Uritorco
The White Revolution is the only solution.
No es posible imaginar la historia de la música popular sin Rock Around the Clock. Este tema de dos minutos y ocho segundos grabado en 1954 por el conjunto Bill Haley & The Comets es el cimiento sobre el que a partir de entonces se construyó la monstruosidad de la llamada "era del rock" como estilo dominante en la sociedad occidental. Dicha canción, cuya traducción exacta al español podía ser "Rock a toda Hora" o "Al compás del Reloj", es considerada, al menos "oficialmente", la primera canción de rock and roll de la historia y la primera también en alcanzar simultáneamente el número uno.
Sin embargo, la veterana publicación judía “The Forward”, editada en Nueva York, en su edición digital del 10 de mayo de 2020 nos proporcionaba un "dato" revelador. En un artículo que llevaba por título «The Secret Jewish History Of "Rock Around The Clock"», escribía que «en cada paso de su trayectoria, desde la creación de la canción hasta su grabación, hasta su difusión y popularización, los judíos contribuyeron a la realización de esta melodía emblemática de la revolución del rock and roll».
Efectivamente, esta producción musical encuentra su origen en una partitura escrita en 1952 por dos compositores judíos de Tin Pan Alley, Max Freedman y James Myers, y popularizada por Bill Halley & The Comets dos años más tarde a raíz de su grabación por el sello Decca Records, cuyo gerente era un tercer hebreo llamado Milt Gabler (tío del actor Billy Crystal), dedicado a grabar a artistas de jazz neցro como Lester Young, Louis Armstrong y Billie Holiday. Fue Gabler quien grabó el célebre himno contra el racismo "Strange Fruit", interpretado por la heroinómana de tonalidad Billie Holiday, y escrita por Abel Meeropol, nacido en el Bronx, e hijo de pagapensiones judíos rusos.
En mayo de 1955, el presentador de televisión Milton Berle, un judío nacido realmente Mendel Berlinger, la primera superestrella de la gran pantalla (lo que le valió el sobrenombre de «Mr. Televisión»), tuvo la muy oportuna perspicacia de invitar a Bill Halley a su programa de variedades tras*mitido a nivel nacional, donde auguró con asombrosa precisión que la canción alcanzaría el número uno. Efectivamente, dos meses más tarde "Rock Around the Clock" alcanzaba las cotas más altas de popularidad en las listas de EE.UU. y Reino Unido, convirtiéndose en un fenómeno social de enorme trascendencia en la historia de la música, al conseguir cambiar totalmente los hábitos musicales y los patrones de comportamiento de los inmaduros adolescentes blancos norteamericanos (y luego europeos) de los años cincuenta.
El éxito de su popularidad en las audiencias se debió en gran parte al hecho de ser utilizada ese mismo año como banda sonora en diversas producciones cinematográficas centradas específicamente en la delincuencia juvenil, de manera muy especial «Blackboard Jungle» («Semilla de maldad»), producida por los judíos Reuben Sax (a) Richard Brooks y Samuel Berman. La película se estrenó en marzo 1955. Aquel retrato de delincuentes juveniles en un instituto interracial del Bronx neoyorquino se convirtió en un fenómeno primero a nivel nacional, después exportable a gran parte del mundo. "La reacción fue algo así como histeria no solo entre los adolescentes, también entre sus padres y los políticos", cuenta Derek Thompson en el libro Creadores de hits.
Fruto de la consolidación alcanzada por la canción, un año después —1956—, el "maestro" y veterano director de cine judío Samuel Katzman (1901-1973), inició una moda de películas de rock’n’roll, como «Rock Around the Clock» (1956) o «Don’t Knock the Rock» (1956), los primeros films de rock de la historia, dando lugar a una larga estela de proyectos cinematográficos similares. Katzman, además de productor de las películas de Elvis Presley, le gustaba jactarse de que con «Rock Around the Clock» había recaudado 4 millones de dólares, convirtiéndola en una de las películas más rentables en la historia de la Columbia Pictures.
