david53
Madmaxista
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"Las cosas decisivas, como demuestra la historia, se consiguen con movilizaciones y desobediencia civil", afirma el propietario de Mediapro.
Parafraseando al dúo de pop electrónico Astrud, hay un hombre en Cataluña que lo hace todo y se llama Jaume Roures. Roures es el propietario del grupo audiovisual Mediapro; uno de los principales accionistas de Atresmedia a través de Imagina Media Audiovisual; fundador y propietario del diario Público; propietario de parte de los derechos televisivos de La Liga de fútbol y hasta de un castillo del siglo XVI en Orriols (Gerona).
El multimillonario Jaume Roures es también el hombre en quien confluyen los arroyos del separatismo, de Oriol Junqueras, del emir de Qatar, de Pablo Iglesias, de la desobediencia civil, del FC Barcelona, de TV3, de José Luis Rodríguez Zapatero, de la CUP y del trotskismo. Su campo de batalla preferente es el fútbol, pero este es apenas el motor financiero que le permite acometer su verdadero objetivo: un cambio de régimen en España que acabe con la Corona y conduzca a la independencia de Cataluña.
Una independencia que él dice no desear –se define como "no independentista, pero partidario del derecho a decidir"– en la misma frase en la que afirma estar convencido de que la soberanía de Cataluña le pertenece en exclusiva a los catalanes. A qué catalanes en concreto no lo especifica Roures, pero es fácil imaginarlo.
Roures sueña, en fin, con ser el Amancio Ortega de una futura Cataluña soberana.
Una república socialista
Un Amancio Ortega cuya inmensa fortuna no habría sido invertida, siquiera en parte, en maquinaría de alta tecnología contra el cáncer, sino en la desestabilización y el socavamiento del pacto entre españoles de 1978 en beneficio de un república socialista de la que, si hay que atender a los precedentes históricos, se habría erradicado toda libertad de mercado excepto la suya. La que le ha permitido amasar su fortuna y convertirse en el empresario de referencia de Podemos y el separatismo.
No es la única contradicción de Roures. Entrevistado el pasado jueves en el espacio de Gabriel Rufián La Fábrica, ofreció un recital de teorías leyendanegristas resumidas en la frase "en España no hay separación de poderes, sino división del trabajo".
Digerir una entrevista de casi media hora con Jaume Roures es asistir a un curso acelerado de supuestas conspiraciones, análisis políticos de trazo grueso y valoraciones jurídicas, como mínimo, fuertemente desinformadas. Un terreno en el que Gabriel Rufián apenas ha de encender el mechero con sus preguntas y dejar que la acumulación de gases haga el resto.
Roures habla en la entrevista de "medios españoles" para referirse a los que no son catalanes. Es decir, a los que no dependen financieramente de la Generalidad. El propietario de Mediapro dice que esos medios funcionan "a piñón fijo" –en boca de un invitado habitual de TV3 la afirmación suena hasta tierna– y califica al director de EL ESPAÑOL, Pedro J. Ramírez, de "destructor del periodismo".
Eso lo dice Roures pocos minutos después de utilizar en beneficio de sus tesis políticas la información sobre el whatsapp de Cosidó de la que su diario Público, sólo se hizo eco después de que la exclusiva fuera publicada por EL ESPAÑOL.
Los mismos objetivos
Roures arremete durante la entrevista contra Antonio García Ferreras, (La Sexta) del que dice que la realidad le importa poco y al que califica de "muy poco periodístico, muy demagógico". También, más sutilmente, contra Susanna Griso (Antena 3). "Susana le da un tratamiento [a la información] y Antonio le da otro, pero al final el resultado y el objetivo son los mismos y para el mismo público".
Roures lo deja todo en el aire y Rufián nunca repregunta, pero se le entiende todo. Por ejemplo, a qué tipo de público se refiere Roures con su afirmación –acrítico, desinformado y embrutecido– y cuál es el misterioso objetivo de Ferreras y Griso –contribuir a la guerra de desinformación supuestamente desatada por las cloacas del Estado contra el pueblo catalán y su voluntad de autodeterminación.
