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The Brink" muestra el trabajo que estuvo haciendo Steve Bannon alrededor del mundo con la alt-right luego de su salida del gobierno de Trump, y también en España. Que son una minoría ruidosa es tan cierto como que son el canario en la mina de carbón y gente de los más manipulable, capaces de creer que las banderillas vienen con imanes incluidos.
De él emanan las ideologías de ultraderecha modernas, desde Donald Trump hasta el Frente Nacional francés. Sí, también Vox. Y sí también algunos foreros ruidosos de Burbuja.
En la casa de Steve Bannon se acumulan un buen puñado de libros. Por ejemplo: The 9/11 Wars de Jason Burke (sobre el episodio más traumático de la historia norteamericana reciente), La llegada del Tercer Reich de Richard J. Evans (sobre la construcción del estado nancy en Alemania paso a paso) o Days of God de James Bucha (la crónica de una guerra, la de Irán, que ha dado lugar a oleadas de inmi gración y, al mismo tiempo, xenofobia). Tres títulos que vemos apilados en el escritorio de quien fuera asesor de Donald J. Trump , gracias al documental El gran manipulador, y definen a la perfección las bases de la ideología que predica: apelar al horror de los eventos pasados para construir el terror por los conflictos contemporáneos, a través de un populismo manipulativo que busca exaltar a las masas con cuatro mentiras bien aprendidas que, repetidas hasta la saciedad, acaban por convertirse en verdad.
Como aprendemos de la película dirigida por Alison Klayman, que se acaba de estrenar en cines, Steve Bannon tiene sus teorías muy claras. A sus 65 años, ha pasado de banquero de inversiones en empresas como Goldman Sachs a gurú de los nuevos movimientos de ultraderecha, primero en Estados Unidos y ahora en Europa. Entró en la campaña presidencial de Trump como una apisonadora y se atribuye el éxito de los resultados. También lo piensa así el presidente, o al menos eso cuenta él. Pero sus tentáculos quieren extenderse mucho más allá de la Casa Blanca. El auge de la extrema derecha en Europa le ha abierto una puerta a la consolidación de lo que ha bautizado com El Movimiento, y que pretende instaurar un sistema político cristiano y conservador que coloca a la inmi gración como su principal enemigo.
Si algo sabemos de nuestra historia es que es cíclica. No aprendemos. Peor: olvidamos. El documental de Klayman, que acompañó a Bannon durante un año en calidad de “mosca en la pared”, nos muestra la personalidad manipuladora y perversa de un hombre, pero, ante todo, nos enseña el desarrollo de un fenómeno que amenaza con sumir el continente en la intolerancia. En el miedo. En el patriotismo de banderita y sobresueldo.
Entendiendo el populismo de Steve Bannon
En el tras*curso del documental, Steve Bannon mantiene varias reuniones con Nigel Farage, antiguo líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) y fundador del partido a favor del Brexit. Su papel en el proceso de salida del país británico de la Unión Europea ha sido crucial, y, su similitud de ideas con el norteamericano, reveladoras. En uno de esos encuentros, cámara presente, ambos hablan sin tapujos de cuál es el secreto de la victoria para sus formaciones políticas: atacar la inmi gración. Todos los demás partidos, dicen, tienen miedo a afrontar ese tema, pero ellos no. De esa constatación heroica, en la que se enorgullecen de tener una solución perfecta (que es: todos fuera a no ser que vengáis con dinero en los bolsillos), emanan más tarde las verdaderas raíces: la xenofobia y el antisemitismo.
Sorprende de El gran manipulador la ligereza con la que sus personajes hablan del islam como “una religión de sumisión”, como una religión problemática que no encaja con los valores de Occidente. Pero en la generalización y la mentira está la victoria. Es lo que parece que Bannon está enseñando a los partidos que asesora, incluido Vox en España: a ser más claros, concisos y directos, a más decir cosas generales que conecten con los problemas de la gente -aunque nazcan de falsedades- y menos meterse en los detalles, que al electorado masivo no importan. ¿Cómo si no podría una persona como Santiago Abascal, incapaz de contestar a medidas concretas en una rueda de prensa, obtener 24 diputados en el Congreso? Populismo, mensajes sesgados, conservadurismo de postal.
El papel de Bannon en todo esto es curioso y se entiende con una de las primeras anécdotas que cuenta frente a la cámara: cuando visitó el campo de concentración de Auschwitz, quedó fascinado por la estructura del lugar, por lo bien organizado que estaba y lo eficiente que resultó. Se imagina a los arquitectos en una sala, desprendiéndose de todo el horror jovenlandesal para el que iba a servir lo que diseñaban, y simplemente se concentraron en hacer un buen trabajo. Habla del régimen nancy, pero también sobre sí mismo. Y es que lo que está haciendo es construir una estructura -o un camino, o unas formas- que ayude a las ideologías más radicales -con incontables nexos al pasado fascista europeo- a sacarse el máximo partido. A ser tan eficientes como un campo de concentración bien ensamblado.
