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El remedio contra la soledad de Paco y Jalil: cuando tu compañero de piso tiene medio siglo más que tú
Al septuagenario Paco le sobraba sitio en casa y -a sus 18 años- Jalil buscaba un lugar en España. Lo único que pedía el burgalés Paco es que, quien viniera, hablara bien...
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Historias
El remedio contra la soledad de Paco y Jalil: cuando tu compañero de piso tiene medio siglo más que tú
Hasta el 20% de los españoles sufre soledad no deseada. Los programas de convivencia entre mayores y universitarios son un paliativo. Esta es la historia de amistad entre un estudiante jovenlandés de 21 años y un burgalés de 70 que fue peón caminero: "Es lo más parecido que voy a tener a un hijo".Jilil y Paco, juntos de vacaciones el pasado verano en Tánger.
https://www.elmundo.es/autor/pedro-simon.html
Pedro Simón Texto
Araba Press Fotografías (Burgos)
Actualizado Jueves, 26 diciembre 2024 - 22:53
Al septuagenario Paco le sobraba sitio en casa y -a sus 18 años- Jalil buscaba un lugar en España. Lo único que pedía el burgalés Paco es que, quien viniera, hablara bien castellano y el jovenlandés Jalil hablaba el idioma casi desde que nació. Paco nunca tuvo hijos... y el joven Jalil no quería saber nada de su padre.
Por eso la necesidad de ambos tenía que acabar en simbiótico flechazo.
Lo que el programa de Acercamiento Intergeneracional de Burgos entre mayores de 60 años y estudiantes universitarios ha unido que no lo separe el repruebo intercultural que a veces destilan las redes sociales y las noticias.
Así, en los 70 metros cuadrados de la casa de la capital castellana, caben un señor de 70 y un chaval de 21; un recio castellano que siempre vivió en el gélido Burgos y un nativo nacido en el templado Tánger; un jubilado de manos duras que trabajaba de peón caminero y un chico de manos finas que estudia Terapia Ocupacional; un aficionado canoso del Barcelona y un forofo del Real Madrid de pelo oscuro; un católico y un de la religión del amor; Paco y Jalil.
En una habitación, Paco Barcenilla, español, hijo de agricultor en Sedano, mal estudiante, pensionista propietario de la vivienda.
En otra habitación, Jalil Rifai, jovenlandés, hijo de una jefa de recursos humanos, buen estudiante, inquilino del hogar.
Y en pasillo y en la cocina, y en los espacios compartidos de la vivienda y hasta en el aire, esta historia vivífica y extraña de amistad intergeneracional.
No hay mejor forma de empezar a explicarlo.
Jalil nunca lo olvidará.
"Nada más llegar el primer día a su casa para ser compañeros de piso, el 5 de septiembre de 2021, Paco me contó que se iba unos días. De vacaciones... Apenas subí las maletas, me dio las llaves y me dijo que nos veíamos a su vuelta, que -si no me parecía mal- él se iba... No me conocía de nada y me recibió de esa manera. Aluciné. Ese es su nivel de confianza desde el comienzo de nuestra relación".
(...)
Si Jaime Lannister tuvo a Brienne de Tharth y Daniel Larusso tuvo al profesor Miyagi, Paco bien puede presumir de tener a su lado a Jalil. Ocurre en un país -el nuestro- donde hay más de ocho millones de persones mayores de 65 años (de los cuales, un 20% vive solo). Ocurre en un país donde los jóvenes (incluidos los universitarios) lo llevan crudo para encontrar solución habitacional.
Empecemos a contarlo a través de Paco (los mayores primero siempre). La clásica historia de antaño del hombre hecho a sí mismo que empezó a trabajar muy joven: a los 14 años, en una agencia de tras*portes. La foto en sepia del tipo que logró su plaza de peón caminero y que se empleó en la carretera pintando puentes o en tareas de mantenimiento. El nido del hijo que siempre vivió con sus padres hasta que estos fallecieron hace un cuarto de siglo. La hoja roja del trabajador que se prejubila a los 61 años.
-¿Entonces no tuviste hijos, Paco?
-No. Ni tampoco tuve pareja. Nunca.
Sigamos contándolo a través de Jalil. La biografía del hijo del director del Banco Popular en Tánger-Tetuán que ve cómo sus padres se divorcian cuando él tiene ocho años. La memoria del pequeño que frunce el ceño: "Mi padre no estaba capacitado para serlo. Se lo gastaba todo en lujos personales, en zapatos, en viajes, en ropa...". El recorrido académico del alumno que estudió en el elitista Colegio Español Ramón y Cajal, primero, y en el IES Severo Ochoa, después (ambos en Tánger). El joven que habla cuatro idiomas y que al fin quiere estudiar Psicología o Nutrición en España, pero al que no le da la nota.
-¿Entonces es como si no tuvieras padre?
-Exacto. No tengo ninguna relación con él. No me hace falta un padre así.
Y de repente, un buen día, la distancia de mil kilómetros que hay entre uno y otro se va acortando hasta que acaban juntos.
"Yo ya estaba jubilado y hacía un montón de cosas, tenía una vida muy activa. Cogía la bici, nadaba, hacía judo con amigos, caminaba mucho... Entonces, un día, en la Universidad de la Experiencia de Burgos nos hablaron de que existía ese programa de convivencia con jóvenes y la trabajadora social Lourdes nos mandó un correo con todas las explicaciones. A mí me pareció bien. Solo puse una condición: que quien viniera hablara bien castellano. Y Jalil lo habla muy bien. Hicimos una videoconferencia para conocernos y, desde entonces, aquí estamos".
