Azog el Profanador
Siervo de Sauron
«Estando esta armada ya para partir de Lisboa, donde se reunió toda a los ocho (...) de abril de 1588, comenzaron los tercios de estos soldados a pasar revista en la plaza del palacio ante el Cardenal, y a medida que la pasaban, en el mismo orden se iban luego a embarcar, haciendo la demostración cada tercio con independencia.
Comenzó primero el de Nápoles, con tanta destreza y galantería, que era un regalo para la vista; después salió el tercio de Sicilia, que en nada le fue inferior, ni en gracia, gentileza de las personas, manejo de las armas, vestuario y apresto; después dél salió el tercio de los españoles castellanos de diversas provincias de España que, sin embargo, no eran tan diestros y versados en el arte militar como los soldados veteranos, aunque salieron muy lustrosos, como gente que de por sí daba grandes esperanzas.
Tras estos quisieron los hidalgos españoles hacer su demostración; y a los doce de abril salieron con su orden, con tanta gentileza y lonazía, digo lozanía, y de tanto lujo, que sólo quien lo vio lo podría creer, porque este tercio lo integraban príncipes, duques, condes, marqueses y muchos señores de título, y más de ciento y cincuenta mayorazgos, de modo que aquí se juntó toda la nobleza de España; y así pasaron todos revista en la plaza del palacio con su arcabucería, cosa digna de ver; no falló en los ropajes vistosos, en su cuarta parte, bordados y recamados, ni en las pedrerías y joyas que llevaban, ni en las innovaciones de los cortes de los tejidos de oro y plata, ni en los galones de plata y oro de adorno, que parecía ser cosa nunca o raramente vista.
Y por la novedad de cosa tan magnífica y suntuosa, de lugares distantes y muy remotos acudía gran cantidad de gente a ver este regio espectáculo.»
Fuente: BN, Ms. 3556, cap. 68, ff. 282-286v, Col. Cartas dos padres da Companhia de Jesus, 1580 a 1588.
Comenzó primero el de Nápoles, con tanta destreza y galantería, que era un regalo para la vista; después salió el tercio de Sicilia, que en nada le fue inferior, ni en gracia, gentileza de las personas, manejo de las armas, vestuario y apresto; después dél salió el tercio de los españoles castellanos de diversas provincias de España que, sin embargo, no eran tan diestros y versados en el arte militar como los soldados veteranos, aunque salieron muy lustrosos, como gente que de por sí daba grandes esperanzas.
Tras estos quisieron los hidalgos españoles hacer su demostración; y a los doce de abril salieron con su orden, con tanta gentileza y lonazía, digo lozanía, y de tanto lujo, que sólo quien lo vio lo podría creer, porque este tercio lo integraban príncipes, duques, condes, marqueses y muchos señores de título, y más de ciento y cincuenta mayorazgos, de modo que aquí se juntó toda la nobleza de España; y así pasaron todos revista en la plaza del palacio con su arcabucería, cosa digna de ver; no falló en los ropajes vistosos, en su cuarta parte, bordados y recamados, ni en las pedrerías y joyas que llevaban, ni en las innovaciones de los cortes de los tejidos de oro y plata, ni en los galones de plata y oro de adorno, que parecía ser cosa nunca o raramente vista.
Y por la novedad de cosa tan magnífica y suntuosa, de lugares distantes y muy remotos acudía gran cantidad de gente a ver este regio espectáculo.»
Fuente: BN, Ms. 3556, cap. 68, ff. 282-286v, Col. Cartas dos padres da Companhia de Jesus, 1580 a 1588.
