Segismunda
Reina de los Trolls
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A lo largo de la historia, son muchos los hombres que han sucumbido ante lamias, súcubos y otros demonios femeninos enviados por Charuzu para testar su fidelidad. La modelo Ángela Ermakova es una de sus creaciones más exquisitas: del sur muy sur por fuera y rusa por dentro, no dudó en destruir la vida del tenista Boris Becker, mediante un astuto plan cuyos detalles más sórdidos son poco conocidos. En el presente hilo, recrearemos la Historia de Derroición de este tenista laureado y héroe nacional que se llegó a considerar epítome de «la nueva alemania». Pero también daremos cuenta de cómo Charuzu persigue a los hombres que no logran superar sus pruebas, loca de rabia y deseos de venganza.
SORBER Y GESTAR: HISTORIA REAL DE UNA churrupaica PREÑADORA
A la izquierda, el matrimonio idílico de Boris Becker y Barbara Feltus, ejemplo de diversidad en la alemania noventera; a la derecha, Pat Rafter, el alfota que enterró la virilidad de Boris sobre la pista.
21 de junio de 1999. Boris Becker se enfrenta al último contrincante de su carrera, el mañaco Pat Rafter, que vence sin dificultad a un tenista en retirada. Su esposa, embarazada de ocho meses, asiste al partido con desinterés. Esta derrota pone el broche a una carrera llena de récords, desde que un Boris chortino ganase el Wimbledon con solo 17 años. El alemán necesita celebrar y olvidar con sus amigotes, así que le promete a su mujer, enfurruñada y parturienta: «Déjame esta noche para mí y el resto de la vida estaré contigo». Lo que ninguno de los dos sospecha es que un plan maquiavélico, pergeñado años atrás, dará al traste con esta promesa.
ÁNGELA ERMAKOVA: GÉNESIS DE UN SÚCUBO SORBELEFAS
Ermakova es conocida como la Ayn Rand de color; al igual que ella, entró en Occidente escapando del horror soviético y llena de ambición capitalista.
Esta mujer moscovita, nacida en 1968, estaba destinada a engrosar las diabólicas filas de Charuzu. Su padre era nigeriano y abandonó a su progenitora tan pronto como supo del embarazo. Estos daddy issues alimentaron la misandria de la joven Ángela, que además del racismo de la sociedad rusa, hubo de soportar una violación grupal por parte de una manada de adolescentes borrachos. Terminó la secundaria y comenzó a estudiar inglés, movida por la ambición y un repruebo africano hacia los hombres. Pronto encontró trabajo en Londres como traductora y se colocó, a codazo limpio, en el epicentro de la farándula. Aunque ansiaba ser modelo, no permitió que este sueño disparatado la alejase de su objetivo, así que aceptó un empleo como camarera en un restaurante japonés por el que pasaba la flor y nata de la sociedad. Eran muchas sus posibles víctimas, pero había una especialmente vulnerable: un tenista cuyo gusto por las negras era público, cuya fortuna rondaba los doscientos millones de dólares y cuya autoestima estaba en el subsuelo. Acababa de ser derrotado por un tenista de quinta fila en su última función.
HECHOS PROBADOS: ASÍ SUCEDIÓ LA MACULADA CONCEPCIÓN
Boris y sus amigos celebran una juerga alemana en el restaurante japonés Nobu. Mientras se ponen ciegos de sake, prueban el sashimi, el ramen y el shirako, un plato a base de leche de bacalao que ronda las 500 libras por ración. Esta bukkake gastronómica provoca bromas entre los comensales y presagia lo que está a punto de suceder. Becker lleva toda la noche recibiendo las miradas lascivas de Ángela, camarera del local, y la sigue cuando esta le hace una señal y abandona su puesto en dirección a los aseos. Pero el germano no puede esperar a que los servicios del local estén libres, así que la conduce a una escalera contigua a los urinarios. Sin importar que alguien pueda atraparlos, saca su fresquísimo platanón y se dispone a recibir la churrupaica más cara de la historia. «Cinco segundos», según recuerda el deportista, fueron necesarios para drenarle los testículos. Las ancestrales técnicas nigerianas, latentes en el ADN de Ermakova, provocaron una ordeñada tan épica que el cerebro de Boris se derritió por la uretra, entre gemidos y sacudidas espasmódicas por todo su cuerpo. Siete años de fidelidad terminaban con esta pequeña tras*gresión, tras la cual, se unió a sus amigos. Ángela, con un gesto de rubor y tapándose la boca, se dirigió al excusado. No era un comportamiento extraño, en sus tiempos de vividor-amador, Boris aprendió que algunas mujeres no tragan, y no le dio mayor importancia.
