Sargento Alba: española pero leal a Israel, en la guerra contra el terrorismo

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Nuestra derecha fistro encantada con que una española se vaya a servir al ejército de Israel, el ejército de Alon Kadish, al que se presenta como teniente coronel en la reserva del Cuerpo de Ingenieros Militares de Israel, jefe del Departamento de Historia de las fuerzas armadas israelíes entre 2007 y 2014, doctor por la Universidad de Oxford, profesor emérito de la Universidad Hebrea de Jerusalén y experto en la guerra de independencia de Israel; que vino a Cataluña a enseñar a chalados a apiolar españoles:
El ‘think tank’ del ejército catalán se inspira en la guerrilla judía contra los palestinos y británicos

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El pueblo judío no se corta a la hora de hacer público su repruebo:
España es el país más antisemita de Europa junto a Polonia - Expansión.com

Cuando Marruec0s invada Ceuta y Melilla, están muy subiditos últimamente, tanto como las autoridades israelíes que no paran de insultar y amenazar a España, esta tipa será leal a Israel y su "aliado" y enemiga de España. Solo hay que ver que no menciona Cisjordania, donde Hamás no manda.

Aquí va el artículo. Los comentarios son para vomitar.
Sargento Alba: una española en la «guerra contra el terrorismo»

Doce soldados que estuvieron bajo su tutela murieron en los ataques del 7 de octubre. «Mi lucha no es contra el pueblo palestino, es contra una organización asesina», defiende

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En el momento de la charla con la Sargento Alba A., de 23 años, otra persona escucha la llamada. Insiste en que debe hacerlo por cuestiones de seguridad, dado el estado de guerra que vive Israel. «No es mi objetivo interrumpir, son cuestiones operacionales», sentencia. Ella, nacida en España y con raíces judías, es instructora de combate de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), en un puesto designado específicamente para mujeres. «Así funciona, hay trabajos para chicos, para chicas y otros mixtos», comenta. Su especialidad, el Namer, un vehículo blindado dedicado al tras*porte de personal militar. «Nadie sabe más de esto que yo. Es un poquito más difícil de manejar que un Seat panda», cuenta con sorna. Como ella, «hay más hispano-israelíes alistados», aunque las FDI no facilitan el dato concreto.


Llegó a Israel en 2021 como 'soldado solitario', aquellos que viajan desde el extranjero, acogiéndose al programa 'Garin Tzabar'. «Nos ponen a vivir juntos en un kibutz para que no estemos solos y conozcamos la cultura. El Ejército también brinda apoyo económico, psicológico...», afirma, aunque añade que la adaptación para ella no fue fácil: «Yo soy muy española. Y pese a que siempre he hablado hebreo con mi familia, aquí la cultura es muy distinta».

La decisión de alistarse también fue compleja. Su padre, oriundo de Ascalon (Israel), se negaba a dejarla marchar, preocupado por su seguridad. «Él estuvo muchos años en el Ejército, entonces pensaba, ¿por qué yo no? Sentía que debía hacerlo». Ascalon, al noreste de la franja de Gaza recibe ataques constantes por parte de las fuerzas de Hamás. «Mi tía y mi abuela son de allí y ahora están desplazadas en Jerusalén. Caen cohetes en hospitales, escuelas... y eso nadie lo cuenta», se queja Alba, que, por el contrario, reside en Tel Aviv, la capital, cuando no está de maniobras: «Cada vez que vuelvo escucho al menos dos sirenas alertando de los bombardeos».

Antes de convertirse en instructora, al ingresar, pasó dos meses de entrenamiento básico, «de disciplina sobre todo», alguna clase de 'krav maga', dado que en su puesto la exigencia física no es tan relevante. Después, cuatro meses de formación para aprender todo lo relacionado con el Namer. «Necesitas habilidades psicológicas, fuerza mental. Estamos muchas horas al sol en el desierto, levantando piezas pesadas del vehículo y resistiendo horas y horas sin dormir», comenta Alba, que la noche anterior a la entrevista ha estado haciendo ejercicios y se disculpa por si no está muy fluida en el diálogo. Tuvo la oportunidad, por sus estudios en Relaciones Internacionales, de acceder también a un puesto en las unidades de Inteligencia de las FDI, pero no se arrepiente de su decisión.


