relativamente, ni don Alberto Esintein, ni Leomardo de Vinci, ni yo, ni nadie ha entendido como se retrasa el tiempo, porque lo que se atrasa es solo la imagen de un reloj lejano.
lo engañoso de la imagen en el otro universo
Comisionado en la labor que pretendía esclarecer los hechos ocurridos en el metrasdo, Mixoto de Linstio, reconociendo a uno de los fallecidos y con el cual lo había ligaba una vieja amistad, detecto también un afán dudoso en algunos miembros del equipo investigador por tapar los hechos. Mixoto, quien trabajo como agente al lado de Parelmo Garido, el mencionado occiso, sabía de sus andanzas recientes en el mismo trabajo que anteriormente les permitió conocerse, y por ello siempre dudo que los celos fueran los causantes del múltiple homicidio, como lo pregonaba el rumor.
Parelmo Garido en realidad no murió exactamente como consecuencia de un adulterio, ni termino envuelto en la tragedia ajeno a cualquier riesgo. Para el momento del fallecimiento, como resultado de un balazo que le atravesó el pecho junto a otro que le perforo el cráneo, de Linstio se entero que su amigo muerto escoltaba un envió, que a primera vista no lo considero como la causa de varios asesinatos. Al final de varios años durante los cuales aclaro los hechos, concluyo Mixoto que su apreciado amigo se desplomo en el vagón y durmió para siempre, dejando una viuda y tres huérfanos, no por una simple promiscuidad, sino por el envió visto al principio por él como irrelevante.
Garido, después de ser contactado para el último trabajo por un tal Denarico, termino trabajando para otro de nombre Ramulvo Tabalo. A su vez Tabalo, además de estos y cuatro más, contrato un correo de nombre Betovio, siendo este solo un alias, y de quien su nombre verdadero resulto ser una pertinaz incógnita hasta que su anciana progenitora lo reconoció personalmente, en vista de que su esposa le guardaba un vivo rencor y se negó a cumplir la diligencia. Éste último y todos los demás daban cuenta por el trabajo y recibían la paga de un sampial que respondía al nombre de Paliosco Mubitre. Mubitre era hombre de confianza y jefe de seguridad de la familia Gasburciosa; personaje casi invisible, también movía hilos de la exitosa cadena Kichin y Gasburciosa, propiedad de la familia mencionada. Los Gasburciosa, originarios del país de Loditigos, cuya capital ostentaba el mismo nombre, eran gente hábil pero sobre todo inescrupulosa a la hora de trabajar por su propio beneficio, y el rumor que los acompañaba no desdecía nada de su origen, pues los Loditios cargaban con la fama bien ganada de ser avispados en los negocios, aunque pésimos socios.
Si no tuvo el mismo éxito que Kichin y Gasburciosa, Magozura y Bozarutos, al igual que Bugrio y Mobarino, alcanzaron el suficiente crédito como para que Repopriebos y Cultrio, oriundos de Loditigos y esposos de las dos hijas mayores y más hermosas de la familia Gasburciosa, vivieran sin preocupaciones. Sin embargo, quiso la fortuna que Repopriebos decayera y perdiera buena parte de su clientela. No resignándose a su suerte, Repopri, como le decían los más allegados a él, y haciendo uso de ingeniosas excusas contacto con una intención doble a Almia, hermana mayor de su esposa, y por quien anteriormente experimento su atención robada tras de los encantos de la más atractiva de sus cuñadas. Innumerables veces en que se cruzaron sus miradas, intuyo el apuesto sampial que sus ansias eran esperadas sin ningún disgusto por el corazón de la dama.
