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Madmaxista
Se multiplica la presencia de ladrones de turistas en Barcelona
La técnica conocida como el 'Ronaldinho' consiste en mostrarse jubiloso y echarse sobre la víctima | La vuelta de los más trasnochadores es una hora apropiada para desvalijarlos de manera rápida
LUIS BENVENUTY | Barcelona | 14/04/2010 | Actualizada a las 00:53h | Ciudadanos
Británicas despidiendo una soltería con un miembro viril de plástico en la cabeza, jóvenes cantando las excelencias de Fernando Torres puño en alto y una botella de espirituoso bajo el brazo, italianos enfundados en coloridas camisas destilando armas de seducción... Cualquiera. Y tras ellos, acechando entre las sombras, esperando que llegue su oportunidad, decenas de carteristas. La llegada del buen tiempo y de miles de turistas están multiplicando la presencia de ladrones al despiste en las juergas del centro de Barcelona. Ferran, Avinyó, Escudellers, Arc del Teatre, Nou de la Rambla, plaza Catalunya... son sus escenarios preferidos. Entre las consecuencias del turismo de borrachera no figuran únicamente la proliferación de garitos de todo tipo especializados en servir sangría de baja calidad.
Dos jóvenes británicos embriagados apuran sus cervezas cerca de la Rambla mientras vitorean a Messi. Son las doce de la noche. Tres magrebíes se unen a sus cánticos. Otros compinches aguardan. Manos sobre el hombro, abrazos, saltos. Las carteras son extraídas de los bolsillos y cambian de mano. Los cómplices que no han participado directamente del hurto ocultan las billeteras. Son los primeros en abandonar el lugar. Entonces ya nada implica a los carteristas. Los turistas prosiguen su camino redoblando sus gritos. Un barcelonés les advierte del peligro. Ya no hay rastro de los ladrones. La técnica del Ronaldinho es bien conocida entre los oriundos de la capital catalana. Pero no entre sus visitantes. Está convirtiéndose en un localismo más de esa zona de la ciudad.
La ausencia de violencia es otra característica común de este repunte de robos. Los tiempos en los que los delincuentes aplicaban una presa al cuello de su víctima para que perdiera el sentido o las rociaban con gasolina quedaron atrás hace un lustro. Las agresiones y las intimidaciones disparan las consecuencias penales de los delitos. El robo al despiste sólo es una falta, siempre que el botín no supere los 400 euros. Apenas son unas horas en comisaría. Un estudiante de posgrado explica en la calle Ferran a un mosso d'esquadra que venía con seis amigos por la calle Avinyó cuando se les echaron encima una decena de magrebíes. "Parecía que venían de buen rollo... y de repente vemos que están tratando de meternos las manos en los bolsillos. Les dijimos "qué pasa", y se pusieron chulos, pero enseguida se largaron".
El agente repone que hay que tener cuidado, la crisis ha reducido el número de juerguistas de la noche barcelonesa, los carteristas van a por todas y no dejan títere con cabeza... Una maleta con la pegatina de una compañía aérea, abandonada y vacía junto a un contenedor de sarama en una oscura calle adyacente a la plaza Reial, ilustra que nunca hay que bajar la guardia. "No podemos hacer nada –continúa el agente explicando al estudiante de posgrado–. Los detenemos si los pillamos con las manos en la masa. Pero eso no les importa mucho. Al cabo de unas horas regresan a lo suyo". "Pues vaya –repone el estudiante–. En Salamanca si tienes mala suerte, pues te sacan una navaja. Pero aquí salir de copas es una carrera de obstáculos, ¡hay chorizos por todas partes!".