Conviene señalar que en 1948, el célebre sociólogo judío Paul Lazarsfeld, de la Universidad de Columbia, pionero de los estudios de comunicación de masas, "aconsejó" que las producciones de cine debían ir dirigidas principalmente al público juvenil que era el que más lealtad mostraba a las películas exhibidas en las salas cinematográficas.
Efectivamente, la aparición de la cancioncita de marras en la película del mismo título «Rock Around the Clock», dio fruto a que esta alcanzase la categoría de objeto de culto desde el día de su estreno adquiriendo a partir de entonces el status de himno para los jóvenes "rebeldes" del momento. ¡Habían nacido los tennagers!, golfillos ansiosos de juerga, desenfrenos, sesso y alborotos. Con sus caracterizados tupés de elefante engominado, los tennagers se dedicaban a destrozar los locales tras el pase del film, rompiendo los asientos y bailando frenéticamente por toda la sala. La canción fue utilizada también más tarde como tema en la película «American Graffiti» (1974), escrita por otra israelita, Gloria Katz (guionista de la saga de «Indiana Jones»).
La industria de Hollywood que el colectivo semita dirige con mano férrea y maestra desde sus inicios, tomará buena nota del «consejo» de Lazarsfeld y se puso a producir ―tras el éxito incondicional de Katzman— otra batería de películas parecidas: «Rock, Rock, Rock» (1956), «Shake Rattle and Rock» (1956), «The Girl Can’t Help It» (1956) o «Mr. Rock and Roll» (1957), dirigida por el cineasta hebreo Charles Samuel Dubin (nacido Dubronevski). La autosugestión de "rebeldía" que alentaban las mismas permitió suministrar entre el público adolescente que las contemplaba nuevos modelos sociales y roles de comportamiento antisocial, lo que contribuyó a desenraizar y desvalorizar aún más la sociedad tradicional norteamericana de clase media.
La realización de otro tipo de producciones similares como «Salvaje» (1954), «Rebelde sin causa» (1955) [1], «Semilla de maldad» (1955) o el oscarizado musical «West Side Story» (1957), producida por los directores judíos Robert Wise y Jerome Robbins (Rabinowitz) [2] centradas específicamente en los "conflictos generacionales" de la época, hizo que el sentimiento de rebeldía se viese reforzado entre los jóvenes, que empezaron a verse a sí mismos como una tribu de pandilleros caracterizados por lucir una antiestética basada en todo tipo de adornos visuales, tatuajes y ropajes personales estrafalarios que hoy hacen furor en todos los establecimientos comerciales y entre la clientela más chic.
En 1969, la película «Easy Rider» vino a simbolizar el nuevo «abismo generacional», término popularizado por el judío marxista Jack Weinberg [3], uno de los líderes del Movimiento por la Libertad de Expresión (Free Speech Movement), que surgió en el otoño de 1964 en el campus de la Universidad de California, en Berkeley. El crítico musical Jordi Sierra, reconoce en su obra La Era Rock, que estos films fueron "un factor decisivo en la aceleración de la popularidad del rock and roll", un término, por cierto “popularizado” en las audiencias internacionales con sus destructivos objetivos raciales por el célebre DJ Alan Freed, hijo de un judío lituano, casualmente, el "descubridor" del quinteto musical Bill Halley & The Comets [4].
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[1] Coproducida por David Weisbart, guión de Stewart Stern, adaptación de Irving Shulman, montaje de William Ziegler y música de Leonard Rosenman. Los cinco de la "tribu". Dicha producción cinematográfica fue una adaptación de la obra Rebelde sin causa: el hipnoanálisis de un orate criminal, escrita en 1944 por el psicoanalista judío Robert M. Lindner, nacido Schwartz.
[2] El film, que fue adaptado al cine en 1961, llevó guión de Ernest Lehman (judío), Stephen Sondheim (judío) y Arthur Laurents (a) Levine (judío), música de Leonard Bernstein (judío) e Irwin Kostal (judío), y contó como ayudante de dirección a otro israelita, Jerome M. Siegel.