A cuenta de la autodeterminación, Roures da el mejor ejemplo posible de procesamiento parcial de la información. Dice el empresario: "La autodeterminación es una reivindicación de la revolución burguesa del otro siglo. Estaba en los estatutos del PSOE y del PSC". La primera afirmación está tan falta de contexto que sólo puede calificarse de radicalmente falsa. Porque el derecho a la autodeterminación no se diseñó para casos como el de Cataluña. Punto.
Pecados de juventud
La segunda también necesita contexto. El PSOE, es cierto, habló del "reconocimiento de la autodeterminación de todos los pueblos ibéricos" en el congreso de Suresnes de 1974, el mismo en el que se entregó el liderazgo del partido a un joven Felipe González. Falta añadir sin embargo que el PSOE abandonó la defensa de la autodeterminación, así como la del marxismo, tras la llegada de la democracia a España.
También habló el PSC de autodeterminación en los primeros años de democracia, pero siempre en el contexto de una España convertida en una república federal. En los actuales Estatutos del PSC, aprobados en el XIII Congreso del partido que se celebró entre el 4 y el 6 de noviembre de 2016, la palabra autodeterminación no aparece ni una sola vez. Sí aparecen, en cambio, las palabras republicanismo, internacionalismo y catalanismo.
No fue hasta la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero, un personaje vinculado a Jaume Roures, cuando en el PSOE se volvió a hablar de plurinacionalidad, federalismo y nación de naciones. Hasta qué punto esas tres expresiones son el eufemismo con el que el PSOE y el PSC hablan hoy de autodeterminación sin mencionarla explícitamente es tema de discusión a día de hoy.
Falta de calidad
Pero el Moby Dick de Jaume Roures son las cloacas del Estado. Unas cloacas que en su boca parecen un cruce entre la CIA y la T.I.A. de Mortadelo y Filemón, pero de las que apenas es capaz de mencionar un nombre concreto: el del comisario Villarejo, un personaje más propio de una película de Torrente que de una buena novela de conspiraciones gubernamentales. De ahí que Roures sea el director del documental Las cloacas de Interior, con guion de Jaume Grau, y que alguna televisión rechazó en su momento por su falta de calidad.
Durante la entrevista, Roures también acusa de negligencia al CNI en el atentado de Las Ramblas. El descargo de las responsabilidades propias en Madrid es una vieja tradición catalanista que llegó a su cenit con el atentado de Hipercor, cuando docenas de influyentes líderes de opinión nacionalistas defendieron la tesis de que ese día la bomba la puso ETA, pero que los muertos los puso la Policía Nacional española cuando se negó a desalojar el edificio. Hoy en día, y por razones obvias, la vieja falsedad catalanista vive una segunda juventud y no resulta difícil toparse con ella en TV3 o impresa neցro sobre blanco en medios de comunicación catalanes y sus redes sociales.
Durante la entrevista, Roures se ríe del CNI –"el 1-O hubo urnas y hubo papeletas, lo que demuestra que el CNI no es muy eficiente en su trabajo"– y de los Mossos d'Esquadra. De estos se burla cuando un segundo entrevistador, Tomàs Fuentes, le propone producir una película titulada Los mossos amorosos. "No habría casting para eso", responde Roures, a lo que Rufián añade: "A la BRIMO no vayas".
Según Roures, el CNI es al mismo tiempo una máquina maquiavélica capaz de controlar y manipular el país entero, pero también un puñado de ineptos incapaces de encontrar una simple urna de plástico. De los Mossos, visto está, no guarda mejor opinión.
