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Será en Octubre
ACTUALIZACIÓN:
Santo Rosario. 22:00 horas, horario en España peninsular.
EMPEZAMOS A REZAR A LAS 22:00 HORAS.
Desde Lourdes (en castellano y en vivo):
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Letanías (no son obligatorias, pero agradan a nuestra progenitora del Cielo):
+
Salve
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Ave María (cantado)
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¿Cómo se reza el Rosario? Con viñetas explicativas.
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Promesas del Rosario (apariciones marianas):
Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno, destruirá los vicios, disminuirá los pecados, y defendernos de las herejías.
Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su deseo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.
Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una fin violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su fin encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la fin participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.
Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la fin.
Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesucristo.
La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.
---
Prosiguiendo con la iniciativa que comenzamos para subir diariamente la Palabra -siempre necesaria, pero especialmente en los tiempos bélicos y de desesperación que vivimos-, en primer lugar os recuerdo los beneficios que relaciona el Salmo 119 (en Spoiler porque es reiteración).
A continuación, el Evangelio de hoy domingo y las lecturas:
“ Este es mi Hijo amado, escuchadle ”
Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel 7, 9-10. 13-14
Miré y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él. Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.
Salmo
Sal 96 R./ El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra
Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra
Porque tú eres, Señor,
Altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro. 1, 16-19
Queridos hermanos:
No nos fundábamos en fábulas fantasiosas cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino en que habíamos sido testigos oculares de su grandeza.
Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la sublime Gloria se le tras*mitió aquella voz:
«Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido».
Y esta misma voz, tras*mitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con él en la montaña sagrada.
Así tenemos más confirmada la palabra profética y hacéis muy bien en prestarle atención como una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y el lucero amanezca en vuestros corazones.
Evangelio del día
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 17,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se tras*figuró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
---
Bonus: Añado los comentarios de los dominicos con el Evangelio anterior, así como los del padre Pedro Brassesco, en YT. Para quien prefiera las reflexiones por escrito, las dejo a continuación, hoy a cargo de Fray Juan Huarte Osácar, del Convento de San Esteban (Salamanca).
Reflexión del Evangelio de hoy
Un destello de luz en el horizonte
La escena de la tras*figuración del Señor nos adentra en el sentido profundo de aquellas palabras premonitorias del profeta Isaías, aplicadas por el evangelista a la misión de Jesús cuando volvió a su tierra de Galilea: el pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz (Mt 4,16). Efectivamente, cuando sus discípulos lo vieron resplandeciente y nimbado de gloria, pudieron percatarse mejor de cuál era el destino y alcance de su misión como luz de las gentes y gloria de su pueblo Israel (Lc 2,32).
Perplejos y desconcertados como estaban, después de escuchar en la subida hacia Jerusalén el primer anuncio de su Pasión, los discípulos necesitaban sin duda levantar su estado anímico. Y más que todos, si cabe, ellos tres, los que también le acompañarían más tarde, la víspera de su Pasión, en aquella noche oscura y angustiosa de Getsemaní. El que iba a ser abajado y humillado hasta el extremo, se dignaba ahora manifestarse ante ellos en la plenitud de su esplendor dejándoles un signo patente de su gloria futura. Con estas señales, Jesús salía oportunamente al encuentro de su mundo interior, zarandeado y fuertemente afectado por el misterio de su Maestro, abriéndoles un nuevo horizonte de vida.
Este es mi Hijo amado, escuchadle
Inesperadamente, en medio del deslumbrante halo de luminosidad que envolvía su visión, entraban en escena Moisés y Elías, testigos de la revelación divina en lo alto del Sinaí y representantes autorizados de la ortodoxia israelita. Y lo hacían en distendida conversación con un Jesús ahora glorificado. Es entonces cuando descendió la voz celeste procedente de la nube luminosa que los cubría: este es mi Hijo amado, escuchadle. Los discípulos cayeron rostro en tierra, postrados en adoración. No sobrecogidos por el miedo, sino en actitud reverencial (temor de Dios) ante la presencia trascendente de la divinidad. Resonaban en sus oídos las mismas palabras escuchadas en el bautismo de Jesús (Mt 3,17), pero acompañadas de una clara advertencia: escuchadle. Si Dios habló en el pasado a su pueblo por medio de Moisés y de los Profetas, ahora, en este nuevo Sinaí, les hablaba por medio del Hijo amado (Heb 1,1-2), el que había venido para dar pleno sentido y cumplimiento a la Ley y los Profetas.