NO HUBO BOTE, NI NEVERA, SINO UNA FECUNDACIÓN 'IN BIDÉ'
Mientras el tenista trasegaba chupitos con sus amigos y fardaba de haberle servido shirako alemán a la camarera, esta daba la puntada final a su plan maestro. Sentada en el retrete, con el leche de Boris Becker recién escupido sobre la mano, comenzó a masajearse el cagabebés. Al igual que el sesso oral no se produjo en ningún cuarto de las escobas, como indicó la prensa en aquellos años, el CUMAZO del tenista no se guardó en un bote, ni se refrigeró después. El esperma no sobrevive fuera de la vagina más de dos minutos y Ermakova no podía llegar a tiempo a su casa. Dos vidas pugnaban por venir al mundo en ese instante. Barbara Feltus, la esposa de Boris, se retorcía en un hospital, por las contracciones de su bebé. Elías Becker estaba a punto de nacer y su futura hermana, Anna Ermakova, estaba siendo concebida sobre la taza de un retrete con restos de coca. Suficiente degeneración para invocar a Charuzu, que poseyó el cuerpo de la camarera. Esta, con los ojos en blanco, empujaba los pensiozoides del tenista con el mango de una escobilla de váter, para asegurarse de llegar a lo más hondo de su vagina. Hay quien dice que la iluminación de todo el restaurante tintineó en aquel instante aciago. Preguntada años después, Ermakova aseguró que estaba destinada a traer al mundo al hijo de un triunfador y no de un conserje.
EL CRACK DE LA BOLSA ESCROTAL: COMIENZA LA RUINA DEL TENISTA
El fruco huevonero de un alemán horroroso y el óvulo de una nigeriana antiestética han dado una top model que curiosamente se parece a Judith Becker.
Cuando la modelo afrorrusa convocó a la prensa para anunciar el nacimiento de su hija Anna y señalar públicamente a su padre, Boris se las prometía muy felices. Solo había practicado sesso oral y, en caso de fecundación in bidé, la niña sería una mulata pelopolla con nariz ancha. Por desgracia, el producto de sus pelotas fue una cría pelirroja clavada a él desde el primer día. No tardó en reconocer esta paternidad y ver roto su matrimonio. En sus propias palabras, «lo que pasó en Londres» se convirtió en un martilleo cotidiano por parte de su esposa, que llena de cólera uterina zanjaba así cada discusión. Boris Becker se convierte en una piñata de cumpleaños con la entrada del nuevo milenio:
BONUS TRACK: GALERÍA DE IMÁGENES
Las tres principales exparejas del tenista alemán, que considera de pésimo gusto hincar su miembro viril en caucásicas.
Charuzu, inmisericorde, ha logrado que un hombre feucho parezca el Dioni con alcoholismo.
Ángela Ermakova se ha convertido en la progenitora de la Pantoja y vive a través de su hija, que es toda una celebrity. Un desenlace feliz para una sufridora que, al contrario de Becker, no ha hecho más que ascender. Llegó a Londres para ejercer de modelo-escort y tras dos matrimonios con posicionaditos que le pagaban las facturas, dio el pelotazo con el tenista.
