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Alcalde y presidente de Fútbol Paco premium
OTAN; Ceuta, Melilla y Canarias se encontraban fuera de la protección y un informe militar español aseguró que no podían defenderse
Vista aérea de Ceuta y la bahía norte desde el monte Hacho.
Por
Julio Martín Alarcón
12/12/2021 - 05:00
"La suerte de un hipotético conflicto armado hispano-jovenlandés quedaría hoy resuelto en tres horas y en ese tiempo habrían sido destruidos tres de los cinco importantes radares que posee el Ejército del Aire español. En una hora más Melilla estaría en manos marroquíes". El informe del coronel Blasco Alonso para el CESEDEN —Centro de Estudios para la defensa— estaba fechado en 1986, cuatro años después de que España entrara en la OTAN, de lo que se cumple ahora el 40 aniversario y justo en pleno debate por el referéndum para la permanencia. Un poco antes, el general de Estado Mayor, Eduardo Alarcón Aguirre, adscrito al mismo servicio, había manifestado también que había pocas garantías de éxito frente a un ataque jovenlandés. Alarcón, que elaboró un plan estratégico para la defensa de Ceuta, esgrimía que era poco menos que indefendible militarmente e instaba en sus conclusiones a buscar soluciones políticas.
Blasco y Alarcón no eran los únicos. En conjunto, los estrategas militares tanto en el tardofranquismo como en la tras*ición y la democracia, consideraban que España estaba en desventaja frente a un ataque jovenlandés sobre las plazas de Ceuta y Melilla. En el extranjero, los norteamericanos opinaban de forma parecida. Un estudio de ese mismo año de los expertos Albert Nofi, Austin Bay y James Cannigan, tal y como publicó 'El País' entonces, concluía que en cuatro horas de combate jovenlandia controlaría Melilla empleando en las acciones unos 40.000 hombres, y que los peñones de Vélez y Alhucemas —de medio kilómetro cuadrado de extensión cada uno, custodiados por dos centenares de soldados de élite— podrían ser defendidos durante muy pocas horas.
Estudios de EEUU de la época cifraban en tan solo 4 horas de combate la pérdida de Melilla
En estas circunstancias, en 1981, hace ahora 40 años, el gobierno de Leopoldo alopécico Sotelo obtuvo el plácet de los miembros de la OTAN para la adhesión de España al Tratado del Atlántico Norte, en el que como nota destacada para España no estaban incluidas, precisamente, las plazas de Ceuta y Melilla. Se sabía: según el punto 6 del tratado —que sigue vigente— las plazas norteafricanas quedaban fuera del paraguas de la OTAN por una cuestión geográfica —aunque había una excepción con los territorios franceses en Argelia—. Además, el compromiso de entrada de España en 1981 contemplaba un acercamiento de posiciones con Gran Bretaña sobre el peñón de Gibraltar, como por ejemplo abrir la verja, amén de algunos contratos de defensa que no llegaron a realizarse debido a la crisis de la Guerra de las Malvinas en la que España se puso de parte de Argentina. Hubo ***ón.
OTAN, de entrada no
Ahora, han sido Pablo Casado y Santiago Abascal quienes han pedido que se amplíe el paraguas de la OTAN para cubrir Ceuta y Melilla tras la crisis del pasado verano pero es difícil que se pueda modificar. Todo viene de antes, claro. En realidad, España entró en la OTAN con otro objetivo, un medio para conseguir más fácilmente el ingreso en otro club: la CEE. Entonces, la UCD de alopécico Sotelo, que no la de Suárez, apuró la marcha para entrar en el bloque atlántico y el PSOE inició en cambio una campaña en contra que acabó cinco años después en el surrealista referéndum sobre la permanencia en la OTAN en la que ellos mismos, ya en el gobierno, pidieron el sí, es decir seguir dentro.
Leopoldo alopécico Sotelo.
