Sobre el Capitalismo, Felix Rodrigo jovenlandesa

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Comentemos el último Articulo de Félix Rodrigo jovenlandesa

A continuación una selección algunas partes del largo articulo. El entrecomillado es la parte que pertenece al articulo original. Para leer el articulo completo podéis dirigidos al Bloc del autor. He seleccionado unas siete partes por que el articulo es muy largo.


1.- Escasa competitividad de la economía Europea obliga a un cambio de modelo productivo y de vida en las próximas décadas

"Las economías europeas actuales realizan una escasa producción de nuevo valor, tal vez con la excepción de Alemania, pues en lo principal son formaciones entregadas al parasitismo. Se han hecho improductivas, subsistiendo del valor creado por los proletarios del Tercer Mundo mientras se concentran en los servicios y las actividades financieras, lo que es insostenible a largo plazo, mucho más cuando la hegemonía política y militar de Europa está en fuerte reflujo. Por el contrario, las economías de los países emergentes son productoras netas de valor, al tener una industria pujante y un sector terciario, o de servicios, reducido. En la confrontación global la UE lleva las de perder, estando amenazada de quedar relegada no a una potencia de segundo orden, que ya lo es, sino de tercero. Así las cosas, la pugna entre las superpotencias obliga al área del euro a reorganizar su economía haciéndola competitiva internacionalmente. Ello anuncia el retroceso de la sociedad de consumo en el viejo continente, lo que equivale a un cambio vivencial bastante notorio"


2.- Las oligarquías capitalistas y las mafias políticas requieren de un estado fuerte y cada vez mas fuerte. La fusión Capital -Estado es imparable.

"Además, para superar las crisis financieras futuras el gran capital sabe, tras lo constatado en la depresión iniciada hace unos años, que necesita del Estado, es más, de un Estado que posea una poderosa base financiera proveniente de un insaciable apetito recaudatorio, a fin de que tenga liquidez suficiente cuando sea de nuevo necesario rescatar a la gran banca privada y la gran empresa multinacional, lo que volverá a suceder. Por eso ahora la izquierda y la derecha coinciden en el enfoque estatolátrico, la primera lanzando al viento proclamas demagógicas, la segunda de manera más contenida."

"Otra es el permanente sostén del Estado/Estados al capital, pues por su propia naturaleza es tan inefectivo, irracional, inestable, artificioso, antinatural y destructivo que no pueden mantenerse. Periódicamente se desmorona, se viene abajo, como sucedió en los años 2007/2011 en EEUU y la UE, cuando un buen número de grandes bancos y primeras empresas, sencillamente, se vieron obligados a declararse en quiebra, al ser su pasivo muy superior a sus activos. Si el Estado y los Estados no hubieran acudido al quite se habría producido un efecto dominó que habría dejado a todo el capitalismo mundial por los suelos, como expone Roberto Velasco en el libro antes citado. ¡Qué ridículo y qué patético! Desde sus orígenes el capitalismo ha sido una criatura del Estado e incluso una excrecencia de éste, y según se va haciendo, en tanto que modo de producción, más vetusto y senil, parece depender más de las andaderas estatales."

3.-El carácter opresor y destructor del capitalismo lo esta haciendo cada vez menos económico y productivo. El capitalismo esta destruyendo al ser humano y al decaer la calidad de este al final se producirá una debacle de la producción.

"Un tercer rasgo es su obrar depredador, que va desarticulando, desnaturalizando, engullendo, asolando, no sólo los recursos primarios y la naturaleza sino sobre todo a las personas. Son los seres humanos los que el capitalismo, para ser y existir, destruye en primer lugar. Les demuele en lo que son, como mente y como cuerpo, para adecuarlos a su frenesí contrarracional y utilizarlos en su propio beneficio. El que hoy la vida útil del trabajador esté laboralmente acabada a los 45 años, cuando se ha incorporado a la producción a los 25, es la prueba. En 20 años succiona las fuerzas vitales de la persona, un tiempo hasta tres veces inferior al del pasado inmediato no capitalista. Deja al individuo, en esa edad que es el centro y culmen de la vida, convertido en una carcasa vacía, en una criatura agostada que a menudo ha de malvivir del asistencialismo estatal, convertida en otro coste oculto más.
Lo que se manifiesta en los países ricos hoy es la destructividad inherente al capital, la aniquilación de las fuerzas productivas, desde las tierras de cultivo y las aguas hasta las personas, pero sobre todo a éstas. En consecuencia, la solución no puede estar en el consumo sino en la restauración de las fuerzas de la producción sobre bases nuevas, en recuperar al ser humano en tanto que trabajador autorrealizado y consumidor mínimo, en volver a hacer de la existencia un acto genésico, creativo, que tal es producir, y no un acto destructivo, aniquilador, pues eso es consumir a fin de cuentas."

