Sergio Oslé: "Todo el mundo pagará por ver la televisión en cinco años"
Un visonario!!!
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Sergio Oslé: "Todo el mundo pagará por ver la televisión en cinco años"
Actualizado Sábado, 20 julio 2019 - 02:03
- EDUARDO FERNÁNDEZ
eduardfdz
Madrid
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Sergio Oslé, presidente de Movistar+. coloca un vinilo en su despacho en las instalaciones de Telefónica tiene en Tres Cantos (Madrid). ANTONIO HEREDIA
A Sergio Oslé ni la playa ni el fútbol le apasionan, aunque ya vislumbra un mes de agosto en la costa y, a la vuelta, otra temporada al frente del operador de referencia para ver Liga y Champions. No parece español, podría decirse, como tampoco lo es encontrarse con un ingeniero en la presidencia de una televisión, si es que así puede catalogarse a Movistar+.
Con un refresco en la mano, este bilbaíno (Getxo, 1975) cree en una sociedad líquida, concepto por el que la plataforma audiovisual de Telefónica no competiría directamente con Netflix -ya integrada en Movistar+ tras años de desencuentros-; ni siquiera con la televisión en abierto, que a juicio del directivo «va a seguir siempre». Oslé plantea: «En la televisión en abierto y de pago tenemos que trabajar juntos mucho más. Es el futuro. Colaborar nos beneficia a todos y hasta el momento hemos hecho muy poco».
El iluminado esquinazo de la sede de Tres Cantos (Madrid) domina las que fueron las instalaciones televisivas del grupo Prisa. Por algo más de 700 millones de euros, Telefónica cerró la compra de Digital+, de la que se quedaron, entre tantas otras cosas, el signo sumatorio y esta sede. Posteriormente, se obró un cambio en la propia Telefónica, más profundo si cabe: desde que en 2016 José María Álvarez-Pallete sucediera a César Alierta, se imponen los perfiles técnicos, los acuerdos con terceros, las camisas blancas libres de corbata y las mochilas en vez de los maletines. Pero el español de a pie sigue preocupado por dónde ver el fútbol: «Hay series que están a la par que el fútbol en visionados. No somos una plataforma de fútbol», asegura Oslé. La rata dorada de la ficción La peste, en el centro de la mesa, por no hablar de la canasta de la pared, a la que ya lanzaba cuando trabajaba para McKinsey, parecen darle la razón.
Movistar+ cuenta con más de 4,1 millones de clientes.Sin embargo, la penetración en España de la televisión de pago se antoja modesta en comparación con otros países del entorno. Oslé, que durante sus años como consultor vivió en Reino Unido, Brasil, Australia, Singapur y Malasia, por ejemplo, mantiene el optimismo: «Vamos a un mercado en el que prácticamente todos los usuarios pagarán por parte de su entretenimiento en televisión. La penetración será casi total, en la línea de Portugal o Reino Unido... Todos los hogares van a tener algún tipo de televisión de pago. Será muy rápido, lo vamos a ver en cinco años».
En opinión de Oslé, el pago está mucho más instaurado de lo que parece, aunque el oscurantismo con los datos no ayude a demostrarlo. Plataformas extranjeras como Netflix guardan silencio invariable ante los cálculos tentativos de terceros -la CNMC calcula que los servicios de streaming ya rondan en España los 6 millones de suscripciones-.
La compañía liderada por Oslé explora a su vez «nuevas rutas de crecimiento» en el negocio, véase Movistar Lite, una plataforma lanzada el mes pasado que, en su caso, no se limita a los clientes de Telefónica, y cosecha un consumo medio diario de dos horas y media por espectador. En Movistar+ confían -e invierten- en #0, «un mirador para los productos de Telefónica» que algunos directivos de la televisión en abierto desdeñan por su baja audiencia, con ese cero como recurso para las bromas. «Cuando lanzamos una nueva serie, el 98% del consumo es bajo demanda, ni el 40%, ni el 60%», contrapone Oslé. Quienes lo conocen saben que gusta de señalar Mercadona como paradigma, salvando las distancias: la plataforma da acceso a infinidad de productos de terceros y propios, pero entre estos últimos algunos pueden marcar la diferencia frente a los rivales, una palanca a un nicho que abra el mercado, desde una serie de Paco León (Arde Madrid) hasta un show con David Broncano (La resistencia).
Sergio Oslé, presidente de Movistar en su despacho.ANTONIO HEREDIA
En esta sociedad líquida, en palabras de Zygmunt Bauman, la televisión se ha separado del televisor y no está claro quién se mide con quién. «Pensar en enemigos no es propio del mundo de hoy», afirma Oslé. Cierto resulta que Movistar+ ha firmado acuerdos en Europa con ZDF, Arte, Studio Canal, Beta Films y en EEUU con Telemundo. Netflix ha llegado a afirmar que teme más a un videojuego, Fortnite, que a HBO, puesto que compite «por el tiempo libre» en su sentido más amplio.
La teoría es una y otra la práctica. Si no hay rivalidades, sí diferencias, algunas polémicas. Se insiste desde las telecos en un concepto, el de level playing field, para armonizar las obligaciones legales y fiscales, de manera que también alcancen a las grandes plataformas internacionales de tipo over the top, véanse Netflix, HBO y Amazon Prime Video.
Por ejemplo, Telefónica cumple con creces sus compromisos de respaldo a la obra europea -en el último año computado sobrepasó el mínimo exigido por ley en más de 40 millones de euros-. Hay más imposiciones: el grupo audiovisual español debe financiar RTVE desde que la cadena pública dejara de alojar publicidad comercial, en 2010, y lo hace por partida doble: «El 1,5% de los ingresos de Movistar+ y el 0,9% de Telefónica como operador van para RTVE. ¡El 0,9% de lo que pagas por tu móvil va a RTVE! Cuesta mucho entender cuál es el beneficio de las telecomunicaciones y de Telefónica en que TVE no tenga publicidad; mientras, otros sí sacan beneficio, operadores de televisión o agentes digitales, que sí se nutren de la publicidad de los anunciantes, como Google y Facebook. Que este tipo de agentes no tenga que contribuir a la financiación de RTVEcuando son claramente mucho más beneficiarios que nosotros es una decisión muy difícil de entender y que debería corregirse en breve. La lógica lo dicta así».
La charla se prolonga hasta el ascensor. Oslé continúa: «Competimos con empresas que tienen musculatura global, que tienen sede en otro país -y que por tanto no pagan impuestos aquí-, que no se rigen por las mismas leyes... y hay gente que entiende que las empresas cool son esas y no las que cumplimos todas las obligaciones. Es para hacérselo mirar». Bueno, al final, mucho o poco, sí se compite. La sociedad es líquida, hasta cierto punto. De hecho, nada queda ya en la lata del refresco.