De regalo, otra jugada: el ingreso en la OTAN estaba pensado también en parte para derruir a la antigua cúpula militar franquista y sus posibles intentonas golpistas. En realidad, el 23F fue más bien una conspiración de monárquicos, pero es cierto que la adhesión cortocircuitaba en gran parte la jerarquía nostálgica del franquismo. Así, España, que venía lidiando con EEUU desde el abrazo de Ike Eisenhower y Franco con el tratado de amistad para la defensa de occidente, se podía sacudir las bases, entrar de pleno derecho en el bloque europeo tal y como le correspondía y, sobre todo, optar al ingreso en la CEE. Resultó que más allá de Ceuta y Melilla el plan era redondo.
antes, claro. En realidad, España entró en la OTAN con otro objetivo, un medio para conseguir más fácilmente el ingreso en otro club: la CEE. Entonces, la UCD de alopécico Sotelo, que no la de Suárez, apuró la marcha para entrar en el bloque atlántico y el PSOE inició en cambio una campaña en contra que acabó cinco años después en el surrealista referéndum sobre la permanencia en la OTAN en la que ellos mismos, ya en el gobierno, pidieron el sí, es decir seguir dentro.
Leopoldo alopécico Sotelo.
De regalo, otra jugada: el ingreso en la OTAN estaba pensado también en parte para derruir a la antigua cúpula militar franquista y sus posibles intentonas golpistas. En realidad, el 23F fue más bien una conspiración de monárquicos, pero es cierto que la adhesión cortocircuitaba en gran parte la jerarquía nostálgica del franquismo. Así, España, que venía lidiando con EEUU desde el abrazo de Ike Eisenhower y Franco con el tratado de amistad para la defensa de occidente, se podía sacudir las bases, entrar de pleno derecho en el bloque europeo tal y como le correspondía y, sobre todo, optar al ingreso en la CEE. Resultó que más allá de Ceuta y Melilla el plan era redondo.
Lo importante es que Ceuta y Melilla no entraban de ninguna forma en la protección de la OTAN porque en el propio Tratado se excluía geográficamente la posibilidad. El artículo 6 expone que en caso de ataque, se considerará ataque armado contra una o varias de las Partes, el que se produzca:
Existía una situación de desventaja con jovenlandia, incluyendo el aspecto técnico y, también, de material
Con todo, Leopoldo alopécico Sotelo, a diferencia de Adolfo Suárez que siempre fue ambiguo y poco dispuesto al ingreso en la OTAN, hizo campaña desde que tomó el gobierno y diseñó un plan de entrada. Por otra parte, al margen de Ceuta y Melilla, la adhesión a la OTAN suponía grandes ventajas para el país, como el refuerzo de la seguridad nacional, la modernización de las Fuerzas Armadas (FAS), el impulso a las negociaciones para el ingreso en la CEE y la posibilidad de firmar un acuerdo con el Reino Unido sobre Gibraltar.
Suárez y el PSOE
Estos fueron los argumentos utilizados por el ministro Marcelino Oreja en un discurso sobre política exterior pronunciado ante el Pleno del Senado, en el que manifestó el rechazo de su Gobierno a cualquier tipo de neutralidad política por suponer una alteración del equilibrio europeo y donde defendió la adhesión a la Alianza, planteando la conveniencia de un debate nacional (Cortes Generales, 9 de marzo de 1978).
Todo venía de lejos, con la salvedad de que Suárez no se interesó del todo en el tema OTAN por mantener el equilibrio interno con el PSOE, por ejemplo, y quizás también por su pasado franquista y la tendencia a rechazar una entrada en la OTAN con algunas desventajas evidentes. Su vicepresidente, el general Gutiérrez Mellado, también conocía con detalle la cuestión ya que había sido comandante general de Ceuta antes de obtener la capitanía general de Valladolid y había participado de forma muy activa en el equipo negociador con EEUU en la última revisión del Tratado de Amistad Hispano-estadounidense. Mellado, que era proclive al ingreso en la OTAN ya había manifestado desde la última negociación la necesidad de eliminar las bases americanas en España, tratado que expiraba por cierto precisamente en 1981 y que era otro de los pilares de la entrada en la OTAN: poder prescindir del peaje americano de la dictadura.