"Esa mutilación y nadificación de lo humano es al mismo tiempo necesaria y perjudicial para la producción capitalista. A partir de un grado, a los elevados costes que exige su mantenimiento y profundización se une la disfuncionalidad creciente del productor, una vez que la erosión de sus cualidades y capacidades alcanza un punto. Al mismo tiempo, la producción en la empresa capitalista está y estará siempre desprovista de la necesaria hermandad y armonía, por cuanto acontece en medio de tensiones, insatisfacciones, agobios, sumisiones/rebeliones y mutilaciones. En tales condiciones es difícil que pueda haber un trabajo bien realizado."


4.- Desarreglos sociales y personales producto del capitalismo / sistema que llevan a un hundimiento psíquico, emocional, de civilización y por supuesto productivo.

"LAS DISFUNCIONES SOCIALES/PERSONALES
Y LA ECONOMÍA REAL

Es difícil, y bastante laborioso, hacer una relación relativamente completa de las manifestaciones de despilfarro, parasitismo, ineficiencia e irracionalidad, de destructividad estructural, daños acompañantes y costes ocultos (enormes en una mayoría de actividades productivas y no productivas), de degradación de los factores básicos de la actividad económica, factores todos que son componente cardinal y efecto inevitable de la economía real hoy, del capitalismo privado-estatal bajo dirección del Estado propio del siglo XXI. Ahora sólo es posible esbozar someramente la cuestión.
Las disfunciones, empíricamente consideradas, son principalmente de dos tipos, los gastos de dominación política y los que son consecuencia de la naturaleza no-libre y deshumanizada del trabajo asalariado tecnologizado, que ocasionan costes crecientes en la empresa y, al mismo tiempo, lastran el ascenso de la productividad del trabajo. Hay otras, la vida en las ciudades, por ejemplo, menos importantes y que además pueden situarse en el primer apartado.

La opresión política se efectúa por medio de instrumentos concretos de sojuzgamiento, físicos, humanos, estructurales que, llegados a un punto de su desarrollo, son crecientemente onerosos de mantener y ampliar. Lo mismo el control en el interior de la empresa, dirigido mucho más a imponer la autoridad del patrono -o de la compañía- que a hacer remontar la productividad. Ambas formas de sujeción, además, ocasionan en la persona anomalías múltiples que, al ser de muchos quienes las sufren, se hacen sociales, originando enormes gastos, en sí mismos innecesarios y parasitarios.
La capacidad productiva del individuo suele tender a menguar conforme sus aptitudes y cualidades personales son mermadas y sofocadas por los instrumentos del despotismo estatuido, o dicho de otro modo, los seres nada no suelen ser buenos como productores, aunque sí como consumidores, malgastadores, destructores e incluso devastadores. Cuando una sociedad mina y socava más allá de un punto su base económica (cuya esencia última es la calidad del sujeto en tanto que sujeto y, en consecuencia, en tanto que productor) se ocasiona el estancamiento y, luego, la decadencia e incluso la desintegración.
Todo tiene un aspecto o componente económico, no sucede en el aire, ocasiona un gasto y eso es medular para la actividad económica. Los intereses políticos suelen entrar en contradicción con las exigencias económicas, a la vez que mantienen con éstas una relación de correspondencia o complementariedad. Cuando la desarmonía entre ellos supera la cooperación se ocasiona un estado de decaimiento estructural de lo económico, con altibajos.
Se traerá un caso histórico. Se dice que en la Antigüedad se llegó a una situación en que el hierro, relativamente escaso y caro, se usaba más para hacer los grilletes de los esclavos que para fabricar su herramientas de trabajo, que a menudo usaban útiles mal elaborados, de materiales perecederos y toscos, lo que deprimía la productividad. Cuando esto alcanzó un punto los costes de dominación (ascendentes) llegaron a ser una parte creciente del producto económico global (estancado o descendente). La consecuencia fue el declive económico. :Aplauso:

