e ideales, incapaces de valores. Y como en todo circulo vicioso, cuando mas parte del grupo se es, más fácilmente se cae víctima de la sugestión de masas. Por eso los pueblos primitivos que tienen un alto grado de integración social son tan sensibles a la sugestión y el prestigioso brujo mantiene a toda la tribu bajo su poderoso hechizo. Pero ese mecanismo funciona exactamente igual con tribus grandes y tecnológicas.
La bestia emocional que llevamos dentro oculta bajo la razón, cuando se despierta actúa destructivamente mientras levanta racionalizaciones para justificar su conducta. No somos las criaturas racionales que pensamos ser. Oculto en el inconsciente un enorme almacén de recuerdos enterrados, emociones e impulsos y deseos totalmente irracionales que continuamente influencian nuestros actos. Por eso cuando se agudiza desde afuera ese conflicto, cuando se apela a esa mente irracional que responderá ciegamente cuando se le tocan las teclas del miedo, el sesso y la fin, el sistema tendrá a las víctimas cautivas y desarmadas a sus pies ya que solamente el que ha creado el miedo puede apaciguar el miedo por él causado.
Cuando las ideas políticas, religiosas, militares, sanitarias, o como en este caso, feministas, degeneran en formulaciones sin sentido hechas solamente con propósitos de propaganda, ese grupo adquiere un poder absoluto y el desacuerdo y la diferencia de opinión pasan a ser crímenes, traiciones, herejías. Se exige la conformidad a la norma. Los valores del ser humano como libertad, compromiso, independencia, objetividad se convierten en crímenes y la única manera de no convertirse en criminal es traicionándolos. La duda es un crimen en un sistema totalitario ya que estar abiertos a cuestionar supone estar abiertos a pensar, a imaginar, a disentir. Dudar y razonar deben ser suprimidos y solamente memorizar y repetir debe existir. No puede haber una expresión espontanea de imaginación, desafío, o afecto ya que hasta el perro de Pavlov pasaba del condicionamiento cuando veía a su dueño y se ponía a ladrar afectuosamente.
Es complicado explicar porque una ideología dogmática, intolerante, fanática y fundamentalista llega a prohibir con tanta rigidez la investigación de presupuestos tan básicos. Sin duda, la razón numero uno es el miedo. Miedo al cambio, el miedo al riesgo del cambio de los hábitos, el miedo a la libertad. Este miedo a la libertad está ligado al miedo a la fin. Meerloo: “Negar la libertad eleva al autoritario por encima del sus compañeros mortales. Su poder temporal y omnipotencia le da la ilusión de eternidad. En su totalitarismo, niega la fin y la existencia efímera y pide prestado desde el futuro. Tiene que inventar y formular una Verdad última así como un dogma que lo proteja para justificar su batalla contra la mortalidad y temporalidad. Ahora la certeza fundamental debe ser martilleada en la mente de adeptos y esclavos.”
La mujer abrumada por una cultura que no entiende se retira a las fantasías de poder sin límites para rellenar su vacío interior. Estas fantasías las inician los líderes, pero son asumidas por la masa ya que necesitan identificarse con la clase dominante. Envueltos todos en el Zeitgeist de la corrupción pocos defienden la decencia y la honestidad porque ya ni siquiera distinguen entre lo verdadero y lo falso. La situación enfatiza los deseos ansiosos de la gente, la necesidad de imponer los gustos privados a cambio de valores reales. La gente ya está condicionada a valores prostituidos. La respuesta general al totalitarismo feminista suele ser “no me importa”, “no quiero saber nada”, “paso”, y solo unos pocos se atreven a dudar y cuestionar haciéndose fuertes mentalmente y resistiendo el bien planeado ataque a la consciencia y a la mente. Sin darse cuenta el individuo asume poco a poco las normas, evaluaciones y actitudes hacia la vida que le presenta el sistema. Finalmente desaparecen todas las objeciones jovenlandesales y se entra en una fase de autohipnosis.
La mente totalitaria no necesita observar y verificar sus impresiones de la realidad, sino que dicta a la realidad como debería comportarse, obliga a la realidad a conformarse a sus fantasías. Este pensamiento delirante libera la bestia irracional justificando cada error con una nueva mentira y otro nuevo error en un círculo vicioso que se convierte en una imparable carrera hacia la destrucción. Las raíces psicológicas del totalitarismo tienen que ser necesariamente salvajes, primitivas, irracionales y destructivas. Sin embargo no son evidentes, se camuflan detrás de la ideología dominante expresada con palabras atrayentes como solidaridad, dignidad, derechos, igualdad, aplicadas antes a la política, lo religioso, lo militar, la sanidad, y ahora al feminismo. Por esta razón hay en todo ello algo fantástico, increíble. Solo después de superado el encanto de la ilusión, y al observar los fenómenos objetivos, nos parecen ridículos y sin sentido los mensajes recibidos.