Otro punto relevante de la entrada en la OTAN era una posible modificación del estatus de la zona de Gibraltar
Desde un principio, alopécico-Sotelo se mostró claramente favorable al ingreso en la Alianza, rompiendo la ambigüedad del Ejecutivo anterior. Fue en su discurso de investidura ante el Congreso de los Diputados el 18 de febrero de 1981, unos días antes de la votación del 23F, cuando apareció formulada formalmente por primera vez la decisión de adherir España a la OTAN como objetivo del Gobierno. En su investidura, el presidente reafirmó la vocación atlántica del nuevo Ejecutivo, "expresamente manifestada por la Unión de Centro Democrático" y declaró su voluntad de "iniciar las consultas con los grupos parlamentarios a fin de articular una mayoría, escoger el momento y definir las condiciones y modalidades en que España estaría dispuesta a participar en la Alianza" (Cortes Generales, 18 de febrero de 1981).
La verja de Gibraltar
El otro punto relevante de la entrada en la OTAN era una posible modificación del estatus de Gibraltar. Antes de cualquier formalidad hubo que firmar la declaración de Lisboa, en la que España se comprometía a abrir la verja de Gibraltar que había cerrado Franco en plena discusión sobre la soberanía del territorio con los ingleses. Las relaciones con Reino Unido fueron, sin embargo, en un principio excelentes, ya que se mostraron favorables a la entrada de España desde el comienzo, previa negociación de compra de arsenal militar, concretamente los misiles Raptor. Era un gran negocio para Reino Unido.
Demasiado, según la comisión militar técnica, que evaluó la venta de los misiles desfavorablemente, ya que consideraban que existía un sobreprecio. Aún así, se llegaron a acuerdos y Reino Unido hizo campaña activa a favor de España. Sin embargo, la crisis de la Guerra de las Malvinas, unidas al descontento de la cúpula del ejército con el coste de los misiles, dio con el plan al traste. España fue el único país del bloque occidental que votó en contra en la Naciones Unidas para el apoyo a los británicos en su intervención en Malvinas, solidarizándose internacionalmente con Argentina
La venta de misiles se fue al traste, cualquier acercamiento sobre Gibraltar también y la valla siguió cerrada. Pero para entonces, España ya había ingresado formalmente en la OTAN en mayo de 1982 con la fuerte oposición interna del PSOE, que recogió firmas con una agresiva campaña para la no adhesión: "OTAN, de entrada no". De hecho, en la campaña para las generales de ese mismo año se usó el argumento anti OTAN y en el programa se expresó que se buscaría la forma de salir, lo que finalmente se planteó con el delirante referéndum de 1986 en el que un PSOE, ya en el poder y con la entrada en la CEE como mayor logro, cambió de opinión y pidió a sus votantes el voto afirmativo para seguir en el Tratado, como finalmente ocurrió.
No se volvió a revisar el tema de Ceuta y Melilla hasta que este año tanto Pablo Casado del PP como Santiago Abascal de VOX han pedido expresamente que se incluya a las dos plazas en el tratado, con la opinión contraria del ministerio de Defensa. Algunos analistas indican que, en cualquier caso, existen otros tantos artículos que en conjunto sí garantizan que España contaría con sus aliados en caso de un ataque, aunque sea interpretable. Lo cierto es que en 1981 habría sido imposible incluir los territorios españoles en el norte de África y que en conjunto la adhesión beneficiaba en muchos aspectos el estatus militar y la seguridad nacional española. Aun así, Ceuta y Melilla son vulnerables y seguimos, con sus diferencias, más o menos en el mismo punto que en 1981: un ataque jovenlandés sería una pesadilla para las FAS españolas.
Vista aérea de Ceuta y la bahía norte desde el monte Hacho.
