Sí o sí o no y no

Mitrofán

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sobre la minoría de edad permanente.

Sí o sí o no y no, de David González en La Vanguardia

12 noviembre, 2013

Tempus fugit. Aunque parezca mentira, pronto hará una década de aquel pacto del Tinell que quiso ser un punto y seguido al pujolismo pasado por la izquierda y que siete años y dos tripartitos después –primero con Maragall y luego con Montilla– se hundió con estrépito, cocido en su propia salsa y arrastrado por la crisis y el fiasco del Estatut. El acuerdo se empezó a gestar avanzados los noventa, en las puertas de la última legislatura de Pujol, y pasaba por trasladar de una vez por todas al Govern de la Generalitat la hegemonía social y cultural de la izquierda, condenada a topar durante años y años con la anomalía pujolista, incorporando a ERC a la causa. Así se aliaron metales tan diversos como el PSC de las dos almas –la maragallista y la otra–, la ERC musculada por la primera ola de independentismo pragmático liberado por y del paradigma pujolista y los herederos del PSUC, ICV, históricamente proclives a la convergencia estratégica de las clases medias-altas y proletarias (al fin y al cabo, hasta el comunismo es el “término medio”, y lo “radical” es lo otro, dijo Brecht).

Trasladado a la realidad real, todo ello desembocó en un fracaso mayúsculo, del que, en teoría, se hizo borrón y cuenta nueva en el 2010. Pero las corrientes de fondo son tozudas. Hoy se puede ver en los tripartitos la avanzadilla de la nueva Catalunya política: fragmentación (más y más pequeños partidos), horizontalidad (ausencia de hegemonías claras), volatilidad (sensación de incertidumbre permanente) y liderazgos compartidos como sucedáneo de la impotencia de los partidos centrales para reeditar la era de los líderes catch-all. De ahí la propensión de casi todos los que han venido luego a jugárselo todo a un nuevo comienzo. Y no. En el 2003, los catalanes querían un cambio pero le negaron a Maragall una mayoría clara y pusieron a la ERC de Carod como garante del paso adelante nacional (nuevo Estatut); hace un año, repitieron la jugada con Mas, que se ofreció para llegar a Ítaca y le endosaron de copiloto a Junqueras, jefe de la ERC redimida (consulta y independencia sí o sí). Pero cualquier parecido con el pasado es mera casualidad. Los mismos que querían una ERC de gobierno en el 2003 y el 2006 dicen ahora que no conviene mojarse porque le puede ir muy bien con el sí o sí pero aún mejor con el no y no.
 
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