Después de eso, un segundo concepto: el nacionalismo económico. Y una frase, repetida en boca tanto de Donald Trump como de Marine LePen, y los que faltan: “No importa tu género, religión o identidad sensual, porque lo importante es tu nacionalidad”. Aplíquese en esta frase la nacionalidad que más convenga. Mienten de nuevo: para ellos sí que importa la distinción entre hombres y mujeres, sí que cuenta la religión que profesas (y el tonalidad de tu piel) y con quién quieres contraer matrimonio o adoptar hijos. Oh, sí, sí les importa. Pero, si quieren conseguir el máximo de los votos, rascar una porción de la gente más centrista, deben centrarse en el nacionalismo y el miedo. “El repruebo y la ira son motivadores", asegura Bannon.
Una imagen recurrente en El gran manipulador corresponde a las relaciones entre Steve Bannon y la prensa. Que Klayman haya decidido incluir tantas entrevistas personales, actos públicos, intervenciones televisivas y radiofónicas e incluso conversaciones de Whatsapp con altos directivos de periódicos como The New York Times no es una coincidencia. Como dirá él mismo en cierto momento, los medios son imprescindibles. Él mismo viene de presidir Breitbar News, su propia web donde difundía sus ideas de extrema derecha, que pasó a modelar en las bocas de los líderes europeos después de conseguirle la victoria a Donald Trump. No está mal.
Lo que entiende Bannon mejor que nadie es el poder de la prensa. No importa si hablan bien o mal, lo importante es que hablen. Todo el rato. Que proyecten cada barbaridad dicha en boca del representante del partido, cada idea, cada fact-check. Parece que eso debería ir en su contra, pero, sorprendentemente, sólo añade más publicidad gratuita a su programa político y su idea de estado. En este sentido, los medios de comunicación no han sabido gestionar la presencia que se les daba frente al electorado, porque estaban demasiado ocupados escandalizándose con su última ocurrencia. Hasta que se le ponga freno, la prensa está jugando en su terreno.
Objetivo: las Elecciones Europeas de 2019
No es casualidad que El gran manipulador se haya estrenado antes de las Elecciones Europeas del próximo 28 de mayo. “El futuro está en Bruselas”, aseguraba Nigel Farage en una de sus reuniones con Bannon, y es que la conquista de la Unión Europea es su próximo objetivo. Entrar en el sistema para destruirlo, decían sin pudor frente a las cámaras, y que cada país pueda volver a centrarse en sus nacionalismos internos, en sus jaulas y sus muros. El documental traza un mapa -literalmente- de esta ola preocupante de extrema derecha a lo largo de todo el continente, y su fuerza se hará notar en las próximas elecciones para conformar el núcleo de la UE, el prñoximo 26 de mayo.
Pero hay motivos para la esperanza, aunque al partido de Farage ya le coloquen como favorito. Bannon sabe vehicular bien sus ideas, pero también ha afrontado algunas derrotas. La película no duda en mostrarlo, y se percibe en la mirada de la cineasta un aire de resistencia ante todo lo que el objetivo de su cámara ha visto en este año. Ante la victoria de los demócratas en las elecciones de medio mandato en Estados Unidos, Klayman pasea en coche por Washington DC mientras escuchamos las voces -femeninas- del cambio que se está gestando en el otro lado del espectro ideológico. Hablan de sanidad gratuita universal, de impuestos para los ricos y libertad de elección de las mujeres sobre sus propios cuerpos. Sobre una imagen en constante movimiento, hablan de un futuro que se antoja luminoso. Más cuando recordamos a las élites multimillonarias maquinando la toma del poder en habitaciones de hotel oscuras y con la bandera de su país preparada como un escudo.
Al final, esto no va sólo sobre Steve Bannon. No es ningún Dios, ni tampoco un malo. Pero su inteligencia, experiencia e ingenio publicitario está ayudando a ciertos partidos a alcanzar su mayor potencial, aunque, como muestra el documental, muchos de ellos ya empiezan a deshacerse de su tutelaje. Al final, como partido nacionalista, ¿cómo van a dejarse ver con un yanki? Bannon, por su parte, vuelve a insistir, vuelve a la carretera. “La gente sólo necesita un puñado de mensajes”, dice, pero la debacle republicana de 2018 ha demostrado que no. Ha demostrado que muchos votantes también escuchan e imaginan un lugar mejor en el que vivir, y que reprobar a los fiel a la religión del amores no es una manera de conseguirlo.