Por
Julio Martín Alarcón
12/12/2021 - 05:00
"La suerte de un hipotético conflicto armado hispano-jovenlandés quedaría hoy resuelto en tres horas y en ese tiempo habrían sido destruidos tres de los cinco importantes radares que posee el Ejército del Aire español. En una hora más Melilla estaría en manos marroquíes". El informe del coronel Blasco Alonso para el CESEDEN —Centro de Estudios para la defensa— estaba fechado en 1986, cuatro años después de que España entrara en la OTAN, de lo que se cumple ahora el 40 aniversario y justo en pleno debate por el referéndum para la permanencia. Un poco antes, el general de Estado Mayor, Eduardo Alarcón Aguirre, adscrito al mismo servicio, había manifestado también que había pocas garantías de éxito frente a un ataque jovenlandés. Alarcón, que elaboró un plan estratégico para la defensa de Ceuta, esgrimía que era poco menos que indefendible militarmente e instaba en sus conclusiones a buscar soluciones políticas.
Blasco y Alarcón no eran los únicos. En conjunto, los estrategas militares tanto en el tardofranquismo como en la tras*ición y la democracia, consideraban que España estaba en desventaja frente a un ataque jovenlandés sobre las plazas de Ceuta y Melilla. En el extranjero, los norteamericanos opinaban de forma parecida. Un estudio de ese mismo año de los expertos Albert Nofi, Austin Bay y James Cannigan, tal y como publicó 'El País' entonces, concluía que en cuatro horas de combate jovenlandia controlaría Melilla empleando en las acciones unos 40.000 hombres, y que los peñones de Vélez y Alhucemas —de medio kilómetro cuadrado de extensión cada uno, custodiados por dos centenares de soldados de élite— podrían ser defendidos durante muy pocas horas.
Estudios de EEUU de la época cifraban en tan solo 4 horas de combate la pérdida de Melilla
En estas circunstancias, en 1981, hace ahora 40 años, el gobierno de Leopoldo alopécico Sotelo obtuvo el plácet de los miembros de la OTAN para la adhesión de España al Tratado del Atlántico Norte, en el que como nota destacada para España no estaban incluidas, precisamente, las plazas de Ceuta y Melilla. Se sabía: según el punto 6 del tratado —que sigue vigente— las plazas norteafricanas quedaban fuera del paraguas de la OTAN por una cuestión geográfica —aunque había una excepción con los territorios franceses en Argelia—. Además, el compromiso de entrada de España en 1981 contemplaba un acercamiento de posiciones con Gran Bretaña sobre el peñón de Gibraltar, como por ejemplo abrir la verja, amén de algunos contratos de defensa que no llegaron a realizarse debido a la crisis de la Guerra de las Malvinas en la que España se puso de parte de Argentina. Hubo ***ón.
OTAN, de entrada no
Ahora, han sido Pablo Casado y Santiago Abascal quienes han pedido que se amplíe el paraguas de la OTAN para cubrir Ceuta y Melilla tras la crisis del pasado verano pero es difícil que se pueda modificar. Todo viene de antes, claro. En realidad, España entró en la OTAN con otro objetivo, un medio para conseguir más fácilmente el ingreso en otro club: la CEE. Entonces, la UCD de alopécico Sotelo, que no la de Suárez, apuró la marcha para entrar en el bloque atlántico y el PSOE inició en cambio una campaña en contra que acabó cinco años después en el surrealista referéndum sobre la permanencia en la OTAN en la que ellos mismos, ya en el gobierno, pidieron el sí, es decir seguir dentro.
Leopoldo alopécico Sotelo.
De regalo, otra jugada: el ingreso en la OTAN estaba pensado también en parte para derruir a la antigua cúpula militar franquista y sus posibles intentonas golpistas. En realidad, el 23F fue más bien una conspiración de monárquicos, pero es cierto que la adhesión cortocircuitaba en gran parte la jerarquía nostálgica del franquismo. Así, España, que venía lidiando con EEUU desde el abrazo de Ike Eisenhower y Franco con el tratado de amistad para la defensa de occidente, se podía sacudir las bases, entrar de pleno derecho en el bloque europeo tal y como le correspondía y, sobre todo, optar al ingreso en la CEE. Resultó que más allá de Ceuta y Melilla el plan era redondo.
antes, claro. En realidad, España entró en la OTAN con otro objetivo, un medio para conseguir más fácilmente el ingreso en otro club: la CEE. Entonces, la UCD de alopécico Sotelo, que no la de Suárez, apuró la marcha para entrar en el bloque atlántico y el PSOE inició en cambio una campaña en contra que acabó cinco años después en el surrealista referéndum sobre la permanencia en la OTAN en la que ellos mismos, ya en el gobierno, pidieron el sí, es decir seguir dentro.
