RedSixLima
Madmaxista
La ignorancia gubernamental en asuntos internacionales llega al extremo de que su ministro mejor formado e informado, Pedro Solbes, pide que el G-20 invite a Washington a Arabia Saudita, ignorando que es miembro fundador de ese club a cuya reunión acudirá Rodríguez Z con silla francesa prestada.
Eran las 09,24 horas de este martes en el programa de Carlos Herrera en Onda Cero (minuto 20). Entrevistaban al vicepresidente. Tras justificar la presencia española en el G-20, Solbes nombró otros países que también deberían estar.
Hizo especial hincapié en Arabia Saudita, al que “se echa en falta”, dada su importancia económica. Es incomprensible que no esté, insistió.
Si Solbes desconoce que ese país es el miembro número uno del G-20, qué sabrá el resto del Gobierno, especialmente Rodríguez Z.
Lo que explica las sonrisas burlonas de dirigentes extranjeros, como Sarkozy, cuando el primer ministro español se ahuecó solemnemente para advertir que, además de España, debería estar en Washington “algún país árabe”.
Es lógico: no estudian, no reflexionan. Sólo tienen ocurrencias. Como la Alianza de Civilizaciones, exudación de Rodríguez Z tras visitar la ONU, en Nueva York, como él mismo confesó.
Deseó la paz universal, incluyendo Afganistán, levitó, y ahora su inspiración mística la estudian obligatoriamente militares, diplomáticos y escolares españoles: para predicarla quizás creó Educación para la Ciudadanía.
Las ocurrencias sustituyen la reflexión de equipos de expertos que deberían elaborar doctrinas duraderas de política nacional y exterior: Z tiene una iluminación y sus aduladores la aplauden, aún siendo una tontería.
Rodríguez Z, menos preparado que Solbes, da instrucciones extravagantes y ningún consejero o ministro se atreve a señalárselo: por eso, la diplomacia española es el hazmerreír del mundo civilizado.
No lo proclaman públicamente sólo porque sus dirigentes respetan al Rey, que es quien tiene que resolver los problemas que van plantando estos adanes.
Aznar también era un osado, aunque chulesco, y quizás por eso inspiraba más prevención que risas. En todo caso, pobre España.
Eran las 09,24 horas de este martes en el programa de Carlos Herrera en Onda Cero (minuto 20). Entrevistaban al vicepresidente. Tras justificar la presencia española en el G-20, Solbes nombró otros países que también deberían estar.
Hizo especial hincapié en Arabia Saudita, al que “se echa en falta”, dada su importancia económica. Es incomprensible que no esté, insistió.
Si Solbes desconoce que ese país es el miembro número uno del G-20, qué sabrá el resto del Gobierno, especialmente Rodríguez Z.
Lo que explica las sonrisas burlonas de dirigentes extranjeros, como Sarkozy, cuando el primer ministro español se ahuecó solemnemente para advertir que, además de España, debería estar en Washington “algún país árabe”.
Es lógico: no estudian, no reflexionan. Sólo tienen ocurrencias. Como la Alianza de Civilizaciones, exudación de Rodríguez Z tras visitar la ONU, en Nueva York, como él mismo confesó.
Deseó la paz universal, incluyendo Afganistán, levitó, y ahora su inspiración mística la estudian obligatoriamente militares, diplomáticos y escolares españoles: para predicarla quizás creó Educación para la Ciudadanía.
Las ocurrencias sustituyen la reflexión de equipos de expertos que deberían elaborar doctrinas duraderas de política nacional y exterior: Z tiene una iluminación y sus aduladores la aplauden, aún siendo una tontería.
Rodríguez Z, menos preparado que Solbes, da instrucciones extravagantes y ningún consejero o ministro se atreve a señalárselo: por eso, la diplomacia española es el hazmerreír del mundo civilizado.
No lo proclaman públicamente sólo porque sus dirigentes respetan al Rey, que es quien tiene que resolver los problemas que van plantando estos adanes.
Aznar también era un osado, aunque chulesco, y quizás por eso inspiraba más prevención que risas. En todo caso, pobre España.