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¿Por qué quieren ir a Marte? | Ciencia | EL MUNDO
ESPACIO Seis personas dispuestas a viajar al planeta rojo relatan sus motivos
La NASA acaba de abrir un nuevo proceso de selección para reclutar astronautas. Algunos de los elegidos podrían formar parte de la primera misión tripulada que vaya a Marte en los años 30. Para cualquier astronauta, viajar al espacio es, además de su trabajo, un sueño. Pero una cosa es ir a la Estación Espacial Internacional (ISS), adonde se llega en unas horas; a la Luna, que supone un viaje de dos o tres días, y otra bien distinta es ser uno de los elegidos para una futura misión tripulada a Marte, cuya duración total rondaría los dos años y medio. Y es que para cada trayecto harían falta entre seis y ocho meses, a los que habría sumar una estancia en Marte de unos 500 días para que el viaje de regreso coincidiera con la alineación de planetas más favorable con el objetivo de acortarlo al máximo y consumir el mínimo combustible posible.
El Monte Sharp de Marte, fotografiado por el 'rover' de la NASA 'Curiosity'
La película Marte (The Martian), basada en el bestseller de Andy Weir, y el hallazgo de pruebas que muestran que hay agua líquida han hecho del planeta rojo uno de los protagonistas de 2015. Y aunque pueda resultar tentadora la idea de imitar a los astronautas flotando por la elegante nave espacial recreada en el filme de Ridley Scott y hasta realizando experimentos mientras exploran el planeta rojo, una misión real podría parecerse más a la angustiosa parte en la que uno de los astronautas lucha por sobrevivir.
Pero, pese a que durante el viaje pasarán muchos meses aislados en una nave y expuestos a la radiación, y cuando lleguen tendrán que sobrevivir en un planeta con un aire irrespirable y en el que deberán protegerse permanentemente de las temperaturas gélidas y la radiación letal, hay gente dispuesta a ir a Marte. E incluso a morir allí. Y muchos de ellos ni siquiera son astronautas. ¿Cuáles son las razones por las que una persona querría abandonar la confortable Tierra y viajar a Marte? Seis candidatos a 'colonizar' Marte explican sus razones.
VALENTINA TERESHKOVA. Cosmonauta y primera mujer en viajar al espacio
Valentina Tereshkova durante la inauguración de una exposición en el Museo de la Ciencia de Londres. AFP
Valentina Tereshkova quiere volver a hacer Historia. La cosmonauta rusa, que en 1963 se convirtió en la primer mujer que viajó al espacio, ha declarado en varias ocasiones que le gustaría ir a Marte. A sus 78 años no sólo está deseando ir, sino que está dispuesta a no regresar.
La propuesta de enviar una nave sólo de ida, compartida por otros colegas suyos como Buzz Aldrin, simplificaría y abarataría esta multimillonaria misión, pues la parte más compleja será organizar el viaje de regreso y enviar por adelantado la nave que les traería de vuelta. Sin embargo, las agencias espaciales rechazan ese plan y la NASA asegura que cualquier misión a Marte incluirá la vuelta a la Tierra.
"Por supuesto, ir a Marte es un sueño. Quiero averiguar si existió vida, y si la hubo, ¿por qué murió? ¿Qué tipo de catástrofe ocurrió?", declaró Tereshkova en 2013, cuando puso de manifiesto su deseo de viajar a ese planeta si surgiera esa posibilidad.
Consciente del gigantesco reto humano, tecnológico y económico que supone preparar esa misión, la cosmonauta se ha ofrecido voluntaria para formar parte de una tripulación que nunca regresaría a la Tierra: "Estoy preparada", asegura.
ABBY HARRISON. Estudiante y aspirante a astronauta de la NASA
Abby Harrison, de 18 años, quiere ser astronauta de la NASA A. H.
Y si Valentina Tereshkova fue la primera mujer en viajar al espacio, Abigail Harrison sueña con ser la primera en pisar Marte. Esta entusiasta estadounidense de 18 años tiene clara su vocación desde que sólo tenía cinco, cuando, según asegura, ya soñaba con convertirse en astronauta mientras miraba el cielo estrellado. Pasó su infancia construyendo robots e involucrada en actividades científicas animada por sus padres, una profesora de Historia de instituto y un programador informático apasionado por la ciencia ficción.
Harrison ha creado una web, Astronaut Abby, y una organización llamada The Mars Generation con la que pretende que niños y adultos sean conscientes de la importancia de la exploración del espacio profundo para la Humanidad.
