Terrorismo democrático, el gran invento

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Terrorismo democrático, el gran invento



El código de la ideología democrática se basa en otra violencia, patrocinada sutilmente desde los medios de comunicación, que justifica y NO CONDENA las masacres millones de veces más dolorosa.

Carlos Tena | Para Kaos en la Red | 11-11-2009 a las 21:44
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Ustedes disculpen, pero no creo en esta democracia. Aunque pueda parecer algo peregrino, ese sistema que se ha bautizado como tal, con sus respectivas y a veces aberrantes leyes electorales (ahí está la llamada D’ Hont), suele fundamentarse en una base tan sólida como la yema de huevo, ya que en todos los países donde se ha adoptado la llamada democracia representativa, la intencionalidad del los poderes del Estado, comenzando por la Corona o la Presidencia de la Republica, parlamentos y senados, ministerios dejusticia, las fuerzas armadas, el empresariado y los medios de comunicación, no ha sido otra que manipular descaradamente la conciencia y libre albedrío de los ciudadanos, para convencerles de que, ejerciendo su derecho al voto, el futuro será más agradable, aunque a la mitad del electorado no le importe el resultado, habida cuenta que tras varias legislaturas, nada haya cambiado en lo sustancial para la vida del votante.
Los comicios europeos son patéticos en cuanto a participación popular, si los comparamos con los más recientes acaecidos en Latinoamérica, fundamentalmente en Cuba, Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay y Ecuador.

Recordemos que la citada normativa electoral, considera válido el voto en blanco, y por tanto computable dentro del reparto de escaños. Pero ¿dónde van a parar esos miles de papeletas? ¿Entre quienes se reparten? Es sencillo, aunque radicalmente antidemocrático, ya que se suman al de los logrados por aquellos partidos con mayor número de votos, pese a que los ciudadanos, mediante esa medida, no han hecho otra cosa que manifestar su descontento y desacuerdo con el Estado.

Al efectuar el reparto de escaños, ese voto en blanco aumenta el porcentaje de votos necesarios para obtener un diputado y/o concejal, y por tanto, a los partidos minoritarios se les pone complicado, cuando no imposible, tener representación popular. Así pues, el voto en blanco, con esa Ley electoralimpuesta por decreto, no sólo pierde su eficacia como protesta,sino que resulta una bendición en el diseño de un parlamento dominado por dos grandes formaciones empresariales (PP y PSOE), muy interesadas en que la citada normativa continúe castrando la voluntad de los ciudadanos.

Un ejemplo palmario es que el se produjo en 1979, durante las elecciones generales, en las que la UCDvotada por poco más de seis millones de ciudadanos, ganaba 168 escaños, en tanto que el PSOE, con cinco millones y medio, consiguió 121, y el PCE, apoyado por casi 2 millones de votos, lograra ¡¡ 23 diputados ¡¡. ¿Qué clase de democracia es la que permite que dos partidos votados por el triple de ciudadanos, obtengan un número de escaños SIETE veces mayor que el grupo comunista? Las cuentas y la proporción fallan. La razón se rebela.

¿Cómo se puede dar crédito a unas elecciones a las que se presentan, ya victoriosas, únicamente dos candidaturas? Sólo hay que echar un vistazo al Congreso, al Senado, las Comunidades Autónomas y miles de ayuntamientos y diputaciones, para ver el porcentaje de escaños que detentan esas dos formaciones, con sus variantes folklóricas locales. Simplemente escalofriante y vergonzoso. Incluso hay plumas que definen tal situación como “el viejo enfrentamiento de las dos Españas”, cuando lo meridiano y notorio es palpar dos mismas concepciones del estado español, pisoteando al tiempo la posibilidad de una alternativa democrática. De un lado, la España hortera, de charanga y pandereta, de tortura, dictadura censura, de usura, de sarama e incultura. Del otro, la España que se rasga las vestiduras, pero consiente, silencia, niega y protege tal situación.

