Beckenbauer de la Bahía
Himbersor
En Movistar+ (espera, que corro a abonarme) la gran serie española que todoj hestabamos ejperando, la refinitiva y que romperá moldes (que para eso la hemos subvencionado).
¿Los personajes saldrán a los balcones a aplaudir y a cantar el Resistiré?.
Comentemos amistosamente.
'Apagón', un fin del mundo que ya no suena a ciencia ficción
Antes de que el el bichito parara el mundo, un informe del banco Lloyd’s de Reino Unido advertía de que la segunda catástrofe mundial más probable era una tormenta solar de la que podríamos tardar hasta dos años en recuperarnos. El primer cataclismo previsto era, claro, una esa época en el 2020 de la que yo le hablo provocada por un bichito tipo «corona». La realidad dio la razón al informe de Lloyd’s mientras que para la ficción se queda, de momento, imaginar cómo sería el mundo derivado de una tormenta solar. Lo hacen en ‘Apagón’, la serie de Movistar que se estrena mañana, algunos de los mejores directores y guionistas de España.
Inspirada en ‘El gran apagón’, un pódcast que suma cerca de siete millones de reproducciones, la serie de televisión ficciona en cinco capítulos qué pasaría en España si una tormenta solar tumbara todos los sistemas eléctricos y, con ello, la sociedad tal y como la conocemos:ni agua potable, ni telefonía, ni dinero corriente...
Nada. Un apocalipsis en el que, a diferencia de lo que suele mostrar Hollywood, no habría héroes inverosímiles ni soluciones mágicas, sino un realismo frenético más parecido a ‘El colapso’, la serie francesa que se estrenó durante la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de el bichito.
Así, los cinco directores de cada capítulo miran a cómo la sociedad se adapta y sobrevive, es decir, cómo evoluciona en un nuevo mundo al más puro estilo darwinista. En el primer capítulo, escrito por Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, asistimos a las inciertas horas previas a la llegada de la tormenta solar, donde las dudas de los expertos –en este caso Luis Callejo, al mando de Protección Civil– chocan contra las certezas de los políticos que no quieren actuar hasta ver qué pasa; en el segundo, Raúl Arévalo se fija en los médicos que tienen que seguir trabajando cuando la sociedad ha colapsado, con unas tensiones –triajes, falta de material, incertidumbre– que tienen su eco en marzo de 2020;en el tercer episodio es Isa Campo la que pone su mirada en los PAU de las periferias, esas urbanizaciones aquí convertidas en guetos autosuficientes con las pistas de pádel como gallineros y las azoteas como depósitos de agua; en la cuarta entrega, Alberto Rodríguez, con el capítulo más contenido y también el más tenso, sigue a un pastor enfrentándose a un nuevo depredador, el ser humano; y en la quinta entrega Isaki Lacuesta retoma un cabo suelto con la mujer de Luis Callejo que huyó en el primer episodio a su finca en el campo y que allí ha de reiniciar una vida muy diferente a la que tenía en la ciudad.
«Lo interesante de este tipo de historia es que enfrenta a los personajes a una crisis. Y en las crisis los personajes aprenden, se adaptan, crecen... No estamos ante un relato apocalíptico ni catastrófico. El apagón es temporal y, mientras se soluciona, hay que aprender a vivir en la nueva realidad», dijo Fran Araújo, coordinador creativo de la serie, en el Festival de San Sebastián, donde se presentó la serie.
Allí hablaron todos los responsables del equipo creativo. Entre ellos, Isaki Lacuesta e Isa Campo, que lamentaron que en España no haya un protocolo claro para una tragedia que no es inviable que nos toque vivir en una generación. Sin embargo, ellos mismos –son pareja en la vida real– comentaron en una entrevista con Europa Press que que «ni de coña» se está preparado para un apagón de este tipo. «Ni por más que lo sepamos. Nosotros somos las personas que más hemos pensado en el apagón y no tenemos ni pilas acumulada ni latas ni nada», admitió Campo entre risas.
«En el momento en que nos dimos cuenta de que no era ciencia ficción futurista utópica, sino una cosa que puede ocurrir, supimos que no había que hacer la serie sino montar una empresa de batería. Y no las hemos montado, así que somos unos inútiles», ha apostillado Lacuesta.
A la pregunta de si creen que la idea de ‘salir más fuertes’ de este tipo de catástrofes es acertada, ambos la han rechazado. «Claramente no, a nivel individual sí que todos hemos tenido una visión de cuestionar nuestras vidas pero no a nivel colectivo. Al final, todos hemos salido con esa sensación de esto no puede seguir así y hemos seguido así», ha concluido Campo.