Hoy la enorme cuantía y significación económica de los aparatos de opresión es creciente y está a la vista. El Estado policial dispone de cada vez más agentes (por ejemplo, para “proteger” a las mujeres de “la violencia de género”), mejor equipados y pagados. El furor legicentrista, regulador y ordenancista hace que sea necesario un mayor número de policías, guardas, etc., cada año. Al mismo tiempo, quienes forman parte de los cuerpos represivos quedan excluidas de las actividades productivas, de manera que el daño económico es doble. Unas 550.000 personas (250.000 policías, mujeres y hombres, y 300.000 vigilantes privados) están enroladas en los mecanismos
represivos del Estado español y la gran patronal: la sangría que ocasionan es colosal y lo que dejan de producir descomunal…
En este caso lo difícilmente sostenible a largo plazo de los gastos de dominación resulta evidente. Hay que señalar que ha sido en los últimos decenios, bajo el régimen parlamentarista y partitocrático, cuando el aparato represivo estatal y no-estatal ha crecido de manera continua. La voluntad de mandar y ordenar más y más de las élites, por un lado, y por otro el creciente desorden en las relaciones básicas de la vida social, junto con la degradación del trabajo en el siglo XX, explican tal ascenso, sin excluir el factor más fundamental, la desestructuración global del sujeto, del productor.
El desarreglo social, relacional y espiritual, la anomia y la atomización, la reducción de la persona a criatura que se rige por normas externas y no por convicciones internas exigen, asimismo, más agentes y vigilantes, más aparato judicial, más abogados, más cárceles, más adoctrinadores, más “ingenieros de almas”, más gastos en diversiones, más vicios, más programas de integración… La situación de descomposición convivencial en que vivimos, pongamos por caso, ha elevado a cifras elevadas la demanda de abogados, que son caros y que, desde luego, no producen ningún bien o servicio útil, con alguna excepción menor.
Algo similar puede decirse del ejército, paradigma del parasitismo y garante último del orden vigente, lo que prueba que su esencia última es la fuerza, la ausencia de libertad, la imposición. Los cuerpos de altos funcionarios, cuyo espacio son los ministerios, crecen en número, medios e ingresos a medida que el Estado va invadiendo más y más parcelas de la existencia de las clases populares. Y son bien gravosos. Lo que antaño se hacía por medio de acuerdos entre particulares, y a través de regulaciones establecidas por las comunidades naturales, de vecindad, de calle, locales, comarcales, de trabajo, de pastos, de oficios, cofradías, cuadrillas, etc., ahora se hacen por los funcionarios, con lo que acaece que todo marche peor y que su ordenación a través de las instituciones sea bastante dispendiosa.

La pérdida del sentido jovenlandesal, el olvido de los valores y la demonización de las nociones de virtud y vida recta han sido otro procedimiento para impulsar el desarrollo del Estado policial, al ocasionar un individuo que no sabe autogobernarse y autorregularse, que no logra estar en buena armonía con sus semejantes, que necesita aportes constantes de estímulos exteriores (alcohol, drojas, etc.), siempre onerosos y caros. Este sujeto convivencial y psíquicamente caotizado, enfermo, tiende a ser desarreglado e incluso agresivo en su vida social, lo que demanda “más presencia policial”.
De todo ello resultan costes y más costes, gastos y más gastos, todos improductivos. Egresos en policías, en asistentes sociales y psicólogos, en alcohol, en drojas, en tratamientos sanitarios, en pensiones, además de lo no producido económicamente por quienes practican esos vicios. Su cuantificación es difícil de hacer, sobre todo porque nadie se atreve a efectuarla dado que manifiesta el grado de descomposición, también económica, del orden vigente. Se admite que para lo que se llama España hay unos 3,5 millones de personas gravemente adictas al alcohol y las drojas que, además de lo trágico de su situación personal, ocasionan gastos descomunales y producen poco.
¿Por qué? El horror sin fin del trabajo asalariado tecnificado, parcelado, monótono, repetitivo, servil, deshumanizado, sin participación, que mutila a la persona y le priva de hasta el último adarme de vitalidad, está en la base de un gran número de casos de tabaquismo, alcoholismo y drojadicción (además de suicidios). La existencia en las lúgubres barriadas de las grandes ciudades, ayunas de toda vida social, donde nadie conoce a nadie, salvo en los bares, apartadas de la naturaleza y degradadas a espacios en que toda antiestéticaldad tiene su asiento, empujan hacia tales dependencias.