Pervertir la realidad
"La Monarquía juega un papel, el Tribunal Constitucional otro, el Gobierno otro y el Supremo otro. Y después viene la Policía a rematarlo, en la plena acepción de la palabra", dice Roures acerca de Cataluña y el procés. Sobre la sentencia, y a pesar de que reconoce no haberla leído entera, dice: "Se discutía si eran 10, 12 o 15 años. Se han ido a la banda baja para ver si así había menos lío. La rebelión era insostenible, así que la sedición te permite empurar a alguien por trece años y que parezca que no estás pervirtiendo mucho la realidad".
¿La culpa de la actual situación en Cataluña? Del Constitucional, que tumbó el Estatuto de Autonomía catalán. Según Roures, "entre 2006 y 2010 no pasó nada en Cataluña, todo estaba tranquilo". ¡El oasis! De la corrupción de CiU y de su obvia relación con el inicio del procés no dice nada. ¿Para qué?
La visión que tiene del Constitucional en los tiempos de la sentencia del Estatuto de Autonomía de 2006 merece oreja, regazo y vuelta al ruedo: "Un Constitucional con los mandatos caducados, con miembros que habían muerto y que no habían sido sustituidos, el mismo Constitucional del que detuvieron a un miembro en Madrid en moto por circular borracho, sin casco". La caricatura de una caricatura.
El oasis catalán
Roures ve conspiraciones y cloacas y Villarejos por todos lados, menos en Cataluña. "Las instituciones han sido copadas por el PP, que es quien controla el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas y el Tribunal Supremo" dice. ¡Y el PP sin enterarse!
Roures ni siquiera confía en la política. "Que cuatro diputados os pongáis a discutir sobre no sé qué, nunca ha cambiado nada", le dice a Rufián. Nunca, nada. En la cabeza de Roures, la política es la homeopatía del cambio social. "Cambian cosas que a veces pueden ser importantes, pero que no son decisivas. Las cosas decisivas, como demuestra la historia en general, y la historia reciente en particular, se consiguen con movilizaciones y desobediencia civil".
¿La prueba de la afirmación? "El Servicio Militar se abolió porque 200.000 personas se negaron a ir y porque más de 300 fueron a la guandoca. Y ese movimiento de desobediencia llevó a que alguien como José María Aznar aboliera el Servicio Militar Obligatorio". A estas alturas de la entrevista, el espectador ya ha dejado de refutar la tergiversación de los datos de la que hace gala Roures: imposible seguirle el ritmo.
Roures parece también difícil de contentar. No le gusta Íñigo Errejón, al que acusa más o menos explícitamente de haber roto Podemos por capricho personal. A Carles Puigdemont lo ve desorientado "por el exilio". A Jordi Cuixart, "demasiado ilusionado", que es uno de esos defectos que uno esgrime de sí mismo en las entrevistas de trabajo: "Soy demasiado perfeccionista, demasiado bueno haciendo lo que hago".
A Quim Torra y a Pedro Sánchez les aconseja enterarse de cuáles son sus límites, que ellos desconocen, pero que él atisba a simple vista. Pablo Iglesias está "demasiado obsesionado con estar en un Gobierno cuando es mejor estar fuera". Y de Zapatero dice que ha sido "poco utilizado".
Un nombre afortunado
Una nota de esperanza entre tanta conspiración, maquinaciones, manipulaciones y mentiras del Estado español y sus terminales mediáticas: Tsunami Democràtic. A Jaume Roures, de Tsunami Democràtic le gusta todo. La movilización, la desobediencia civil y hasta el nombre, que considera "afortunado".
Que el Tsunami catalanista no haya llenado las calles de Cataluña de agua, sino de piedras, sangre y fuego, es sólo una más de las contradicciones de este millonario comunista, pero también nacionalista, que viste chaqueta de pana y no tiene chófer, que invierte en grupos mediáticos a los que desprecia públicamente, que publica periódicos que no hacen periodismo sino activismo y que pide democracia para el pueblo catalán mientras hace negocios con la monarquía absolutista qatarí. El millonario que merecen el nacionalismo y el populismo de extrema izquierda español.