Si las cosas jamás hubieran pasado de una que otra mirada picaresca entre la hija mayor de los Gasburciosa y su cuñado, nunca la tragedia en el metrasdo se hubiera presentado. Fingiendo cierta candidez que no le permitía reconocer las insinuadas intenciones del esposo de su hermana, mostró Almia más bien una diligencia desconocida anteriormente por el bienestar de la familia de Repopriebos, que le sirvió de todas maneras para acercarse, o permitir que su resuelto pretendiente se acercara a ella en procura de concretar algo; evitando contratiempos en las diferentes reuniones, celebraciones, o banquetes que se programaban al interior de la familia y de sus más allegados, siempre que se celebraba alguna fecha. Bien es cierto que Cultrio gano peso y el abdomen se le creció a los pocos años de matrimonio; constantemente permanecía desgreñado y el mismo entraba en las cocinas de la cadena alimenticia revisando los menús o haciendo reparaciones. En consecuencia no era extraño encontrarlo con las uñas sucias, o despidiendo olor a manteca; cosa que su distinguida mujer siempre le reprochaba. Por el otro lado, aunque Clarovica, consorte de Repopriebos, representaba en su rostro a la más delicada hermosura de las samprialas loditias, después de la según preñez sus carnes perdieron hermosura en sus formas y anexamente su afición por la comida aumento. Así como el hambriento desea la comida, Almia y Repopri engendraron el deseo. La exquisita dama supo esconder los espasmos que le causaba el temor de contemplar sus anhelos, y un femenino deseo por relegar a Cultrio se impuso.
A espaldas de su marido, se dejo llevar la señora por la dichosa pero prohibida aventura que Repopriebos le propuso. Iniciada pues la velada relación le cedió al más acucioso de sus administradores y tres de sus mejores empleados en la cocina; aun en contra de su esposo. Después que el disgusto de su marido se aplaco por el traslado, la encantadora dama continúo en contacto con el inescrupuloso Repopriebos. Al contrario de Cultrio ese era de aspecto encantador y amante de la aventura, dos cosas que le resultaban atrayentes a la primogénita de los Gasburciosa. Ya desde antes la delicada hembra se percibió agobiada por el aburrimiento al lado de su pareja, sampial que por añadidura solo amaba los libros y con el que termino uniéndose más por el afán de no continuar sola que por el anhelo de buscar su plenitud.
Sentía Repopriebos estar agarrando el Maverós con sus manos, Bugrio y Mobarino recuperaron los visitantes de antaño, y se les unieron muchos más atraídos por los renovados menús que trajeron consigo los nuevos cocineros. El Bugrio reconquisto el jugoso sabor perdido y la presentación del plato estuvo acompañada de mejores arreglos. Adicional a esto la tantas veces anhelada Almia, despreciando el lecho conyugal, cumplía las citas puntualmente con su nuevo amor, quien la colmaba de satisfacción; teniendo dicho individuo un cariño en su casa que no despreciaba y cuando lo quisiera otro más apetecido fuera de ella. Magseobro Gasburciosa enterándose de las andanzas de sus hijas con el menos grato de sus yernos, consolando a Cultrio, y alegando a favor de su hija, le achaco toda la culpa al infame hijo político, comparándolo con el mismísimo dios Meprolo.
Magseobro no quería perder a su más estimado yerno, de tal manera que le prometió llamar a cuentas a su hija y cederle al traicionado la primera cepa de Gamileto, que el mismo produjo en sus estanques hasta hacer que rindiera el más delicioso sabor. Sintiéndose agradecido con su suegro levanto un poco el tan decaído ánimo, aunque seguía viendo imperdonable lo que hizo aquella que le prometió la fidelidad por siempre; comprendiendo de todas maneras que lo que hubo antes de la intromisión de ese tercero no volvería a ser. Pensando en asegurar el nuevo proyecto opto por enviar la cepa a Navonreos, en donde se encontraba una sede, que si bien es cierto se hallaba decaída en la actualidad, antes, durante su mejor época, fue incomparable manantial de bienestar.
