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¿Sumisión química? Sugestión mediática
Es mucho más probable que se te clave la aguja del miedo que blanden los medios estos días que una aguja de verdad, cargada con drojas que ningún análisis ha encontrado de momento
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Es mucho más probable que se te clave la aguja del miedo que blanden los medios estos días que una aguja de verdad, cargada con drojas que ningún análisis ha encontrado de momento
Por
Juan Soto Ivars
06/08/2022 - 05:00 Actualizado: 06/08/2022 - 13:29
¿Qué hay? Hay pánico. ¿Y hay algo más? Hay denuncias por pinchazos en lugares de ocio cada noche, en distintas ciudades. ¿Y qué más? ¿Hay algo más? Hay CERO violaciones relacionadas con estos episodios, y análisis de sangre y orina de las afectadas que no revelan la presencia de ninguna sustancia, salvo en un caso, el de una chica de trece años, que dijo sentir el pinchazo y tenía rastros de MDMA en la sangre. Cómo se le administró (si por pinchazo, si ingerido, si involuntaria, si voluntariamente) es un misterio, y seguramente lo siga siendo.
¿Y qué más hay? Porque algo más habrá, ¿no? Pues sí: chicas aterrorizadas, discotecas que se paran de repente, protocolos, gente que se cae redonda, ambulancias que no hacen más que dar viajes. Las agujas no nos gustan. Las agujas nos dan miedo. Y eso hay, señora, miedo. Provocado por una insensata campaña mediática, sobre todo en las televisiones, y en las redes, donde se usan sistemáticamente palabras como "sumisión química" y se mencionan agresiones sensuales, y robos, que no se están produciendo con relación a esos supuestos pinchazos.
Qué es la sumisión química por pinchazo: síntomas y cómo actuar en caso de sufrirla
El Confidencial
El otro día pongo la tele y hay varios tertulianos hablando de violaciones y drojas, de mujeres convertidas en zombis, sumisas, de machismo avieso, y luego dan paso a un experto de Energy Control, ONG que se dedica al análisis de las drojas, que dice que todo esto no tiene mucho sentido. Pone en duda la "sumisión química" por motivos que ninguno de los tertulianos quiere rebatir. (Administrar drojas no es fácil, su efecto no es inmediato, además los pinchazos intramusculares son la peor opción, pues la inoculación duele con intensidad, etc.). Y le preguntan, al experto, (lo pregunta una psicóloga) si es que acaso osa poner en duda la palabra de "las víctimas".
¡Vamos a ver! La "sumisión química" existe. Pero requiere dos cosas: sumisión (normalmente para robar o abusar sexualmente) y químicos. No es, por tanto, lo que está pasando en España con los pinchazos y supuestos pinchazos de esta epidemia mediática. La sumisión química se suele dar cuando los agresores logran que la víctima se emborrache hasta que no es capaz de decir que no ni a una boca de incendios (o cuando ella se ha puesto así, y un lactante aprovecha), o cuando te echan algo en la bebida sin que te des cuenta. ¿Casos de sumisión química por inyección en una discoteca? Por lo que se sabe, casi ficción. En Reino Unido hubo recientemente un estallido de pánico similar, y no se encontró nada.
Acaba de sentenciar el Tribunal Supremo a prisión, siete años, a unos malnacidos que llevaron a su piso a dos chicas, les echaron anestesiante en las cervezas, las desnudaron y las violaron. Así pasa. Eso es la sumisión química. Bebidas con o sin aditivo. Tragos voluntarios o involuntarios de tal cosa. El pinchazo, en cambio, se nota como trataba de decir el experto. Y más, si te inyectan alguna sustancia. Es como si te picase una avispa.
El miedo es una de las herramientas reales, y más comunes, para lograr la sumisión
Así que os propongo un juego, ¿qué tal si usamos la lógica y la memoria? Allá vamos. El uso reiterado de la muletilla "sumisión química" y "abuso sensual" cuando no está habiendo el más mínimo rastro de químicos ni de abuso en la catarata de casos de pinchazos y sensaciones de pinchazos de las últimas semanas tiene un nombre: sugestión mediática. Una plaga típica de verano, como la salmonela. La inconmensurable irresponsabilidad de mi profesión se exacerba durante los picos mediáticos, cuando "todo el mundo habla de eso porque todo el mundo habla de eso". Es el caso.