¿Los personajes saldrán a los balcones a aplaudir y a cantar el Resistiré?.
Comentemos amistosamente.
'Apagón', un fin del mundo que ya no suena a ciencia ficción
Antes de que el el bichito parara el mundo, un informe del banco Lloyd’s de Reino Unido advertía de que la segunda catástrofe mundial más probable era una tormenta solar de la que podríamos tardar hasta dos años en recuperarnos. El primer cataclismo previsto era, claro, una esa época en el 2020 de la que yo le hablo provocada por un bichito tipo «corona». La realidad dio la razón al informe de Lloyd’s mientras que para la ficción se queda, de momento, imaginar cómo sería el mundo derivado de una tormenta solar. Lo hacen en ‘Apagón’, la serie de Movistar que se estrena mañana, algunos de los mejores directores y guionistas de España.
Inspirada en ‘El gran apagón’, un pódcast que suma cerca de siete millones de reproducciones, la serie de televisión ficciona en cinco capítulos qué pasaría en España si una tormenta solar tumbara todos los sistemas eléctricos y, con ello, la sociedad tal y como la conocemos:ni agua potable, ni telefonía, ni dinero corriente...
Nada. Un apocalipsis en el que, a diferencia de lo que suele mostrar Hollywood, no habría héroes inverosímiles ni soluciones mágicas, sino un realismo frenético más parecido a ‘El colapso’, la serie francesa que se estrenó durante la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de el bichito.
Así, los cinco directores de cada capítulo miran a cómo la sociedad se adapta y sobrevive, es decir, cómo evoluciona en un nuevo mundo al más puro estilo darwinista. En el primer capítulo, escrito por Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, asistimos a las inciertas horas previas a la llegada de la tormenta solar, donde las dudas de los expertos –en este caso Luis Callejo, al mando de Protección Civil– chocan contra las certezas de los políticos que no quieren actuar hasta ver qué pasa; en el segundo, Raúl Arévalo se fija en los médicos que tienen que seguir trabajando cuando la sociedad ha colapsado, con unas tensiones –triajes, falta de material, incertidumbre– que tienen su eco en marzo de 2020;en el tercer episodio es Isa Campo la que pone su mirada en los PAU de las periferias, esas urbanizaciones aquí convertidas en guetos autosuficientes con las pistas de pádel como gallineros y las azoteas como depósitos de agua; en la cuarta entrega, Alberto Rodríguez, con el capítulo más contenido y también el más tenso, sigue a un pastor enfrentándose a un nuevo depredador, el ser humano; y en la quinta entrega Isaki Lacuesta retoma un cabo suelto con la mujer de Luis Callejo que huyó en el primer episodio a su finca en el campo y que allí ha de reiniciar una vida muy diferente a la que tenía en la ciudad.
«Lo interesante de este tipo de historia es que enfrenta a los personajes a una crisis. Y en las crisis los personajes aprenden, se adaptan, crecen... No estamos ante un relato apocalíptico ni catastrófico. El apagón es temporal y, mientras se soluciona, hay que aprender a vivir en la nueva realidad», dijo Fran Araújo, coordinador creativo de la serie, en el Festival de San Sebastián, donde se presentó la serie.
Allí hablaron todos los responsables del equipo creativo. Entre ellos, Isaki Lacuesta e Isa Campo, que lamentaron que en España no haya un protocolo claro para una tragedia que no es inviable que nos toque vivir en una generación. Sin embargo, ellos mismos –son pareja en la vida real– comentaron en una entrevista con Europa Press que que «ni de coña» se está preparado para un apagón de este tipo. «Ni por más que lo sepamos. Nosotros somos las personas que más hemos pensado en el apagón y no tenemos ni pilas acumulada ni latas ni nada», admitió Campo entre risas.
«En el momento en que nos dimos cuenta de que no era ciencia ficción futurista utópica, sino una cosa que puede ocurrir, supimos que no había que hacer la serie sino montar una empresa de batería. Y no las hemos montado, así que somos unos inútiles», ha apostillado Lacuesta.
A la pregunta de si creen que la idea de ‘salir más fuertes’ de este tipo de catástrofes es acertada, ambos la han rechazado. «Claramente no, a nivel individual sí que todos hemos tenido una visión de cuestionar nuestras vidas pero no a nivel colectivo. Al final, todos hemos salido con esa sensación de esto no puede seguir así y hemos seguido así», ha concluido Campo.