Roures, el millonario que instiga la desobediencia civil en Cataluña y se burla de los policías
Parafraseando al dúo de pop electrónico Astrud, hay un hombre en Cataluña que lo hace todo y se llama Jaume Roures. Roures es el propietario del grupo audiovisual Mediapro; uno de los principales accionistas de Atresmedia a través de Imagina Media Audiovisual; fundador y propietario del diario Público; propietario de parte de los derechos televisivos de La Liga de fútbol y hasta de un castillo del siglo XVI en Orriols (Gerona).
El multimillonario Jaume Roures es también el hombre en quien confluyen los arroyos del separatismo, de Oriol Junqueras, del emir de Qatar, de Pablo Iglesias, de la desobediencia civil, del FC Barcelona, de TV3, de José Luis Rodríguez Zapatero, de la CUP y del trotskismo. Su campo de batalla preferente es el fútbol, pero este es apenas el motor financiero que le permite acometer su verdadero objetivo: un cambio de régimen en España que acabe con la Corona y conduzca a la independencia de Cataluña.
Una independencia que él dice no desear –se define como "no independentista, pero partidario del derecho a decidir"– en la misma frase en la que afirma estar convencido de que la soberanía de Cataluña le pertenece en exclusiva a los catalanes. A qué catalanes en concreto no lo especifica Roures, pero es fácil imaginarlo.
Roures sueña, en fin, con ser el Amancio Ortega de una futura Cataluña soberana.
Una república socialista
Un Amancio Ortega cuya inmensa fortuna no habría sido invertida, siquiera en parte, en maquinaría de alta tecnología contra el cáncer, sino en la desestabilización y el socavamiento del pacto entre españoles de 1978 en beneficio de un república socialista de la que, si hay que atender a los precedentes históricos, se habría erradicado toda libertad de mercado excepto la suya. La que le ha permitido amasar su fortuna y convertirse en el empresario de referencia de Podemos y el separatismo.
No es la única contradicción de Roures. Entrevistado el pasado jueves en el espacio de Gabriel Rufián La Fábrica, ofreció un recital de teorías leyendanegristas resumidas en la frase "en España no hay separación de poderes, sino división del trabajo".
Digerir una entrevista de casi media hora con Jaume Roures es asistir a un curso acelerado de supuestas conspiraciones, análisis políticos de trazo grueso y valoraciones jurídicas, como mínimo, fuertemente desinformadas. Un terreno en el que Gabriel Rufián apenas ha de encender el mechero con sus preguntas y dejar que la acumulación de gases haga el resto.
Roures habla en la entrevista de "medios españoles" para referirse a los que no son catalanes. Es decir, a los que no dependen financieramente de la Generalidad. El propietario de Mediapro dice que esos medios funcionan "a piñón fijo" –en boca de un invitado habitual de TV3 la afirmación suena hasta tierna– y califica al director de EL ESPAÑOL, Pedro J. Ramírez, de "destructor del periodismo".
Eso lo dice Roures pocos minutos después de utilizar en beneficio de sus tesis políticas la información sobre el whatsapp de Cosidó de la que su diario Público, sólo se hizo eco después de que la exclusiva fuera publicada por EL ESPAÑOL.
Los mismos objetivos
Roures arremete durante la entrevista contra Antonio García Ferreras, (La Sexta) del que dice que la realidad le importa poco y al que califica de "muy poco periodístico, muy demagógico". También, más sutilmente, contra Susanna Griso (Antena 3). "Susana le da un tratamiento [a la información] y Antonio le da otro, pero al final el resultado y el objetivo son los mismos y para el mismo público".
Roures lo deja todo en el aire y Rufián nunca repregunta, pero se le entiende todo. Por ejemplo, a qué tipo de público se refiere Roures con su afirmación –acrítico, desinformado y embrutecido– y cuál es el misterioso objetivo de Ferreras y Griso –contribuir a la guerra de desinformación supuestamente desatada por las cloacas del Estado contra el pueblo catalán y su voluntad de autodeterminación.