Más tarde Pedro, uno de los tres testigos, recordaría aún conmovido aquella visión: con nuestros ojos hemos visto su majestad… (2ª lectura). El mismo Pedro que en otra ocasión, ante la incredulidad de la gente, reaccionaría con esta confesión de fe: Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios (Jn 6,68-69). Sus palabras recogían sin duda la alta cristología que ya profesaban los primeros seguidores de Jesús.
Volver al “Tiempo Ordinario”
¿Quién no ha gozado alguna vez contemplando el horizonte desde lo alto de una montaña? Son momentos privilegiados en los que la belleza de lo creado oxigena el cuerpo y el espíritu. Nos sentimos tras*figurados: es como estar en la gloria; como si convergieran en uno lo humano y lo divino. Pero todos sabemos también que, un día u otro, tenemos que descender al valle para encontrarnos con nosotros mismos en el duro bregar de cada jornada. Es cuando puede aflorar el desánimo y la tristeza, como ocurrió a los discípulos ante el inesperado anuncio de la pasión.
Es en esos momentos más delicados cuando hemos de rumiar en toda su profundidad esta bella escena evangélica, en la que toda la simbología que arropa el relato nos remite a la escucha de la Palabra de Dios revelada en el Jesús glorificado. Su destino de fin no es más que un camino hacia la gloria que les manifiesta anticipadamente a los suyos. Esa es la luz que ilumina el horizonte cristiano y que nutre la auténtica esperanza.
¿Qué te sugiere y en qué medida afecta este relato evangélico a tu vida de fe?¿Puedes mantener el equilibrio interior en los momentos de decaimiento y tristeza?Después de todo, ¿en qué fundamentas tu esperanza cristiana?
Fuente: Este es mi Hijo amado, escuchadle
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Y porque has resucitado, te damos las gracias. Contigo seremos invencibles. Contigo, llamados a la Vida.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.» (Salmo 90)
Santo Rosario. 22:00 horas, horario en España peninsular.
EMPEZAMOS A REZAR A LAS 22:00 HORAS.
Desde Lourdes (en castellano y en vivo):
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Letanías (no son obligatorias, pero agradan a nuestra progenitora del Cielo):
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Salve
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Ave María (cantado)
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¿Cómo se reza el Rosario? Con viñetas explicativas.
¿Cómo rezar el rosario? Guía visual, paso por paso
Aquí te contamos cómo rezar el rosario. Si eres principiante puedes empezar por rezar un misterio al día hasta que logres completarlo todo.
catholic-link.com
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Promesas del Rosario (apariciones marianas):
Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno, destruirá los vicios, disminuirá los pecados, y defendernos de las herejías.
Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su deseo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.
Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una fin violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su fin encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la fin participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.
Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la fin.
Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesucristo.
La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.
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Prosiguiendo con la iniciativa que comenzamos para subir diariamente la Palabra -siempre necesaria, pero especialmente en los tiempos bélicos y de desesperación que vivimos-, en primer lugar os recuerdo los beneficios que relaciona el Salmo 119 (en Spoiler porque es reiteración).
Beneficios de la Palabra
1) Nutre tu alma sedienta.
«Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.» (Salmo 119: 25).
2) Fortalece tus huesos cansados.
«Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.» (Salmo 119: 107).
3) Redirige tu mirada a lo que es justo.
«Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino.» (Salmo 119:37).
4) Calma tu corazón desanimado.
«Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra.» (Salmo 119:147).
5) Concede Completa Paz.
«Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.» (Salmo 119:165).