«Yo estoy en el último momento antes de que los soldados salgan a combatir. En mi vida me hubiese imaginado conducir una tanqueta o disparar armas. ¿Cuántas chicas en el mundo pueden decir que han hecho todo lo que he hecho yo?», afirma con orgullo. Por su puesto, sabe que no va a «estar en la situación» de tener que disparar a una persona, pero defiende que, aunque no les resulte agradable, «los soldados de combate están entrenados para saber cuándo deben o no hacerlo».

Acostumbrada a los cohetes
Cuando Hamás atacó a principios de octubre los kibutz aledaños a la Franja, asesinando alrededor de 1.200 personas entre militares y población civil, la Sargento Alba A. estaba de permiso en España. Despertó con cientos de mensajes. «¿Estás bien? Mis amigas me preguntaban, mis oficiales me llamaban. Vi lo que pasaba y entendí que no eran unos cuantos cohetes, a eso ya estamos acostumbrados. Algo había cambiado». Los soldados que estaban en la frontera pertenecían a una de las unidades a las que ella estaba instruyendo en el uso de la tanqueta. «Perdí a doce soldados, nadie te prepara para un 'shock' tan grande. Enterarte de repente de que personas con las que tienes contacto y quieres ya no están...», relata hasta que se le quiebra la voz.

Su intención es hacer ver que su lucha «no es contra los palestinos, es una guerra contra un grupo terrorista que se llama Hamás. No son lo mismo». «Ellos no quieren la libertad para su pueblo, solo que los israelíes no estemos aquí. Cuando se habla de la guerra tiene que quedar claro contra quién se combate y cuáles son los objetivos». A medio de camino de la siguiente respuesta, la otra persona presente en la llamada interviene: «Sé hacia dónde iba a ir esa pregunta y ella no es una portavoz. Cualquier distinción entre civiles y Hamás la debe contestar un portavoz».


Tras la interrupción, Alba continúa explicando cómo le ha sorprendido la reacción del pueblo de Israel tras el inicio de la guerra. «Antes el país estaba muy dividido, la tensión se notaba incluso en el Ejército. Ahora tenemos voluntarios ayudándonos constantemente. Nos traen comida, utensilios básicos... Da pena tener que llegar a una guerra para que se vea esto», denuncia. A raíz de su ingreso en las FDI ha perdido muchas amistades, sobre todo en España, pero defiende que Israel es «una parte muy importante» de su identidad, a la que no está dispuesta a renunciar. «Cada vez que pasa algo en el mundo, todos nos volvemos expertos. Mucha gente en España considera que los israelíes no tenemos jovenlandesal, pero desconocen el contexto de Oriente Próximo. Si te atacan, hay que defenderse. La realidad es que lo único que queremos es vivir aquí en paz», afirma.

Conflictos en la Universidad Autónoma

Al preguntarle por el pasado, sobre sus estudios en la Universidad Autónoma de Madrid, donde tuvo numerosos conflictos políticos con alumnos, profesores y asociaciones propalestinas, que llegaron a boicotearle un viaje de estudios a la Universidad de Jerusalén, vuelve la interrupción: «Hay que ceñirse a su trabajo como militar. Hablas en nombre de las Fuerzas de Defensa de Israel».

Sobre el futuro, una vez termine su alistamiento de dos años en el Ejército de Israel, independientemente de cómo se desarrolle el conflicto en la región, manifiesta tener el corazón dividido. «Yo no soy judía, mi progenitora no es judía, quiero devolver al país todo lo que le ha dado a mi familia, pero les echo de menos».
 
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