The Brink - Trailer
Bannon habla de estar en "el lado correcto de la historia". Con la vista puesta en los comicios europeos, cabe preguntarse cuál es realmente ese lado.
De él emanan las ideologías de ultraderecha modernas, desde Donald Trump hasta el Frente Nacional francés. Sí, también Vox. Y sí también algunos foreros ruidosos de Burbuja.
En la casa de Steve Bannon se acumulan un buen puñado de libros. Por ejemplo: The 9/11 Wars de Jason Burke (sobre el episodio más traumático de la historia norteamericana reciente), La llegada del Tercer Reich de Richard J. Evans (sobre la construcción del estado nancy en Alemania paso a paso) o Days of God de James Bucha (la crónica de una guerra, la de Irán, que ha dado lugar a oleadas de inmi gración y, al mismo tiempo, xenofobia). Tres títulos que vemos apilados en el escritorio de quien fuera asesor de Donald J. Trump , gracias al documental El gran manipulador, y definen a la perfección las bases de la ideología que predica: apelar al horror de los eventos pasados para construir el terror por los conflictos contemporáneos, a través de un populismo manipulativo que busca exaltar a las masas con cuatro mentiras bien aprendidas que, repetidas hasta la saciedad, acaban por convertirse en verdad.
Como aprendemos de la película dirigida por Alison Klayman, que se acaba de estrenar en cines, Steve Bannon tiene sus teorías muy claras. A sus 65 años, ha pasado de banquero de inversiones en empresas como Goldman Sachs a gurú de los nuevos movimientos de ultraderecha, primero en Estados Unidos y ahora en Europa. Entró en la campaña presidencial de Trump como una apisonadora y se atribuye el éxito de los resultados. También lo piensa así el presidente, o al menos eso cuenta él. Pero sus tentáculos quieren extenderse mucho más allá de la Casa Blanca. El auge de la extrema derecha en Europa le ha abierto una puerta a la consolidación de lo que ha bautizado com El Movimiento, y que pretende instaurar un sistema político cristiano y conservador que coloca a la inmi gración como su principal enemigo.
Si algo sabemos de nuestra historia es que es cíclica. No aprendemos. Peor: olvidamos. El documental de Klayman, que acompañó a Bannon durante un año en calidad de “mosca en la pared”, nos muestra la personalidad manipuladora y perversa de un hombre, pero, ante todo, nos enseña el desarrollo de un fenómeno que amenaza con sumir el continente en la intolerancia. En el miedo. En el patriotismo de banderita y sobresueldo.
Entendiendo el populismo de Steve Bannon
En el tras*curso del documental, Steve Bannon mantiene varias reuniones con Nigel Farage, antiguo líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) y fundador del partido a favor del Brexit. Su papel en el proceso de salida del país británico de la Unión Europea ha sido crucial, y, su similitud de ideas con el norteamericano, reveladoras. En uno de esos encuentros, cámara presente, ambos hablan sin tapujos de cuál es el secreto de la victoria para sus formaciones políticas: atacar la inmi gración. Todos los demás partidos, dicen, tienen miedo a afrontar ese tema, pero ellos no. De esa constatación heroica, en la que se enorgullecen de tener una solución perfecta (que es: todos fuera a no ser que vengáis con dinero en los bolsillos), emanan más tarde las verdaderas raíces: la xenofobia y el antisemitismo.
Sorprende de El gran manipulador la ligereza con la que sus personajes hablan del islam como “una religión de sumisión”, como una religión problemática que no encaja con los valores de Occidente. Pero en la generalización y la mentira está la victoria. Es lo que parece que Bannon está enseñando a los partidos que asesora, incluido Vox en España: a ser más claros, concisos y directos, a más decir cosas generales que conecten con los problemas de la gente -aunque nazcan de falsedades- y menos meterse en los detalles, que al electorado masivo no importan. ¿Cómo si no podría una persona como Santiago Abascal, incapaz de contestar a medidas concretas en una rueda de prensa, obtener 24 diputados en el Congreso? Populismo, mensajes sesgados, conservadurismo de postal.
El papel de Bannon en todo esto es curioso y se entiende con una de las primeras anécdotas que cuenta frente a la cámara: cuando visitó el campo de concentración de Auschwitz, quedó fascinado por la estructura del lugar, por lo bien organizado que estaba y lo eficiente que resultó. Se imagina a los arquitectos en una sala, desprendiéndose de todo el horror jovenlandesal para el que iba a servir lo que diseñaban, y simplemente se concentraron en hacer un buen trabajo. Habla del régimen nancy, pero también sobre sí mismo. Y es que lo que está haciendo es construir una estructura -o un camino, o unas formas- que ayude a las ideologías más radicales -con incontables nexos al pasado fascista europeo- a sacarse el máximo partido. A ser tan eficientes como un campo de concentración bien ensamblado.
