Eric Finch
Será en Octubre
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Una nueva entrega de uno de los reconocidos asalariados de la derechita fistro. No siempre escribir bien significa no cagarla en toda la regla, y esta vez la ha cagado a fondo. Dice Infovlogger que el problema del sociatismo es que demasiadas pocas veces ha sido desafiado, y que está acostumbrado a que la derechita fistro se baje a la primera los pantalones y los calzoncillos. Pero lo normal de la derechita fistro es pedir perdón, siempre y en todo lugar, venga o no a cuento, y hacer el ridículo frente a la hezkierda estulto. De los akelarres nacionalsocialistas hoy no toca hablar, y no tocará hasta el próximo 30 de febrero.
Tarugos y asustaviejas
03/01/2024
IGNACIO CAMACHO-ABC
Qué quieren que les diga: esos compatriotas congregados en la calle Ferraz para sacudirle a una efigie de Pedro Sánchez me parecen una compañía poco recomendable. Más allá de su ideología, que tienen todo el derecho a profesar, uno diría que se trata de tarados mentales. Ni siquiera tienen la disculpa de emborracharse porque estaban sobrios cuando convocaron la reunión y cuando se tomaron el trabajo de construir la imagen sobre la que proyectar su delirante inquina de zopencos vulgares. Gente poco apreciable con la que nadie en sus cabales iría a ninguna parte.
He aquí, sin embargo, que el Gobierno de la nación ha decretado el estado de alarma ante semejante mamarrachada. Una hiperbólica alerta antifascista por una piñata de unos cuantos mendrugos en noche de farra. Los ministros de guardia impostan un sobreactuado tono victimista para declararse objeto de amenaza y convertirla por unas horas en el más trascendental problema de España. La misma España donde se han ultrajado o ahorcado fotos y figuras del Rey, de líderes de la oposición, de Puigdemont, de Abascal, de Iglesias, ¡¡de Vinicius!!, y donde las juventudes proetarras han organizado simbólicos concursos de «tiro al de derechas». Donde en algunos pueblos incluso es tradición asentada la quema de monigotes en Semana Santa. Donde los crepúsculos corren, como diría Neruda, borrando estatuas.
Hay bastantes motivos para denunciar una quiebra de la convivencia. Y la mayoría provienen de la izquierda que ha convertido la polarización política, la división frentista, en una prioridad estratégica. No se fomenta la concordia haciendo descansar la gobernación del país sobre grupos que han promovido una revuelta contra la Constitución o se niegan a reprobar su reciente pasado de violencia. Para esconder o minimizar todo eso viene muy bien la cerrilidad de un puñado de tarugos de ultraderecha, que desde luego se podían haber metido el pelele donde mejor les cupiera pero no cuelan como escuadristas nazis a punto de incendiar el Reichstag. Merecemos algo mejor que una política de asustaviejas.
Tarugos y asustaviejas | Fundación para la Libertad
IGNACIO CAMACHO-ABC Es poco serio decretar el estado de alarma antinazi por una piñata de un manojo de tarados en noche de farra Así como me encanta la Navidad, la fiesta del afecto, nunca me ha gustado mucho la Nochevieja, quizá porque desde pequeño no acabo de encontrarle sentido a eso de...
paralalibertad.org
Tarugos y asustaviejas
03/01/2024
IGNACIO CAMACHO-ABC
- Es poco serio decretar el estado de alarma antinazi por una piñata de un manojo de tarados en noche de farra
Qué quieren que les diga: esos compatriotas congregados en la calle Ferraz para sacudirle a una efigie de Pedro Sánchez me parecen una compañía poco recomendable. Más allá de su ideología, que tienen todo el derecho a profesar, uno diría que se trata de tarados mentales. Ni siquiera tienen la disculpa de emborracharse porque estaban sobrios cuando convocaron la reunión y cuando se tomaron el trabajo de construir la imagen sobre la que proyectar su delirante inquina de zopencos vulgares. Gente poco apreciable con la que nadie en sus cabales iría a ninguna parte.
He aquí, sin embargo, que el Gobierno de la nación ha decretado el estado de alarma ante semejante mamarrachada. Una hiperbólica alerta antifascista por una piñata de unos cuantos mendrugos en noche de farra. Los ministros de guardia impostan un sobreactuado tono victimista para declararse objeto de amenaza y convertirla por unas horas en el más trascendental problema de España. La misma España donde se han ultrajado o ahorcado fotos y figuras del Rey, de líderes de la oposición, de Puigdemont, de Abascal, de Iglesias, ¡¡de Vinicius!!, y donde las juventudes proetarras han organizado simbólicos concursos de «tiro al de derechas». Donde en algunos pueblos incluso es tradición asentada la quema de monigotes en Semana Santa. Donde los crepúsculos corren, como diría Neruda, borrando estatuas.
Hay bastantes motivos para denunciar una quiebra de la convivencia. Y la mayoría provienen de la izquierda que ha convertido la polarización política, la división frentista, en una prioridad estratégica. No se fomenta la concordia haciendo descansar la gobernación del país sobre grupos que han promovido una revuelta contra la Constitución o se niegan a reprobar su reciente pasado de violencia. Para esconder o minimizar todo eso viene muy bien la cerrilidad de un puñado de tarugos de ultraderecha, que desde luego se podían haber metido el pelele donde mejor les cupiera pero no cuelan como escuadristas nazis a punto de incendiar el Reichstag. Merecemos algo mejor que una política de asustaviejas.