6) Llena De Esperanza.
«Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.» (Salmo 119:49).
7) Alimenta Tu Espíritu Hambriento.
«¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.» (Salmo 119:103).
8) Da Profunda Sabiduría.
«Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;» (Salmo 119:100).
9) Tranquilidad Durante El Dolor.
«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.» (Salmo 119:75)
10) Te Llena De Sus Alabanzas.
«A medianoche me levanto para alabarte Por tus justos juicios.» (Salmo 119:62).
11) Guarda De Caer En La Tentación.
«Apartaos de mí, malignos, Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.» (Salmo 119:115).
12) Señala Tus Creencias y Acciones Equivocadas.
«Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley.» (Salmo 119:29).
13) Nos Da Seguridad De Nuestra Herencia Eterna.
«Mis ojos desfallecieron por tu salvación, Y por la palabra de tu justicia.» (Salmo 119:123).
14) Consuela En Tiempo De Angustia.
«Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.» (Salmo 119:50).
15) En todo momento, puedes ir y dejar que la palabra de Dios te guie, Jesucristo.
«Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.»(Salmo 119:176).
1) Nutre tu alma sedienta.
«Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.» (Salmo 119: 25).
2) Fortalece tus huesos cansados.
«Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.» (Salmo 119: 107).
3) Redirige tu mirada a lo que es justo.
«Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino.» (Salmo 119:37).
4) Calma tu corazón desanimado.
«Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra.» (Salmo 119:147).
5) Concede Completa Paz.
«Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.» (Salmo 119:165).
6) Llena De Esperanza.
«Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.» (Salmo 119:49).
7) Alimenta Tu Espíritu Hambriento.
«¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.» (Salmo 119:103).
8) Da Profunda Sabiduría.
«Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;» (Salmo 119:100).
9) Tranquilidad Durante El Dolor.
«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.» (Salmo 119:75)
10) Te Llena De Sus Alabanzas.
«A medianoche me levanto para alabarte Por tus justos juicios.» (Salmo 119:62).
11) Guarda De Caer En La Tentación.
«Apartaos de mí, malignos, Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.» (Salmo 119:115).
12) Señala Tus Creencias y Acciones Equivocadas.
«Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley.» (Salmo 119:29).
13) Nos Da Seguridad De Nuestra Herencia Eterna.
«Mis ojos desfallecieron por tu salvación, Y por la palabra de tu justicia.» (Salmo 119:123).
14) Consuela En Tiempo De Angustia.
«Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.» (Salmo 119:50).
15) En todo momento, puedes ir y dejar que la palabra de Dios te guie, Jesucristo.
«Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.»(Salmo 119:176).
A continuación, el Evangelio de hoy domingo y las lecturas:
“ Este es mi Hijo amado, escuchadle ”
Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel 7, 9-10. 13-14
Miré y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él. Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.
Salmo
Sal 96 R./ El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra
Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra
Porque tú eres, Señor,
Altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro. 1, 16-19
Queridos hermanos:
No nos fundábamos en fábulas fantasiosas cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino en que habíamos sido testigos oculares de su grandeza.
Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la sublime Gloria se le tras*mitió aquella voz:
«Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido».
Y esta misma voz, tras*mitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con él en la montaña sagrada.
Así tenemos más confirmada la palabra profética y hacéis muy bien en prestarle atención como una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y el lucero amanezca en vuestros corazones.
Evangelio del día
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 17,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se tras*figuró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
---
Bonus: Añado los comentarios de los dominicos con el Evangelio anterior, así como los del padre Pedro Brassesco, en YT. Para quien prefiera las reflexiones por escrito, las dejo a continuación, hoy a cargo de Fray Juan Huarte Osácar, del Convento de San Esteban (Salamanca).
Reflexión del Evangelio de hoy
Un destello de luz en el horizonte
La escena de la tras*figuración del Señor nos adentra en el sentido profundo de aquellas palabras premonitorias del profeta Isaías, aplicadas por el evangelista a la misión de Jesús cuando volvió a su tierra de Galilea: el pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz (Mt 4,16). Efectivamente, cuando sus discípulos lo vieron resplandeciente y nimbado de gloria, pudieron percatarse mejor de cuál era el destino y alcance de su misión como luz de las gentes y gloria de su pueblo Israel (Lc 2,32).