Después de eso, un segundo concepto: el nacionalismo económico. Y una frase, repetida en boca tanto de Donald Trump como de Marine LePen, y los que faltan: “No importa tu género, religión o identidad sensual, porque lo importante es tu nacionalidad”. Aplíquese en esta frase la nacionalidad que más convenga. Mienten de nuevo: para ellos sí que importa la distinción entre hombres y mujeres, sí que cuenta la religión que profesas (y el tonalidad de tu piel) y con quién quieres contraer matrimonio o adoptar hijos. Oh, sí, sí les importa. Pero, si quieren conseguir el máximo de los votos, rascar una porción de la gente más centrista, deben centrarse en el nacionalismo y el miedo. “El repruebo y la ira son motivadores", asegura Bannon.
Una imagen recurrente en El gran manipulador corresponde a las relaciones entre Steve Bannon y la prensa. Que Klayman haya decidido incluir tantas entrevistas personales, actos públicos, intervenciones televisivas y radiofónicas e incluso conversaciones de Whatsapp con altos directivos de periódicos como The New York Times no es una coincidencia. Como dirá él mismo en cierto momento, los medios son imprescindibles. Él mismo viene de presidir Breitbar News, su propia web donde difundía sus ideas de extrema derecha, que pasó a modelar en las bocas de los líderes europeos después de conseguirle la victoria a Donald Trump. No está mal.
Lo que entiende Bannon mejor que nadie es el poder de la prensa. No importa si hablan bien o mal, lo importante es que hablen. Todo el rato. Que proyecten cada barbaridad dicha en boca del representante del partido, cada idea, cada fact-check. Parece que eso debería ir en su contra, pero, sorprendentemente, sólo añade más publicidad gratuita a su programa político y su idea de estado. En este sentido, los medios de comunicación no han sabido gestionar la presencia que se les daba frente al electorado, porque estaban demasiado ocupados escandalizándose con su última ocurrencia. Hasta que se le ponga freno, la prensa está jugando en su terreno.
Objetivo: las Elecciones Europeas de 2019
No es casualidad que El gran manipulador se haya estrenado antes de las Elecciones Europeas del próximo 28 de mayo. “El futuro está en Bruselas”, aseguraba Nigel Farage en una de sus reuniones con Bannon, y es que la conquista de la Unión Europea es su próximo objetivo. Entrar en el sistema para destruirlo, decían sin pudor frente a las cámaras, y que cada país pueda volver a centrarse en sus nacionalismos internos, en sus jaulas y sus muros. El documental traza un mapa -literalmente- de esta ola preocupante de extrema derecha a lo largo de todo el continente, y su fuerza se hará notar en las próximas elecciones para conformar el núcleo de la UE, el prñoximo 26 de mayo.
Pero hay motivos para la esperanza, aunque al partido de Farage ya le coloquen como favorito. Bannon sabe vehicular bien sus ideas, pero también ha afrontado algunas derrotas. La película no duda en mostrarlo, y se percibe en la mirada de la cineasta un aire de resistencia ante todo lo que el objetivo de su cámara ha visto en este año. Ante la victoria de los demócratas en las elecciones de medio mandato en Estados Unidos, Klayman pasea en coche por Washington DC mientras escuchamos las voces -femeninas- del cambio que se está gestando en el otro lado del espectro ideológico. Hablan de sanidad gratuita universal, de impuestos para los ricos y libertad de elección de las mujeres sobre sus propios cuerpos. Sobre una imagen en constante movimiento, hablan de un futuro que se antoja luminoso. Más cuando recordamos a las élites multimillonarias maquinando la toma del poder en habitaciones de hotel oscuras y con la bandera de su país preparada como un escudo.
Al final, esto no va sólo sobre Steve Bannon. No es ningún Dios, ni tampoco un malo. Pero su inteligencia, experiencia e ingenio publicitario está ayudando a ciertos partidos a alcanzar su mayor potencial, aunque, como muestra el documental, muchos de ellos ya empiezan a deshacerse de su tutelaje. Al final, como partido nacionalista, ¿cómo van a dejarse ver con un yanki? Bannon, por su parte, vuelve a insistir, vuelve a la carretera. “La gente sólo necesita un puñado de mensajes”, dice, pero la debacle republicana de 2018 ha demostrado que no. Ha demostrado que muchos votantes también escuchan e imaginan un lugar mejor en el que vivir, y que reprobar a los fiel a la religión del amores no es una manera de conseguirlo.
The Brink - Trailer
Bannon habla de estar en "el lado correcto de la historia". Con la vista puesta en los comicios europeos, cabe preguntarse cuál es realmente ese lado.
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