Tal democracia representativa (del poder empresarial), ofrece a los electores una lista de personajes de un determinado grupo, confeccionada a espaldas del conocimiento de la población, por lo que un alto porcentaje de los nombres allí expuestos, incluido el del candidato a presidente (¿quién sabía de la existencia de Zapatero hasta hace 8 años?) resultan totalmente inéditos para la inmensa mayoría, incluso en las ciudades, pueblos y localidades donde hayan desarrollado una labor social. Las diversas familias del PP y el PSOE pueden blasonar de ese término, en su acepción más siciliana, ya que a la hora de elegir a sus candidatos, desarrollan una suerte de maquinaciones y estrategias que la misma Mafia rechazaría por injustas e inmorales.

Quienes hablan en nombre de esos listados, ansían demostrar que la democracia representativa es un sistema, del que se dice que es el menos malo de todos (una defensa bastante tragicómica, por cierto), con el que se intenta asegurar el destierro en la sociedad de la violencia, la defensa de la libertad, de la paz social, promoviendo de manera falsa y teatral, en el seno de las “diferentes opciones” (son las mismas en el fondo) una confrontación entre varios rivales ideológicos que apuestan un mismo ideario, más parecida a un diálogo de besugos que a un careo de corte intelectual, incruento en la forma pero mil veces más dañino que todas las bombas lanzadas desde el final de la II Gran Guerra, por organizaciones armadas de todo el mundo, a las que se ha dado en llamar terroristas, simplificando de esa forma una reacción popular que una gran parte de los casos, ha brotado por la injusticia y vesania de esas llamadas democracias.

Bajo esa falsa sombrilla que se dice sostenida por el pueblo, se cometen, en los cuatro años que acostumbra a durar una legislatura, más detenciones por estafas, robos, asaltos, torturas, asesinatos, raptos, violaciones, que las que haya provocado en ese mismo lapso de tiempo, una organización armada. Las cifras no mienten. La secuencia: democracia + injusticia social = pobreza; pobreza + violencia = delincuencia; violencia + inseguridad + delincuencia = más policía; policía + medios de control + censura + vigilancia absoluta + miedo = caos democrático. En ese estado de cosas, hay ciudadanos que se lanzan a la lucha armada, en todas sus vertientes, para ejecutar a quienes sirven a un sistema global de corte totalitario, clasista, sexista, exclusivista, racista, injusto y genocida. Y si a todo ello le sumamos la inmi gración, el panorama semeja el de un film de terror del mejor estilo.

Lo que hoy se define como terrorismo, concepto apoyado por criminales de guerra como Javier Solana, aparece a los ojos de la razón como un trágico resultado de la acción constante e inútil de todos los poderes que rigen un Estado, demostrando que cuando en una sociedad aparentemente moderna aparece ese fenómeno sangriento, se ponga en tela de juicio el éxito de “el menos malo de los sistemas”. De ahí que gran número de pensadores, escritores e intelectuales de medio mundo, hayan manifestado su escepticismo ante la desaparición de tal clase de fenómeno. Incluso políticos, como el ex comunista Joan Saura (Barcelona, 1950), de infausta memoria en su actividad como represor de las libertades al frente de la Conselleria de Interior y Relaciones Institucionales de la Generalitat (hoy capaz de justificar la violencia ejercida contra los ciudadanos ejercida por los Mossos d’ Escuadra), afirmaba hace más de un lustro (cuando cumplía 52 años) algo que en la actualidad debería releer:

“Por muy rechazable que sea jovenlandesalmente el silencio ante los crímenes de ETA, no es razón suficiente para ilegalizar a una fuerza política. Ya existen suficientes instrumentos jurídicos en el Código Penal, para poner fuera de la Ley cualquier tipo de organización que utilice medios ilícitos. Ya existen suficientes instrumentos jurídicos en el Código Penal, para poner fuera de la Ley cualquier tipo de organización que utilice medios ilícitos. No estamos a favor de la impunidad de nadie ante la Ley, tampoco de Batasuna. La vía judicial para la ilegalización es legítima si se aplica con rigor y garantías suficientes. La actuación del juez Garzón carece de estos requisitos. No se puede ser juez, fiscal y parte al mismo tiempo, y es una contradicción dictar un auto de ilegalización de una fuerza política sin encausar a sus dirigentes. La ilegalización ha de tener por objetivo evitar que se continúen realizando actos delictivos, pero no prohibir derechos individuales fundamentales como el derecho de manifestación.

La Ley de Partidos y el discurso del PP en materia de terrorismo se inscriben en un contexto internacional caracterizado por el belicismo antiterrorista de la Administración norteamericana. Probablemente, sin este clima internacional el Gobierno no se hubiera atrevido a promover la ilegalización de un partido que cuenta con el apoyo del 10% de la sociedad vasca.

Además de una chapuza jurídica la Ley de Partidos es un grave error político y una medida inútil contra el terrorismo. Es un error porque cristaliza la división entre las fuerzas políticas democráticas, ninguna medida será eficaz si no cuenta con un amplio apoyo de los partidos democráticos vascos. Las últimas elecciones autonómicas Batasuna perdió la mitad de su electorado precisamente por negarse a condenar la violencia, la ilegalización encubre su decadencia y pérdida de apoyo social, cohesionándola internamente y brindándole un inmerecido protagonismo público.

Y se trata de una medida inútil porque desgraciadamente los atentados van a continuar, con el añadido de que ETA utiliza la ilegalización como argumento para atraerse las simpatías o la comprensión de sectores que en los últimos años se habían distanciado del terrorismo. Batasuna no ha desaparecido, ha pasado a la clandestinidad. Es ingenuo pensar que dejarán de colgar carteles, convocar manifestaciones o mantener su estructura organizativa. Las fuerzas de seguridad tienen un nuevo objetivo, a la compleja tarea de combatir a ETA se le añade el de perseguir las actuaciones de una nueva red ilegal en la que se ha convertido Batasuna.

Observamos con desazón cómo la situación política en Euskadi se crispa aún más, cómo se avanza estación a estación hacia un choque de dos trenes, sin que nada les detenga, contaminando el debate político en toda España. Estamos convencidos que hay sectores sociales, tanto en España como en Euskadi, que no se sienten identificados con el frentismo, que creen que la sociedad es mucho más plural y que no es posible otra solución que el diálogo, la negociación y el pacto.

Las soluciones unilaterales no sirven, como se ha demostrado sobradamente. Para abrir una nueva etapa que supere el actual enfrentamiento es imprescindible restablecer la línea divisoria entre los que condenan la violencia y los que la apoyan. En segundo lugar hay que distinguir el problema de la violencia, del problema de encaje de Euskadi con el Estado o de la no identificación de una parte significativa de la sociedad vasca con el marco constitucional.

La historia ha demostrado con creces que ETA está fuera de la realidad política, los intentos de negociación siempre han terminado mal, las negociaciones de Argel y el Pacto de Lizarra fracasaron por el maximalismo de ETA. Las fuerzas políticas tienen que dejar bien claro que con la violencia no se consigue nada. ETA no representa al pueblo vasco, es una organización sin razón de ser y un obstáculo para plantear alternativas que vayan más allá del marco constitucional. Lo que produce realmente pánico a ETA es convertirse en un problema estrictamente de orden público y no en un problema político.

En segundo lugar la existencia de ETA no puede ser obstáculo para plantear el problema político de fondo que subyace en la situación de Euskadi, el reconocimiento pleno de los derechos nacionales de Euskadi. Sin violencia es legítimo y democrático plantear cualquier proyecto político. El PP y el PSOE no pueden deslegitimar una propuesta por el hecho de ser soberanista, siempre que se exprese por los cauces democráticamente establecidos.

