Resumen de un año que se ha ido (Traído de la bitácora de Txirlo)

Eric Finch

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Resumen de un año que se ha ido.

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Si vender banderillas es un negocio gigantesco, vender test lo es mucho mayor. Es lo único que queda claro.

Sobre la guerra de Ucrania ya es de dominio público a pesar de la censura y la propaganda desquiciada, por fin, que Zelensky, como marioneta interpuesta de Biden en su afán de destruir a Rusia, es directamente responsable de una masacre espeluznante de compatriotas ucranianos, cientos de miles muertos, muchos más heridos y mutilados, el país roto, mutilado, destrozado y en bancarrota. No es que lo diga yo, lo dicen cada día mas norteamericanos, a los que no se puede pretender descalificar con el manoseado «es un pilinguiniano».
En palabras de JEFFREY SACHS, economista estadounidense:

Ucrania está sufriendo ahora una masacre. Rusia domina el campo de batalla. En las últimas semanas hemos escuchado muchos detalles sobre cómo Estados Unidos impidió un acuerdo entre Ucrania y Rusia que habría liberado a Ucrania de este conflicto. Y Estados Unidos lo impidió porque les dijo a los ucranianos que siguieran luchando. Y los ucranianos perdieron cientos de miles de personas. Dos personas, Zaluzhny y Zelensky, están esencialmente en el bolsillo de Estados Unidos. Estados Unidos los financia y les dice que luchen. Resultó ser un baño de sangre y un desastre. Y esto continúa y continuará. Este es el objetivo final. Y es una pena para Biden, que instigó todo esto, porque Biden detuvo las negociaciones que habrían puesto fin al conflicto en marzo o abril de 2022. Ahora este tema está ampliamente cubierto. Hablamos de esto hace unos meses porque lo escuché directamente de los negociadores turcos y otras personas. Pero ahora esta noticia ha llegado al público. En otras palabras, este conflicto está causando un desastre en Ucrania y costos enormes para Estados Unidos, y no sirve para nada. Biden lo retrasó deliberadamente como parte de un plan completamente equivocado para debilitar a Rusia, pero hizo exactamente lo contrario. Fortaleció a Rusia, contribuyó a una modernización a gran escala de la tecnología militar rusa y a un aumento en el tamaño del ejército ruso. Y todo esto era predecible, pero tenemos una administración completamente incompetente.

A lo que cabría añadir para redondear el balance de Sachs que no sólo Ucrania y USA han sido víctimas de su propio repruebo reconcentrado, Europa como lacayo del Pentágono ha salido extremadamente perjudicada con esta guerra al romper relaciones con Rusia, un excelente aliado que nos proveía a muy buen precio de excelente gas y otras materias primas, y el mejor ejemplo es Alemania que ha pasado de locomotora europea a estar en recesión tras sufrir los atentados contra sus gasoductos perpetrados por los halcones del Pentágono.

Y es que con esos aliados, ¿para que quiero enemigos?



En Palestina y tras la barbarie perpetrada por Hamas, otro tanto. La respuesta israelí, buscada por Hamás deliberadamente sin duda con su pogromo está siendo abrumadora y, aunque no son creíbles las cifras que Hamas relata no cabe duda de que la población civil gazatí está sufriendo las terribles consecuencias de los bombardeos.

Muchos son los que cargan en Netanyahu la responsabilidad de la operación para destruir a Hamas aprovechándola para seguir en el cargo pero dudo que un cambio de gobierno cambiase mucho la situación. Israel no se puede permitir que Hamas siga operativa bombardeándolos con cohetes día si y día también, mas un progromo horripilante de vez en cuando y no les queda otra que intentar acabar con ellos. Puede que el final esté mas cercano si pudiesen descabezar la organización.

Así que os dejo una muy interesante reflexión de un tuitero al que sigo, Loretta, tras leer y comentar un libro de Shlomo Ben Ami Profetas sin Honor, La lucha por la paz en Palestina y el fin de la solución de dos estados, que como comprobareis está perfectamente en línea con lo que vengo exponiendo sobre este cuestión que por desgracia no parece tener solución en un futuro cercano.