Apenas podía fingir Cultrio la cólera que le producía el engaño de su esposa durante los lacónicos encuentros que aun sostenían. Irritado sobremanera en lo más intimo quiso darse valor a si mismo, e intentando hacerle ver a Almia que escogió mal al abandonarlo, le comunico el último proyecto culinario sobre el Gamileto, y el suculento sabor del pez. Después de enfriarse nuevamente su ánimo pensó en la infidelidad de su esposa, de cuyos labios saldría fácilmente lo dicho acerca del notable plato hacia el oído de quien le arrebato su más querido tesoro. Agobiado por la perdida anterior y soliviantado al pensar que se perdiera el obsequio de su suegro, para luego aparecer servido en una sede de su rival, contacto a Paliosco Mubitre, el cual organizo el envió en las manos del difunto aludido cuyo nombre ficticio fue Betovio Maliroisa. Junto con el fueron contratados varios más, dentro de ellos Parelmo Garido, también mencionado anteriormente, el mismo que luego de ser atravesado su corazón por el disparo, cerro los ojos y no pudo cumplir su doble promesa de regresar para celebrar su aniversario numero doscientos setenta al lado de su querida Tanida, además de aplaudir el último año de estudios de su también amada Pecanta, y quien se quedo llorando a su padre por largos años.
Estaban reunidos en las cercanías de la sede Celinéo de Magozura y Bozarutos, en la ciudad de Vitresol, varios de los llamados por Paliosco Mubitre según el encargo de Cultrio. Dentro de ellos se encontraba, ignorante de su próximo fin, el esposo de Tanida. Sampiales todos desconocidos entre ellos el recelo los mantuvo en silencio. Viendo situación tan incomoda y pensando conveniente conocer más de los que dentro de poco serian compañeros de viaje, Deoclacio, en tono amistoso atino a plantear una inquietud que no solamente era suya, diciendo:
– La paga es satisfactoria y el trabajo no parece que involucre algún riesgo, de todas maneras seria bueno escuchar a alguien que este mejor informado que yo.
De inmediato la pregunta fue seguida de una incomodidad general aunque callada. Para todos era claro que la paga era abundante, y aunque el encargo se juzgaba claramente fácil era muy poco lo que se sabia de el. Sin embargo siguió prevaleciendo el silencio entre miradas torvas. Para cada uno los demás eran desconocidos y preguntar mucho podría ser interpretado como inseguridad. Todas las cavilaciones que cruzaron por las mentes de esos sampiales en aquel momento finalizaban con sabor a prevención, ya que cualquier observación podía insinuarse como vacilación, y esto arriesgaba el trabajo con la consiguiente paga.
Quelinvaro de Viduar, amigo de la familia, para quien había trabajado anteriormente y sampial de confianza del menospreciado Cultrio, exhibiendo un porte refinado que siempre lo acompañaba, resolvió el atolladero del momento diciendo:
– “Pues con esta paga, yo les llevo un gerdileno picándome el escroto, o el trastero, desde aquí hasta Matido”.
En principio el comentario provoco un pasmo en todos, pero luego fue seguido de algunas risas, ya que contrastaba de manera chambona cualquier duda que reinara en los ánimos, al tiempo que sorprendía tal afirmación en los labios siempre bien hablados de de Viduar. Por otro lado el gerdileno es un animalito supremamente lento e inofensivo, protegido su blandengue cuerpo por un escudo en forma de caracol, pero cuando se adhiere a algún sampial produce tanto escozor y resulta tan doloroso cualquier intento por desprenderlo, que a muchos valientes se los vio revolcándose en el suelo y derramando lagrimas de impotencia, vencidos por el minúsculo bicho.
Neovostok, percibiendo deshecha la prevención inicial, y viendo la poca importancia en que tenían el trabajo les contó su propia experiencia, en donde cumpliendo un encargo de un acaudalado habitante de Loditigos vio morir cerca de él a uno de sus compañeros, por algo que se mostraba menos importante que esto.
