rafabogado
Será en Octubre
Prosiguiendo con la iniciativa que comenzamos para subir diariamente la Palabra -siempre necesaria, pero especialmente en los tiempos bélicos y de desesperación que vivimos-, en primer lugar os recuerdo los beneficios que relaciona el Salmo 119 (en Spoiler porque es reiteración).
A continuación, el Evangelio de hoy martes y las lecturas:
“ ¿Quieres quedar sano? ”
Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel 47, 1-9. 12
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.
De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.
El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia el este, midió quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta la cintura. Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no se podía vadear, sino cruzar a nado.
Entonces me dijo:
«¿Has visto, hijo de hombre?»,
Después me condujo por la ribera del torrente.
Al volver vi en ambas riberas del torrente una gran arboleda. Me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal. Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente.
En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».
Salmo de hoy
Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9. El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su jovenlandesada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra.
El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 1-16
Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
«¿Quieres quedar sano?».
El enfermo le contestó:
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».
Jesús le dice:
«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:
«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».
Él les contestó:
«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».
Ellos le preguntaron:
«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:
«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
---
Bonus: Añado audio con el Evangelio anterior + comentario. Para quien prefiera las reflexiones por escrito, las dejo a continuación, hoy a cargo de la Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P., de la Congregación Romana de Santo Domingo.
Reflexión del Evangelio de hoy
Habrá vida allí donde llegue el torrente
A partir del capítulo 40 del libro de Ezequiel, comienza el profeta una descripción minuciosa, compleja -quizá no muy atrayente para los que no entendemos de arquitectura- del nuevo templo, lugar de la presencia de Dios con su pueblo.
En lo que hoy escuchamos, el relato cambia de tono totalmente. Descripción simbólica que siento que nos invita a entrar personalmente en el escenario que se dibuja.
Para comenzar no hay explicaciones. Sólo un torrente de agua que mana del templo. De unas dimensiones totalmente desproporcionadas, que sin duda impresionan. Nada menos que dos km recorre el profeta adentrándose en las aguas guiado por el personaje que va midiendo la distancia. Experiencia personal del agua que corre, que aumenta de profundidad, que llega a un momento en que ya “no se hace pie”. En el relato me da la impresión de que el progreso se detiene y “retroceden”. Ningún indicio de decisión de entrar en el torrente y atravesarlo a nado.
Pienso en lo que significa para el ser humano la experiencia, supongo que ineludible, de “no hacer pie”, de “estar con el agua al cuello”…
Pero la continuación del relato nos aclara lo que hasta ahora parecía inmersión en lo desconocido, potencial peligro… ¿amenaza?
La vuelta se realiza por la ribera y el profeta puede contemplar lo que antes parece que no había visto: grandes arboledas en las dos orillas. Y una explicación que lo cambia todo.
Podemos hacer el ejercicio de leer despacio esa explicación y preguntarnos ¿cuál es mi disponibilidad para adentrarme en ese torrente de agua viva que procede de Dios, para acceder a perder pie y confiar, sabiendo que allá donde el torrente llega hay sanación y vida?
¿Quieres quedar sano?
Estamos en el contexto de una fiesta.
El relato nos dice que en una de las puertas de Jerusalén había una piscina en torno a la cual se encontraban echados muchos enfermos de todo tipo. Jesús contempla la escena. Ante él, el panorama de muchas personas que no pueden participar en esa fiesta. Son enfermos, en consecuencia impuros y excluidos.
Jesús se fija en uno de ellos que llevaba muchos años allí, y le hace una pregunta clave: ¿quieres curarte?
Y, ¡oh sorpresa!, el enfermo no responde a esa pregunta. Como justificándose, trata de explicar la razón por la que no está aún curado: hay otros más rápidos que él para alcanzar el agua. Cabe preguntarse si en 38 años no había tenido tiempo de madurar algún plan que le permitiera entrar el primero en el agua… Tampoco ahora se le ocurre decirle a Jesús que sí quiere ser curado.
Jesús le cura, y el hombre carga con su camilla y se marcha sin mostrar agradecimiento, ni interés en conocer a quien le había curado.
El texto es muy claro. ¿Qué resaltar?
- Jesús aparece como la fuente de sanación y vida. No está en el agua de la piscina…
- Jesús ofrece siempre salvación, aun cuando nosotros no se lo pidamos. Su decisión de encontrarnos es el principio de nuestra esperanza.
