Con la futura "abdicación" de Akihito, de 82 años, como emperador de Japón, anunciada este lunes en un mensaje televisivo, desaparece también de la palestra una bella y controvertida mujer, Michiko, un año menor, la emperatriz consorte, que ha pasado a la posteridad como emblema del Japón moderno. No en vano, esta controvertida dama, icono del glamour oriental, presentaba características inéditas para la ferozmente tradicional corte del crisantemo, como su origen plebeyo, su formación católica que chocaba con el sintoísmo imperante, o su barniz cosmopolita adquirido en universidades extranjeras como Oxford o Harvard.
Hija de Hidesaburo Shoda, un rico industrial católico de Tokio