Al día siguiente, muy de mañana fueron convocados todos los miembros del equipo. Paliosco Mubitre, con la misma sonrisa desagradable que era frecuente en él, les informo a los miembros restantes sobre el retiro de Neovostok y Deoclacio, alegando insuficiente experiencia. Claramente contradiciendo las declaraciones hechas el día anterior por los dos despedidos, califico en pocas frases el encargo, o trabajo encomendado a ellos, de tanto riesgo, o menor que el que corre aquel que sale a cazar mariposas con una red. En esto era sincero el ánimo de Mubitre, ya que para entonces desconocía los planes de Repopriebos. Finalizando la reunión y sin dejar de exhibir la misma sonrisa burlona que exhibe el que se ríe de la vida, o de algunos de los participantes en ella, invito afablemente a los presentes para que recomendaran a algún conocido de ellos que quisiera ganarse algunos pelaros. Poco después que se hubo marchado Paliosco y mientras esperaban a un tal Moniro, sampial que les explicaría los cuidados que se deberían tener con los cinco gamiletos, aun en estado larval y empacados en una unidad sellada con todos los aditamentos necesarios para su supervivencia, se cruzo por el espíritu de todos los que quedaron un sentimiento ufano, al haber seguido su instinto y no...............
lo engañoso de la imagen en el otro universo - José David Salcedo Baquero - mixoto ... o-universo
lo engañoso de la imagen en el otro universo
Comisionado en la labor que pretendía esclarecer los hechos ocurridos en el metrasdo, Mixoto de Linstio, reconociendo a uno de los fallecidos y con el cual lo había ligaba una vieja amistad, detecto también un afán dudoso en algunos miembros del equipo investigador por tapar los hechos. Mixoto, quien trabajo como agente al lado de Parelmo Garido, el mencionado occiso, sabía de sus andanzas recientes en el mismo trabajo que anteriormente les permitió conocerse, y por ello siempre dudo que los celos fueran los causantes del múltiple homicidio, como lo pregonaba el rumor.
Parelmo Garido en realidad no murió exactamente como consecuencia de un adulterio, ni termino envuelto en la tragedia ajeno a cualquier riesgo. Para el momento del fallecimiento, como resultado de un balazo que le atravesó el pecho junto a otro que le perforo el cráneo, de Linstio se entero que su amigo muerto escoltaba un envió, que a primera vista no lo considero como la causa de varios asesinatos. Al final de varios años durante los cuales aclaro los hechos, concluyo Mixoto que su apreciado amigo se desplomo en el vagón y durmió para siempre, dejando una viuda y tres huérfanos, no por una simple promiscuidad, sino por el envió visto al principio por él como irrelevante.
Garido, después de ser contactado para el último trabajo por un tal Denarico, termino trabajando para otro de nombre Ramulvo Tabalo. A su vez Tabalo, además de estos y cuatro más, contrato un correo de nombre Betovio, siendo este solo un alias, y de quien su nombre verdadero resulto ser una pertinaz incógnita hasta que su anciana progenitora lo reconoció personalmente, en vista de que su esposa le guardaba un vivo rencor y se negó a cumplir la diligencia. Éste último y todos los demás daban cuenta por el trabajo y recibían la paga de un sampial que respondía al nombre de Paliosco Mubitre. Mubitre era hombre de confianza y jefe de seguridad de la familia Gasburciosa; personaje casi invisible, también movía hilos de la exitosa cadena Kichin y Gasburciosa, propiedad de la familia mencionada. Los Gasburciosa, originarios del país de Loditigos, cuya capital ostentaba el mismo nombre, eran gente hábil pero sobre todo inescrupulosa a la hora de trabajar por su propio beneficio, y el rumor que los acompañaba no desdecía nada de su origen, pues los Loditios cargaban con la fama bien ganada de ser avispados en los negocios, aunque pésimos socios.
Si no tuvo el mismo éxito que Kichin y Gasburciosa, Magozura y Bozarutos, al igual que Bugrio y Mobarino, alcanzaron el suficiente crédito como para que Repopriebos y Cultrio, oriundos de Loditigos y esposos de las dos hijas mayores y más hermosas de la familia Gasburciosa, vivieran sin preocupaciones. Sin embargo, quiso la fortuna que Repopriebos decayera y perdiera buena parte de su clientela. No resignándose a su suerte, Repopri, como le decían los más allegados a él, y haciendo uso de ingeniosas excusas contacto con una intención doble a Almia, hermana mayor de su esposa, y por quien anteriormente experimento su atención robada tras de los encantos de la más atractiva de sus cuñadas. Innumerables veces en que se cruzaron sus miradas, intuyo el apuesto sampial que sus ansias eran esperadas sin ningún disgusto por el corazón de la dama.