"Marte es un objetivo muy importante, tanto para mí como para mi generación. La idea de llegar a un lugar tan lejano al que nadie ha ido antes, explorar nuevos sitios y descubrir cosas nuevas para mí es irresistible", señala a EL MUNDO. "Pero más allá de mi propia fascinación por Marte, está la idea de que se trata del gran objetivo en la carrera espacial humana. Yendo más lejos de lo que nunca hemos ido, poniéndonos en situaciones difíciles y encontrando soluciones para esos problemas, crecemos como sociedad y aumentamos nuestras capacidades", sostiene Harrison.
Aunque se presente como Astronauta Abby, lo cierto es que aún le queda un largo camino por recorrer. Su plan es licenciarse en Astrofísica y doctorarse. "Cualquier astronauta es mucho más que un astronauta. Desarrollan carreras antes y después de sus misiones espaciales. Mi plan es trabajar como científica durante algunos años, lo que me permitirá enviar mi solicitud para convertirme en astronauta de la NASA a mediados de la década de los años 20", relata. Mientras tanto, estudia en el Wellesley College, el mismo al que iba la ex astronauta de la NASA Pamela Melroy, y tiene como mentor al astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) Luca Parmitano. En 2013 viajó a Rusia para asistir al lanzamiento de la nave en la que el italiano fue a la Estación Espacial Internacional (ISS) y durante su misión, le ayudó a compartir su experiencia en las redes sociales.
Sobre la posibilidad de participar en una misión a Marte sólo de ida, Harrison considera que "la parte más importante de llevar astronautas a Marte es traerlos de vuelta". Y es que, según argumenta, cuando regresen a la Tierra se convertirán en héroes, modelos a seguir e inspirarán a otra personas. "Si no los traemos de vuelta, perderemos esa capacidad tan valiosa. Nunca hemos abandonado a ningún astronauta en el espacio y no creo que debamos empezar ahora", argumenta.
Su familia, asegura, la apoya "increíblemente": "Cuando era pequeña y decía que quería ser astronauta eran escépticos sobre mi capacidad para conseguir hacer realidad ese sueño, aunque nunca me lo dijeron" , señala.
DIEGO URBINA. Ingeniero y miembro de la misión 'Mars500' de la ESA
Diego Urbina, durante la misión Mars500. ESA
Los 520 días que pasó encerrado en unas instalaciones de Moscú en las que se simulaba una misión a Marte no le han quitado a Diego Urbina las ganas de visitar el planeta rojo. El de verdad.
Este ingeniero italo-colombiano de 32 años fue uno de los seis participantes en el experimento psicológico Mars500, organizado conjuntamente por la ESA y Roscosmos (la agencia espacial rusa), para preparar una futura misión. La principal razón para ofrecerse voluntario fue su deseo de convertirse en astronauta.
"Sin duda sigo dispuesto a ir a Marte, aunque la misión Mars500 me hizo apreciar mucho la Tierra y las cosas lindas que hay aquí", señala Urbina, que en la actualidad trabaja en una empresa privada belga, Space Applications Services, que le permite seguir involucrado en proyectos del sector aeroespacial.
"Para la ESA estoy diseñando simuladores de misiones lunares, y con fondos de la UE, construiremos una impresora 3D que, en vez de plástico, usa polvo lunar, de manera que antes de ir a la Luna se podrá construir robóticamente una base que estaría lista para usar cuando llegaran los astronautas", señala.
"Iría a Marte porque quiero explorar, descubrir cosas que no nos esperamos. Si con los satélites que orbitan el planeta hemos descubierto agua que fluye, ¡imagina lo que podríamos encontrar si enviamos humanos a explorar! Otra de las razones para viajar allí es que me gustaría contribuir a esa empresa grande de la Humanidad que a largo plazo puede marcar la diferencia entre seguir existiendo o la extinción", argumenta.
Y lo haría pese al sacrificio personal que supondrá pasar tantos meses fuera: "Para mí el reto más grande [de la misión Mars500] fue estar aislado de la sociedad y no ver cosas nuevas, aunque como Mark Watney, [el protagonista del libro y la película Marte (The Martian)] descubrí que el ser humano es muy flexible, y puede resistir más de lo que esperamos", asegura.