- El enfrentamiento de Jesús con los responsables religiosos de su pueblo continúa ahondándose: para Jesús el bien del ser humano está por encima de las normas, para ellos la norma es el criterio último de toda acción.
Sería interesante que nos diéramos un tiempo para tratar de identificarnos con el enfermo y con aquellos que se enfrentan a Jesús. ¿Tenemos nosotros algunos de los rasgos que en ellos se adivinan?
Pedimos al Señor Jesús que nos introduzca en su dinamismo vital: la donación que busca siempre el bien de los otros/as.
Fuente: ¿Quieres quedar sano?
---
Que la Alegría, Paz, Gozo y Amor, llenen vuestros corazones en este 2022 tras la llegada del Niño Jesús, queridos hermanos. Y no dejemos de rezar por la Paz.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.» (Salmo 90)
Beneficios de la Palabra
1) Nutre tu alma sedienta.
«Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.» (Salmo 119: 25).
2) Fortalece tus huesos cansados.
«Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.» (Salmo 119: 107).
3) Redirige tu mirada a lo que es justo.
«Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino.» (Salmo 119:37).
4) Calma tu corazón desanimado.
«Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra.» (Salmo 119:147).
5) Concede Completa Paz.
«Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.» (Salmo 119:165).
6) Llena De Esperanza.
«Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.» (Salmo 119:49).
7) Alimenta Tu Espíritu Hambriento.
«¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.» (Salmo 119:103).
8) Da Profunda Sabiduría.
«Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;» (Salmo 119:100).
9) Tranquilidad Durante El Dolor.
«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.» (Salmo 119:75)
10) Te Llena De Sus Alabanzas.
«A medianoche me levanto para alabarte Por tus justos juicios.» (Salmo 119:62).
11) Guarda De Caer En La Tentación.
«Apartaos de mí, malignos, Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.» (Salmo 119:115).
12) Señala Tus Creencias y Acciones Equivocadas.
«Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley.» (Salmo 119:29).
13) Nos Da Seguridad De Nuestra Herencia Eterna.
«Mis ojos desfallecieron por tu salvación, Y por la palabra de tu justicia.» (Salmo 119:123).
14) Consuela En Tiempo De Angustia.
«Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.» (Salmo 119:50).
15) En todo momento, puedes ir y dejar que la palabra de Dios te guie, Jesucristo.
«Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.»(Salmo 119:176).
«¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Es mi meditación todo el día.» (Salmo 119:97).
1) Nutre tu alma sedienta.
«Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.» (Salmo 119: 25).
2) Fortalece tus huesos cansados.
«Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.» (Salmo 119: 107).
3) Redirige tu mirada a lo que es justo.
«Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino.» (Salmo 119:37).
4) Calma tu corazón desanimado.
«Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra.» (Salmo 119:147).
5) Concede Completa Paz.
«Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.» (Salmo 119:165).
6) Llena De Esperanza.
«Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.» (Salmo 119:49).
7) Alimenta Tu Espíritu Hambriento.
«¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.» (Salmo 119:103).
8) Da Profunda Sabiduría.
«Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;» (Salmo 119:100).
9) Tranquilidad Durante El Dolor.
«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.» (Salmo 119:75)
10) Te Llena De Sus Alabanzas.
«A medianoche me levanto para alabarte Por tus justos juicios.» (Salmo 119:62).
11) Guarda De Caer En La Tentación.
«Apartaos de mí, malignos, Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.» (Salmo 119:115).
12) Señala Tus Creencias y Acciones Equivocadas.
«Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley.» (Salmo 119:29).
13) Nos Da Seguridad De Nuestra Herencia Eterna.
«Mis ojos desfallecieron por tu salvación, Y por la palabra de tu justicia.» (Salmo 119:123).
14) Consuela En Tiempo De Angustia.
«Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.» (Salmo 119:50).
15) En todo momento, puedes ir y dejar que la palabra de Dios te guie, Jesucristo.
«Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.»(Salmo 119:176).
«¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Es mi meditación todo el día.» (Salmo 119:97).
A continuación, el Evangelio de hoy martes y las lecturas:
“ ¿Quieres quedar sano? ”
Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel 47, 1-9. 12
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.
De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.
El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia el este, midió quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta la cintura. Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no se podía vadear, sino cruzar a nado.
Entonces me dijo:
«¿Has visto, hijo de hombre?»,
Después me condujo por la ribera del torrente.
Al volver vi en ambas riberas del torrente una gran arboleda. Me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal. Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente.
