"Una nueva victoria del inevitablemente inevitable socialismo: el Parlamento boliviano ha aprobado la Ley Electoral que el camarada Evo quería que aprobase, para lo cual se había puesto en huelga de hambre hasta que los parlamentarios hiciesen lo que debían hacer: lo que él quería que hiciesen.
Hemos de reconocer que en un principio nos pareció una conducta acomplejada e indigna de un socialista, acostumbrados como estamos a la vida, obra y enseñanzas de nuestro Padrecito. ¿Alguien imagina a Koba poniéndose en huelga de hambre para que el Soviet Supremo le aprobase un plan quinquenal? No hay constancia que lo hiciese ni de niño: ninguna de sus biografías dice que se negara a comer el borscht hasta que no le comprasen su juguete preferido: un piolet infantil, adecuado a su tamaño de entonces. Sí que sabemos por sus contemporáneos, que le bastaba con clavar aquella profunda mirada suya en cualquier familiar para que este, aterrorizado, corriese a la tienda de juguetes más próxima para satisfacer su deseo. Con estas enseñazas se comprenderá nuestra congoja ante la actitud del camarada Evo, pues si los parlamentarios no actuaban dócilmente ¿Para qué un ejército o una policía con la que tomar al asalto el Parlamento y poner a buen recaudo a los insurgentes?"