¿De qué pueden blasonar entonces personajes de descarado carácter neofranquista, como Juan Carlos de Borbón, Patxi López, Rodolfo Ares, Baltasar Garzón o Alfredo Pérez Rubalcaba, ardientes defensores de esa España denunciada en Naciones Unidas por malos tratos, tortura y detenciones ilegales, en la que el apagón democrático se produjo en 1979, en la que el caos jovenlandesal e institucional animan al Botellón Universal de sus más jóvenes generaciones?

¿Qué clase de democracia defienden los dictadores mediáticos, monopolizando la prensa, radio, televisión e Internet?


¿Acaso debo pensar que un neo franquista como Juan Luís Cebrián, miembro del grupo Bilberderg y sus Maniobras Orquestadas en la Oscuridad, va a ser el garante de mi libertad?

¿Tal vez, quien defiende y garantiza esa palabra es Pedro J. Ramírez? ¿O quizás, digo yo, Félix Monteira*, director de Público, incombustible y fiel amigo de Cebrián, que sigue lealmente las directrices de sus allegados ideológicos, provocando el desastre jovenlandesal entre los trabajadores de un diario, que parecía ser lo menos indigno de la prensa nacional?

¿Acaso el pueblo español es tan incauto, que considera que los garantes de la verdadera democracia son los miembros de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales? ¿Debo imaginar que las Koplowitz, los Albertos, Escámez, Botín, son capaces de arriesgar su vida en defensa de la libertad de expresión?


Permítaseme esbozar una sonrisa de incredulidad. Que presuman, sí, pero de su capacidad para generar una violencia menos alarmante, que como la gota de agua va hiriendo de fin a la sociedad, casi imperceptiblemente, mientras se pierde en las brumas del tiempo, tras haber aparecido en las primeras planas de la prensa, en los primeros segundos de los informativos de radio o televisión, merced a un más que astuto programa para amedrentar a la población, diseñado en círculos tan poderosos como el Fondo Monetario Internacional, el G-5 (ya ampliado), la Trilateral* o el Club Bilderberg*, desde donde surgen esos planes para mantener firme al neoliberalismo, apoyado por esa democracia representativa, aunque sea causa de la fin violenta de millones de inocentes, en las matanzas de civiles que se cometieron en Gernika, Málaga, Madrid, Hiroshima y Nagashaki, Alemania, Corea, Vietnam, Yugoslavia, Irak, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Laos, Etiopia, el antiguo Congo belga, Namibia, Sudáfrica, Panamá, la extinta URSS, Cuba, Republica Dominicana, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Granada, Puerto Rico, y otras naciones del globo.

Sumadas las acciones armadas de todas las guerrillas o grupos revolucionarios del mundo, desde finales de la II Guerra Mundial al siglo XXI, no llegarían siquiera al 1% de las víctimas originadas en nombre de esa democracia, a todas luces más dañina, provocadora de un terror mil veces más espantoso y condenable, que el que se achaca a las organizaciones que combaten con las bombas amarradas al cuerpo, contra un mundo que consideran tan cruel y desesperanzador como la esclavitud.

El código de la ideología democrática se basa pues en esa otra violencia, patrocinada sutilmente desde los medios de comunicación, que justifica y NO CONDENA las masacres a las que me he referido en el párrafo anterior, millones de veces más dolorosa.

Concluyo: cuando en un régimen, que se define como cumplidor de la voluntad de un pueblo, aparecen grupos armados dispuestos a dar su vida en nombre de una ideología concreta, es que la democracia brilla por su ausencia.



