Alsa llama uno a uno a los viajeros del 'autobús del pánico' para pedirles disculpas | El Correo
Un conductor de autobús que cubría la ruta Madrid-Bilbao se desvaneció en la autopista el domingo por la noche con más de 30 personas a bordo
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Pánico en un bus Madrid-Bilbao al desvanecerse el conductor: «La gente se despedía de sus familias por el móvil»
Dos pasajeros tomaron el volante después de que el chófer perdiera la consciencia con más de 30 personas a bordo en la noche del domingo, provocando escenas de pánico
Un conductor de autobús que cubría la ruta Madrid-Bilbao se desvaneció el domingo por la noche sobre el volante cuando circulaba entre Lerma y Burgos con más de treinta pasajeros a bordo. La situación provocó escenas de pánico entre los viajeros, algunos de los cuales comenzaron a llamar por teléfono a su familia y seres queridos para despedirse de ellos. Dos de ellos tomaron los mandos y lograron desviar el vehículo hasta una zona de descanso, donde –por fortuna– el chófer despertó y, tras un peligroso momento de confusión, logró detenerlo.
«Estaba segura de que íbamos a morir», afirma la bilbaína Amaia Frau, que viajaba en el asiento número 1, justo detrás del conductor. Licenciada en Medicina y a punto de comenzar la especialidad, la joven, de 24 años, fue quien alertó al resto de los pasajeros de lo que estaba ocurriendo.
El autocar había salido de Madrid a las ocho y media de la noche y estaba previsto que llegara a Bilbao sobre las 00.40 horas de ayer, lunes. Frau viajaba dormida, cuando una vez pasado Lerma, según cuenta, le despertó un ruido extraño y constante. Era el autobús, que circulaba ya sin control por una larga recta. Sus ruedas habían comenzaron a rascar las bandas tras*versales que alertan de que el vehículo se está saliendo del carril.
Momentos de angustia
«El hombre estaba tirado sobre el volante, circulando a unos 120 kilómetros por hora. Me puse a gritar, muy nerviosa. '¡Por favor, que alguien coja el mando del autobús, el conductor se ha desvanecido!'». Dos hombres se hicieron con el volante del vehículo, pero el peso del conductor lo mantenía acelerado. Recorrieron «posiblemente» varios kilómetros en esta situación.
Durante el trayecto, el coche golpeó contra una valla lateral y se llevó por delante, incluso alguna señal. Los momentos vividos resultaron de tanta angustia que algunos pasajeros comenzaron a llamar por el móvil a sus seres queridos para despedirse de ellos. «Comenzaron a caerse todas las cosas de los altillos, fue muy angustioso». En un momento determinado, alcanzaron un área de descanso, hacia donde los hombres al volante decidieron desviar el autobús.
Con la maniobra, el conductor despertó, pero «sin ser aún consciente de la situación, dijo 'No pasa nada, y comenzó a acelerar de nuevo el vehículo». Algunos pasajeros comenzaron a gritar de miedo. «Fue poco más un instante». Enseguida, quizás ante los gritos, el hombre reaccionó y detuvo el coche. «No hubiera habido manera de detenerlo de otro modo, porque para parar un autobús no basta con pisar un pedal de freno, hay que accionar alguna otra palanca, según tengo entendido...».
Síndrome cardiogénico
El coche se detuvo al borde de un desnivel. «Sólo unos metros más y se hubiera producido una tragedia», explica la joven médico. Media hora más tarde comenzaron a llegar varias patrullas de la Guardia Civil y personal sanitario. Algunos pasajeros tuvieron que ser atendidos por ataque de nervios; y una mujer llegó a registrar una tensión de 19-11, «que es altísima».
Horas más tardes, la empresa de tras*portes envió a la zona un autobús de Burgos, que dejó al pasaje en destino pasadas las tres de la mañana. «El conductor nunca había estado en Bilbao. Unos hombres le hicieron de guía para entrar en la ciudad y llegar a la estación».
Según el relato de esta pasajera no hubo una explicación ni la más mínima disculpa por parte de la empresa de tras*porte. ¿Qué le pasó al conductor? Posiblemente, según explica la especialista en medicina del trabajo Blanca Usoz, el hombre sufrió un desvanecimiento por esfuerzo. Se llama síndrome cardiogénico y ocurre en personas con tendencia a complicaciones cardiacas.
«Yo creo que fue a coger algo del salpicadero y ese pequeño trabajo le hizo perder la conciencia», corrobora Amaia Frau. La compañía de autobuses, Alsa, ha declarado a este periódico que no tenía constancia de ningún percance grave esa jornada.