En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».
Salmo de hoy
Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9. El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su jovenlandesada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra.
El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 1-16
Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
«¿Quieres quedar sano?».
El enfermo le contestó:
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».
Jesús le dice:
«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:
«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».
Él les contestó:
«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».
Ellos le preguntaron:
«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:
«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
---
Bonus: Añado audio con el Evangelio anterior + comentario. Para quien prefiera las reflexiones por escrito, las dejo a continuación, hoy a cargo de la Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P., de la Congregación Romana de Santo Domingo.
Reflexión del Evangelio de hoy
Habrá vida allí donde llegue el torrente
A partir del capítulo 40 del libro de Ezequiel, comienza el profeta una descripción minuciosa, compleja -quizá no muy atrayente para los que no entendemos de arquitectura- del nuevo templo, lugar de la presencia de Dios con su pueblo.
En lo que hoy escuchamos, el relato cambia de tono totalmente. Descripción simbólica que siento que nos invita a entrar personalmente en el escenario que se dibuja.
Para comenzar no hay explicaciones. Sólo un torrente de agua que mana del templo. De unas dimensiones totalmente desproporcionadas, que sin duda impresionan. Nada menos que dos km recorre el profeta adentrándose en las aguas guiado por el personaje que va midiendo la distancia. Experiencia personal del agua que corre, que aumenta de profundidad, que llega a un momento en que ya “no se hace pie”. En el relato me da la impresión de que el progreso se detiene y “retroceden”. Ningún indicio de decisión de entrar en el torrente y atravesarlo a nado.
Pienso en lo que significa para el ser humano la experiencia, supongo que ineludible, de “no hacer pie”, de “estar con el agua al cuello”…
Pero la continuación del relato nos aclara lo que hasta ahora parecía inmersión en lo desconocido, potencial peligro… ¿amenaza?
La vuelta se realiza por la ribera y el profeta puede contemplar lo que antes parece que no había visto: grandes arboledas en las dos orillas. Y una explicación que lo cambia todo.
Podemos hacer el ejercicio de leer despacio esa explicación y preguntarnos ¿cuál es mi disponibilidad para adentrarme en ese torrente de agua viva que procede de Dios, para acceder a perder pie y confiar, sabiendo que allá donde el torrente llega hay sanación y vida?
¿Quieres quedar sano?
Estamos en el contexto de una fiesta.
El relato nos dice que en una de las puertas de Jerusalén había una piscina en torno a la cual se encontraban echados muchos enfermos de todo tipo. Jesús contempla la escena. Ante él, el panorama de muchas personas que no pueden participar en esa fiesta. Son enfermos, en consecuencia impuros y excluidos.
Jesús se fija en uno de ellos que llevaba muchos años allí, y le hace una pregunta clave: ¿quieres curarte?
Y, ¡oh sorpresa!, el enfermo no responde a esa pregunta. Como justificándose, trata de explicar la razón por la que no está aún curado: hay otros más rápidos que él para alcanzar el agua. Cabe preguntarse si en 38 años no había tenido tiempo de madurar algún plan que le permitiera entrar el primero en el agua… Tampoco ahora se le ocurre decirle a Jesús que sí quiere ser curado.
Jesús le cura, y el hombre carga con su camilla y se marcha sin mostrar agradecimiento, ni interés en conocer a quien le había curado.
El texto es muy claro. ¿Qué resaltar?
- Jesús aparece como la fuente de sanación y vida. No está en el agua de la piscina…
- Jesús ofrece siempre salvación, aun cuando nosotros no se lo pidamos. Su decisión de encontrarnos es el principio de nuestra esperanza.
- El enfrentamiento de Jesús con los responsables religiosos de su pueblo continúa ahondándose: para Jesús el bien del ser humano está por encima de las normas, para ellos la norma es el criterio último de toda acción.
Sería interesante que nos diéramos un tiempo para tratar de identificarnos con el enfermo y con aquellos que se enfrentan a Jesús. ¿Tenemos nosotros algunos de los rasgos que en ellos se adivinan?
Pedimos al Señor Jesús que nos introduzca en su dinamismo vital: la donación que busca siempre el bien de los otros/as.
Fuente: ¿Quieres quedar sano?
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Que la Alegría, Paz, Gozo y Amor, llenen vuestros corazones en este 2022 tras la llegada del Niño Jesús, queridos hermanos. Y no dejemos de rezar por la Paz.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.» (Salmo 90)