Ákrata
Madmaxista
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Están las cosas de tal manera que lo mejor que puede pasarle a alguien que pase por el sistema educativo español es acabar convertido en un sociópata. Triste pero cierto.
Actualmente tenemos varios problemas que crean una tormenta perfecta educativa.
1- Existe tal grado de bienestar, que la motivación para el estudio para evitar acabar picando en una mina ha desaparecido. Los chavales no son supermanes: lo mismo que los adultos, necesitan una motivación para hacer algo. Este mismo grado de "bienestar" obliga a los dos padres a trabajar para poder sostenerlo. En muchos casos los padres no hacen ni puñetero caso a sus hijos y lo saben y se sienten culpables.
2- Del punto anterior -el niño no da palo al agua en el cole y se lleva las consiguientes broncas de los profes- y por ese sentimiento de culpabilidad de los padres (que se dejan llevar por un desaforado instinto de sobreprotección), los profesores son victimizados. A base de reformas educativas hemos eliminado todo resorte de defensa que pueda tener el profesor a la vez que le hemos cargado con toda la responsabilidad de lidiar con la diversidad, el aprendizaje activo, el metaaprendizaje, y todo el resto de capulladas de los pedagogos.
3- En esta sociedad mediatizada, lo único que importa es lo que sale en la tele. Lo de la religión o la ciudadanía son temas banales, porque esas asignaturas son, en todo caso, pilinguis marías. Lo de los idiomas locales es una frutada si el padre no domina el idioma en el que le dan clases al niño, pero no es un problema insalvable. El sesgo que se pueda dar a la asignatura de historia no supone tanto drama tampoco, si el padre está un pelín pendiente. Etcétera etcétera. Lo que recibe publicidad son los falsos problemas.
En fin, que me perdone perroflauta, pero no me apetece tener que enseñar las pilinguis ecuaciones de segundo grado, para eso está el cole. Y si hay algún sesgo ideológico en el centro no hay problema, porque lo del sentido crítico sí que tengo interés en enseñarlo personalmente. Sin necesidad de aislar al pobre niño.