Incluso estuvo a punto de entroncar con este noble alemán de la Casa de Schaumburg-Lippe. Al estar bajo la protección de Charuzu, el vergonzante acto de sorber lefotas ha destruido la reputación del tenista, pero la ha convertido a ella en una mujer deseada y casadera. De hecho, rechazó al noble, pues pretendía adoptar legalmente a Anna, y esto podría cortarle el incesante chorro de pasta beckeriana.
SORBER Y GESTAR: HISTORIA REAL DE UNA churrupaica PREÑADORA
A la izquierda, el matrimonio idílico de Boris Becker y Barbara Feltus, ejemplo de diversidad en la alemania noventera; a la derecha, Pat Rafter, el alfota que enterró la virilidad de Boris sobre la pista.
21 de junio de 1999. Boris Becker se enfrenta al último contrincante de su carrera, el mañaco Pat Rafter, que vence sin dificultad a un tenista en retirada. Su esposa, embarazada de ocho meses, asiste al partido con desinterés. Esta derrota pone el broche a una carrera llena de récords, desde que un Boris chortino ganase el Wimbledon con solo 17 años. El alemán necesita celebrar y olvidar con sus amigotes, así que le promete a su mujer, enfurruñada y parturienta: «Déjame esta noche para mí y el resto de la vida estaré contigo». Lo que ninguno de los dos sospecha es que un plan maquiavélico, pergeñado años atrás, dará al traste con esta promesa.
ÁNGELA ERMAKOVA: GÉNESIS DE UN SÚCUBO SORBELEFAS
Ermakova es conocida como la Ayn Rand de color; al igual que ella, entró en Occidente escapando del horror soviético y llena de ambición capitalista.
Esta mujer moscovita, nacida en 1968, estaba destinada a engrosar las diabólicas filas de Charuzu. Su padre era nigeriano y abandonó a su progenitora tan pronto como supo del embarazo. Estos daddy issues alimentaron la misandria de la joven Ángela, que además del racismo de la sociedad rusa, hubo de soportar una violación grupal por parte de una manada de adolescentes borrachos. Terminó la secundaria y comenzó a estudiar inglés, movida por la ambición y un repruebo africano hacia los hombres. Pronto encontró trabajo en Londres como traductora y se colocó, a codazo limpio, en el epicentro de la farándula. Aunque ansiaba ser modelo, no permitió que este sueño disparatado la alejase de su objetivo, así que aceptó un empleo como camarera en un restaurante japonés por el que pasaba la flor y nata de la sociedad. Eran muchas sus posibles víctimas, pero había una especialmente vulnerable: un tenista cuyo gusto por las negras era público, cuya fortuna rondaba los doscientos millones de dólares y cuya autoestima estaba en el subsuelo. Acababa de ser derrotado por un tenista de quinta fila en su última función.
HECHOS PROBADOS: ASÍ SUCEDIÓ LA MACULADA CONCEPCIÓN
Boris y sus amigos celebran una juerga alemana en el restaurante japonés Nobu. Mientras se ponen ciegos de sake, prueban el sashimi, el ramen y el shirako, un plato a base de leche de bacalao que ronda las 500 libras por ración. Esta bukkake gastronómica provoca bromas entre los comensales y presagia lo que está a punto de suceder. Becker lleva toda la noche recibiendo las miradas lascivas de Ángela, camarera del local, y la sigue cuando esta le hace una señal y abandona su puesto en dirección a los aseos. Pero el germano no puede esperar a que los servicios del local estén libres, así que la conduce a una escalera contigua a los urinarios. Sin importar que alguien pueda atraparlos, saca su fresquísimo platanón y se dispone a recibir la churrupaica más cara de la historia. «Cinco segundos», según recuerda el deportista, fueron necesarios para drenarle los testículos. Las ancestrales técnicas nigerianas, latentes en el ADN de Ermakova, provocaron una ordeñada tan épica que el cerebro de Boris se derritió por la uretra, entre gemidos y sacudidas espasmódicas por todo su cuerpo. Siete años de fidelidad terminaban con esta pequeña tras*gresión, tras la cual, se unió a sus amigos. Ángela, con un gesto de rubor y tapándose la boca, se dirigió al excusado. No era un comportamiento extraño, en sus tiempos de vividor-amador, Boris aprendió que algunas mujeres no tragan, y no le dio mayor importancia.