A cuenta de la autodeterminación, Roures da el mejor ejemplo posible de procesamiento parcial de la información. Dice el empresario: "La autodeterminación es una reivindicación de la revolución burguesa del otro siglo. Estaba en los estatutos del PSOE y del PSC". La primera afirmación está tan falta de contexto que sólo puede calificarse de radicalmente falsa. Porque el derecho a la autodeterminación no se diseñó para casos como el de Cataluña. Punto.
Pecados de juventud
La segunda también necesita contexto. El PSOE, es cierto, habló del "reconocimiento de la autodeterminación de todos los pueblos ibéricos" en el congreso de Suresnes de 1974, el mismo en el que se entregó el liderazgo del partido a un joven Felipe González. Falta añadir sin embargo que el PSOE abandonó la defensa de la autodeterminación, así como la del marxismo, tras la llegada de la democracia a España.
También habló el PSC de autodeterminación en los primeros años de democracia, pero siempre en el contexto de una España convertida en una república federal. En los actuales Estatutos del PSC, aprobados en el XIII Congreso del partido que se celebró entre el 4 y el 6 de noviembre de 2016, la palabra autodeterminación no aparece ni una sola vez. Sí aparecen, en cambio, las palabras republicanismo, internacionalismo y catalanismo.
No fue hasta la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero, un personaje vinculado a Jaume Roures, cuando en el PSOE se volvió a hablar de plurinacionalidad, federalismo y nación de naciones. Hasta qué punto esas tres expresiones son el eufemismo con el que el PSOE y el PSC hablan hoy de autodeterminación sin mencionarla explícitamente es tema de discusión a día de hoy.
Falta de calidad
Pero el Moby Dick de Jaume Roures son las cloacas del Estado. Unas cloacas que en su boca parecen un cruce entre la CIA y la T.I.A. de Mortadelo y Filemón, pero de las que apenas es capaz de mencionar un nombre concreto: el del comisario Villarejo, un personaje más propio de una película de Torrente que de una buena novela de conspiraciones gubernamentales. De ahí que Roures sea el director del documental Las cloacas de Interior, con guion de Jaume Grau, y que alguna televisión rechazó en su momento por su falta de calidad.
Durante la entrevista, Roures también acusa de negligencia al CNI en el atentado de Las Ramblas. El descargo de las responsabilidades propias en Madrid es una vieja tradición catalanista que llegó a su cenit con el atentado de Hipercor, cuando docenas de influyentes líderes de opinión nacionalistas defendieron la tesis de que ese día la bomba la puso ETA, pero que los muertos los puso la Policía Nacional española cuando se negó a desalojar el edificio. Hoy en día, y por razones obvias, la vieja falsedad catalanista vive una segunda juventud y no resulta difícil toparse con ella en TV3 o impresa neցro sobre blanco en medios de comunicación catalanes y sus redes sociales.
Durante la entrevista, Roures se ríe del CNI –"el 1-O hubo urnas y hubo papeletas, lo que demuestra que el CNI no es muy eficiente en su trabajo"– y de los Mossos d'Esquadra. De estos se burla cuando un segundo entrevistador, Tomàs Fuentes, le propone producir una película titulada Los mossos amorosos. "No habría casting para eso", responde Roures, a lo que Rufián añade: "A la BRIMO no vayas".
Según Roures, el CNI es al mismo tiempo una máquina maquiavélica capaz de controlar y manipular el país entero, pero también un puñado de ineptos incapaces de encontrar una simple urna de plástico. De los Mossos, visto está, no guarda mejor opinión.
