Salir del sistema

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Salir del sistema

 
Viajar, para mucha gente, es una incomodidad insoportable.

Andar deambulando como un vagabundo, quizás fuese interesante en otras generaciones cuando la gente hacía la vida en la calle y te podías encontrar de todo, pero ahora solo encuentras soledad. Aún en multitudes suponer que desconocidos te van a acoger con interés y emoción, quizás les pase a neցros veinteañeros atractivos , pero no a pobres con aspecto de perversoss que dan miedo.


 
No tener donde caerse muerto y vivir en un furgón no es salirse del sistema. En todo caso es pretender hacer de la necesidad virtud.
 
¿Te asombras de que no te aprovechen los viajes
cuando vas contigo mismo a todas partes?
(Séneca)

En esta carta, la número 28 del libro Cartas de un Estoico, Séneca nos habla de los viajes. Interesante punto de vista, que va en dirección opuesta al sentir general de hoy en día, en el que viajar por placer y cuanto más lejos mejor, me atrevería a decir que se ha convertido casi en una necesidad.​

Su título original es LOS VIAJES SON INÚTILES PARA LA CURACIÓN DEL ALMA, aquí la tienes:

Crees que a ti solo te ha sucedido, y te admiras como de cosa nueva, haber realizado largo viaje y recorrido muchos países sin desterrar la tristeza y el tedio de tu ánimo. ¡Necesitas cambiar de espíritu y no de cielo! Aunque cruces los mares y, como dice Virgilio, «se alejen tierras y ciudades», tus pasiones te seguirán a todas partes.

«¿Te asombras de que no te aprovechen los viajes cuando vas contigo mismo a todas partes?»

La misma causa que te impulsó te oprime aún.

¿De qué te sirve cambiar de paraje? ¿de qué el conocimiento de comarcas y ciudades? Todo eso no es más que inútil agitación.

¿Preguntas por qué son vanas esas correrías?

Porque huyes contigo mismo.

Es necesario que alivies tu espíritu del peso que lleva; de no ser así, no encontrarás placer en ninguna parte.

cuando te hayas curado de ese mal, todos los parajes te serán agradables. Aunque te relegasen al extremo del mundo o te confinasen en el seno de la barbarie, te encontrarías bien donde quiera que establecieses tu jovenlandesada: esto depende más del huésped que de la casa; por esta razón no debemos apasionarnos por ningún paraje.

Difiero de las gentes que se lanzan en medio de las oleadas y gozan en los tumultos combatiendo diariamente con negocios y dificultades. El hombre prudente no elegirá esta vida y preferirá vivir en paz a estar en guerra.

De poco serviría dominar las propias pasiones si después hubiese de continuar la lucha contra las de los demás.

el que no sabe que peca, no puede corregirse; siendo necesario conocerse antes de enmendarse.

Algunos se glorían de sus vicios. ¿Crees que podrán enmendarse aquellos que los consideran virtudes?
 
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