La ausencia de humor en el totalitarismo es significativa, porque si aplicamos el humor, que consiste en utilizar otra perspectiva, el sistema se derrumba. Es algo impensable y está severamente castigado por su eficacia ya que si vemos las cosas tal y como son en realidad, el cuestionamiento es inevitable al reconocer la distorsión que la perspectiva del sistema nos ofrece como única. De esa manera no es posible tomarse seriamente la visión totalitaria. Cuestionarse seriamente esa visión supondría caer en las reglas que impone, “tenemos asuntos muy importantes, asuntos de vida o fin tanto para nosotros como individuos como para nuestra nación. El demagogo confía en la efectividad de que la gente se tomara en serio las fantásticas presuposiciones que hace y que discutirá los falsos problemas creados como si fueran reales.” En realidad, las mentiras galopantes no tienen discusión posible, deben ser atacadas por la base, por su conexión con los elementos objetivos.
El problema es que al intentar negar las mentiras propagandísticas del sistema, o intentar explicar las cosas como son, uno se pone inmediatamente en una posición de debilidad, y esa posición no es atractiva. Por eso entrar a discutir utilizando el lenguaje que nos dan es inútil porque no hay lógica posible “el demagogo es un experto cambiando el asunto del que se discute....ya que está menos preocupado por la verdad objetiva, el bien social o los problemas reales que por ganar atención y poder sin límites”. Cuando se pueda aplicar el humor a los asuntos más serios posibles, estos podrán ser manejados con sentido común y buena lógica. El humor nos protege de los ataques a la libertad.
“Si queremos aprender a proteger nuestra integridad mental debemos examinar no solo aquellos aspectos de la cultura contemporánea que tienen que ver con la lucha por el poder, sino también aquellos desarrollos en la cultura que atontan la agudeza mental o que abusando de nuestra sugestionabilidad nos dirigen a la fin mental del totalitarismo. La sugestión continua y la hipnosis suave de los medios de comunicación promueve uniformidad y nos lleva a un “mundo feliz” de normalización, ajuste e integración igualada en la cual la opinión individual está completamente estereotipada.”
“El chantaje mental ocurre cuando la presunción de culpabilidad sustituye a la presunción de inocencia” Meerlo es realmente profético en esta frase aplicable a los malos tratos y la ley de Protección. Lo repito: “El chantaje mental ocurre cuando la presunción de culpabilidad sustituye a la presunción de inocencia”
El chantaje feminista, consciente o inconscientemente pisotea la dignidad humana al utilizar los conocimientos de la ciencia social y de la persuasión para producir en el individuo y la sociedad la respuesta deseada. En el feminismo totalitario, la presunción de culpabilidad sustituye a la presunción de inocencia. El solo hecho de ser varón es equivalente a ser maltratador, forzador, culpable de opresión, etc.
La coexistencia con pasados totalitarismos es posible. Evidentemente el feminismo no va a desaparecer, al igual que no desapareció ni la Iglesia, ni el Ejército, ni la Política, instituciones que han ejercido el totalitarismo, sino que convivimos con esas instituciones sin mayor problema, siempre bajo el manto de la Justicia. Pero no olvidemos que no hace mucho el totalitarismo ha conseguido lavar el cerebro de naciones enteras, y grandes naciones además, reduciendo a sus ciudadanos a una especie de maquinas de respuesta automática, y que aquellas personas consideraban que aquel era su modo normal de vida, de manera similar a como está ocurriendo ahora.
A diferencia de otros totalitarismos que una vez superados permitían una penosa vuelta a la racionalidad, el totalitarismo feminista, al intervenir tecnológicamente sobre los mecanismos de la vida (fecundación in vitro, planificación anti-familiar, etc.) puede hacer imposible volver a la “normalidad” tal y como la conocemos. El destino puede ser una humanidad socialmente descontrolada con individuos mutantes, alienados y enfermos. La familia pierde, el Estado gana, y gana porque es ahí de donde comen las feministas. Finalmente, una humanidad que se extinguió por estupidez y falta de ética.
Un ejemplo inmediato puede ser la epidemia de cáncer de pecho en mujeres de 50 años. Mientras en toda la historia de la humanidad el cáncer de pecho era una enfermedad prácticamente inexistente, actualmente los datos son escalofriantes pero se camuflan estadísticamente. En este sentido se puede decir que las victorias feministas que “liberaron” a la mujer mediante el aborto, los anticonceptivos, y el no tener hijos conduce a esas mismas mujeres que abortaron, tomaron anticonceptivos y no tuvieron hijos a tener más del 50% de probabilidades de tener cáncer de pecho. Pero eso no se dice claramente ya que se promedia la probabilidad de tener cáncer de pecho con otras mujeres de la misma edad pero con hijos, que no abortaron y que no tomaron anticonceptivos y que su probabilidad de tener ese cáncer es menor del 1%. Naturalmente eso no se dice a las jóvenes que acuden a planificación.
Históricamente la confusión interior busca expresarse mediante una guerra, pero ahora ¿dónde está el enemigo? El enemigo, en esta locura irracional, es siempre el hombre. Meerloo señala que llega un momento cuando los hombres han sido reducidos a meras marionetas, que se vuelven inmunes al terror. Entonces el hechizo mágico pierde su fuerza y ni siquiera la idea de morir la consideran un peligro, sin duda porque es mejor morir luchando que vivir en esas condiciones.
Unos pocos empiezan la revuelta.