Pervertir la realidad
"La Monarquía juega un papel, el Tribunal Constitucional otro, el Gobierno otro y el Supremo otro. Y después viene la Policía a rematarlo, en la plena acepción de la palabra", dice Roures acerca de Cataluña y el procés. Sobre la sentencia, y a pesar de que reconoce no haberla leído entera, dice: "Se discutía si eran 10, 12 o 15 años. Se han ido a la banda baja para ver si así había menos lío. La rebelión era insostenible, así que la sedición te permite empurar a alguien por trece años y que parezca que no estás pervirtiendo mucho la realidad".
¿La culpa de la actual situación en Cataluña? Del Constitucional, que tumbó el Estatuto de Autonomía catalán. Según Roures, "entre 2006 y 2010 no pasó nada en Cataluña, todo estaba tranquilo". ¡El oasis! De la corrupción de CiU y de su obvia relación con el inicio del procés no dice nada. ¿Para qué?
La visión que tiene del Constitucional en los tiempos de la sentencia del Estatuto de Autonomía de 2006 merece oreja, regazo y vuelta al ruedo: "Un Constitucional con los mandatos caducados, con miembros que habían muerto y que no habían sido sustituidos, el mismo Constitucional del que detuvieron a un miembro en Madrid en moto por circular borracho, sin casco". La caricatura de una caricatura.
El oasis catalán
Roures ve conspiraciones y cloacas y Villarejos por todos lados, menos en Cataluña. "Las instituciones han sido copadas por el PP, que es quien controla el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas y el Tribunal Supremo" dice. ¡Y el PP sin enterarse!
Roures ni siquiera confía en la política. "Que cuatro diputados os pongáis a discutir sobre no sé qué, nunca ha cambiado nada", le dice a Rufián. Nunca, nada. En la cabeza de Roures, la política es la homeopatía del cambio social. "Cambian cosas que a veces pueden ser importantes, pero que no son decisivas. Las cosas decisivas, como demuestra la historia en general, y la historia reciente en particular, se consiguen con movilizaciones y desobediencia civil".
¿La prueba de la afirmación? "El Servicio Militar se abolió porque 200.000 personas se negaron a ir y porque más de 300 fueron a la guandoca. Y ese movimiento de desobediencia llevó a que alguien como José María Aznar aboliera el Servicio Militar Obligatorio". A estas alturas de la entrevista, el espectador ya ha dejado de refutar la tergiversación de los datos de la que hace gala Roures: imposible seguirle el ritmo.
Roures parece también difícil de contentar. No le gusta Íñigo Errejón, al que acusa más o menos explícitamente de haber roto Podemos por capricho personal. A Carles Puigdemont lo ve desorientado "por el exilio". A Jordi Cuixart, "demasiado ilusionado", que es uno de esos defectos que uno esgrime de sí mismo en las entrevistas de trabajo: "Soy demasiado perfeccionista, demasiado bueno haciendo lo que hago".
A Quim Torra y a Pedro Sánchez les aconseja enterarse de cuáles son sus límites, que ellos desconocen, pero que él atisba a simple vista. Pablo Iglesias está "demasiado obsesionado con estar en un Gobierno cuando es mejor estar fuera". Y de Zapatero dice que ha sido "poco utilizado".
Un nombre afortunado
Una nota de esperanza entre tanta conspiración, maquinaciones, manipulaciones y mentiras del Estado español y sus terminales mediáticas: Tsunami Democràtic. A Jaume Roures, de Tsunami Democràtic le gusta todo. La movilización, la desobediencia civil y hasta el nombre, que considera "afortunado".
Que el Tsunami catalanista no haya llenado las calles de Cataluña de agua, sino de piedras, sangre y fuego, es sólo una más de las contradicciones de este millonario comunista, pero también nacionalista, que viste chaqueta de pana y no tiene chófer, que invierte en grupos mediáticos a los que desprecia públicamente, que publica periódicos que no hacen periodismo sino activismo y que pide democracia para el pueblo catalán mientras hace negocios con la monarquía absolutista qatarí. El millonario que merecen el nacionalismo y el populismo de extrema izquierda español.
Roures, el millonario que instiga la desobediencia civil en Cataluña y se burla de los policías