Ben-Ami era el ministro de exteriores de Barak y líder diplomático de la negociación justo por debajo del mismo, por la parte israelí. También ha sido, entre otras cosas, embajador en España.

Hace un ejercicio de neutralidad encomiable, lo cual se nota no sólo porque es crítico y comprensivo, al mismo tiempo, con ambas partes, sino por el nivel de detalle. La parte que desespera es que llega a la conclusión de que no hay acuerdo posible, al menos en los próximos años.

Resumiendo al máximo, la parte israelí está obsesionada con un único tema (con razón): la seguridad. Pero eso le lleva a exigencias difíciles de tragar por parte palestina: derechos sobre el espacio aéreo, puestos de avanzada, desmilitarización palestina, etc.

La parte palestina tiene tres obsesiones: los refugiado (no solo los que se marcharon en 1947, sino sus hijos, sus nietos y sus bisnietos; millones de personas en la actualidad), Jerusalén y su propia opinión pública.

Las negociaciones giraron de forma desesperante sobre intentar conjugar todas estas demandas al mismo tiempo. Y chocaron sistemáticamente con la negativa de Arafat a comprometerse con acuerdos concretos. Luego llegó la segunda intifada y hasta hoy.

Al mismo tiempo, Ben-Ami entiende que Arafat arriesgaba su propio pellejo si llegaba a determinadas concesiones, a pesar de que a posteriori intentó aceptar los acuerdos o hizo ver que los aceptaba, cuando ya Barak no estaba en el poder.

Arafat no quería, con buen criterio, ser considerado un traidor y acabar como Anwar El-Sadat o el rey Abdalá I de Jordania. Barak, por su lado, tampoco quería que le ocurriera lo que a Isaac Rabin y como mínimo sabía que un acuerdo le haría perder las elecciones.

El problema israelí-palestino es una cuestión de «ethos»: dos culturas contrapuestas cuyos elementos más sagrados ven amenazados por la otra parte. y ambos tienen buenos motivos para creerlo

A pesar de que hubo otros intentos posteriores, «apadrinados» por EE.UU., Ben-Ami es muy pesimista: no cree que vaya a ser posible dos estados soberanos conviviendo en paz ni tampoco un único país que los englobe a ambos.

Curiosamente, y por abrir una cierta ventana a la esperanza, piensa que lo más realista es que Cisjordania se una con Jordania, por cercanía geográfica y cultural y porque hay muchos palestinos integrados en la vida política jordana.

Por supuesto, señala como muy graves los problemas que causan los extremistas de ambos lados: Hamás (y eso que escribió el libro antes de lo de octubre) y derecha israelí más recalcitrante (desde los colonos a los ultraortodoxos).

Es muy crítico con la política israelí de asentamientos, por ejemplo, o con la ocupación económica y militar a la que los palestinos están sometidos. Ocupación muy relacionada, de nuevo, con la obsesión israelí por su seguridad, pero que condena a los palestinos a la pobreza.

Los dirigentes israelíes han llegado a la conclusión de que sus esfuerzos están mejor encaminados por establecer relaciones con los países árabes y de ahí que hayan optado por la diplomacia con sus antiguos enemigos.
Tiene lógica porque es mucho más fácil negociar con países con estados más o menos consolidados que con los palestinos. De ahí los sucesivos acuerdos con Egipto, Jordania o los más recientes de Abraham.

Al mismo tiempo, explica que para esos países el problema palestino se ha convertido más en una molestia que en un objetivo a resolver. Además tienen que lidiar con su propia opinión pública y dar una de cal y otra de arena para mantener un equilibrio interno.

En resumidas cuentas, que como diría Chiquito, la cosa está muy mala y lo va a seguir estando. Un problema no menor es que la parte palestina ya no tiene un liderazgo claro como cuando vivía Arafat. Como mínimo, tienes a la ANP y a Hamás, enfrentados entre sí.