Perplejos y desconcertados como estaban, después de escuchar en la subida hacia Jerusalén el primer anuncio de su Pasión, los discípulos necesitaban sin duda levantar su estado anímico. Y más que todos, si cabe, ellos tres, los que también le acompañarían más tarde, la víspera de su Pasión, en aquella noche oscura y angustiosa de Getsemaní. El que iba a ser abajado y humillado hasta el extremo, se dignaba ahora manifestarse ante ellos en la plenitud de su esplendor dejándoles un signo patente de su gloria futura. Con estas señales, Jesús salía oportunamente al encuentro de su mundo interior, zarandeado y fuertemente afectado por el misterio de su Maestro, abriéndoles un nuevo horizonte de vida.
Este es mi Hijo amado, escuchadle
Inesperadamente, en medio del deslumbrante halo de luminosidad que envolvía su visión, entraban en escena Moisés y Elías, testigos de la revelación divina en lo alto del Sinaí y representantes autorizados de la ortodoxia israelita. Y lo hacían en distendida conversación con un Jesús ahora glorificado. Es entonces cuando descendió la voz celeste procedente de la nube luminosa que los cubría: este es mi Hijo amado, escuchadle. Los discípulos cayeron rostro en tierra, postrados en adoración. No sobrecogidos por el miedo, sino en actitud reverencial (temor de Dios) ante la presencia trascendente de la divinidad. Resonaban en sus oídos las mismas palabras escuchadas en el bautismo de Jesús (Mt 3,17), pero acompañadas de una clara advertencia: escuchadle. Si Dios habló en el pasado a su pueblo por medio de Moisés y de los Profetas, ahora, en este nuevo Sinaí, les hablaba por medio del Hijo amado (Heb 1,1-2), el que había venido para dar pleno sentido y cumplimiento a la Ley y los Profetas.
Más tarde Pedro, uno de los tres testigos, recordaría aún conmovido aquella visión: con nuestros ojos hemos visto su majestad… (2ª lectura). El mismo Pedro que en otra ocasión, ante la incredulidad de la gente, reaccionaría con esta confesión de fe: Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios (Jn 6,68-69). Sus palabras recogían sin duda la alta cristología que ya profesaban los primeros seguidores de Jesús.
Volver al “Tiempo Ordinario”
¿Quién no ha gozado alguna vez contemplando el horizonte desde lo alto de una montaña? Son momentos privilegiados en los que la belleza de lo creado oxigena el cuerpo y el espíritu. Nos sentimos tras*figurados: es como estar en la gloria; como si convergieran en uno lo humano y lo divino. Pero todos sabemos también que, un día u otro, tenemos que descender al valle para encontrarnos con nosotros mismos en el duro bregar de cada jornada. Es cuando puede aflorar el desánimo y la tristeza, como ocurrió a los discípulos ante el inesperado anuncio de la pasión.
Es en esos momentos más delicados cuando hemos de rumiar en toda su profundidad esta bella escena evangélica, en la que toda la simbología que arropa el relato nos remite a la escucha de la Palabra de Dios revelada en el Jesús glorificado. Su destino de fin no es más que un camino hacia la gloria que les manifiesta anticipadamente a los suyos. Esa es la luz que ilumina el horizonte cristiano y que nutre la auténtica esperanza.
¿Qué te sugiere y en qué medida afecta este relato evangélico a tu vida de fe?¿Puedes mantener el equilibrio interior en los momentos de decaimiento y tristeza?Después de todo, ¿en qué fundamentas tu esperanza cristiana?
Fuente: Este es mi Hijo amado, escuchadle
---
Y porque has resucitado, te damos las gracias. Contigo seremos invencibles. Contigo, llamados a la Vida.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.» (Salmo 90)
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