Fosforiano
de Gaullista
—Una vez nos hacemos un tatuaje, ¿qué pasa en nuestro cuerpo?
—El pigmento se introduce en la capa más baja de la piel, donde están los vasos sanguíneos y los vasos linfáticos. Así que, básicamente, metemos estas partículas externas, y el organismo lo percibe como un intruso, como algo que no debe estar ahí. Así que se activa el sistema inmune. Es decir, cuando alguien se hace un tatuaje hay una respuesta inmunológica, por ejemplo, la piel se pone roja. Y durante ese proceso, hay células específicas del sistema inmune que cogen ese pigmento y se lo llevan a los nódulos linfáticos para luchar contra ellos. Incluso, es posible que se conduzcan a otras partes del cuerpo, pero no lo sabemos todavía.
—En otras palabras, es una agresión.
—Sí, totalmente. Como un bichito. Es decir, tienes algo en tu cuerpo que no debería estar ahí y tu sistema inmune intenta eliminarlo.
—Muchos tenemos tatuajes. Si nos paramos a pensarlo, esta práctica no tiene demasiado sentido, ¿no?
—Claro. Yo soy muy sueca y yo pensaba que, si uno puede ir a un estudio y hacerse un tatuaje pagando por ello, tendría que ser algo seguro, porque en Suecia todo es muy seguro, claro. Eso pensaba.
—¿Cuáles fueron las conclusiones de su investigación?
—Lo que vimos es que los participantes que tenían tatuajes presentaban un riesgo superior a un 20 % de desarrollar un linfoma en comparación a aquellos que no los tenían.
—El pigmento se introduce en la capa más baja de la piel, donde están los vasos sanguíneos y los vasos linfáticos. Así que, básicamente, metemos estas partículas externas, y el organismo lo percibe como un intruso, como algo que no debe estar ahí. Así que se activa el sistema inmune. Es decir, cuando alguien se hace un tatuaje hay una respuesta inmunológica, por ejemplo, la piel se pone roja. Y durante ese proceso, hay células específicas del sistema inmune que cogen ese pigmento y se lo llevan a los nódulos linfáticos para luchar contra ellos. Incluso, es posible que se conduzcan a otras partes del cuerpo, pero no lo sabemos todavía.
—En otras palabras, es una agresión.
—Sí, totalmente. Como un bichito. Es decir, tienes algo en tu cuerpo que no debería estar ahí y tu sistema inmune intenta eliminarlo.
—Muchos tenemos tatuajes. Si nos paramos a pensarlo, esta práctica no tiene demasiado sentido, ¿no?
—Claro. Yo soy muy sueca y yo pensaba que, si uno puede ir a un estudio y hacerse un tatuaje pagando por ello, tendría que ser algo seguro, porque en Suecia todo es muy seguro, claro. Eso pensaba.
—¿Cuáles fueron las conclusiones de su investigación?
—Lo que vimos es que los participantes que tenían tatuajes presentaban un riesgo superior a un 20 % de desarrollar un linfoma en comparación a aquellos que no los tenían.
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