El Pionero
Alcalde y presidente de Fútbol Paco premium
Más gente abandona California de la que llega. Es una tendencia que se observa desde hace tres años en el estado más poblado de los Estados Unidos y que la esa época en el 2020 de la que yo le hablo está haciendo aún más evidente. En las últimas semanas, además, reconocidos líderes del mundo corporativo con raíces profundas en Silicon Valley anunciaron que sus compañías trasladan sus cuarteles generales a Texas, donde los impuestos y la regulación son mucho más favorables.
Elon Musk llevaba tiempo anticipando el cambio de residencia desde Los Ángeles a Austin. Lo hace de momento a título personal. A primera vista es para estar más cerca de la fábrica que Tesla construye en los suburbios de la capital tejana. En Boca Chica, hacia el sur, la compañía SpaceX desarrolla el nuevo vehículo espacial Starship para colonizar Marte, y en McGregor, por la zona de Waco, prueba los propulsores de los cohetes. Su fundación también está en Texas. El empresario justifica su decisión diciendo que California dejó de ser atractiva para sus proyectos. Y habló también de complacencia por parte de los legisladores con su estatus de gran potencia económica. Si el estado fuera un país independiente, estaría entre las diez mayores del mundo. La bahía de San Francisco sería más productiva por si sola que Finlandia y como dice el propio Musk, su influencia global como polo tecnológico está sobredimensionada.
"Es como un equipo que está acostumbrado a ganar desde hace mucho tiempo", comentó Musk en una entrevista, "se lo están tomando un poco como si fuera algo que les perteneciera". El recelo del empresario hacia California ya se hizo evidente la pasada primavera, por las restricciones impuestas por las autoridades del condado de Alameda durante la primera ola del cobi19. Amenazó incluso con llevar la sede de Tesla de Fremont a Nevada o Texas. Oracle y Hewlett-Packard Enterprise ya están en eso proceso de deslocalización, lo que está llevando a trazar paralelismos con el rápido declive que experimentó la ciudad de Detroit cuando el sector de la automoción empezó a trasladar su producción a regiones con unas condiciones de negocios más favorables. Esta vez la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se está convirtiendo en una excusa para abandonar Silicon Valley y ofrecer a sus empleados más flexibilidad a la hora de trabajar.
Compañías como Apple, Google, Facebook o Twitter obligaron a sus empleados a trabajar desde casa y muchos optaron por desplazarse a estados como el de Nevada, Colorado, Arizona, Nuevo México o Texas buscando más calidad de vida. Oracle elige también Austin, que durante la última década emergió como un polo tecnológico alternativo cada vez más atractivo. HPE se relocaliza a Houston, la cuarta ciudad más poblada de EEUU. En Texas fue fundada Dell. Las raíces de Oracle en Silicon Valley se remontan a 1977, cuando el valle empezaba a tras*formarse en la tierra prometida para cualquier empresa emergente en el mundo de la tecnología.
La crítica de Elon Musk hacia California tiene otro componente que no duda en exponer el gobernador de Texas, Greg Abbott. "Mientras algunos estados ahuyentan a sus empresas con altos impuestos y mano dura en la regulación", dice, "nosotros las atraemos con clima más amistoso". Para Musk, actualmente el segundo hombre más rico del mundo tras la escalada en la valoración de Tesla, el cambio tiene importantes beneficios para sus finanzas personales. Texas no aplica un impuesto estatal sobre la renta mientras que California impone el más alto en todos los EE UU a los residentes más acaudalados. La movilización de la plantilla por el empleo remoto, en paralelo, provoca que ciudades como Austin cuente con una fuerza laboral de alto nivel.
Austin es la ciudad más progresista en el estado de la Lone Star y cuenta con campus universitarios de primer nivel. Oracle tiene desde hace años con un centro tecnológico en la ciudad y Apple está en proceso de invertir 1.000 millones de dólares en un complejo similar que acogerá hasta a 15.000 empleados, como Facebook y Google. Amazon, IBM, Samsung, AMD y Dell están entre las empresas que integran el ecosistema. Esto le convierte en un imán para atraer talento.
La ruptura con California, en cualquier caso, no es definitiva y las fortunas de Silicon Valley no corren un peligro de descalabro similar al que vivió Detroit. Austin va una generación por detrás como polo tecnológico cuando se compara su desarrollo con San Francisco o incluso de Seattle. La capital de Texas, además, carece de su diversidad económica y educativa. Y es muy difícil que pueda clonar también a corto plazo la abundancia de fondos de capital riesgo.
Pero aunque estos movimientos pueden ser vistos como simbólicos en protesta contra la regulación y los impuestos, lo que sí es cierto es que Austin está afianzando su posición como rival al igual que Boston, San Diego, Denver, Portland o Miami. Y la fuga de talento no es solo reflejo de los costes que tienen que soportar los empleados de empresas más innovadores. Las firmas emergentes no necesitan tampoco estar en San Francisco para encontrar financiación o participar en las ferias.
Hasta la fecha, una cuarentena de empresas se estableció en Silicon Hills, como se conoce a Austin. Pero la gran preocupación en Silicon Valley de cara al futuro no está en lo que hagan viejos titanes como Oracle o HPE sino que las startups acaben rechazando el modelo que convirtió a la bahía de San Francisco en el gran polo de innovación del planeta. Las acciones de los reguladores de la competencia plantean un reto adicional en la relación de las tecnológicas con el gobierno.
