“Saludo a los emigrantes que me estarán escuchando”

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“Saludo a los emigrantes que me estarán escuchando”


@Jesús Cacho - 26/02/2008



¿Dice algo la imagen? ¿Es cierto que el traje hace al monje? Rajoy apareció en pantalla con cierto aspecto acalorado y la chaqueta conscientemente abierta, sonriendo en exceso, como dispuesto a competir en galanura impostada con su oponente. Traje azul y corbata roja. Favorecido. ZP, está de más decirlo, llegó regalando sonrisas por doquier, su especialidad, la chaqueta cerrada y cierto aire de intranquilidad también. Traje azul marino y corbata sin contraste, aunque con perfecto nudo. En medio de ambos, un hombrecito llamado Campo Vidal. Capas de maquillaje desfigurando los años en una jornada de gloria reverdecida, reina por un día, tras mucho tiempo en el desván del recuerdo. Un horrible traje gris, corbata azul marino y nudo indescriptible. Y un afán de protagonismo que rozó lo patético.

Al grano. Reconozco que mi entusiasmo por Mariano Rajoy es perfectamente descriptible, ergo manifiestamente mejorable, pero anoche me llevé una sorpresa, no sé si grata o no, porque todavía no he decidido mi voto. Lo que está bastante claro, al menos para mí, es que ayer literalmente sacó del cuadrilátero al candidato socialista, que quedó retratado como pocas veces lo ha sido a lo largo de su vida política. Es ahora cuando alcanza toda su dimensión el error que cometió el PP en la campaña electoral de marzo de 2004, al negarse a celebrar debates televisados con el aspirante del PSOE, porque si ahora, tras cuatro años de la mejor coyuntura económica que ha conocido el país, con el viento a favor de todas las estadísticas, se ha mostrado romo a la hora de formular un discurso de convivencia convincente, entonces hubiera quedado meridianamente clara su condición de aventurero de la política, capaz de abrir todos los melones sin la menor idea de cómo cerrarlos.

Recuerdo un texto que un estrecho colaborador suyo en la Moncloa, el periodista de El País Javier Valenzuela, escribió en un libro al final de su aventura al lado de ZP. “A Zapatero le cuesta trabajar con equipos bien definidos, de modo que, en algunas ocasiones, se embarca en grandes proyectos sin elaborar un plan detallado de acción, sin formar un equipo que asuma claramente la gestión del asunto, sin atribuir responsabilidades bien definidas a unos y otros, sin jerarquizar esas responsabilidades, sin preparar respuestas a los obstáculos previsibles” (...) “Esto fue patente en su gestión de la reforma del Estatuto de Cataluña” (...) “Que si el asunto lo llevaban Maragall y los socialistas catalanes, que si lo llevaba Rubalcaba, que si lo llevaba él mismo. Que si se aceptaba el texto como saliera de Cataluña, que si se retocaba en Madrid hasta dejarlo limpio como una patena. Al final, Zapatero se sacó un conejo de la chistera, su pacto personal con Artur Mas”. (...) “lo mismo ocurrió con el proceso para terminar con el terrorismo de ETA”.

Son unos párrafos que describen la categoría política de Rodríguez Zapatero. Ayer, Mariano Rajoy le dio un repaso echando mano sencillamente de eso que la gente del común pide a quienes le gobiernan: cierto amor a la verdad, bastante sentido de la responsabilidad, algo de patriotismo, nada de aventuras, y mucho sentido común. Y el candidato quedó desplazado, sin encontrar jamás el sitio, refugiándose constantemente en las tablas del recurso al pasado, lo mal que lo hizo el Gobierno Aznar, lo pésimamente que se manejó Rajoy durante su paso por los distintos ministerios que ocupó. Pero ocurre que, precisamente porque lo hizo mal, el Partido Popular perdió el Gobierno, de modo, señor mío, que esa ya es materia juzgada, y no puede usted, ni sus asesores, escamotear a los españoles el juicio crítico que merece todo Gobierno al final de su mandato con el truco del “y tú más”, porque esa es ofensa intolerable al talento de los electores.

Algunas frases textuales pronunciadas por el candidato socialista evidencian la arquitectura intelectual del personaje, por no mencionar otras categorías de orden jovenlandesal: “Hemos reducido lo que representan impuestos...” (sic) “Desde hace 30 años no han movido ustedes un dedo a favor de...” -¿Pero hubo alguna vez un Gobierno, varios, presidido por Felipe González?- “Cataluña está más unida porque hay alta velocidad...” (sic) “saludo a los emigrantes que me estarán escuchando” y así sucesivamente en una sucesión de boutades que provocarían el sonrojo del más pintado. Pero el torito estaba herido, y al final del debate tiró de navaja barbera –ahora hablamos de su dimensión jovenlandesal- para afear a Rajoy no sé qué comentario crítico sobre los artistas que, en uso de su derecho, han pedido el voto para la opción socialista.

Una frase pronunciada por el candidato popular definió a la perfección la personalidad de ZP: “Usted dice una cosa y luego hace exactamente la contraria”. No se puede resumir de manera más acertada lo que han sido estos cuatro años de Gobierno Zapatero. Las vergüenzas de “la sonrisa como máscara y el talante como excusa” quedaron ayer puestas en evidencia en plaza pública. Detrás del populismo rampante del personaje se esconde lo que ya sabíamos: un demagogo de altos vuelos, capaz de asegurar varias veces que durante su mandato “el precio de la vivienda se ha desplomado”. Decía Pío Baroja que “los españoles hemos tenido desgracia con nuestros políticos”, y es más que probable que lo ocurrido anoche no tenga ningún impacto el 9-M, cuando los españoles sean llamados a las urnas, pero, con la vista puesta en 2012, nadie podrá decir después de lo visto anoche que no estaba advertido.
 
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