Segismunda
Reina de los Trolls
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Fenotipo BLOSSOM: las judías antiestéticas suelen adoptar estilismos brutalistas y optar por la comedia, con la excepción de Barbra Streisand, que se piensa que es guapa contra toda lógica. Aquí la vemos de adolescente:
Sarah era la menor de 8 hermanos, criada en Cincinnati Abascal con la idea de alcanzar la fama a toda costa. Ballet, clases de canto, actuación... hincó sus judíos codos y logró ser niña prodigio en musicales y series cómicas. Pero estaba encauzada para llevar una vida de antiestética, ocupando los papeles que corresponden a las antiestéticas.
Pronto empezaron los taquillazos y pudimos verla en Footloose, interpretando a la amiga antiestética de Lori Singer.
A partir de Girls just wanna have fun, la Jessi aprende que con el pelo rubio puede afinar sus rasgos. Tenía 20 añitos y no ha parado de decolorárselo hasta sus 58 actuales. Ese cuero cabelludo está preparado para bajar a ver el Titanic sin preocuparse por presiones atmosféricas ni amenazas ambientales. Por desgracia, lo de no maquillarse como un tras* tardó muchos años en aprenderlo.
En los 90, ya era la rubia rizosa que hoy conocemos. Su abuso de bases blancas para paliar su nariz era torpe pero eficaz. Por ello, obtenía papeles de bruja (Hocus Pocus) o de actriz a la que todos consideraban travesti (Ed Wood). Una anécdota muy curiosa es que, por estos años, su icónica verruga en la barbilla empieza a crecer hasta ser claramente visible. Y en un acto de empoderamiento, decide no quitársela a pesar de tener la pasta suficiente para ello.
Ya con el look correcto y después de haber protagonizado varios taquillazos, la actriz comienza a sorber el zumo huevonero de Matthew Broderick. Conforman así una pareja muy posicionadita y muy judiita. Hollywood se rinde ante sus pinreles y, al año siguiente, ella recibe el papel que la encumbra.
Carrie Bradshaw encarna lo que toda hembra quiere ser: lorealista, con un sueldo disparatado (escribe una columna semanal y es RICA), carruselera con final feliz, adicta a la moda y con una iluminación que le difumina los rasgos allá por donde va. Ya no necesita el titanlux blanco con el que pintaba su nariz en los 90. Está tan segura de sí misma que luce con más orgullo que nunca su verruga de bruja:
En conclusión: Sarah Jessica ha logrado que sus pedos sean TOP10 de pedos más olidos a escala planetaria por su tesón, sí, pero sobre todo porque cayó en sus manos un producto que llena de pájaros en la cabeza a las mujeres de todo el mundo. Si Meg Ryan fue la novia de América, Sarah Jessica es EL JIJEO HECHO PERSONA. Y justo en una etapa de continuas recesiones económicas que hacen a la hembra evadirse con estas fábulas hipergámicas, para no tener la tentación de bajar el JUSTIPRECIO del papo.
Sobre estas líneas, podemos verla ya sin su verruga, pero luciendo un WALL PRIDE emblemático. Que es lo que se lleva ahora.
Sarah era la menor de 8 hermanos, criada en Cincinnati Abascal con la idea de alcanzar la fama a toda costa. Ballet, clases de canto, actuación... hincó sus judíos codos y logró ser niña prodigio en musicales y series cómicas. Pero estaba encauzada para llevar una vida de antiestética, ocupando los papeles que corresponden a las antiestéticas.
Pronto empezaron los taquillazos y pudimos verla en Footloose, interpretando a la amiga antiestética de Lori Singer.
A partir de Girls just wanna have fun, la Jessi aprende que con el pelo rubio puede afinar sus rasgos. Tenía 20 añitos y no ha parado de decolorárselo hasta sus 58 actuales. Ese cuero cabelludo está preparado para bajar a ver el Titanic sin preocuparse por presiones atmosféricas ni amenazas ambientales. Por desgracia, lo de no maquillarse como un tras* tardó muchos años en aprenderlo.
En los 90, ya era la rubia rizosa que hoy conocemos. Su abuso de bases blancas para paliar su nariz era torpe pero eficaz. Por ello, obtenía papeles de bruja (Hocus Pocus) o de actriz a la que todos consideraban travesti (Ed Wood). Una anécdota muy curiosa es que, por estos años, su icónica verruga en la barbilla empieza a crecer hasta ser claramente visible. Y en un acto de empoderamiento, decide no quitársela a pesar de tener la pasta suficiente para ello.
Ya con el look correcto y después de haber protagonizado varios taquillazos, la actriz comienza a sorber el zumo huevonero de Matthew Broderick. Conforman así una pareja muy posicionadita y muy judiita. Hollywood se rinde ante sus pinreles y, al año siguiente, ella recibe el papel que la encumbra.
Carrie Bradshaw encarna lo que toda hembra quiere ser: lorealista, con un sueldo disparatado (escribe una columna semanal y es RICA), carruselera con final feliz, adicta a la moda y con una iluminación que le difumina los rasgos allá por donde va. Ya no necesita el titanlux blanco con el que pintaba su nariz en los 90. Está tan segura de sí misma que luce con más orgullo que nunca su verruga de bruja:
En conclusión: Sarah Jessica ha logrado que sus pedos sean TOP10 de pedos más olidos a escala planetaria por su tesón, sí, pero sobre todo porque cayó en sus manos un producto que llena de pájaros en la cabeza a las mujeres de todo el mundo. Si Meg Ryan fue la novia de América, Sarah Jessica es EL JIJEO HECHO PERSONA. Y justo en una etapa de continuas recesiones económicas que hacen a la hembra evadirse con estas fábulas hipergámicas, para no tener la tentación de bajar el JUSTIPRECIO del papo.
Sobre estas líneas, podemos verla ya sin su verruga, pero luciendo un WALL PRIDE emblemático. Que es lo que se lleva ahora.
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