Nota.- Trinidad Jiménez ordenó hace unas semanas la adquisición de 36 millones de banderillas, supuestamente compradas para combatir la Gripe Made In Rumsfeld and his Tamiflú, siendo miembro activo de la mentada Trilateral, en la que figuran multimillonarios empresarios de la industria farmacéutica internacional. La actual ministra de Sanidad, tiene como compañeros en esa Trilateral, a compatriotas como Miguel Herrero de Miñón (ponente constitucional, abogado), Nemesio Fernández-Cuesta (Repsol-YPF), Ana Patricia Botín (Banesto, Consejera del BSCH), Abel Matutes, (ex ministro de Asuntos Exteriores, director de Empresas Matutes), Emilio Ybarra (Presidente del BBVA), Pedro Ballvé (Director de Campofrío), o ¡¡ Mario Vargas Llosa ¡¡

Nota.- Félix Monteira (Ponferrada, 1951)), ha permanecido 33 años vinculado al Grupo Prisa. Trabajó para el semanario El Globo y formó parte del equipo fundador de El País Trabajó en la sección de documentación para pasar después a ser subjefe de Economía y corresponsal en Bruselas durante cinco años. De vuelta a Madrid, fue nombrado jefe de la Sección de Nacional en el mismo diario, donde permaneció hasta diciembre de 1993, fecha en la que se convirtió en subdirector de Información General. En septiembre de 1999 pasó a dirigir el diario económico Cinco Días. Entre 2003 y 2006, volvió a ser subdirector de El País y posteriormente fue nombrado director de la edición del mismo rotativo en Galicia. Es un fiel amigo de Cebrián y la familia Polanco.

Nota.- El Grupo Bilderberg o Club Bilderberg, está formado por personas consideradas de notable influencia en los círculos empresariales, académicos y políticos, que acostumbran a reunirse una vez al año, en secreto, en complejos turísticos de cinco estrellas, tanto de Europa como de Norteamérica. El nombre proviene del lugar de su primer encuentro oficial en 1954: el Hotel de Bilderberg en Oosterbeek (Holanda). Esta suerte de plana mayor, viene a ser como un Opus Dei de carácter laico en la que, entre muchos otros, figuran David Rockefeller, Donald Rumsfeld, Steve Case (AOL Time Warner), Karl Otto Pöhl (ex presidente del Bundesbank), James Wolfensohn (presidente del Banco Mundial), o la práctica totalidad del gobierno de Barak Obama. En cuanto a la presencia española, acuden habitualmente a las reuniones del Club personalidades como la Reina Sofia, empresarios (Juan Luis Cebrián, Matías Inciarte, Francisco González, Jaime Carvajal y Urquijo) y políticos (Rodrigo Rato, Pedro Solbes, Joaquín Almunia y Ramón de Miguel.

Los postulados más radicales que defiende el Club, pasan por imponer un sólo gobierno planetario, con un único mercado globalizado, con un sólo ejército y una única moneda, regulada por un Banco Mundial.

Una Iglesia universal, que canalice a la gente hacia los deseos del Nuevo Orden Mundial.

Unos servicios internacionales que completarán la destrucción de cualquier identidad nacional a través de su subversión desde el interior.



El control de toda la humanidad a través del monopolio de los medios de comunicación. Este plan está descrito en el libro Technotronic Era (Era Tecnotrónica), de Zbigniew Brzezinski, miembro del Club.

Y la desaparición o exterminio de cuatro mil millones de personas, a las que Henry Kissinger y David Rockefeller llaman bromeando "estómagos inservibles", por medio de las guerras, el hambre y las enfermedades, que según sus planes sucederá hacia el año 2050. "De los dos mil millones de personas restantes, 500 millones pertenecerán a las razas china y japonesa, que se salvarán gracias a su característica capacidad para obedecer a la autoridad", es lo que afirma John Coleman en su libro ¨Conspirators' Hierarchy: The Story of the Committee of 300. Coleman es un funcionario de inteligencia retirado, que descubrió un informe encargado por el Comité de los 300 a Cyrus Vance "sobre cómo llevar a cabo el genocidio".
 
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