[3] Hijo del multimillonario Sidney James Weinberg, el apodado "rey de la bolsa" o "Mr. Wall Street", principal enlace de Franklin D. Roosevelt con la Alta Finanza y consejero permanente de Eisenhower.
[4] Los primeros discos de este conjunto musical fueron lanzados al mercado por el sello Essex Records, propiedad del israelita David Leonard Miller.
Sin embargo, la veterana publicación judía “The Forward”, editada en Nueva York, en su edición digital del 10 de mayo de 2020 nos proporcionaba un "dato" revelador. En un artículo que llevaba por título «The Secret Jewish History Of "Rock Around The Clock"», escribía que «en cada paso de su trayectoria, desde la creación de la canción hasta su grabación, hasta su difusión y popularización, los judíos contribuyeron a la realización de esta melodía emblemática de la revolución del rock and roll».
Efectivamente, esta producción musical encuentra su origen en una partitura escrita en 1952 por dos compositores judíos de Tin Pan Alley, Max Freedman y James Myers, y popularizada por Bill Halley & The Comets dos años más tarde a raíz de su grabación por el sello Decca Records, cuyo gerente era un tercer hebreo llamado Milt Gabler (tío del actor Billy Crystal), dedicado a grabar a artistas de jazz neցro como Lester Young, Louis Armstrong y Billie Holiday. Fue Gabler quien grabó el célebre himno contra el racismo "Strange Fruit", interpretado por la heroinómana de tonalidad Billie Holiday, y escrita por Abel Meeropol, nacido en el Bronx, e hijo de pagapensiones judíos rusos.
En mayo de 1955, el presentador de televisión Milton Berle, un judío nacido realmente Mendel Berlinger, la primera superestrella de la gran pantalla (lo que le valió el sobrenombre de «Mr. Televisión»), tuvo la muy oportuna perspicacia de invitar a Bill Halley a su programa de variedades tras*mitido a nivel nacional, donde auguró con asombrosa precisión que la canción alcanzaría el número uno. Efectivamente, dos meses más tarde "Rock Around the Clock" alcanzaba las cotas más altas de popularidad en las listas de EE.UU. y Reino Unido, convirtiéndose en un fenómeno social de enorme trascendencia en la historia de la música, al conseguir cambiar totalmente los hábitos musicales y los patrones de comportamiento de los inmaduros adolescentes blancos norteamericanos (y luego europeos) de los años cincuenta.
El éxito de su popularidad en las audiencias se debió en gran parte al hecho de ser utilizada ese mismo año como banda sonora en diversas producciones cinematográficas centradas específicamente en la delincuencia juvenil, de manera muy especial «Blackboard Jungle» («Semilla de maldad»), producida por los judíos Reuben Sax (a) Richard Brooks y Samuel Berman. La película se estrenó en marzo 1955. Aquel retrato de delincuentes juveniles en un instituto interracial del Bronx neoyorquino se convirtió en un fenómeno primero a nivel nacional, después exportable a gran parte del mundo. "La reacción fue algo así como histeria no solo entre los adolescentes, también entre sus padres y los políticos", cuenta Derek Thompson en el libro Creadores de hits.
Fruto de la consolidación alcanzada por la canción, un año después —1956—, el "maestro" y veterano director de cine judío Samuel Katzman (1901-1973), inició una moda de películas de rock’n’roll, como «Rock Around the Clock» (1956) o «Don’t Knock the Rock» (1956), los primeros films de rock de la historia, dando lugar a una larga estela de proyectos cinematográficos similares. Katzman, además de productor de las películas de Elvis Presley, le gustaba jactarse de que con «Rock Around the Clock» había recaudado 4 millones de dólares, convirtiéndola en una de las películas más rentables en la historia de la Columbia Pictures.
Conviene señalar que en 1948, el célebre sociólogo judío Paul Lazarsfeld, de la Universidad de Columbia, pionero de los estudios de comunicación de masas, "aconsejó" que las producciones de cine debían ir dirigidas principalmente al público juvenil que era el que más lealtad mostraba a las películas exhibidas en las salas cinematográficas.