Aunque considera que Andy Weir, autor de The Martian, "investigó muy bien el mundo de las misiones espaciales", admite que le sorprendió "cómo el personaje sobrelleva la soledad de no tener a ningún colega al lado, como si nada". El libro me hizo recordar Mars500 en cierto modo, aunque tuvimos muchos menos problemas, y siempre estuve en un equipo", añade.
PABLO MARTÍNEZ, ÁNGEL JANÉ y REGINALD FOULDS. Candidatos al programa 'Mars One'
De izquierda a derecha: Pablo Martínez, Ángel Jané y Reginal Foulds, candidatos para el programa MarsOne. E. M
Entre los 100 finalistas (50 hombres y 50 mujeres) del concurso Mars One, un proyecto que pretende nada menos que colonizar Marte a finales de la década de los años 20, hay dos españoles. Pablo Martínez y Ángel Jané están dispuestos a viajar al planeta rojo y no regresar más, como proponen los organizadores de esta controvertida misión, cuestionada por numerosos expertos del sector espacial, que dudan que pueda llevarse a cabo.
El barcelonés Ángel Jané, de 39 años, trabajó durante años en empresas de energías renovables, aunque ahora está en el paro: "Siempre he querido hacer algo trascendental", explica. Por ello, sostiene, no teme embarcarse en un viaje tan peligroso como sería la travesía a Marte. "Para mí hay otros riesgos. Todos tenemos que morir, pero podemos elegir cómo vivir. Si logro hacer esto, sé que me va llenar", asegura.
Jané, que se define como "una persona muy aventurera", tiene una hija de seis años: "En el mejor de los casos me iría en 2026 y cabe la posibilidad de que sea aún más tarde. Creo que lo más importante es inculcarle unos valores y creo que me podré ir satisfecho", señala.
El otro español en la lista de candidatos de MarsOne es el madrileño Pablo Martínez, de 37 años. Licenciado en Física y con un doctorado en Electroquímica, tras pasar varios años en paro en la actualidad trabaja como profesor particular. Ir a Marte, asegura, le permitiría "volver a ser científico".
"Siempre he sido muy explorador y para mí sería un sueño. Se trata de saber qué hay más allá y de explorarlo por ti mismo. No quiero que me lo cuenten, quiero ser yo el que se lo cuente a otros", asegura. "No me da miedo, la cuestión es darle sentido a mi vida y realizarme como persona", asegura Martínez, que admite que a sus padres "no les hizo mucha gracia" su plan de ofrecerse voluntario para ir a Marte. "Pero se dieron cuenta de que era lo que quería y me apoyaron sin fisuras. Mi hermana también me apoya, aunque tiene sus momentos de duda".
Según los responsables de Mars One, el plan es enviar la primera nave tripulada en 2027. Pese a las críticas que esta organización con base en Holanda ha recibido, Martínez está convencido de que saldrá adelante, aunque cree que se pospondrá y no será hasta 2029. "Básicamente las tecnologías para viajar allí y regresar existían a finales de los años 90, pero deben ser desarrolladas. No se ha hecho aún porque nadie ha puesto el dinero, pero si se hubiera puesto el hombre llevaría ya entre 5 y 10 años", señala.
El más veterano de los cien aspirantes a viajar a Marte con Mars One es Reginal Foulds, un paquistaní de 61 años. Tras servir en el Ejército de su país como piloto, en 1996 se mudó con su familia a Canadá, donde trabaja en un centro de operaciones desde el que se gestionan desastres y emergencias. Está casado y tiene una hija y un hijo (de 30 y 33 años respectivamente).
"La principal razón para irme de la Tierra y viajar a Marte es lograr llevar a cabo esta misión y dejar un legado a la siguiente generación, inspirar a los jóvenes a hacer algo extraordinario y a que hagan realidad sueños que puedan ayudar al mundo", dice Foulds, que asegura que la mayor parte de sus familiares y amigos le apoyan y están orgullosos de que se haya involucrado en un proyecto tan peligroso.
"Me enteré por internet del proyecto Mars One para colonizar Marte y me emocioné. A medida que seguía leyendo me decía a mí mismo que era para mí. Realmente es algo que me encantaría hacer y lograr", recuerda Foulds, que se considera idóneo para la misión: "Soy ex militar, piloto y estoy entrenado para no dudar nunca cuando tengo que cumplir una misión. Y Mars One es ahora mi misión", añade este ex militar, encantado del reciente hallazgo de la NASA de agua líquida en ese planeta que, según cree, facilitará la colonización humana de Marte.