La presencia policial, sobre todo de la Guardia Urbana, es patente. Nada que ver con la de hace un año. Además, los policías, también los autonómicos, se muestran muy activos. Recuerdan que no se puede beber alcohol en la calle, denuncian a los lateros que se cruzan, patrullan las esquinas donde se apostan los carteristas... Pero los delincuentes desaparecen al paso de los agentes, aguardan a que doblen la esquina, luego regresan. A las tres de la madrugada llega una hora efervescente. Cierran los pubs y la gente hace cola frente a los clubs. Un joven camina con las piernas flexionadas, casi en cuclillas, hasta que se cruza con una mujer y agarra su bolso y... tras un fuerte tirón huye a toda velocidad. El portero de una discoteca trata de zancadillearlo. Pero el ladrón recupera rápidamente el equilibro y logra escapar.
Un par de apuestas sudamericanas tontean con dos italianos en los alrededores de la plaza de Catalunya. "Están cachondas, cachondísimas", dice lleno de emoción uno de los italianos a su sonriente amigo. Los cariñosos abrazos se interrumpen de manera súbita. Es una nueva versión del Ronaldinho. Uno de los turistas se da cuenta de que está siendo víctima de un robo. Las sudamericanas lo niegan. Tras una breve discusión, las mujeres acaban devolviendo un pasaporte. A medida que se acerca el alba proliferan las peleas y enfrentamientos. Los criminales no se ponen de acuerdo en el reparto del botín. Las víctimas reconocen o creen reconocer a quiénes les amargaron la noche y las vacaciones. La policía media. Pero el mal ya está hecho. Y la juerga de los carteristas no concluye al salir el sol.
Un treintañero abandona a las ocho y media de la mañana un local próximo a la plaza George Orwell, también conocida como la del Tripi. Camina tambaleándose, abrazando con ambos brazos el cuello de un amigo, llamando la atención... "¿De dónde sois?", preguntan dos siniestros personajes en chándal, dos rostros fáciles de reconocer en la calle Escudellers, dos tipos apostados que aguardan bajo el sol de la mañana. "¡De Madrid!", contesta el que más levanta la voz. "¿Queréis hachís?". "Lo nuestro es la marijuana". "Bien dicho, hermano.... ¡choca esos cinco!". El saludo se convierte a dos pasos de la Rambla en un visto y no visto en el abrazo del Ronaldinho. "Que te acaban de robar la cartera, pringado", dice el visitante que hasta ahora ha guardado silencio.
La sonrisa de su amigo se tras*forma en mueca. Comprueba sus bolsillos. Corre sobre sus pasos. "Nosotros qué vamos a haberte robado. Habrás perdido la cartera por ahí. Regístranos si quieres...". "Ni la cartera ni las tarjetas tienen ni un duro..." "Mira, nosotros no hemos sido. Han sido unos chicos que se han cruzado. Pero te podemos decir dónde la han dejado por veinte euros".
"Anda, tío; vámonos". La víctima se marcha entre exabruptos. Le da una patada a una bicicleta. "Si es que en Madrid también hay carteristas –dice orinando sobre un plátano de la Rambla–, pero te roban si te quedas empanado mirando la puerta del Sol y el Oso y el Madroño, ¡pero no esperan a los borrachos a la salida de los garitos de buena mañana!".
Víctimas en Facebook
El grupo de Facebook I know someone who got robbed in Barcelona (conozco a alguien que sufrió un robo en Barcelona) fue fundado este marzo. Ayer ya sumaba 528 fans, 528 personas que comparten así sus malas experiencias en la capital catalana. Sus usuarios advierten a los futuros visitantes de Barcelona de tretas empleadas y lugares donde acechan los carteristas. Otro punto de encuentro de víctimas es la web barcelonasinladrones.org. Cuenta con un link que lleva a la página de Esade. Muchos de su medio centenar de adheridos son estudiantes de dirección de empresas hartos de la inseguridad ciudadana. En la comisaría de los Mossos d'Esquadra en la calle Nou de la Rambla también se intercambian impresiones. Horas y horas de espera para conseguir un justificante que permita viajar en avión tras perder la identificación facilitan la comunicación entre turistas que han visto arruinadas sus vacaciones. Son personas de toda condición. Muchos ni siquiera han pisado un bar en su estancia.