Si las cosas jamás hubieran pasado de una que otra mirada picaresca entre la hija mayor de los Gasburciosa y su cuñado, nunca la tragedia en el metrasdo se hubiera presentado. Fingiendo cierta candidez que no le permitía reconocer las insinuadas intenciones del esposo de su hermana, mostró Almia más bien una diligencia desconocida anteriormente por el bienestar de la familia de Repopriebos, que le sirvió de todas maneras para acercarse, o permitir que su resuelto pretendiente se acercara a ella en procura de concretar algo; evitando contratiempos en las diferentes reuniones, celebraciones, o banquetes que se programaban al interior de la familia y de sus más allegados, siempre que se celebraba alguna fecha. Bien es cierto que Cultrio gano peso y el abdomen se le creció a los pocos años de matrimonio; constantemente permanecía desgreñado y el mismo entraba en las cocinas de la cadena alimenticia revisando los menús o haciendo reparaciones. En consecuencia no era extraño encontrarlo con las uñas sucias, o despidiendo olor a manteca; cosa que su distinguida mujer siempre le reprochaba. Por el otro lado, aunque Clarovica, consorte de Repopriebos, representaba en su rostro a la más delicada hermosura de las samprialas loditias, después de la según preñez sus carnes perdieron hermosura en sus formas y anexamente su afición por la comida aumento. Así como el hambriento desea la comida, Almia y Repopri engendraron el deseo. La exquisita dama supo esconder los espasmos que le causaba el temor de contemplar sus anhelos, y un femenino deseo por relegar a Cultrio se impuso.
A espaldas de su marido, se dejo llevar la señora por la dichosa pero prohibida aventura que Repopriebos le propuso. Iniciada pues la velada relación le cedió al más acucioso de sus administradores y tres de sus mejores empleados en la cocina; aun en contra de su esposo. Después que el disgusto de su marido se aplaco por el traslado, la encantadora dama continúo en contacto con el inescrupuloso Repopriebos. Al contrario de Cultrio ese era de aspecto encantador y amante de la aventura, dos cosas que le resultaban atrayentes a la primogénita de los Gasburciosa. Ya desde antes la delicada hembra se percibió agobiada por el aburrimiento al lado de su pareja, sampial que por añadidura solo amaba los libros y con el que termino uniéndose más por el afán de no continuar sola que por el anhelo de buscar su plenitud.
Sentía Repopriebos estar agarrando el Maverós con sus manos, Bugrio y Mobarino recuperaron los visitantes de antaño, y se les unieron muchos más atraídos por los renovados menús que trajeron consigo los nuevos cocineros. El Bugrio reconquisto el jugoso sabor perdido y la presentación del plato estuvo acompañada de mejores arreglos. Adicional a esto la tantas veces anhelada Almia, despreciando el lecho conyugal, cumplía las citas puntualmente con su nuevo amor, quien la colmaba de satisfacción; teniendo dicho individuo un cariño en su casa que no despreciaba y cuando lo quisiera otro más apetecido fuera de ella. Magseobro Gasburciosa enterándose de las andanzas de sus hijas con el menos grato de sus yernos, consolando a Cultrio, y alegando a favor de su hija, le achaco toda la culpa al infame hijo político, comparándolo con el mismísimo dios Meprolo.
Magseobro no quería perder a su más estimado yerno, de tal manera que le prometió llamar a cuentas a su hija y cederle al traicionado la primera cepa de Gamileto, que el mismo produjo en sus estanques hasta hacer que rindiera el más delicioso sabor. Sintiéndose agradecido con su suegro levanto un poco el tan decaído ánimo, aunque seguía viendo imperdonable lo que hizo aquella que le prometió la fidelidad por siempre; comprendiendo de todas maneras que lo que hubo antes de la intromisión de ese tercero no volvería a ser. Pensando en asegurar el nuevo proyecto opto por enviar la cepa a Navonreos, en donde se encontraba una sede, que si bien es cierto se hallaba decaída en la actualidad, antes, durante su mejor época, fue incomparable manantial de bienestar.