ESPACIO Seis personas dispuestas a viajar al planeta rojo relatan sus motivos
La NASA acaba de abrir un nuevo proceso de selección para reclutar astronautas. Algunos de los elegidos podrían formar parte de la primera misión tripulada que vaya a Marte en los años 30. Para cualquier astronauta, viajar al espacio es, además de su trabajo, un sueño. Pero una cosa es ir a la Estación Espacial Internacional (ISS), adonde se llega en unas horas; a la Luna, que supone un viaje de dos o tres días, y otra bien distinta es ser uno de los elegidos para una futura misión tripulada a Marte, cuya duración total rondaría los dos años y medio. Y es que para cada trayecto harían falta entre seis y ocho meses, a los que habría sumar una estancia en Marte de unos 500 días para que el viaje de regreso coincidiera con la alineación de planetas más favorable con el objetivo de acortarlo al máximo y consumir el mínimo combustible posible.
El Monte Sharp de Marte, fotografiado por el 'rover' de la NASA 'Curiosity'
La película Marte (The Martian), basada en el bestseller de Andy Weir, y el hallazgo de pruebas que muestran que hay agua líquida han hecho del planeta rojo uno de los protagonistas de 2015. Y aunque pueda resultar tentadora la idea de imitar a los astronautas flotando por la elegante nave espacial recreada en el filme de Ridley Scott y hasta realizando experimentos mientras exploran el planeta rojo, una misión real podría parecerse más a la angustiosa parte en la que uno de los astronautas lucha por sobrevivir.
Pero, pese a que durante el viaje pasarán muchos meses aislados en una nave y expuestos a la radiación, y cuando lleguen tendrán que sobrevivir en un planeta con un aire irrespirable y en el que deberán protegerse permanentemente de las temperaturas gélidas y la radiación letal, hay gente dispuesta a ir a Marte. E incluso a morir allí. Y muchos de ellos ni siquiera son astronautas. ¿Cuáles son las razones por las que una persona querría abandonar la confortable Tierra y viajar a Marte? Seis candidatos a 'colonizar' Marte explican sus razones.
VALENTINA TERESHKOVA. Cosmonauta y primera mujer en viajar al espacio
Valentina Tereshkova durante la inauguración de una exposición en el Museo de la Ciencia de Londres. AFP
Valentina Tereshkova quiere volver a hacer Historia. La cosmonauta rusa, que en 1963 se convirtió en la primer mujer que viajó al espacio, ha declarado en varias ocasiones que le gustaría ir a Marte. A sus 78 años no sólo está deseando ir, sino que está dispuesta a no regresar.
La propuesta de enviar una nave sólo de ida, compartida por otros colegas suyos como Buzz Aldrin, simplificaría y abarataría esta multimillonaria misión, pues la parte más compleja será organizar el viaje de regreso y enviar por adelantado la nave que les traería de vuelta. Sin embargo, las agencias espaciales rechazan ese plan y la NASA asegura que cualquier misión a Marte incluirá la vuelta a la Tierra.
"Por supuesto, ir a Marte es un sueño. Quiero averiguar si existió vida, y si la hubo, ¿por qué murió? ¿Qué tipo de catástrofe ocurrió?", declaró Tereshkova en 2013, cuando puso de manifiesto su deseo de viajar a ese planeta si surgiera esa posibilidad.
Consciente del gigantesco reto humano, tecnológico y económico que supone preparar esa misión, la cosmonauta se ha ofrecido voluntaria para formar parte de una tripulación que nunca regresaría a la Tierra: "Estoy preparada", asegura.
ABBY HARRISON. Estudiante y aspirante a astronauta de la NASA
Abby Harrison, de 18 años, quiere ser astronauta de la NASA A. H.
Y si Valentina Tereshkova fue la primera mujer en viajar al espacio, Abigail Harrison sueña con ser la primera en pisar Marte. Esta entusiasta estadounidense de 18 años tiene clara su vocación desde que sólo tenía cinco, cuando, según asegura, ya soñaba con convertirse en astronauta mientras miraba el cielo estrellado. Pasó su infancia construyendo robots e involucrada en actividades científicas animada por sus padres, una profesora de Historia de instituto y un programador informático apasionado por la ciencia ficción.
Harrison ha creado una web, Astronaut Abby, y una organización llamada The Mars Generation con la que pretende que niños y adultos sean conscientes de la importancia de la exploración del espacio profundo para la Humanidad.
