Veamos ¿Nos puede importar?.. Ved, en la metafísica teológica laica, si es importante: El concepto del espacio futuro, en la física cuántica, se entiende como la capacidad del pensamiento psíquico, el concepto evolucionado de la energía, con consciencia de su existencia, como discernimos, comparado con las ondas gravitacionales galantes y armónica, que es un plausible concepto de un Universo al fin estable en su desarrollo, para entenderlo: un programa de metaverso tan avanzado que logra que su holograma virtual se desarrolle con una armonía galante de las probabilidades de acontecimientos, con sus incógnitas bien esperadas y con capacidad de asumirlas y tratarlas... Ved si es importante. EL CONCEPTO DE ESPACIO FUTURO, Es en la física cuántica un concepto metafísico entendiendo que el espacio, la energía, es EL UNIVERSO, real que no tiene campo de fuerza, porque al tomar consciencia la energía de su existencia ha podido evitar que la energía se disperse en la in animación de su fuerza universal sobre el espacio real de nuestra existencia... EL ESPACIO FUTURO, ya se está discerniendo en el análisis mortal, ved lo avanzado. Ya hay analistas tácticos, no estadistas, es muy diferente un analista táctico de un estadista... Y en esta guerra mundial tercera están aportando, por ahora, que no se extinguiera nuestra mortalidad universal. Os dejo un artículo, para que puedas ver lo que hemos, de modo, pincelado explicado QUÉ ES EL ESPACIO FUTURO EN NUESTRO PLAUSIBLE CONCEPTO DE LA REALIDAD. PORQUE AHORA DICEN LOS CIENTÍFICOS QUE EL UNIVERSO QUE CREEMOS NO EXISTEN...
Una representación de los modelos de espuma cuántica, en los que el espacio-tiempo se vuelve turbulento a distancias muy pequeñas debido a que empieza a manifestar su carácter cuántico.Jarrokam (Wikimedia)
Creada: 07.11.2020 12:00
Última actualización: 07.11.2020 12:00
Espacio, tiempo y movimiento
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Por otro lado, los cambios los podemos entender siempre en términos de movimiento: un cambio muy sencillo es que un objeto cambie de lugar, y efectivamente ha habido movimiento. Otro es que un objeto se caliente o se enfríe; aquí el movimiento no es evidente a simple vista, pero “calentarse” significa que sus moléculas se mueven más rápido, y “enfriarse”, que se mueven más lento. Para que exista ese movimiento necesitamos un lugar por el que moverse: a ese lugar lo llamamos espacio. En realidad la mera idea de movimiento nos aboca a hablar del espacio y el tiempo, que son una especie de lienzo en que ese movimiento sucede.
Así pues, en la imagen tradicional del universo éste está formado por tres tipos de elementos: los objetos, que van cambiando; el espacio, que es el escenario en que ocurren esos cambios; y el tiempo, que es una especie de ritmo de referencia que nos permite distinguir la velocidad de esos cambios.
Teoría de la relatividad
Con el paso del tiempo, esas nociones se fueron refinando. La relatividad de Einstein nos enseñó que el espacio y el tiempo no son un lienzo absoluto, idéntico para todo el mundo. Por el mero hecho de movernos, nuestra percepción de qué es espacio y qué es tiempo cambia. Por ejemplo, yo puedo estar observando con un telescopio y ver que un meteorito va a caer en Marte dentro de tres minutos. Un astronauta que vaya en una nave espacial a la velocidad adecuada, sin embargo, verá que el meteorito cae en Marte a la vez que yo estoy diciendo eso. Ese mismo astronauta también verá que la distancia entre Marte y la Tierra es más pequeña que la que yo mediría. De ahí viene el nombre de la teoría: el espacio y el tiempo son relativos, dependen de quién los esté midiendo.
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Una de las consecuencias más importantes de la teoría de la relatividad es que nada puede viajar más rápido que la luz. Esta norma divide el espacio-tiempo en tres regiones: la región desde la que me puede haber llegado algún objeto, la región a la que yo puedo enviar objetos en el futuro y la región “prohibida”: las zonas con las que no puedo interaccionar porque para llegar a ellas sería necesario viajar más rápido que la luz. Esas tres zonas están representadas en este diagrama, en el que nosotros estamos situados en el centro. El cono inferior son todos los puntos desde los que nos ha podido llegar información: es el cono del pasado. El cono superior son todos los puntos a los que podemos mandar información: es el cono del futuro. El resto es el espacio acausal, puntos del espacio-tiempo con los que no podemos interaccionar. La relatividad, pese a sus complejas relaciones entre espacio y tiempo, garantiza que todos los observadores Stib / K. Aainsqatsi (Wikimedia)
Por fortuna hay otras cosas en la teoría de Einstein que no son relativas: la velocidad de la luz, por ejemplo, es la misma para todos los observadores. Y la sucesión de causas y efectos, siempre con las causas antes y los efectos después, también es igual para todo el mundo. Y menos mal. Estas nuevas reglas nos complican un poco la existencia, pero siguen dejando hueco para que exista una realidad física, para que haya cosas que sean verdad las mire quien las mire.
El espacio-tiempo podría ser un fenómeno cuántico
Una serie de conjeturas en física teórica sugiere que el espacio y el tiempo son, en realidad, una forma de expresar las propiedades cuánticas de los objetos.
Creada: 07.11.2020 12:00
Última actualización: 07.11.2020 12:00
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Espacio, tiempo y movimiento
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Por otro lado, los cambios los podemos entender siempre en términos de movimiento: un cambio muy sencillo es que un objeto cambie de lugar, y efectivamente ha habido movimiento. Otro es que un objeto se caliente o se enfríe; aquí el movimiento no es evidente a simple vista, pero “calentarse” significa que sus moléculas se mueven más rápido, y “enfriarse”, que se mueven más lento. Para que exista ese movimiento necesitamos un lugar por el que moverse: a ese lugar lo llamamos espacio. En realidad la mera idea de movimiento nos aboca a hablar del espacio y el tiempo, que son una especie de lienzo en que ese movimiento sucede.
Así pues, en la imagen tradicional del universo éste está formado por tres tipos de elementos: los objetos, que van cambiando; el espacio, que es el escenario en que ocurren esos cambios; y el tiempo, que es una especie de ritmo de referencia que nos permite distinguir la velocidad de esos cambios.
Teoría de la relatividad
Con el paso del tiempo, esas nociones se fueron refinando. La relatividad de Einstein nos enseñó que el espacio y el tiempo no son un lienzo absoluto, idéntico para todo el mundo. Por el mero hecho de movernos, nuestra percepción de qué es espacio y qué es tiempo cambia. Por ejemplo, yo puedo estar observando con un telescopio y ver que un meteorito va a caer en Marte dentro de tres minutos. Un astronauta que vaya en una nave espacial a la velocidad adecuada, sin embargo, verá que el meteorito cae en Marte a la vez que yo estoy diciendo eso. Ese mismo astronauta también verá que la distancia entre Marte y la Tierra es más pequeña que la que yo mediría. De ahí viene el nombre de la teoría: el espacio y el tiempo son relativos, dependen de quién los esté midiendo.
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Por fortuna hay otras cosas en la teoría de Einstein que no son relativas: la velocidad de la luz, por ejemplo, es la misma para todos los observadores. Y la sucesión de causas y efectos, siempre con las causas antes y los efectos después, también es igual para todo el mundo. Y menos mal. Estas nuevas reglas nos complican un poco la existencia, pero siguen dejando hueco para que exista una realidad física, para que haya cosas que sean verdad las mire quien las mire.