Sir Connor
Excelentisimo Sir
A falta de cartera que gestionar, el político de Vox se ha dedicado a apoyar algunas de sus pasiones desde el Gobierno autonómico en sus 44 los desplazamientos oficiales.
Seis meses lleva el vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, en actos taurinos, que le encantan y a los que accede gratuitamente, y en celebraciones religiosas. Su actividad política se limita a acudir a este tipo de eventos e insultar a la oposición desde su sillón en las Cortes. Ayer mismo insultaba en el Parlamento autonómico al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien calificó como "el líder de una banda criminal"
El popular Alfonso Fernández Mañueco tomó posesión como nuevo presidente de la Junta de Castilla y León el pasado 19 de abril gracias al apoyo de Vox, partido con el que se repartió el Ejecutivo. Al día siguiente lo hicieron el vicepresidente Juan García-Gallardo y los diez consejeros de la Junta de Castilla y León. Desde entonces, en estos seis meses, no han cesado las críticas de gran parte de la oposición sobre la falta de competencias del burgalés, único en su puesto sin cartera.
El ultraderechista ha presumido, sin embargo, de asumir numerosas funciones que fueron publicadas en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) en su día, dentro del Gobierno en el que Vox gestiona tres de las diez consejerías: Agricultura, Cultura e Industria y Empleo.
Los toros, una de sus pasiones
Otra de las visitas más comprometidas de García-Gallardo tuvo lugar a la corrida de toros de Roa de Duero (Burgos) en sus fiestas patronales. Ciudadanos denunció al vicepresidente de la Junta ante el comité de ética por dejarse invitar a los toros. Aunque el de Vox tuvo que abandonar el lugar reservado a autoridades en el callejón tras ser advertido de que no había acudido en visita institucional, subió a las redes sociales una imagen donde se le ve en este punto del coso taurino. Se dio la circunstancia, además, de que poco después la agenda institucional del vicepresidente se modificó para incluir su presencia en las fiestas de Roa. Finalmente, una vez estudiado el caso, la comisión consideró que no se había vulnerado el código ético.
Seis meses lleva el vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, en actos taurinos, que le encantan y a los que accede gratuitamente, y en celebraciones religiosas. Su actividad política se limita a acudir a este tipo de eventos e insultar a la oposición desde su sillón en las Cortes. Ayer mismo insultaba en el Parlamento autonómico al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien calificó como "el líder de una banda criminal"
El popular Alfonso Fernández Mañueco tomó posesión como nuevo presidente de la Junta de Castilla y León el pasado 19 de abril gracias al apoyo de Vox, partido con el que se repartió el Ejecutivo. Al día siguiente lo hicieron el vicepresidente Juan García-Gallardo y los diez consejeros de la Junta de Castilla y León. Desde entonces, en estos seis meses, no han cesado las críticas de gran parte de la oposición sobre la falta de competencias del burgalés, único en su puesto sin cartera.
El ultraderechista ha presumido, sin embargo, de asumir numerosas funciones que fueron publicadas en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) en su día, dentro del Gobierno en el que Vox gestiona tres de las diez consejerías: Agricultura, Cultura e Industria y Empleo.
Los toros, una de sus pasiones
Otra de las visitas más comprometidas de García-Gallardo tuvo lugar a la corrida de toros de Roa de Duero (Burgos) en sus fiestas patronales. Ciudadanos denunció al vicepresidente de la Junta ante el comité de ética por dejarse invitar a los toros. Aunque el de Vox tuvo que abandonar el lugar reservado a autoridades en el callejón tras ser advertido de que no había acudido en visita institucional, subió a las redes sociales una imagen donde se le ve en este punto del coso taurino. Se dio la circunstancia, además, de que poco después la agenda institucional del vicepresidente se modificó para incluir su presencia en las fiestas de Roa. Finalmente, una vez estudiado el caso, la comisión consideró que no se había vulnerado el código ético.