"Marte es un objetivo muy importante, tanto para mí como para mi generación. La idea de llegar a un lugar tan lejano al que nadie ha ido antes, explorar nuevos sitios y descubrir cosas nuevas para mí es irresistible", señala a EL MUNDO. "Pero más allá de mi propia fascinación por Marte, está la idea de que se trata del gran objetivo en la carrera espacial humana. Yendo más lejos de lo que nunca hemos ido, poniéndonos en situaciones difíciles y encontrando soluciones para esos problemas, crecemos como sociedad y aumentamos nuestras capacidades", sostiene Harrison.
Aunque se presente como Astronauta Abby, lo cierto es que aún le queda un largo camino por recorrer. Su plan es licenciarse en Astrofísica y doctorarse. "Cualquier astronauta es mucho más que un astronauta. Desarrollan carreras antes y después de sus misiones espaciales. Mi plan es trabajar como científica durante algunos años, lo que me permitirá enviar mi solicitud para convertirme en astronauta de la NASA a mediados de la década de los años 20", relata. Mientras tanto, estudia en el Wellesley College, el mismo al que iba la ex astronauta de la NASA Pamela Melroy, y tiene como mentor al astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) Luca Parmitano. En 2013 viajó a Rusia para asistir al lanzamiento de la nave en la que el italiano fue a la Estación Espacial Internacional (ISS) y durante su misión, le ayudó a compartir su experiencia en las redes sociales.
Sobre la posibilidad de participar en una misión a Marte sólo de ida, Harrison considera que "la parte más importante de llevar astronautas a Marte es traerlos de vuelta". Y es que, según argumenta, cuando regresen a la Tierra se convertirán en héroes, modelos a seguir e inspirarán a otra personas. "Si no los traemos de vuelta, perderemos esa capacidad tan valiosa. Nunca hemos abandonado a ningún astronauta en el espacio y no creo que debamos empezar ahora", argumenta.
Su familia, asegura, la apoya "increíblemente": "Cuando era pequeña y decía que quería ser astronauta eran escépticos sobre mi capacidad para conseguir hacer realidad ese sueño, aunque nunca me lo dijeron" , señala.
DIEGO URBINA. Ingeniero y miembro de la misión 'Mars500' de la ESA
Diego Urbina, durante la misión Mars500. ESA
Los 520 días que pasó encerrado en unas instalaciones de Moscú en las que se simulaba una misión a Marte no le han quitado a Diego Urbina las ganas de visitar el planeta rojo. El de verdad.
Este ingeniero italo-colombiano de 32 años fue uno de los seis participantes en el experimento psicológico Mars500, organizado conjuntamente por la ESA y Roscosmos (la agencia espacial rusa), para preparar una futura misión. La principal razón para ofrecerse voluntario fue su deseo de convertirse en astronauta.
"Sin duda sigo dispuesto a ir a Marte, aunque la misión Mars500 me hizo apreciar mucho la Tierra y las cosas lindas que hay aquí", señala Urbina, que en la actualidad trabaja en una empresa privada belga, Space Applications Services, que le permite seguir involucrado en proyectos del sector aeroespacial.
"Para la ESA estoy diseñando simuladores de misiones lunares, y con fondos de la UE, construiremos una impresora 3D que, en vez de plástico, usa polvo lunar, de manera que antes de ir a la Luna se podrá construir robóticamente una base que estaría lista para usar cuando llegaran los astronautas", señala.
"Iría a Marte porque quiero explorar, descubrir cosas que no nos esperamos. Si con los satélites que orbitan el planeta hemos descubierto agua que fluye, ¡imagina lo que podríamos encontrar si enviamos humanos a explorar! Otra de las razones para viajar allí es que me gustaría contribuir a esa empresa grande de la Humanidad que a largo plazo puede marcar la diferencia entre seguir existiendo o la extinción", argumenta.
Y lo haría pese al sacrificio personal que supondrá pasar tantos meses fuera: "Para mí el reto más grande [de la misión Mars500] fue estar aislado de la sociedad y no ver cosas nuevas, aunque como Mark Watney, [el protagonista del libro y la película Marte (The Martian)] descubrí que el ser humano es muy flexible, y puede resistir más de lo que esperamos", asegura.