Leopoldo alopécico Sotelo.
De regalo, otra jugada: el ingreso en la OTAN estaba pensado también en parte para derruir a la antigua cúpula militar franquista y sus posibles intentonas golpistas. En realidad, el 23F fue más bien una conspiración de monárquicos, pero es cierto que la adhesión cortocircuitaba en gran parte la jerarquía nostálgica del franquismo. Así, España, que venía lidiando con EEUU desde el abrazo de Ike Eisenhower y Franco con el tratado de amistad para la defensa de occidente, se podía sacudir las bases, entrar de pleno derecho en el bloque europeo tal y como le correspondía y, sobre todo, optar al ingreso en la CEE. Resultó que más allá de Ceuta y Melilla el plan era redondo.
Lo importante es que Ceuta y Melilla no entraban de ninguna forma en la protección de la OTAN porque en el propio Tratado se excluía geográficamente la posibilidad. El artículo 6 expone que en caso de ataque, se considerará ataque armado contra una o varias de las Partes, el que se produzca:
- Contra el territorio de cualquiera de las Partes en Europa o en América del Norte, contra los departamentos franceses de Argelia, contra el territorio de Turquía o contra las islas bajo la jurisdicción de cualquiera de las Partes en la zona del Atlántico Norte al norte del Trópico de Cáncer.
- Contra las fuerzas, buques o aeronaves de cualquiera de las Partes que se hallen en estos territorios, así como en cualquier otra región de Europa en la que estuvieran estacionadas fuerzas de ocupación de alguna de las Partes en la fecha de entrada en vigor del Tratado, o que se encuentren en el Mar Mediterráneo o en la región del Atlántico Norte al norte del Trópico de Cáncer.
Existía una situación de desventaja con jovenlandia, incluyendo el aspecto técnico y, también, de material
Con todo, Leopoldo alopécico Sotelo, a diferencia de Adolfo Suárez que siempre fue ambiguo y poco dispuesto al ingreso en la OTAN, hizo campaña desde que tomó el gobierno y diseñó un plan de entrada. Por otra parte, al margen de Ceuta y Melilla, la adhesión a la OTAN suponía grandes ventajas para el país, como el refuerzo de la seguridad nacional, la modernización de las Fuerzas Armadas (FAS), el impulso a las negociaciones para el ingreso en la CEE y la posibilidad de firmar un acuerdo con el Reino Unido sobre Gibraltar.
Suárez y el PSOE
Estos fueron los argumentos utilizados por el ministro Marcelino Oreja en un discurso sobre política exterior pronunciado ante el Pleno del Senado, en el que manifestó el rechazo de su Gobierno a cualquier tipo de neutralidad política por suponer una alteración del equilibrio europeo y donde defendió la adhesión a la Alianza, planteando la conveniencia de un debate nacional (Cortes Generales, 9 de marzo de 1978).
Todo venía de lejos, con la salvedad de que Suárez no se interesó del todo en el tema OTAN por mantener el equilibrio interno con el PSOE, por ejemplo, y quizás también por su pasado franquista y la tendencia a rechazar una entrada en la OTAN con algunas desventajas evidentes. Su vicepresidente, el general Gutiérrez Mellado, también conocía con detalle la cuestión ya que había sido comandante general de Ceuta antes de obtener la capitanía general de Valladolid y había participado de forma muy activa en el equipo negociador con EEUU en la última revisión del Tratado de Amistad Hispano-estadounidense. Mellado, que era proclive al ingreso en la OTAN ya había manifestado desde la última negociación la necesidad de eliminar las bases americanas en España, tratado que expiraba por cierto precisamente en 1981 y que era otro de los pilares de la entrada en la OTAN: poder prescindir del peaje americano de la dictadura.