"Eché la solicitud para todas las carreras imaginables y me cogieron para hacer Terapia Ocupacional en Burgos... Burgos no me sonaba de nada. Solo de Atapuerca. Y eso porque lo estudiamos en Historia de España", continúa Jalil. "Cuando mi progenitora me habló de que existía la posibilidad de vivir con un señor mayor, pensé en lo positivo: que estaría más tranquilo, que me ahorraría el jaleo de las fiestas de estudiantes... Y así es".
Entonces Jalil apareció con su progenitora y esta bendijo la relación.
Lo que pasó aquel primer día fue toda una declaración de intenciones.
"Yo nunca tuve prejuicios con los marroquíes, porque en la carretera he trabajado con muchos y siempre tuve buena relación con todos. Así que se lo dejé bien claro desde el principio. Yo había quedado en irme de vacaciones a Islantilla (Huelva) con tres amigos durante una semana y él llegó a casa. Entonces le pregunté: 'Oye, Jalil, ¿tú tienes algún problema en quedarte solo?'. Me dijo que no y le di las llaves... A todos los que me dice que ellos no se atreverían a meter a alguien de fuera, yo les digo que el chico me cuida la casa, porque él es muy casero y yo no tanto".
La extraña pareja de compañeros de piso reparte tareas básicas en el hogar y rivaliza en los clásicos de fútbol que ven juntos por televisión. Se hacen la comida por separado: Paco con poca sal; Jalil engullendo alimentos menos saludables como buen universitario. Cada año van juntos a la fiesta del Parral de Burgos y cae un buen asado. Cuando viajan juntos, todo el mundo piensa que ahí va un nieto con su abuelo o un hijo con su padre. Lo han hecho codo con codo a jovenlandia en varias ocasiones, a Francia, al País Vasco, a Sedano (el pueblo de la infancia de Paco)... El martes tomarán las uvas juntos.
-¿Entonces, Paco, Jalil se te marcha ya en 2025?
-Sí, espero que el año que viene termine por su bien, pero si quiere hacer un máster... Igual encuentra un trabajo y quiere quedarse aquí conmigo...
(...)
Un 13% de los españoles vive en soledad no deseada (30 millones en toda Europa), situación que lleva sufriendo de media desde hace seis años. Casi un 23% de los que sufren soledad dicen padecerla durante todo el día. Son datos de la Revista Española de Salud Pública del Ministerio de Sanidad. Otros estudios elevan la cifra de solitarios al 20%.
Todo eso lo sabe bien Lourdes Bustamante, trabajadora social y coordinadora del programa de Acercamiento Intergeneracional en el que participan Jalil y Paco. Fue la persona que los puso en contacto.
La idea arrancó en 2006, fruto de un convenio entre la Junta de Castilla y León, la universidad y el Ayuntamiento de la ciudad. Y aquí sigue hoy con vida casi dos décadas después. Suele haber entre diez y doce parejas por curso. Señala: "Siempre hay menos personas mayores interesadas que estudiantes, por miedo, por desconfianza, por pudor, no lo sé... y para mí es una pena, porque son muchísimas las personas mayores que podrían beneficiarse y yo creo fehacientemente en este programa. He visto relaciones maravillosas que se han creado entre personas que no tienen nada que ver".
Le pedimos que nos ilustre con alguna historia y nos cuenta algunas maravillosas.
Por ejemplo, érase una vez Noemí y Candi. "Noemí era una estudiante de Miranda de Ebro con esquizofrenia. Para participar en el programa, hay que cumplir unos requisitos, entre ellos, que tu salud no suponga un riesgo para la convivencia, pero Noemí era especial y quise darle la oportunidad. He de confesar que me daba miedo. Estaba medicada y se controlaba muy bien. Empezó a convivir con Candi, una mujer con una vida muy difícil. Crearon una relación maravillosa, se entendían a la perfección. Candi tenía un hijo mayor con síndrome de down que vivía en un centro y, cuando iba a casa, los tres estaban de maravilla".
Por ejemplo, érase una vez Cruz y Sara. "Cruz es una mujer que ahora tiene en torno a 95 años. Lleva participando en el programa mucho tiempo y ha tenido distintas estudiantes. Con todas ha estado bien. Aunque, para ella, nadie como Sara. Estuvieron tres años juntas. Cruz enseñaba a Sara a cocinar: a la estudiante le encantaban las patatas a la importancia que hacía... Cruz me decía que se sentaban a ver la tele y Sara se tumbaba y apoyaba la cabeza en su regazo... Si Sara llegaba triste porque le había salido mal un examen, Cruz le decía: 'No estés triste, vamos a bailar'. Y la señora mayor sacaba a bailar a la chica".
Por ejemplo -volvamos al principio de estas líneas-, érase una vez Paco y Jalil.
-Paco es el corazón más puro del mundo -dice el jovenlandés de 21 años sobre el español de 70-. No solo ha sido mi compañero de piso. Se preocupa por todo: que no se me pase ninguna cita importante, que no me olvide de nada, que no llegue tarde a ningún sitio. A veces me da la sensación de que se preocupa más por mí que yo mismo... No quiero pensar en dejar a Paco. Porque sé que nunca lo haré, que cuando tenga 50 años seguiré hablando de él entre los míos...
Y Paco recuerda los días en la playa juntos y acaso los castillos de arena y dice.
-Es lo más parecido que voy a tener a un hijo.