¿Seguirá Silicon Valley los tristes pasos de Detroit? La fuga de empresas acelera (lainformacion.com)
Elon Musk llevaba tiempo anticipando el cambio de residencia desde Los Ángeles a Austin. Lo hace de momento a título personal. A primera vista es para estar más cerca de la fábrica que Tesla construye en los suburbios de la capital tejana. En Boca Chica, hacia el sur, la compañía SpaceX desarrolla el nuevo vehículo espacial Starship para colonizar Marte, y en McGregor, por la zona de Waco, prueba los propulsores de los cohetes. Su fundación también está en Texas. El empresario justifica su decisión diciendo que California dejó de ser atractiva para sus proyectos. Y habló también de complacencia por parte de los legisladores con su estatus de gran potencia económica. Si el estado fuera un país independiente, estaría entre las diez mayores del mundo. La bahía de San Francisco sería más productiva por si sola que Finlandia y como dice el propio Musk, su influencia global como polo tecnológico está sobredimensionada.
"Es como un equipo que está acostumbrado a ganar desde hace mucho tiempo", comentó Musk en una entrevista, "se lo están tomando un poco como si fuera algo que les perteneciera". El recelo del empresario hacia California ya se hizo evidente la pasada primavera, por las restricciones impuestas por las autoridades del condado de Alameda durante la primera ola del cobi19. Amenazó incluso con llevar la sede de Tesla de Fremont a Nevada o Texas. Oracle y Hewlett-Packard Enterprise ya están en eso proceso de deslocalización, lo que está llevando a trazar paralelismos con el rápido declive que experimentó la ciudad de Detroit cuando el sector de la automoción empezó a trasladar su producción a regiones con unas condiciones de negocios más favorables. Esta vez la esa época en el 2020 de la que yo le hablo se está convirtiendo en una excusa para abandonar Silicon Valley y ofrecer a sus empleados más flexibilidad a la hora de trabajar.
Compañías como Apple, Google, Facebook o Twitter obligaron a sus empleados a trabajar desde casa y muchos optaron por desplazarse a estados como el de Nevada, Colorado, Arizona, Nuevo México o Texas buscando más calidad de vida. Oracle elige también Austin, que durante la última década emergió como un polo tecnológico alternativo cada vez más atractivo. HPE se relocaliza a Houston, la cuarta ciudad más poblada de EEUU. En Texas fue fundada Dell. Las raíces de Oracle en Silicon Valley se remontan a 1977, cuando el valle empezaba a tras*formarse en la tierra prometida para cualquier empresa emergente en el mundo de la tecnología.
La crítica de Elon Musk hacia California tiene otro componente que no duda en exponer el gobernador de Texas, Greg Abbott. "Mientras algunos estados ahuyentan a sus empresas con altos impuestos y mano dura en la regulación", dice, "nosotros las atraemos con clima más amistoso". Para Musk, actualmente el segundo hombre más rico del mundo tras la escalada en la valoración de Tesla, el cambio tiene importantes beneficios para sus finanzas personales. Texas no aplica un impuesto estatal sobre la renta mientras que California impone el más alto en todos los EE UU a los residentes más acaudalados. La movilización de la plantilla por el empleo remoto, en paralelo, provoca que ciudades como Austin cuente con una fuerza laboral de alto nivel.
Austin es la ciudad más progresista en el estado de la Lone Star y cuenta con campus universitarios de primer nivel. Oracle tiene desde hace años con un centro tecnológico en la ciudad y Apple está en proceso de invertir 1.000 millones de dólares en un complejo similar que acogerá hasta a 15.000 empleados, como Facebook y Google. Amazon, IBM, Samsung, AMD y Dell están entre las empresas que integran el ecosistema. Esto le convierte en un imán para atraer talento.
La ruptura con California, en cualquier caso, no es definitiva y las fortunas de Silicon Valley no corren un peligro de descalabro similar al que vivió Detroit. Austin va una generación por detrás como polo tecnológico cuando se compara su desarrollo con San Francisco o incluso de Seattle. La capital de Texas, además, carece de su diversidad económica y educativa. Y es muy difícil que pueda clonar también a corto plazo la abundancia de fondos de capital riesgo.
Pero aunque estos movimientos pueden ser vistos como simbólicos en protesta contra la regulación y los impuestos, lo que sí es cierto es que Austin está afianzando su posición como rival al igual que Boston, San Diego, Denver, Portland o Miami. Y la fuga de talento no es solo reflejo de los costes que tienen que soportar los empleados de empresas más innovadores. Las firmas emergentes no necesitan tampoco estar en San Francisco para encontrar financiación o participar en las ferias.
Hasta la fecha, una cuarentena de empresas se estableció en Silicon Hills, como se conoce a Austin. Pero la gran preocupación en Silicon Valley de cara al futuro no está en lo que hagan viejos titanes como Oracle o HPE sino que las startups acaben rechazando el modelo que convirtió a la bahía de San Francisco en el gran polo de innovación del planeta. Las acciones de los reguladores de la competencia plantean un reto adicional en la relación de las tecnológicas con el gobierno.
¿Seguirá Silicon Valley los tristes pasos de Detroit? La fuga de empresas acelera (lainformacion.com)