Efectivamente, la aparición de la cancioncita de marras en la película del mismo título «Rock Around the Clock», dio fruto a que esta alcanzase la categoría de objeto de culto desde el día de su estreno adquiriendo a partir de entonces el status de himno para los jóvenes "rebeldes" del momento. ¡Habían nacido los tennagers!, golfillos ansiosos de juerga, desenfrenos, sesso y alborotos. Con sus caracterizados tupés de elefante engominado, los tennagers se dedicaban a destrozar los locales tras el pase del film, rompiendo los asientos y bailando frenéticamente por toda la sala. La canción fue utilizada también más tarde como tema en la película «American Graffiti» (1974), escrita por otra israelita, Gloria Katz (guionista de la saga de «Indiana Jones»).
La industria de Hollywood que el colectivo semita dirige con mano férrea y maestra desde sus inicios, tomará buena nota del «consejo» de Lazarsfeld y se puso a producir ―tras el éxito incondicional de Katzman— otra batería de películas parecidas: «Rock, Rock, Rock» (1956), «Shake Rattle and Rock» (1956), «The Girl Can’t Help It» (1956) o «Mr. Rock and Roll» (1957), dirigida por el cineasta hebreo Charles Samuel Dubin (nacido Dubronevski). La autosugestión de "rebeldía" que alentaban las mismas permitió suministrar entre el público adolescente que las contemplaba nuevos modelos sociales y roles de comportamiento antisocial, lo que contribuyó a desenraizar y desvalorizar aún más la sociedad tradicional norteamericana de clase media.
La realización de otro tipo de producciones similares como «Salvaje» (1954), «Rebelde sin causa» (1955) [1], «Semilla de maldad» (1955) o el oscarizado musical «West Side Story» (1957), producida por los directores judíos Robert Wise y Jerome Robbins (Rabinowitz) [2] centradas específicamente en los "conflictos generacionales" de la época, hizo que el sentimiento de rebeldía se viese reforzado entre los jóvenes, que empezaron a verse a sí mismos como una tribu de pandilleros caracterizados por lucir una antiestética basada en todo tipo de adornos visuales, tatuajes y ropajes personales estrafalarios que hoy hacen furor en todos los establecimientos comerciales y entre la clientela más chic.
En 1969, la película «Easy Rider» vino a simbolizar el nuevo «abismo generacional», término popularizado por el judío marxista Jack Weinberg [3], uno de los líderes del Movimiento por la Libertad de Expresión (Free Speech Movement), que surgió en el otoño de 1964 en el campus de la Universidad de California, en Berkeley. El crítico musical Jordi Sierra, reconoce en su obra La Era Rock, que estos films fueron "un factor decisivo en la aceleración de la popularidad del rock and roll", un término, por cierto “popularizado” en las audiencias internacionales con sus destructivos objetivos raciales por el célebre DJ Alan Freed, hijo de un judío lituano, casualmente, el "descubridor" del quinteto musical Bill Halley & The Comets [4].
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[1] Coproducida por David Weisbart, guión de Stewart Stern, adaptación de Irving Shulman, montaje de William Ziegler y música de Leonard Rosenman. Los cinco de la "tribu". Dicha producción cinematográfica fue una adaptación de la obra Rebelde sin causa: el hipnoanálisis de un orate criminal, escrita en 1944 por el psicoanalista judío Robert M. Lindner, nacido Schwartz.
[2] El film, que fue adaptado al cine en 1961, llevó guión de Ernest Lehman (judío), Stephen Sondheim (judío) y Arthur Laurents (a) Levine (judío), música de Leonard Bernstein (judío) e Irwin Kostal (judío), y contó como ayudante de dirección a otro israelita, Jerome M. Siegel.
[3] Hijo del multimillonario Sidney James Weinberg, el apodado "rey de la bolsa" o "Mr. Wall Street", principal enlace de Franklin D. Roosevelt con la Alta Finanza y consejero permanente de Eisenhower.
[4] Los primeros discos de este conjunto musical fueron lanzados al mercado por el sello Essex Records, propiedad del israelita David Leonard Miller.
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