Santiago Abascal - Educación: libertad y sentido común

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Educación: libertad y sentido común

ace muy poco nos abandonaba sir Roger Scruton (1944-2020). Referente académico del mundo conservador, el filósofo británico forjó su itinerario intelectual como reacción a la disparatada agenda de la izquierda totalitaria y sus élites progresistas. En varios de sus libros dejó escrito que fue en París, en Mayo del 68, donde decidió combatir desde y con las ideas a esa Nueva Izquierda que haría de las identidades sensuales, raciales y religiosas, junto con otros temas, como el clima, la causa para introducir conflicto en las sociedades y erosionar la civilización occidental ante el fracaso de la lucha de clases.
Lo que pocos imaginaron es que las élites y las distintas formaciones políticas, en Europa y en España, se aliarían con el marxismo cultural del que se nutrió la Nueva Izquierda y que hoy predomina en nuestras instituciones ante el estupor de muchos españoles, cuyas preocupaciones son radicalmente inversas a los temas que impone la izquierda y que no tienen más objeto que liquidar los lazos que unen y sostienen la comunidad política, la Nación.
De ahí, la convergencia del PSOE, los comunistas de Podemos y los separatistas con el marxismo cultural y su miedo a medidas como el «pin parental» o el cheque escolar que propone Vox, puesto que ambas medidas son un mecanismo de defensa temporal y el paso previo para ir hacia una educación nacional que fortalezca los lazos nacionales y restituya los derechos individuales de los padres -hoy vulnerados- a educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones jovenlandesales, como contempla la Constitución, y no en función de la agenda ideológica del Gobierno de turno.
Se trata de garantizar y priorizar que todos los españoles adquieran los conocimientos fundamentales en materias como Matemáticas, Lengua, Geografía e Historia, entre otras, y de preservar la libertad de los padres y de los niños a que nadie se inmiscuya en su intimidad. Porque ninguna nación que quiera perdurar y prosperar puede hacer de la educación una herramienta contraria a los fundamentos de la propia civilización occidental y de los lazos que unen a sus ciudadanos.
La educación está para formar personas, no para deformarlas, que es lo que pretende la izquierda cuando la utiliza como ariete desestabilizador de la nación, arrogándose un apoyo social que, en realidad, no tiene. La dictadura progre ambiciona convertir lo que debería ser un elemento de cohesión nacional en un instrumento de disgregación, de división, de enfrentamiento social y territorial y, en último término, de imposición de sus planteamientos más sectarios.
No solo ocurre en Cataluña, también en Baleares, la Comunidad Valenciana o Galicia. Están dispuestos a excluir de las aulas nuestra lengua, una lengua que comparten más de 558 millones de personas en todo el mundo, con el grave perjuicio que generará en las generaciones venideras, y todo con tal de cumplir los objetivos fijados por su agenda ideológica.
En Vox, como no podía ser de otra manera, cuando hablamos de educación hablamos de libertad y sentido común. Y esa es una batalla en la que no vamos a claudicar, porque cada vez es más necesario alzar la voz frente a quienes quieren arrinconar y amordazar a millones de españoles que disienten de la agenda forjada por la Nueva Izquierda y asumida por el globalismo y las élites progresistas.
Esta misma semana, Twitter ha bloqueado la cuenta de nuestra formación política por denunciar la aberración que supone el enseñar juegos eróticos y prácticas sensuales a niños de cero a seis años. Sin embargo, la red social no tiene inconveniente en difundir contenidos de un condenado por pertenencia a banda armada como Arnaldo Otegui que, recientemente, rendía honores a un etarra responsable del asesinato de Modesto Rico, un policía nacional, o en avalar comentarios que pedían «guillotinar» al Rey o que señalaban a sacerdotes como forzadores.
La ofensiva de la dictadura progre es total, va de las aulas a los medios de comunicación, de las redes sociales a las tribunas políticas, y por ello es de vital importancia que perseveremos en exigir algo tan básico como el respeto a las libertades y derechos fundamentales de todos los españoles. Y, por supuesto, el derecho a la libertad de educación.
 
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