La impresión, muy real, que percibe la persona corriente de no significar ni contar para nada en la vida colectiva, en la política, de no participar y no ser parte del cuerpo social, que es propia del régimen parlamentarista y partitocrático, empuja a los más débiles, o acaso a los más sensibles, en la misma dirección.
La desintegración de las relaciones personales, con la vida convertida en una sucesión de jornadas laborales devastadoras -donde el sujeto es ninguneado, humillado, acosado, privado de dignidad y triturado en su autorrespeto- seguidas de días o noches de fiesta, farra y francachela no menos devastadoras, junto con el declive del afecto, la amistad, el erotismo, la convivencia, el sesso, la alegría de estar juntos, la familiaridad, el compañerismo y el amor desarticulan emocionalmente al sujeto, haciendo de él un juguete roto que necesita “ayuda”.
Eso es particularmente verdad para las mujeres, que son la parte principal de ese casi 20% de la población que consume ansiolíticos o antidepresivos, que necesita de los psicofármacos, o drojas legales, que suministra la Seguridad Social con fines conformistas, para mantener el orden social, situación agravada por agresivo obrar del ministerio de Igualdad y sus feroces agentes (uno y otros son la expresión del patriarcado actualizado y modernizado, una estructura por lo demás bastante cara de mantener) contra las féminas de las clases populares, sobre todo contra las que son o desean ser madres. Todo ello, en su aspecto económico, es: 1) caro, 2) poco productivo.
La depresión se ha hecho no sólo la enfermedad anímica por excelencia de nuestro tiempo sino una manera cada vez más común de estar en el mundo, constituida por una mezcla de tristeza, falta de ánimos, irritabilidad, percepción dolorosa de la carencia de sentido de la existencia15, miedos y pesadillas, soledad, fragilidad anímica e insatisfacción vital agudas, inapetencia erótica, ausencia de vida espiritual… Tiene una parte personal y, también, un componente social y colectivo, pues en el orden vigente
La belleza, igual que la sublimidad, no requiere costes económicos extras, por lo común, sino buen gusto, sensibilidad, una vida interior rica, el deseo de cultivar la parte anímica o espiritual del ser humano y la convicción de que la existencia es mucho más que trabajar y consumir. Por eso estetizar la vida, recuperar la belleza y la grandeza de lo cotidiano, es una de las tareas que la revolución en curso ha de efectuar. La ciudad del pasado es hermosa porque estaba hecha, en sus barrios señoriales y en los populares, por seres humanos. La ciudad del presente es hórrida porque es obra, en todas sus partes, de seres nada.

hay que tener mucha presencia de ánimo para, día a día, encontrar las razones de existir, y no todas las personas lo consiguen.
La cuantía económica de eso es formidable, desde los antidepresivos hasta la necesidad compulsiva de divertirse, esto es, de aturdirse y evadirse psíquicamente. La industria del ocio es, junto al trabajo neo-servil, la principal fuente de desintegración de la persona, y los costos de aquélla en términos reales son colosales. A largo plazo la economía no puede soportar tales mega-gastos improductivos, que además son crecientes, impulsados por el avance de la desintegración de la sociedad y del sujeto


5.- Destrucción de la familia, la sexualidad heterosexual, aniquilación programada de las comunidades populares y las redes tradicionales de ayuda mutua. Híper individualismo y asistencialismo estatalista dos caras de la misma moneda. Hundimiento programado de la natalidad por parte de las mafias capitalistas. Remplazo étnico a la vista.

