M. Priede
Será en Octubre
- Desde
- 14 Sep 2011
- Mensajes
- 50.888
- Reputación
- 114.266
Los saqueos
Aparte de los pillajes de baja intensidad y de las contribuciones forzadas, el saqueo suponía una vía de financiación extra para los soldados, y una oportunidad de enriquecimiento rápido de oficiales sin escrúpulos y asentistas privados. Existían una serie de normas implícitas que marcaban las pautas de cuándo y cómo se podía saquear una plaza. En la práctica, la decisión de saquear se tomaba según las necesidades del momento. Un caso claro lo representa el primer saqueo organizado en Cataluña durante la Guerra. El uno de abril de 1706, una columna aliada salida de Lérida para socorrer la asediada Barcelona se detuvo ante Cervera. La ciudad, que había mostrado claras evidencias de fidelidad a la causa borbónica se encontraba desguarnecida, con su regimiento combatiendo en la capital en las filas del rey Felipe. Dadas las circunstancias, decidieron no defenderse y propusieron el pago de una indemnización para evitar el saqueo. Fue en vano, las presiones de los caballeros catalanes presentes en la columna convencieron a su comandante, el Príncipe Enrique de Hesse que era preferible castigar ejemplarmente la ciudad y de paso, obtener pingües beneficios. Ordenó abrir una brecha en la muralla simulando una entrada triunfal tras una inexistente defensa. Luego empezó el saco que duró cuatro días. El sistema habitual de saqueo consistía no solamente en el robo indiscriminado o las palizas para sonsacar a los lugareños, violaciones y asesinatos. Existía todo un sistema organizado de desvalijamiento. Fuera de las ciudades se establecían los comerciantes y asentistas que pagaban al contado y a bajo coste lo que les iban trayendo los soldados. En el caso de Cervera, los bienes robados se vendieron por toda Cataluña. Según Francesc Castellví, los carros cargados de enseres llegaron hasta Tarragona. (Castellví, Francesc; Narraciones Históricas, Vol.II, Págs. 80-83.)
Bombardeos
El bombardeo sobre objetivos civiles con el ánimo de causar terror en la retaguardia enemiga no es un fenómeno nuevo. La aparición de la artillería de tiro parabólico con proyectil explosivo durante el siglo SVI y la proliferación de su uso en el XVII, empezaron a hacer habituales los bombardeos sobre viviendas y edificios sin valor militar para dañar la jovenlandesal enemiga. Durante la guerra de Sucesión también se dieron lugar en el frente catalán y los primeros en hacer uso fueron los aliados austriacistas en el bombardeo de Barcelona de 1705 para minar la jovenlandesal y causar destrozos en vidas y haciendas de los defensores. Según Castellví, sólo el dia 16 de octubre cayeron 300 bombas sobre la ciudad causando 12 víctimas mortales y grandes destrozos en edificios incluyento la sala de conferencias del Palacio de la Generalitat y siendo una de las víctimas mortales el diputado eclesiástico Francisco de Valls y Freixa, que era por aquel entonces el principal responsable de la institución. (Castellví, F., Narraciones Historicas. Vol.I, p. 539)
Conclusiones
Como vemos, el grueso de la población campesina catalana, sobre todo la de las comarcas agrícolamente más ricas como el Urgel o la Segarra, se convirtió en proveedora forzada y coaccionada de alimento, alojamiento, lumbre, forraje y sesso de los ejércitos de ambos bandos, incluidos los migueletes, que lejos de ser el referente romántico presentado por parte de la historiografía generada durante el Tricentenari, fueron padecidos como una auténtica pesadilla por los civiles catalanes. Cataluña no fue en absoluto una excepción a la regla en cuanto al comportamiento de las unidades militares con la población civil durante el Antiguo Régimen y de hecho, la relación de los abusos cometidos por uno de los bandos desde un análisis presentista, distorsiona la magnitud real de los hechos.
Los abusos militares fueron más un problema social enquistado en la Europa de entonces que una herramienta de sometimiento por parte del Estado sobre una provincia rebelde. Evidentemente que existió represión por ambos bandos sobre los elementos disidentes, pero se ha de delimitar muy bien lo que fueron abusos incontrolados y propios del ecosistema bélico de la época, de lo que fue represión política pura y dura.
Sin duda, podríamos enmarcar en ámbito punitivo los secuestros, confiscaciones de bienes y las quemas de propiedades, pero aquí también podemos comprobar que ambos bandos hicieron uso de este tipo de castigo para escarmentar a los opositores, financiarse y premiar a los afectos.
En definitiva, los civiles fueron las víctimas potenciales del conflicto sin importar el bando al cual pertenecían y los represaliados políticos por ambos bandos fueron porcentualmente pocos comparada con la magnitud del desastre humanitario que significó el conflicto en si sobre buena parte de la población catalana.
Última edición: