RedSixLima
Madmaxista
Ahora resulta que ha sido Aznar
Marcello
Mira que a José María Aznar se le pueden criticar muchas cosas, como su empeño por arrastrar bufandas y gabardinas hasta los pies, o su falta de cintura cuando una web le imputa la paternidad del futuro bebé de Rachida Dati, la ministra gala de Justicia. O su empeño en decir que lo del cambio climático es una broma, o qué hizo bien en fotografiarse en las Azores con Bush y Blair. Ahora bien, la última declaración de Zapatero en la que culpa a los neocon "como Aznar" de la crisis económica y financiera que afecta a España es una pasada propia de un político que, cansado de rectificar todo lo que ha hecho en la pasada legislatura, ofrece una penosa imagen de gran desconcierto y confusión que le provoca una parálisis mental y que, puede que impulsado por sus asesores, le ha llevado a semejante disparate con el que, inútilmente, intenta eludir su responsabilidad.
Además, ¿cómo va a ser Aznar el culpable de la crisis económica mundial en general y España en particular cuando la herencia que Zapatero recibió en el 2004 era la de una economía bollante que, lejos de administrar con la prudencia de la hormiga, este Gobierno se dedicó a dilapidar sin pensar en el invierno de las vacas flacas que ahora mugen entre los cascotes de los fallidos bancos de inversión y del derrumbe inmobiliario internacional, en el que España tenía todas las papeletas de participar?
Todavía anda nuestro presidente, Zapatero, con la mirada y la esperanza puesta en los Estados Unidos a ver si el futuro presidente americano le da la mano en Washington y le permite visitar la Casa Blanca, cosa que no va a ser posible hasta que se haga el traspaso de poderes y sólo, por ahora, en el caso de que Obama gane las elecciones. Lo que supondrá que España ha sido marginada por la primera potencia mundial durante los pasados cinco años, y no por haber retirado las tropas españolas desplegadas en Iraq sino por cómo lo hizo, despreciando y maltratando a un aliado fundamental por más que discrepara de su política.
Lo de la retirada intempestiva y no negociada con Washington de la tropas en Iraq, su discurso posterior en Túnez pidiendo que otros hicieran igual, su anterior sentada al paso de la bandera americana por las calles de Madrid, y varios de su discursos, le han granjeado a Zapatero esa sonora soledad que el jefe del Gobierno español ha pretendido suplantar convirtiendo al turco Erdogán en su aliado internacional y socio de la Alianza de Civilizaciones de la que poco o nada se ha vuelto a saber.
Que Zapatero pretenda abrir una batalla ideológica con el aborto, la Guerra Civil y la eutanasia, para hacer olvidar sus errores y falta de previsión en la crisis económica, a ver si así mantiene en alerta a su electorado, se puede entender, mal, pero se entiende. Como se comprende que no quiera decir de manera franca y directa que se equivocó negociado con ETA de política, e incluso tras el ataque terrorista de Barajas. O que no quisiera llamar por su nombre al trasvase de agua del Ebro a Barcelona que su Gobierno aprobó y luego suspendió gracias a las lluvias. O que no quiera admitir la gravedad y los errores de su política de inmi gración, que ahora rectifica, y por la que le cortó la cabeza a Caldera, su ex amigo y ex ministro, el que ahora le huye y no lo quiere ni ver.
Lo que ya no puede evitar Zapatero, por más que se empeñe, es su directa responsabilidad en la crisis económica, cuya existencia negaba hasta hace ¡menos de tres meses! Y que encima se empeñe en culpar a Aznar, al que llama neocon, como presunto corresponsable de la crisis mundial, y muy en especial de la española. Entre otras cosas porque eso es falso y grotesco, y además semejante acusación llega cuando los neocon americanos son los que ahora están socializando las pérdidas de los bancos y grandes empresas mientras su Gobierno pretendía quedarse al margen de la crisis inmobiliaria española, lo que un poco después y como siempre Zapatero ha tenido que empezar a rectificar.
Marcello
Mira que a José María Aznar se le pueden criticar muchas cosas, como su empeño por arrastrar bufandas y gabardinas hasta los pies, o su falta de cintura cuando una web le imputa la paternidad del futuro bebé de Rachida Dati, la ministra gala de Justicia. O su empeño en decir que lo del cambio climático es una broma, o qué hizo bien en fotografiarse en las Azores con Bush y Blair. Ahora bien, la última declaración de Zapatero en la que culpa a los neocon "como Aznar" de la crisis económica y financiera que afecta a España es una pasada propia de un político que, cansado de rectificar todo lo que ha hecho en la pasada legislatura, ofrece una penosa imagen de gran desconcierto y confusión que le provoca una parálisis mental y que, puede que impulsado por sus asesores, le ha llevado a semejante disparate con el que, inútilmente, intenta eludir su responsabilidad.
Además, ¿cómo va a ser Aznar el culpable de la crisis económica mundial en general y España en particular cuando la herencia que Zapatero recibió en el 2004 era la de una economía bollante que, lejos de administrar con la prudencia de la hormiga, este Gobierno se dedicó a dilapidar sin pensar en el invierno de las vacas flacas que ahora mugen entre los cascotes de los fallidos bancos de inversión y del derrumbe inmobiliario internacional, en el que España tenía todas las papeletas de participar?
Todavía anda nuestro presidente, Zapatero, con la mirada y la esperanza puesta en los Estados Unidos a ver si el futuro presidente americano le da la mano en Washington y le permite visitar la Casa Blanca, cosa que no va a ser posible hasta que se haga el traspaso de poderes y sólo, por ahora, en el caso de que Obama gane las elecciones. Lo que supondrá que España ha sido marginada por la primera potencia mundial durante los pasados cinco años, y no por haber retirado las tropas españolas desplegadas en Iraq sino por cómo lo hizo, despreciando y maltratando a un aliado fundamental por más que discrepara de su política.
Lo de la retirada intempestiva y no negociada con Washington de la tropas en Iraq, su discurso posterior en Túnez pidiendo que otros hicieran igual, su anterior sentada al paso de la bandera americana por las calles de Madrid, y varios de su discursos, le han granjeado a Zapatero esa sonora soledad que el jefe del Gobierno español ha pretendido suplantar convirtiendo al turco Erdogán en su aliado internacional y socio de la Alianza de Civilizaciones de la que poco o nada se ha vuelto a saber.
Que Zapatero pretenda abrir una batalla ideológica con el aborto, la Guerra Civil y la eutanasia, para hacer olvidar sus errores y falta de previsión en la crisis económica, a ver si así mantiene en alerta a su electorado, se puede entender, mal, pero se entiende. Como se comprende que no quiera decir de manera franca y directa que se equivocó negociado con ETA de política, e incluso tras el ataque terrorista de Barajas. O que no quisiera llamar por su nombre al trasvase de agua del Ebro a Barcelona que su Gobierno aprobó y luego suspendió gracias a las lluvias. O que no quiera admitir la gravedad y los errores de su política de inmi gración, que ahora rectifica, y por la que le cortó la cabeza a Caldera, su ex amigo y ex ministro, el que ahora le huye y no lo quiere ni ver.
Lo que ya no puede evitar Zapatero, por más que se empeñe, es su directa responsabilidad en la crisis económica, cuya existencia negaba hasta hace ¡menos de tres meses! Y que encima se empeñe en culpar a Aznar, al que llama neocon, como presunto corresponsable de la crisis mundial, y muy en especial de la española. Entre otras cosas porque eso es falso y grotesco, y además semejante acusación llega cuando los neocon americanos son los que ahora están socializando las pérdidas de los bancos y grandes empresas mientras su Gobierno pretendía quedarse al margen de la crisis inmobiliaria española, lo que un poco después y como siempre Zapatero ha tenido que empezar a rectificar.