Aunque considera que Andy Weir, autor de The Martian, "investigó muy bien el mundo de las misiones espaciales", admite que le sorprendió "cómo el personaje sobrelleva la soledad de no tener a ningún colega al lado, como si nada". El libro me hizo recordar Mars500 en cierto modo, aunque tuvimos muchos menos problemas, y siempre estuve en un equipo", añade.
PABLO MARTÍNEZ, ÁNGEL JANÉ y REGINALD FOULDS. Candidatos al programa 'Mars One'
De izquierda a derecha: Pablo Martínez, Ángel Jané y Reginal Foulds, candidatos para el programa MarsOne. E. M
Entre los 100 finalistas (50 hombres y 50 mujeres) del concurso Mars One, un proyecto que pretende nada menos que colonizar Marte a finales de la década de los años 20, hay dos españoles. Pablo Martínez y Ángel Jané están dispuestos a viajar al planeta rojo y no regresar más, como proponen los organizadores de esta controvertida misión, cuestionada por numerosos expertos del sector espacial, que dudan que pueda llevarse a cabo.
El barcelonés Ángel Jané, de 39 años, trabajó durante años en empresas de energías renovables, aunque ahora está en el paro: "Siempre he querido hacer algo trascendental", explica. Por ello, sostiene, no teme embarcarse en un viaje tan peligroso como sería la travesía a Marte. "Para mí hay otros riesgos. Todos tenemos que morir, pero podemos elegir cómo vivir. Si logro hacer esto, sé que me va llenar", asegura.
Jané, que se define como "una persona muy aventurera", tiene una hija de seis años: "En el mejor de los casos me iría en 2026 y cabe la posibilidad de que sea aún más tarde. Creo que lo más importante es inculcarle unos valores y creo que me podré ir satisfecho", señala.
El otro español en la lista de candidatos de MarsOne es el madrileño Pablo Martínez, de 37 años. Licenciado en Física y con un doctorado en Electroquímica, tras pasar varios años en paro en la actualidad trabaja como profesor particular. Ir a Marte, asegura, le permitiría "volver a ser científico".
"Siempre he sido muy explorador y para mí sería un sueño. Se trata de saber qué hay más allá y de explorarlo por ti mismo. No quiero que me lo cuenten, quiero ser yo el que se lo cuente a otros", asegura. "No me da miedo, la cuestión es darle sentido a mi vida y realizarme como persona", asegura Martínez, que admite que a sus padres "no les hizo mucha gracia" su plan de ofrecerse voluntario para ir a Marte. "Pero se dieron cuenta de que era lo que quería y me apoyaron sin fisuras. Mi hermana también me apoya, aunque tiene sus momentos de duda".
Según los responsables de Mars One, el plan es enviar la primera nave tripulada en 2027. Pese a las críticas que esta organización con base en Holanda ha recibido, Martínez está convencido de que saldrá adelante, aunque cree que se pospondrá y no será hasta 2029. "Básicamente las tecnologías para viajar allí y regresar existían a finales de los años 90, pero deben ser desarrolladas. No se ha hecho aún porque nadie ha puesto el dinero, pero si se hubiera puesto el hombre llevaría ya entre 5 y 10 años", señala.
El más veterano de los cien aspirantes a viajar a Marte con Mars One es Reginal Foulds, un paquistaní de 61 años. Tras servir en el Ejército de su país como piloto, en 1996 se mudó con su familia a Canadá, donde trabaja en un centro de operaciones desde el que se gestionan desastres y emergencias. Está casado y tiene una hija y un hijo (de 30 y 33 años respectivamente).
"La principal razón para irme de la Tierra y viajar a Marte es lograr llevar a cabo esta misión y dejar un legado a la siguiente generación, inspirar a los jóvenes a hacer algo extraordinario y a que hagan realidad sueños que puedan ayudar al mundo", dice Foulds, que asegura que la mayor parte de sus familiares y amigos le apoyan y están orgullosos de que se haya involucrado en un proyecto tan peligroso.
"Me enteré por internet del proyecto Mars One para colonizar Marte y me emocioné. A medida que seguía leyendo me decía a mí mismo que era para mí. Realmente es algo que me encantaría hacer y lograr", recuerda Foulds, que se considera idóneo para la misión: "Soy ex militar, piloto y estoy entrenado para no dudar nunca cuando tengo que cumplir una misión. Y Mars One es ahora mi misión", añade este ex militar, encantado del reciente hallazgo de la NASA de agua líquida en ese planeta que, según cree, facilitará la colonización humana de Marte.