"Las condiciones de crianza de los niños y de atención a los ancianos en el capitalismo maduro, el actual, son una de las peores manifestaciones de despilfarro ampliado, irracionalidad, elevados costes e insostenibilidad económica, todo ello sin olvidar que además dañan gravemente a esos dos colectivos en lo emocional, lo relacional y lo anímico-físico en su conjunto. La creencia que una extensa red de guarderías es adecuada para la crianza, mientras las madres/padres trabajan compulsivamente como asalariadas al servicio de la patronal, no se basa en un cálculo económico bien realizado y convenientemente publicitado. La crianza de la primera infancia en guarderías es asombrosamente cara y gravosa en sus costes reales, de manera que sólo una minoría puede tener acceso a ellas. La solución que de verdad propone el capitalismo-Estado no son las guarderías sino la persecución pura y simple de la maternidad, la demonización del sesso reproductivo y la importación de mano de obra a través del fenómeno inmigratorio, que le proporciona fuerza de trabajo gratis y nuevos contribuyentes, algo maravilloso para el capital y el ente estatal, un regalo del cielo.
Una vez destruida la comunidad popular, que en el pasado estaba formada por una red compleja de relaciones horizontales, de familia, vecindad, barriada, aldea, oficio, amistad, fiesta, devoción y otras muchas expresiones de la sociabilidad natural, la crianza de los niños se convierte en un asunto muy oneroso en términos económicos. La comunidad popular hacia de la crianza una tarea colectiva informal, de manera que la progenitora podía, al mismo tiempo, trabajar productivamente y tener los hijos que desease, estando casada o permaneciendo soltera. La comunidad popular ha sido paso a paso erosionada y destruida, por el franquismo y después por su heredero en todo, el régimen parlamentarista actual. Un Estado fuerte no puede tener rivales, y la comunidad popular lo era en muchos sentidos, así que aquél promovió la desarticulación de la vida colectiva, la insociabilidad general y la atomización del individuo, metas ya logradas. Ahora la crianza es tarea exclusiva de la progenitora/padre, mucho más porque hasta la última y degradada expresión de sociabilidad, la familia nuclear, está en sus últimos momentos.
Todo esto es aterrador en muchos aspectos, también en el económico. Criar un niño hoy es una tarea hercúlea hoy para las madres y padres de las clases populares, que necesitan simultanear la servidumbre asalariada y sus funciones maternales. Eso contribuye a explicar que la natalidad esté descendiendo más y más, sin que sirvan de gran cosa las ayudas económicas que recibe en ciertos países europeos aunque no en el nuestro. La respuesta del poder no es otra que el proceso de sustitución étnica ya en activo. Los demagogos que insisten en las guarderías como solución tienen que ser respondidos, primero, con el cálculo económico que demuestra que aquéllas son tan extraordinariamente costosas que nunca se generalizaran, de manera que la maternidad será un privilegio de las clases ricas, ya lo es, mientras a la plebe se la prohíbe ser progenitora
y padre... :Aplauso: Segundo, las guarderías como almacenes de niños, arrojados a ellas con desamor mientras sus progenitores se dedican a la producción asalariada, son una forma muy insatisfactoria de educar y criar, pues la infancia queda en manos de mercenarios y funcionarios cuando lo óptimo es que esté con las personas y las comunidades próximas, que sienten cariño por ellos y les aman. Tercero, el sistema de guarderías, tan del gusto de ciertos “anticapitalistas”, expande más todavía el trabajo asalariado, mercantilizando una actividad, la crianza, que nunca debería envilecerse por el trato y contacto con el dinero. El sistema de crianza actual es, por tanto, otro coste oculto que limita el potencial económico y empobrece.
La única solución realista es la reconstrucción de la comunidad popular.
Algo parecido cabe exponer del cuidado a los ancianos en su fase terminal. Las pomposamente denominadas “residencias de la tercera edad” son gravosas, mucho. Si se hace el cálculo de lo que realmente cuesta atender a un interno de ellas se concluye que no son generalizables, existiendo como expresión de la esplendidez estatal, meramente publicitaria, o como negocio, para quienes se lo puedan pagar, una franja reducida de la población. De nuevo, nos topamos con una expresión de irracionalidad económica del actual orden, con una manifestación de despilfarro, con un vector de empobrecimiento. En el pasado, cuando la comunidad popular existía como un orden sustentado en la mutua asistencia, y cuando el anciano no era lanzado, como un trasto inútil, a esos lugares de soledad, marginalidad y dolor vivencial que son las residencias, las personas terminaban sus días entre los suyos, siendo económicamente útiles hasta que podían serlo, y recibiendo y dando afecto, además de proporcionando enseñanzas, consejos, narraciones y lecciones de vida. Hoy el anciano es un estorbo, un improductivo, un ser al que los mindundis del populismo ya le están preparando formas “decentes” de… extinción.
La aniquilación programada, sobre todo desde el Estado pero también desde la patronal, de la comunidad popular, autosuficiente en cuidados, ha sido una de las peores catástrofes económicas (y, por supuesto, no-económicas) de los últimos cien años. Tal aniquilación se ha hecho por razones políticas sobre todo pero está teniendo unos efectos económicos demoledores. Se ha intentado tapar el desastre con el Estado de bienestar pero éste, ni en su mejor momento financiero, ha sido capaz de atender a la crianza de los niños y al cuidado de los ancianos tan bien como lo hacía la comunidad popular, ni muchísimo menos. En su fase de descomposición el Estado de bienestar será todavía mucho menos apto para todo ello, pues se está convirtiendo en un procedimiento para extraer recursos monetarios crecientes de los asalariados, por medio de las cuotas obligatorias a abonar, a la vez que ofrece prestaciones decrecientes en cantidad y calidad. La resultante global es un desastre agregado, también económico.
Ningún país rico y tecnologizado ha logrado resolver el problema de la vivienda, de manera que las casas siguen siendo pequeñas, caras y escasas, además de sin encanto e impersonales en todos los países, desde Suecia a EEUU pasando por España. Sus muros exteriores son de 10/15 centímetros de espesor, cuando se anuncia que en una generación (25 años), las temperaturas medias en los veranos serán hasta 5 ºC superiores por el cambio climático, en la península Ibérica. Antaño, para protegerse sobre todo del frío, tales muros, en las casas autoconstruidas (que eran prácticamente todas las habitadas por la gente modesta) tenían 60/110 centímetros de espesor. Por tanto, ¿quién, y cómo, va a pagar la refrigeración?
Además, las viviendas hoy edificadas son de ínfima calidad, lo que hará de ellas construcciones ruinosas en poco tiempo. Unos gastos enormes serán, por tanto, escasamente aprovechados… todo para que las constructoras ganen dinero, aunque lo hacen tan torpemente que sin las periódicas inyecciones de numerario del ente estatal no podrían mantenerse. Edificios en buen estado y de cierta calidad son derribados para levantar otros bastante peores y más mediocres. Las empresas de las construcción mejoran su cuenta de resultados con ello, pero la sociedad como un todo se empobrece, también económicamente, con tal expresión de despilfarro estructural, bastante común.
El desencuentro entre los sexos y la neo-represión de la vida libidinal heterosexual que realiza el ente estatal actual, neo-patriarcal, por medio de sus agentes a sueldo, está haciendo que la prespitación se haga el procedimiento “natural” para tener actividad amatoria, para los hombres sobre todo pero cada vez más para las mujeres. Se cuantifica en unos 350.000 el número de personas dedicadas a ofrecer sesso por dinero, un mercadeo intolerable que reduce a quien a él se presta a la condición de cosa, de objeto que se vende. Los gastos en lupanares son enormes y las personas que se consagran a ello dejan de producir una ingente masa de valor, de manera que la suma de lo uno y lo otro deprime la economía.
Bastaría con que reinase la libertad erótica y sensual en la sociedad y con que se dejase de enfrentar desde arriba a hombres y mujeres para que esta irracionalidad económica desapareciese o quedase reducida al mínimo. En las sociedades libres y bien organizadas la prespitación es irrelevante, mientras que en las decadentes y en desintegración se hace una lacra en expansión, como está sucediendo ahora. "