La técnica conocida como el 'Ronaldinho' consiste en mostrarse jubiloso y echarse sobre la víctima | La vuelta de los más trasnochadores es una hora apropiada para desvalijarlos de manera rápida
LUIS BENVENUTY | Barcelona | 14/04/2010 | Actualizada a las 00:53h | Ciudadanos
Británicas despidiendo una soltería con un miembro viril de plástico en la cabeza, jóvenes cantando las excelencias de Fernando Torres puño en alto y una botella de espirituoso bajo el brazo, italianos enfundados en coloridas camisas destilando armas de seducción... Cualquiera. Y tras ellos, acechando entre las sombras, esperando que llegue su oportunidad, decenas de carteristas. La llegada del buen tiempo y de miles de turistas están multiplicando la presencia de ladrones al despiste en las juergas del centro de Barcelona. Ferran, Avinyó, Escudellers, Arc del Teatre, Nou de la Rambla, plaza Catalunya... son sus escenarios preferidos. Entre las consecuencias del turismo de borrachera no figuran únicamente la proliferación de garitos de todo tipo especializados en servir sangría de baja calidad.
Dos jóvenes británicos embriagados apuran sus cervezas cerca de la Rambla mientras vitorean a Messi. Son las doce de la noche. Tres magrebíes se unen a sus cánticos. Otros compinches aguardan. Manos sobre el hombro, abrazos, saltos. Las carteras son extraídas de los bolsillos y cambian de mano. Los cómplices que no han participado directamente del hurto ocultan las billeteras. Son los primeros en abandonar el lugar. Entonces ya nada implica a los carteristas. Los turistas prosiguen su camino redoblando sus gritos. Un barcelonés les advierte del peligro. Ya no hay rastro de los ladrones. La técnica del Ronaldinho es bien conocida entre los oriundos de la capital catalana. Pero no entre sus visitantes. Está convirtiéndose en un localismo más de esa zona de la ciudad.
La ausencia de violencia es otra característica común de este repunte de robos. Los tiempos en los que los delincuentes aplicaban una presa al cuello de su víctima para que perdiera el sentido o las rociaban con gasolina quedaron atrás hace un lustro. Las agresiones y las intimidaciones disparan las consecuencias penales de los delitos. El robo al despiste sólo es una falta, siempre que el botín no supere los 400 euros. Apenas son unas horas en comisaría. Un estudiante de posgrado explica en la calle Ferran a un mosso d'esquadra que venía con seis amigos por la calle Avinyó cuando se les echaron encima una decena de magrebíes. "Parecía que venían de buen rollo... y de repente vemos que están tratando de meternos las manos en los bolsillos. Les dijimos "qué pasa", y se pusieron chulos, pero enseguida se largaron".
El agente repone que hay que tener cuidado, la crisis ha reducido el número de juerguistas de la noche barcelonesa, los carteristas van a por todas y no dejan títere con cabeza... Una maleta con la pegatina de una compañía aérea, abandonada y vacía junto a un contenedor de sarama en una oscura calle adyacente a la plaza Reial, ilustra que nunca hay que bajar la guardia. "No podemos hacer nada –continúa el agente explicando al estudiante de posgrado–. Los detenemos si los pillamos con las manos en la masa. Pero eso no les importa mucho. Al cabo de unas horas regresan a lo suyo". "Pues vaya –repone el estudiante–. En Salamanca si tienes mala suerte, pues te sacan una navaja. Pero aquí salir de copas es una carrera de obstáculos, ¡hay chorizos por todas partes!".
