EL CURIOSO IMPERTINENTE
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En julio de 1816 se produjo uno de los desastres marítimos más famosos de la historia. Una tragedia que conmovió a la Francia post napoleónica y fue inmortalizado en el célebre cuadro homónimo de Théodore Géricault.
La fragata de la marina gala había salido del puerto de Rochefort el 17 de junio, junto al buque de carga Loira, el bergantín Argos y la corveta Eco . El convoy tenía como destino el puerto de Saint-Louis en Senegal. A bordo de la Medusa viajaban 400 personas, entre pasajeros y tripulación, incluyendo al nuevo gobernador de Senegal Julien-Désiré Schmaltz. Después de hacer escala en Madeira el gobernador deseaba llegar a Saint-Louis lo antes posible, por lo cual se acercó peligrosamente a la costa, salpicada de arrecifes y bancos de arena. Pronto perdieron de vista a los otros buques del convoy.
El capitán de la Medusa Chaumareys decidió dejar que guiara la nave un pasajero, un tal Richefort, filósofo y miembro de la Sociedad Filantrópica de Cabo Verde, sin experiencia marítima. Richefort aparentemente confundió un banco de nubes bajas con el Cabo Blanco y no se percató de la proximidad de los bancos de arena de la bahía de Arguin, en la costa de Mauritania. La Medusa navegaba por aguas poco profundas, ajena a las señales de peligro. Cuando el teniente Maudel sondeó las aguas por las que navegaban halló que estas tenían sólo 32 metros de profundidad. Alarmado, el capitán mandó virar, pero ya era demasiado tarde. El 2 de julio el buque encalló a cincuenta kilómetros de la costa.
Se construyó una balsa de veinte metros de eslora por siete de ancho para tras*portar la carga hasta la costa. El siete de julio se desencadenó una tormenta y la fragata empezó a dar señales de que se iría a pique. El pánico se apoderó de los pasajeros y la tripulación y el capitán decidió evacuar el barco inmediatamente. 146 hombres y una mujer subieron a bordo de la precaria almadía, remolcada por los botes de remo de la Medusa. Diecisiete hombres permanecieron a bordo de la fragata y los restantes se embarcaron en los botes. Gran parte de la cubierta de la balsa se hallaba sumergida. Muy pronto los ocupantes de las lanchas comprendieron que la balsa era imposible de remolcar y temiendo una acción desesperada de los supervivientes de la balsa decidieron cortas amarras y abandonar a los balseros a su suerte.
Así desembarazados del lastre las chalupas arribaron a la costa con el capitán del Medusa y el gobernador Schmaltz y continuaron su penosa travesía a pie por el desierto hasta llegar a Senegal.
En la balsa la situación era desesperada. En vez de agua sólo tenían barriles de vino para beber. Se formaron dos grupos, por un lado los pasajeros y los oficiales y por el otro los soldados y marineros. El primer día veinte hombres fueron asesinados o se suicidaron. El mar estaba muy agitado y sólo el centro de la almadía parecía seguro. Docenas murieron peleando por ocupar el centro o arrebatados por el oleaje. Las raciones se agotaron rapidamente. Al cuarto día sólo quedaban 67 supervivientes. Algunos recurrieron al canibalismo. Al octavo día los más fuertes arrojaron a los más débiles y enfermos por la borda, quedando finalmente quince sobrevivientes que fueron rescatados por el Argus cuatro días más tarde, el 14 de julio.
El Argus llevó a los náufragos a Saint-Louis, en donde cinco de ellos murieron en pocos días. Chaumareys envió una embarcación a rescatar el oro y se descubrió que la Medusa aún estaba intacta. Tres de los diecisiete marineros que permanecieron a bordo seguían con vida después de 54 días.
El cirujano de la Medusa, Henri Savigny, presentó su testimonio por escrito a las autoridades, que poco después fue filtrado a la prensa antimonárquica, lo que soliviantó los ánimos.
Chaumareys fue sometido a un consejo de guerra, acusado de abandonar su escuadrón, no haber reflotado el buque y abandono de la balsa. Fue hallado culpable de incompetencia y de haber abandonado la Medusa antes de que todos los pasajeros hubiesen sido evacuados. Fue condenado a tres años de prisión. El gobernador Schmaltz fue obligado a dimitir.