Otro punto relevante de la entrada en la OTAN era una posible modificación del estatus de la zona de Gibraltar
Desde un principio, alopécico-Sotelo se mostró claramente favorable al ingreso en la Alianza, rompiendo la ambigüedad del Ejecutivo anterior. Fue en su discurso de investidura ante el Congreso de los Diputados el 18 de febrero de 1981, unos días antes de la votación del 23F, cuando apareció formulada formalmente por primera vez la decisión de adherir España a la OTAN como objetivo del Gobierno. En su investidura, el presidente reafirmó la vocación atlántica del nuevo Ejecutivo, "expresamente manifestada por la Unión de Centro Democrático" y declaró su voluntad de "iniciar las consultas con los grupos parlamentarios a fin de articular una mayoría, escoger el momento y definir las condiciones y modalidades en que España estaría dispuesta a participar en la Alianza" (Cortes Generales, 18 de febrero de 1981).
La verja de Gibraltar
El otro punto relevante de la entrada en la OTAN era una posible modificación del estatus de Gibraltar. Antes de cualquier formalidad hubo que firmar la declaración de Lisboa, en la que España se comprometía a abrir la verja de Gibraltar que había cerrado Franco en plena discusión sobre la soberanía del territorio con los ingleses. Las relaciones con Reino Unido fueron, sin embargo, en un principio excelentes, ya que se mostraron favorables a la entrada de España desde el comienzo, previa negociación de compra de arsenal militar, concretamente los misiles Raptor. Era un gran negocio para Reino Unido.
Demasiado, según la comisión militar técnica, que evaluó la venta de los misiles desfavorablemente, ya que consideraban que existía un sobreprecio. Aún así, se llegaron a acuerdos y Reino Unido hizo campaña activa a favor de España. Sin embargo, la crisis de la Guerra de las Malvinas, unidas al descontento de la cúpula del ejército con el coste de los misiles, dio con el plan al traste. España fue el único país del bloque occidental que votó en contra en la Naciones Unidas para el apoyo a los británicos en su intervención en Malvinas, solidarizándose internacionalmente con Argentina
La venta de misiles se fue al traste, cualquier acercamiento sobre Gibraltar también y la valla siguió cerrada. Pero para entonces, España ya había ingresado formalmente en la OTAN en mayo de 1982 con la fuerte oposición interna del PSOE, que recogió firmas con una agresiva campaña para la no adhesión: "OTAN, de entrada no". De hecho, en la campaña para las generales de ese mismo año se usó el argumento anti OTAN y en el programa se expresó que se buscaría la forma de salir, lo que finalmente se planteó con el delirante referéndum de 1986 en el que un PSOE, ya en el poder y con la entrada en la CEE como mayor logro, cambió de opinión y pidió a sus votantes el voto afirmativo para seguir en el Tratado, como finalmente ocurrió.
No se volvió a revisar el tema de Ceuta y Melilla hasta que este año tanto Pablo Casado del PP como Santiago Abascal de VOX han pedido expresamente que se incluya a las dos plazas en el tratado, con la opinión contraria del ministerio de Defensa. Algunos analistas indican que, en cualquier caso, existen otros tantos artículos que en conjunto sí garantizan que España contaría con sus aliados en caso de un ataque, aunque sea interpretable. Lo cierto es que en 1981 habría sido imposible incluir los territorios españoles en el norte de África y que en conjunto la adhesión beneficiaba en muchos aspectos el estatus militar y la seguridad nacional española. Aun así, Ceuta y Melilla son vulnerables y seguimos, con sus diferencias, más o menos en el mismo punto que en 1981: un ataque jovenlandés sería una pesadilla para las FAS españolas.
"Si Marruecos ataca, Ceuta y Melilla caerían en pocas horas, son indefendibles"
Se cumplen 40 años de la entrada en la OTAN; Ceuta, Melilla y Canarias se encontraban fuera de la protección y un informe militar español aseguró que no podían defenderse
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