6.- Sobre la Universidad y otros parásitos del sistema. Se trata de resaltar el carácter anti económico y en el fondo absurdo de todo el "tinglado" de dominación.

"La partitocracia es un mecanismo para mantener y ampliar la supremacía de las elites del poder materializado en unos 400.000 empleos estatales, que se llevan una porción sustanciosa del producto económico por cumplir unas funciones de opresión política imprescindibles para el sistema parlamentarista pero que no favorece la eficacia de la economía. Lo mismo acaece con los liberados sindicales del sindicalismo amarillo, quizá unos 200.000, toda una masa de improductivos que podría aportar a la economía logros sustanciosos… si no los necesitaran los empresarios para desmovilizar a los trabajadores. Imaginemos lo que conseguiría hacer ese bizarro ejército de 600.000 personas si se destinase a forestar los yermos hórridos de las 4/5 partes de la península Ibérica…
El sistema educativo es otra forma colosal de derroche, irracionalidad y parasitismo por voluntad de sobredominación. A partir de los 14 años, alcanzada la que debería ser la mayoría de edad lógica, una vez superado el destructivo trato paternalista que hoy recibe la adolescencia y juventud, ya no es necesario un aparato estatal, o regulado por el Estado (la educación privada), de formación y, en realidad, no es necesario ninguno, pues el autoaprendizaje puede cumplir todas las funciones necesarias. Es la vida la que enseña, y la trasmisión de los saberes tiene que hacerse por medio de la autoorganización popular, sin profesores ni pedantócratas, sin instituciones educativas ni títulos académicos.

Hoy la tercera parte de la población juvenil asiste a la universidad. Una cantidad enorme de personas, en torno a 1,3 millones, en el periodo más vigoroso de sus vidas, están atrapadas por un sistema palabrero, doctrinario, abstracto, alejado de la experiencia, aleccionador y dogmático, quedando apartadas de la producción (por tanto, de una parte significativa de la vida real) y convertidas en consumidores puros. Disponer de credenciales y títulos académicos no significa estar bien educado sino, meramente, bien adoctrinado, lo que coopera en constituir los sujetos dóciles, débiles, vacíos, incultos, no-creativos y pasivos que el régimen de dictadura vigente necesita.