Y tenemos muchos ejemplos a lo largo de la historia. Demasiados como para caer en este, y encima fingiendo que nos preocupan mucho las chicas. Si nos preocuparan mucho las chicas, tal vez le quitaríamos un poco de palabras terribles al asunto. Por ejemplo "sumisión". Por ejemplo, "química", mientras no se encuentren sustancias. Por ejemplo, "sensual", dado que no está habiendo agresiones posteriores. Pero no, porque el miedo es una de las herramientas reales, y más comunes, para lograr la sumisión. Tampoco me extrañaría que ahora haya gente pinchando a chicas con un alfiler para divertirse. ¡Es un pasatiempo tan bien promocionado en la tele!
La aguja invisible
Pero analicemos un momento el miedo, porque ni siquiera sería necesario una aguja para inocularlo. Haz, como Orson Welles, que todo el mundo crea que los extraterrestres andan coordinando su ataque y tendrás calles vacías, personas que dicen haber visto a los alienígenas (y lo juran con la mano sobre los evangelios), y al final un tipo que mata a su vecino porque está convencido de que era un lagarto que vestía piel de humano. Cuando yo era niño, fueron las furgonetas blancas. No recuerdo qué secuestro, qué asesinato, qué sospecha infundada fue la que provocó aquella bola de cocaína mediática, pero de pronto era ver una furgoneta blanca y las madres del parque sacaban la recortada.
El 'yo sí te creo' del Supremo ante los casos de abuso sensual bajo sumisión química
Alejandro Requeijo Beatriz Parera
También pasó con los Mercedes blancos después de Alcásser y con los Fiat Panda después de una bomba de ETA. ¿Qué aprendimos? Que el miedo hace real lo que no es real. En el siglo XV era común que una aldea se viera sometida a las posesiones del diablo. Aquello ocurría de verdad, está en los registros. Empezaban a dar botes los adolescentes, y luego todos los demás. Una aldea entera poseída. Poseída por la sugestión. Del diablo, claro, ni rastro. Como de los químicos ahora.
Si queréis, fingimos que hemos olvidado Salem, que hemos olvidado las epidemias de risa del Renacimiento, y las epidemias de picor, y las epidemias de baile (buscad en Wikipedia). Si queréis, fingimos que no sabemos nada sobre la inducción del pavor, sobre los niños (y adultos) convencidos de haber visto al Yeti, que no mienten, porque recuerdan que lo han visto. Si queréis, fingimos que no sabemos nada de la memoria reconstruida, de los recuerdos ficticios, de los miembros que se quedan dormidos, sin explicación, y de las rigideces del cuerpo.
Yo, que de adolescente me mareaba por leer en una novela que alguien se clavaba una aguja, he muerto de todas las infecciones, y he tenido el sida por leer que Freddie Mercury murió de sida, y he tenido cáncer, y me he notado bultos, y ahora me tengo que creer que hay víctimas, porque me están diciendo que hay víctimas. Pues sí: hay víctimas. Víctimas de una campaña mediática de pánico, y puede que de algunos pinchazos furtivos, sin consecuencias, en discotecas. Si hay gente pinchando por ahí, ojalá los pillen. Aunque aquí no hacen falta sospechosos para señalar. Todo el mundo habla, incluso, de las motivaciones de estos criminales invisibles.
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De una parte, sí, puede que haya gente pinchando a las chicas en las discotecas. Pese a que no hay una sola detención, ni las chicas identifican a nadie, en los medios están diciendo que son "hombres" y en las redes sociales hay gente que dice que son "jovenlandeses", porque el culpable siempre está marcado de antemano por las ideas preconcebidas. Por mi parte, podrían estar pinchando también avispas o costureras: ¡nadie lo sabe cuando escribo! Y creo que "los hombres", en general, son los menos interesados en que las mujeres dejen de estar en las discotecas. No sé.
Pero bueno, vale. Vamos a pensar que algunos de esos pinchazos los dan hombres malos con un alfiler, por jorobar, por aterrorizar, coordinándose en un foro de la 'dark web', yo qué sé. ¿Podemos admitir, además, que otros pinchazos (otros, digo), con el mareo correspondiente, pueden ser la consecuencia directa de una campaña mediática del pánico que está dando sus frutos? ¿Y en qué lugar nos deja eso?
¿No puede ser que alguien note un pinchazo y se caiga redondo sin que medie aguja, cuando todo el panorama televisivo está alertando que hay gente pinchando drojas incapacitantes a las chavalas, seguro que para abusar de ellas? ¿De verdad vamos a fingir que esto es impensable? ¿No te ha pasado que alguien, en una reunión, dice que le picó una pulga y de pronto te pica todo? Pues ahí tenemos a los medios, las redes y los propagandistas políticos dedicados este verano, a falta de brotes de legionela, a conseguir que todas las chicas anden por la calle rascándose la cabeza.
O a lo mejor es que estoy sugestionado yo. A saber lo que me han pinchado.