La presencia policial, sobre todo de la Guardia Urbana, es patente. Nada que ver con la de hace un año. Además, los policías, también los autonómicos, se muestran muy activos. Recuerdan que no se puede beber alcohol en la calle, denuncian a los lateros que se cruzan, patrullan las esquinas donde se apostan los carteristas... Pero los delincuentes desaparecen al paso de los agentes, aguardan a que doblen la esquina, luego regresan. A las tres de la madrugada llega una hora efervescente. Cierran los pubs y la gente hace cola frente a los clubs. Un joven camina con las piernas flexionadas, casi en cuclillas, hasta que se cruza con una mujer y agarra su bolso y... tras un fuerte tirón huye a toda velocidad. El portero de una discoteca trata de zancadillearlo. Pero el ladrón recupera rápidamente el equilibro y logra escapar.
Un par de apuestas sudamericanas tontean con dos italianos en los alrededores de la plaza de Catalunya. "Están cachondas, cachondísimas", dice lleno de emoción uno de los italianos a su sonriente amigo. Los cariñosos abrazos se interrumpen de manera súbita. Es una nueva versión del Ronaldinho. Uno de los turistas se da cuenta de que está siendo víctima de un robo. Las sudamericanas lo niegan. Tras una breve discusión, las mujeres acaban devolviendo un pasaporte. A medida que se acerca el alba proliferan las peleas y enfrentamientos. Los criminales no se ponen de acuerdo en el reparto del botín. Las víctimas reconocen o creen reconocer a quiénes les amargaron la noche y las vacaciones. La policía media. Pero el mal ya está hecho. Y la juerga de los carteristas no concluye al salir el sol.
Un treintañero abandona a las ocho y media de la mañana un local próximo a la plaza George Orwell, también conocida como la del Tripi. Camina tambaleándose, abrazando con ambos brazos el cuello de un amigo, llamando la atención... "¿De dónde sois?", preguntan dos siniestros personajes en chándal, dos rostros fáciles de reconocer en la calle Escudellers, dos tipos apostados que aguardan bajo el sol de la mañana. "¡De Madrid!", contesta el que más levanta la voz. "¿Queréis hachís?". "Lo nuestro es la marijuana". "Bien dicho, hermano.... ¡choca esos cinco!". El saludo se convierte a dos pasos de la Rambla en un visto y no visto en el abrazo del Ronaldinho. "Que te acaban de robar la cartera, pringado", dice el visitante que hasta ahora ha guardado silencio.
La sonrisa de su amigo se tras*forma en mueca. Comprueba sus bolsillos. Corre sobre sus pasos. "Nosotros qué vamos a haberte robado. Habrás perdido la cartera por ahí. Regístranos si quieres...". "Ni la cartera ni las tarjetas tienen ni un duro..." "Mira, nosotros no hemos sido. Han sido unos chicos que se han cruzado. Pero te podemos decir dónde la han dejado por veinte euros".
"Anda, tío; vámonos". La víctima se marcha entre exabruptos. Le da una patada a una bicicleta. "Si es que en Madrid también hay carteristas –dice orinando sobre un plátano de la Rambla–, pero te roban si te quedas empanado mirando la puerta del Sol y el Oso y el Madroño, ¡pero no esperan a los borrachos a la salida de los garitos de buena mañana!".
Víctimas en Facebook
El grupo de Facebook I know someone who got robbed in Barcelona (conozco a alguien que sufrió un robo en Barcelona) fue fundado este marzo. Ayer ya sumaba 528 fans, 528 personas que comparten así sus malas experiencias en la capital catalana. Sus usuarios advierten a los futuros visitantes de Barcelona de tretas empleadas y lugares donde acechan los carteristas. Otro punto de encuentro de víctimas es la web barcelonasinladrones.org. Cuenta con un link que lleva a la página de Esade. Muchos de su medio centenar de adheridos son estudiantes de dirección de empresas hartos de la inseguridad ciudadana. En la comisaría de los Mossos d'Esquadra en la calle Nou de la Rambla también se intercambian impresiones. Horas y horas de espera para conseguir un justificante que permita viajar en avión tras perder la identificación facilitan la comunicación entre turistas que han visto arruinadas sus vacaciones. Son personas de toda condición. Muchos ni siquiera han pisado un bar en su estancia.
