castguer
Madmaxista
Demos
a) Contra de lo que se ha afirmado, “el respeto a la economía abierta de mercado donde la competencia es libre” seguirá siendo la piedra angular de la construcción europea, a la cual se supedita todo. No se tienen en cuenta ninguna de las principales exigencias planteadas en el debate sobre el Tratado constitucional: los servicios públicos, la igualdad hombre-mujer, la laicidad, la conservación del medio ambiente y los recursos no renovables, la Europa social, el rechazo de la libre circulación de capitales y del dumping fiscal, el exceso de poder y de atribuciones del Banco Central Europeo (BCE), la defensa de una política de paz, el funcionamiento democrático de la Unión Europea. Nada de nada.
Los servicios públicos permanecen sujetos a las normas de la competencia. Se mantiene la referencia a las “herencias religiosas”. No se ha levantado ninguno de los obstáculos que impiden la mejora de la legislación social. Las políticas medioambientales se diluyen como consecuencia de las opciones económicas ultraliberales. Se preserva el poder del BCE. Se consolida la inclusión de la defensa europea dentro de la política de la OTAN, es decir, su sumisión a los Estados Unidos y la militarización de Europa. La Carta de “Derechos Fundamentales”, que era ya muy insuficiente, se vacía de todo contenido práctico. Y, tal como estaba previsto en el Tratado constitucional, no hay cambios reales en el sistema institucional actual, que sigue siendo profundamente antidemocrático. En resumen , nos encontramos con todo lo necesario para convertir a Europa en una zona sometida a la aplicación del libre comercio y a la promoción de las políticas neoliberales, en lugar de una Europa que pueda ser construida democráticamente, proponiendo otra vía diferente que no suponga el coto de actuación de las multinacionales y de los mercados financieros.
a) Contra de lo que se ha afirmado, “el respeto a la economía abierta de mercado donde la competencia es libre” seguirá siendo la piedra angular de la construcción europea, a la cual se supedita todo. No se tienen en cuenta ninguna de las principales exigencias planteadas en el debate sobre el Tratado constitucional: los servicios públicos, la igualdad hombre-mujer, la laicidad, la conservación del medio ambiente y los recursos no renovables, la Europa social, el rechazo de la libre circulación de capitales y del dumping fiscal, el exceso de poder y de atribuciones del Banco Central Europeo (BCE), la defensa de una política de paz, el funcionamiento democrático de la Unión Europea. Nada de nada.
Los servicios públicos permanecen sujetos a las normas de la competencia. Se mantiene la referencia a las “herencias religiosas”. No se ha levantado ninguno de los obstáculos que impiden la mejora de la legislación social. Las políticas medioambientales se diluyen como consecuencia de las opciones económicas ultraliberales. Se preserva el poder del BCE. Se consolida la inclusión de la defensa europea dentro de la política de la OTAN, es decir, su sumisión a los Estados Unidos y la militarización de Europa. La Carta de “Derechos Fundamentales”, que era ya muy insuficiente, se vacía de todo contenido práctico. Y, tal como estaba previsto en el Tratado constitucional, no hay cambios reales en el sistema institucional actual, que sigue siendo profundamente antidemocrático. En resumen , nos encontramos con todo lo necesario para convertir a Europa en una zona sometida a la aplicación del libre comercio y a la promoción de las políticas neoliberales, en lugar de una Europa que pueda ser construida democráticamente, proponiendo otra vía diferente que no suponga el coto de actuación de las multinacionales y de los mercados financieros.