Me ahorro la introducción histórica al conflicto. Les asumo informados, pero si no es así tiren de Google. En cualquier caso, el libro es muy recomendable, aunque se centra en las dos últimas décadas y es muy denso.
Lamentablemente, lo ocurrido desde octubre sólo va a reafirmar a los israelíes en su obsesión por la seguridad (con buenos motivos) y a los palestinos, especialmente a los gazatíes, en su repruebo a los judíos (con buenos motivos, también).

Ya lo dije en otro hilo: no sé cuál sería una respuesta proporcionada israelí al ataque de octubre. Es evidente que Hamás no puede seguir ahí pero cómo conseguirlo minimizando las bajas civiles no está nada claro. Y los propios aliados de Israel tienen las mismas reservas.

No me fío de las cifras de Hamás, pero aunque no sean ciertas está claro que la franja está siendo arrasada y que miles de palestinos han muerto. Y eso aleja una posible solución diplomática unas cuantas décadas. Si Ben-Ami no la ve por ningún lado, figúrense yo.

En fin, que Dios les ampare a todos. Especialmente los rehenes y a los civiles gazatíes. Y que nos ampare a nosotros también. Feliz Año Nuevo (ojalá).

Añado que hay una diferencia importante en un asunto central: Israel no se niega a la existencia de un estado palestino (árabe), de hecho esa era la idea desde el principio, pero una parte no desdeñable del lado palestino considera que Israel no tiene derecho a existir.

Ese es el famoso eslogan de «from the river (Jordán) to the sea (Mediterráneo)». Y ante ese hecho consumado, un porcentaje tampoco desdeñable de la opinión pública israelí ha llegado a la conclusión de que al enemigo, ni agua. Con los abusos consiguientes.

En fin, si aquí llevamos más de un siglo con un problema absolutamente artificial como los nacionalismos periféricos, háganse a la idea de cómo de difícil es resolver un problema endiablado como el que nos ocupa.



En USA los progres atacan con todo lo que pueden a Trump, despavoridos por el miedo que le tienen a que los eche del poder. Ya veremos hasta donde llegan con su estrategia de impedirle que pueda ser elegido candidato y lo que dictamina el Supremo.

Lo que si están dejando claro estos «demócratas» es que la democracia se la pasan por el forro de sus entretelas.

Mientras, las gigantescas corporaciones americanas presumen de forzar comportamientos y trasformar bajo pautas estrictamente pogre la composición del personal de sus empresas. Ya se sabe que el culmen del progresismo, lo pogre, se basa en forzar ideas, personas y sociedades como sea. El libre albedrío les pilla muy lejos y la libertad les da alergia severa. Llevan años en ello, tampoco es de ahora, pero no creo que la bajada de ventas de la cerveza Bush que nos contaba Luis o las películas ruinosas de Disney (también las tienen muy exitosas, como Barbie) les haga cambiar de opinión.



En nuestro país, la ideología pogre marida exquisitamente con las políticas de compra de votos del sanchismo, el repruebo a la derecha, el triunfo de los nacionalismos periféricos o las subidas de impuestos. Y para que hablar de las leyes de género o la última patada a la igualdad en el cambio de la constitución presentado por el PSOE ¡¡¡Y el PP!!! relativo a consagrar que las mujeres y las niñas tienen mas derechos que los hombres y los niños.


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En España la política indecente del PP nos ha traído otra legislatura del siniestro Dr Sánchez que en su afán de seguir en el falcon sine die está vendiendo el país en almoneda.

Claro que en puridad el problema no son personajes como Sánchez, Feijoo o los separatistas sino los millones de personas que los votan, lobotomizados por esa propaganda para petulantes de «hacer lo que sea para que no gobierne la derecha», como si eso significase algo diferente a la metástasis de esa casta que padecemos y que pudre el país.

Un buen exponente de esta España es esta ministra que nos colocó Pablito Iglesias y que se ha comido a su partido, Podemos, mientras hace mohines pizpiretos y suelta chorrada tras chorrada.
 
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