NO HUBO BOTE, NI NEVERA, SINO UNA FECUNDACIÓN 'IN BIDÉ'
Mientras el tenista trasegaba chupitos con sus amigos y fardaba de haberle servido shirako alemán a la camarera, esta daba la puntada final a su plan maestro. Sentada en el retrete, con el leche de Boris Becker recién escupido sobre la mano, comenzó a masajearse el cagabebés. Al igual que el sesso oral no se produjo en ningún cuarto de las escobas, como indicó la prensa en aquellos años, el CUMAZO del tenista no se guardó en un bote, ni se refrigeró después. El esperma no sobrevive fuera de la vagina más de dos minutos y Ermakova no podía llegar a tiempo a su casa. Dos vidas pugnaban por venir al mundo en ese instante. Barbara Feltus, la esposa de Boris, se retorcía en un hospital, por las contracciones de su bebé. Elías Becker estaba a punto de nacer y su futura hermana, Anna Ermakova, estaba siendo concebida sobre la taza de un retrete con restos de coca. Suficiente degeneración para invocar a Charuzu, que poseyó el cuerpo de la camarera. Esta, con los ojos en blanco, empujaba los pensiozoides del tenista con el mango de una escobilla de váter, para asegurarse de llegar a lo más hondo de su vagina. Hay quien dice que la iluminación de todo el restaurante tintineó en aquel instante aciago. Preguntada años después, Ermakova aseguró que estaba destinada a traer al mundo al hijo de un triunfador y no de un conserje.
EL CRACK DE LA BOLSA ESCROTAL: COMIENZA LA RUINA DEL TENISTA
El fruco huevonero de un alemán horroroso y el óvulo de una nigeriana antiestética han dado una top model que curiosamente se parece a Judith Becker.
Cuando la modelo afrorrusa convocó a la prensa para anunciar el nacimiento de su hija Anna y señalar públicamente a su padre, Boris se las prometía muy felices. Solo había practicado sesso oral y, en caso de fecundación in bidé, la niña sería una mulata pelopolla con nariz ancha. Por desgracia, el producto de sus pelotas fue una cría pelirroja clavada a él desde el primer día. No tardó en reconocer esta paternidad y ver roto su matrimonio. En sus propias palabras, «lo que pasó en Londres» se convirtió en un martilleo cotidiano por parte de su esposa, que llena de cólera uterina zanjaba así cada discusión. Boris Becker se convierte en una piñata de cumpleaños con la entrada del nuevo milenio:
- Ermakova le saca 5 millones de dólares y una pensión mensual para ella y su nenita.
- Feltus, su primera mujer, consigue 25 millones de dólares, más pensiones por sus dos hijos.
BONUS TRACK: GALERÍA DE IMÁGENES
Las tres principales exparejas del tenista alemán, que considera de pésimo gusto hincar su miembro viril en caucásicas.
Charuzu, inmisericorde, ha logrado que un hombre feucho parezca el Dioni con alcoholismo.
Ángela Ermakova se ha convertido en la progenitora de la Pantoja y vive a través de su hija, que es toda una celebrity. Un desenlace feliz para una sufridora que, al contrario de Becker, no ha hecho más que ascender. Llegó a Londres para ejercer de modelo-escort y tras dos matrimonios con posicionaditos que le pagaban las facturas, dio el pelotazo con el tenista.
Incluso estuvo a punto de entroncar con este noble alemán de la Casa de Schaumburg-Lippe. Al estar bajo la protección de Charuzu, el vergonzante acto de sorber lefotas ha destruido la reputación del tenista, pero la ha convertido a ella en una mujer deseada y casadera. De hecho, rechazó al noble, pues pretendía adoptar legalmente a Anna, y esto podría cortarle el incesante chorro de pasta beckeriana.
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