¿Qué utilidad social o personal tiene esto? La pregunta es: utilidad ¿para quién? El sistema de dominación ha hecho de la educación un modo de adoctrinamiento y amaestramiento, de doma y manipulación, de manera que las facultades intelectuales y reflexivas del alumnado son progresivamente ahogadas, extirpadas. En el caso del sistema educativo la contradicción entre las exigencias políticas y las demandas económicas son obvias. Se ensalza “la sociedad del conocimiento” pero lo que tenemos realmente es la sociedad del adoctrinamiento y la manipulación de las mentes a un nivel y en un grado como no han sido conocidos anteriormente en la historia de la humanidad.
Suscita pocas dudas que a largo plazo la existencia de esa colosal masa estéril, infecunda y parasitaria de jóvenes confinados en la enseñanza secundaria y universitaria no podrá mantenerse por motivos económicos. Eso será un acto liberador, al cuestionar el régimen de enseñanza adoctrinadora y manipuladora para inaugurar un nuevo sistema pedagógico de naturaleza informal que fusione la educación y la vida, por tanto, la educación y la producción. Al recusar el actual sistema educativo, sobre todo en nombre de la libertad de conciencia y de la validez intrínseca de la verdad, en tanto que objetividad finita estamos sentando las bases para una recuperación sustantiva de la economía. El individuo convertido en multi-ignorante por el sistema académico17, al que se le sofocan las capacidades reflexivas y se le convierte en un androide que reproduce mecánicamente lo que los profesores-funcionarios le han inculcado por aleccionamiento, es poco apropiado para las actividades productivas, aunque sí para la obediencia y la sumisión. No es inteligente, no es él mismo y no es creativo, de modo que no se puede esperar de él más que unos resultados mediocres una vez que se incorpora a la actividad económica. La pasmosa falta de libertad actual, que afecta en primer lugar a su fundamento primario, la libertad de conciencia, es también una cuestión económica de notable importancia"


7.- El ineficaz sistema capitalista seria incapaz de sobrevivir si el apoyo del ente ESTATAL y el robo masivo de riqueza realizado por las agencias tributarias a los ciudadanos para trasferir riqueza a las elites capitalistas-estatistas. Consolidación del Capitalismo Monopolístico de Estado dejando tras el viejo capitalismo de libre empresa.

" Otra causa notable de ineficiencia económica se ha puesto de manifiesto en la última gran depresión económica. Mientras que anteriormente los grandes bancos y empresas, que no habían sabido prever el futuro o que eran menos eficaces, quebraban y desaparecían, ahora no sucede así, pues los Estados les “rescata”, proporcionándolas sumas muy crecidas. En 2008-2012 un buen número de bancos, empresas del motor, constructoras, etc. han recibido de sus respectivos entes estatales cantidades en total billonarias, y con algunas medidas cosméticas18 siguen activas, como si nada hubiera sucedido.

