Bilbao pierde Scala, uno de sus cafés más emblemáticos
Tras jubilarse, el dueño pretendía traspasar el negocio a su hijo, pero el encarecimiento de los alquileres ha truncado esta posibilidad
Aún se mantiene en pie parte de la infraestructura de la terraza donde tanta gente paraba a tomar un café. Sin embargo, los andamios instalados delante del local ocultan parte de la de derechasda, por lo que gran parte de la ciudadanía ignora todavía el cierre del Café Scala, uno de los más emblemáticos de Bilbao. Los altos alquileres han truncado la historia de este negocio de la calle Ercilla a punto de cumplir medio siglo de vida. Pocos establecimientos han recabado tantos elogios como el gestionado por José Miguel Santamaría. De él se ha dicho que servía el mejor café de Bilbao y que preparaba las tostadas más populares de la villa. También hizo fama con los croissants a la plancha hechos al momento. A las mañanas, al mediodía y a las tardes.
Pero el Scala y Santamaría han puesto punto y final, en contra de su voluntad. La intención del hostelero era continuar la actividad de la mano de su hijo. Sin embargo, la carestía de las rentas comerciales de Bilbao ha abortado su deseo. SI AHORA VENIA PAGANDO EN TORNO A 7000 EUROS MENSUALES, SU CASERO PRETENDÍA ELEVARLE LA RENTA HASTA LOS 12000, una cifra totalmente inasumible. Su caso recuerda al del restaurante El Cascanueces, de El Ensanche, cuyos socios bajaron también recientemente la persiana por el encarecimiento de los alquileres.
Jorge Aio, gerente de BilbaoCentro, lamenta la pérdida de este referente al tratarse de una cafetería que había creado «marca» para la ciudad. El impacto de esta clausura subraya, en su opinión, la «potencia» de la hostelería de la capital vizcaína. «Contaba con un emplazamiento privilegiado y una terraza que frecuentaron distintas generaciones. Evidentemente, el que tiene un local de hostelería en Bilbao tiene un tesoro», considera.
De toda la vida
Scala estaba considerado un negocio de los de toda la vida con una decoración muy clásica que remitía a los años setenta y que apenas varió a lo largo de su historia. Trasladaba un aire retro con maderas oscuras y terminaciones doradas. En una ciudad cuya hostelería vive una auténtica ebullición, marcada por el desembarco de franquicias y estética vanguardista, en el Scala parecía haberse detenido el tiempo. Tampoco su carta se prestaba a demasiadas innovaciones.
Lo mismo daba porque Santamaría concentraba a numerosos clientes desde primeras horas de la mañana. La mayoría acudía en busca de un café que casi todos acompañaban de tostadas a la plancha con mantequilla, azúcar y mermelada de albaricoque y fresa, que preparaban a cualquier hora. Había gente que las pedía a las mañanas y otros a la hora de la merienda.
Scala vivió de una barra muy dulce en la que tampoco faltaban las tortillas de patata y sandwiches de todo tipo. En un periodo marcado por las restricciones sanitarias impuestas por el el bichito, Santamaría protagonizó una polémica al cobrar más caras las consumiciones que servía en la terraza. «En La Catedral todo el mundo ve el mismo partido, pero el que está en la primera fila paga más que el que está situado en la última. Tener un camarero para la terraza supone un coste grande», zanjó
www.elcorreo.com
Tras jubilarse, el dueño pretendía traspasar el negocio a su hijo, pero el encarecimiento de los alquileres ha truncado esta posibilidad
Aún se mantiene en pie parte de la infraestructura de la terraza donde tanta gente paraba a tomar un café. Sin embargo, los andamios instalados delante del local ocultan parte de la de derechasda, por lo que gran parte de la ciudadanía ignora todavía el cierre del Café Scala, uno de los más emblemáticos de Bilbao. Los altos alquileres han truncado la historia de este negocio de la calle Ercilla a punto de cumplir medio siglo de vida. Pocos establecimientos han recabado tantos elogios como el gestionado por José Miguel Santamaría. De él se ha dicho que servía el mejor café de Bilbao y que preparaba las tostadas más populares de la villa. También hizo fama con los croissants a la plancha hechos al momento. A las mañanas, al mediodía y a las tardes.
Pero el Scala y Santamaría han puesto punto y final, en contra de su voluntad. La intención del hostelero era continuar la actividad de la mano de su hijo. Sin embargo, la carestía de las rentas comerciales de Bilbao ha abortado su deseo. SI AHORA VENIA PAGANDO EN TORNO A 7000 EUROS MENSUALES, SU CASERO PRETENDÍA ELEVARLE LA RENTA HASTA LOS 12000, una cifra totalmente inasumible. Su caso recuerda al del restaurante El Cascanueces, de El Ensanche, cuyos socios bajaron también recientemente la persiana por el encarecimiento de los alquileres.
Jorge Aio, gerente de BilbaoCentro, lamenta la pérdida de este referente al tratarse de una cafetería que había creado «marca» para la ciudad. El impacto de esta clausura subraya, en su opinión, la «potencia» de la hostelería de la capital vizcaína. «Contaba con un emplazamiento privilegiado y una terraza que frecuentaron distintas generaciones. Evidentemente, el que tiene un local de hostelería en Bilbao tiene un tesoro», considera.
De toda la vida
Scala estaba considerado un negocio de los de toda la vida con una decoración muy clásica que remitía a los años setenta y que apenas varió a lo largo de su historia. Trasladaba un aire retro con maderas oscuras y terminaciones doradas. En una ciudad cuya hostelería vive una auténtica ebullición, marcada por el desembarco de franquicias y estética vanguardista, en el Scala parecía haberse detenido el tiempo. Tampoco su carta se prestaba a demasiadas innovaciones.
Lo mismo daba porque Santamaría concentraba a numerosos clientes desde primeras horas de la mañana. La mayoría acudía en busca de un café que casi todos acompañaban de tostadas a la plancha con mantequilla, azúcar y mermelada de albaricoque y fresa, que preparaban a cualquier hora. Había gente que las pedía a las mañanas y otros a la hora de la merienda.
Scala vivió de una barra muy dulce en la que tampoco faltaban las tortillas de patata y sandwiches de todo tipo. En un periodo marcado por las restricciones sanitarias impuestas por el el bichito, Santamaría protagonizó una polémica al cobrar más caras las consumiciones que servía en la terraza. «En La Catedral todo el mundo ve el mismo partido, pero el que está en la primera fila paga más que el que está situado en la última. Tener un camarero para la terraza supone un coste grande», zanjó
Bilbao pierde Scala, uno de sus cafés más emblemáticos
Tras jubilarse, el dueño pretendía traspasar el negocio a su hijo, pero el encarecimiento de los alquileres ha truncado esta posibilidad
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