No está de más recordar que en 2009 quebraron las tres grandes empresas del automóvil en EEUU, General Motors, Ford y Chrysler, así como la práctica totalidad de los grandes bancos privados del país. Todo ellos fueron rescatados por el Estado, en lo que fue un proceso de nacionalización de facto de la banca y las grandes empresas, pues el ente estatal se hizo propietario mayoritario de las acciones de esas compañías. Con ello, el capitalismo fue salvado de su desintegración. Por eso hoy el capital, meramente para sobrevivir, necesita de un conglomerado Estado/Estados lo más fuerte posible, lo que incluye un sistema fiscal depredador. Sólo los impuestos directos se apoderan de más del 40% del salario del trabajador medio en España, que en buena medida no van a mejorar los servicios sociales ni a “redistribuir” la renta sino a subsidiar y rescatar a la gran empresa.
Así pues, ya no prosperan los mejores (según los criterios del capitalismo) y desaparecen los peores sino que una parte de éstos últimos son mantenidos por el Estado por mor de la estabilidad social, en particular cuando resultan ser firmas “demasiado grandes para quebrar”. Si una gran compañía o corporación opera erróneamente y mal, si es ineficiente, hoy no tiene que temer la bancarrota pues el ente estatal acude a su rescate. Eso pone en evidencia a la retórica falaz sobre “el libre mercado”, mostrando que éste ha dejado de operar en cuestiones fundamentales, precisamente por la intervención del ente estatal. Quienes hacen de la reivindicación de ese “libre mercado” una de sus señas identificativas en lo verbal no lamentan esta forma de intrusión, respaldando las “inyecciones de liquidez” estatales.
Este concluyente hecho manifiesta que el capitalismo en la actualidad opera con criterios que en algunos asuntos importantes son diferentes al pasado, no dándose la selección de “los mejores” a través de la quiebra de “los peores” en las crisis. Eso, indudablemente, hace al sistema productivo capitalista, considerado como un todo, más inefectivo, menos dinámico, más fosilizado y senil, aunque su significado real debe seguir siendo estudiado. Muestra, asimismo, que los fallos del gran capital tienen que ser asumidos no por éste sino por los contribuyentes.
Manifiesta que se ha producido una identificación y fusión todavía más estrecha entre la gran empresa y el ente estatal. En estas condiciones esperar del Estado que haga políticas “anticapitalistas” es un disparate todavía más mayúsculo… tanto como seguir perorando sobre las maravillas de algo que ya no existe en lo referido a cuestiones fundamentales, el “libre mercado”. Los devotos (verbales) de éste guardan un silencio embarazoso cuando el Estado tras*fiere billones a los bancos y grandes empresas en apuros, dinero coercitivamente expoliado a las clases populares con los impuestos.
La concentración de la propiedad y la creación de macro-compañías y conglomerados económicos, de naturaleza monopolística de facto, en cada vez más ramas y sectores de la producción, tiende a rebajar la competencia en el interior de cada país, y favorece el ascenso de formas cada vez más ineficientes de producción. Las grandes firmas son dinosaurios progresivamente más pesados y escleróticos, lentos pesados y enmarañados en su interior, que carecen de motivos para innovar y que se limitan a dormitar, a vegetar económicamente, a la sombra del Estado, siempre dispuesto a intervenir para salvarles de las tormentas financieras. Se habla de las ventajas de “las economías de escala” pero eso a partir de un nivel parece ser mera verborragia para justificar los bloques monopolistas.
Incluso la pequeña empresa está sometida a una situación de monopolio de facto, al ser una simple sección de un vasto grupo económico, por lo común encabezado por un gran banco, aquél que le otorga créditos, lo que le hace dueño de dichas empresas. A través de ellos las entidades financieras punteras controlan y dirigen la vida económica de la gran mayoría de las pequeñas y medianas empresas, que están obligadas a presentar proyectos de emprendimiento y acción económica que gusten a los banqueros. En consecuencia, el poder de los monopolios se extiende en la vida económica, al mismo tiempo que se continúan promulgando “leyes antimonopolio”. Esto es risible, pues por un lado se alienta la creación por fusiones y absorciones de grandes empresas, para que pueda “competir mejor en el exterior”, y por otro se emiten tales leyes para tranquilizar a la opinión pública, aunque se sabe que son muy difícilmente cumplibles.
De este modo la ineficacia, el despilfarro, el estancamiento y la incompetencia se van apoderando de la actividad económica, lo que se manifiesta en más tiempo de trabajo, ritmos productivos más apremiantes, mayor depredación medioambiental y menores ingresos para el asalariado medio.
En su desenvolvimiento el capitalismo se hace cada vez más capitalismo de Estado, lo que manifiesta que los teorizantes de la izquierda son los que mejor comprenden el capitalismo del futuro, que está surgiendo de la negación relativa del capitalismo del presente19. Ellos son sus heraldos. Representan el capitalismo que viene (si la revolución no lo impide), o mega-capitalismo, fusionado cada vez más íntimamente con el artefacto estatal, una estructura espeluznante de dominación social y nulificación personal maximizadas, aunque de una efectividad económica decreciente.
El paro, a partir de un cierto porcentaje, reducido, de trabajadores sin empleo, es una expresión grave de ineficiencia económica, originada por el modo capitalista de producción. Es sabido que éste, para mantener relativamente bajos los salarios y, sobre todo, para conservar la autoridad de la dirección en la empresa a través del temor al despido, necesita de un ejército de reserva laboral, que existe siempre. Pero en determinadas condiciones brota un paro crónico de notable magnitud, lo que significa que millones de personas no producen pero consumen (a través de la prestación por desempleo, la ayuda de la familia, la beneficencia, etc.), estado de cosas que es causa de empobrecimiento de la sociedad.


Espero que os guste. Recomiendo leer el articulo pues ofrece un análisis bastante profundo y poco usual de lo que esta pasando.
 
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