Apenas podía fingir Cultrio la cólera que le producía el engaño de su esposa durante los lacónicos encuentros que aun sostenían. Irritado sobremanera en lo más intimo quiso darse valor a si mismo, e intentando hacerle ver a Almia que escogió mal al abandonarlo, le comunico el último proyecto culinario sobre el Gamileto, y el suculento sabor del pez. Después de enfriarse nuevamente su ánimo pensó en la infidelidad de su esposa, de cuyos labios saldría fácilmente lo dicho acerca del notable plato hacia el oído de quien le arrebato su más querido tesoro. Agobiado por la perdida anterior y soliviantado al pensar que se perdiera el obsequio de su suegro, para luego aparecer servido en una sede de su rival, contacto a Paliosco Mubitre, el cual organizo el envió en las manos del difunto aludido cuyo nombre ficticio fue Betovio Maliroisa. Junto con el fueron contratados varios más, dentro de ellos Parelmo Garido, también mencionado anteriormente, el mismo que luego de ser atravesado su corazón por el disparo, cerro los ojos y no pudo cumplir su doble promesa de regresar para celebrar su aniversario numero doscientos setenta al lado de su querida Tanida, además de aplaudir el último año de estudios de su también amada Pecanta, y quien se quedo llorando a su padre por largos años.
Estaban reunidos en las cercanías de la sede Celinéo de Magozura y Bozarutos, en la ciudad de Vitresol, varios de los llamados por Paliosco Mubitre según el encargo de Cultrio. Dentro de ellos se encontraba, ignorante de su próximo fin, el esposo de Tanida. Sampiales todos desconocidos entre ellos el recelo los mantuvo en silencio. Viendo situación tan incomoda y pensando conveniente conocer más de los que dentro de poco serian compañeros de viaje, Deoclacio, en tono amistoso atino a plantear una inquietud que no solamente era suya, diciendo:
– La paga es satisfactoria y el trabajo no parece que involucre algún riesgo, de todas maneras seria bueno escuchar a alguien que este mejor informado que yo.
De inmediato la pregunta fue seguida de una incomodidad general aunque callada. Para todos era claro que la paga era abundante, y aunque el encargo se juzgaba claramente fácil era muy poco lo que se sabia de el. Sin embargo siguió prevaleciendo el silencio entre miradas torvas. Para cada uno los demás eran desconocidos y preguntar mucho podría ser interpretado como inseguridad. Todas las cavilaciones que cruzaron por las mentes de esos sampiales en aquel momento finalizaban con sabor a prevención, ya que cualquier observación podía insinuarse como vacilación, y esto arriesgaba el trabajo con la consiguiente paga.
Quelinvaro de Viduar, amigo de la familia, para quien había trabajado anteriormente y sampial de confianza del menospreciado Cultrio, exhibiendo un porte refinado que siempre lo acompañaba, resolvió el atolladero del momento diciendo:
– “Pues con esta paga, yo les llevo un gerdileno picándome el escroto, o el trastero, desde aquí hasta Matido”.
En principio el comentario provoco un pasmo en todos, pero luego fue seguido de algunas risas, ya que contrastaba de manera chambona cualquier duda que reinara en los ánimos, al tiempo que sorprendía tal afirmación en los labios siempre bien hablados de de Viduar. Por otro lado el gerdileno es un animalito supremamente lento e inofensivo, protegido su blandengue cuerpo por un escudo en forma de caracol, pero cuando se adhiere a algún sampial produce tanto escozor y resulta tan doloroso cualquier intento por desprenderlo, que a muchos valientes se los vio revolcándose en el suelo y derramando lagrimas de impotencia, vencidos por el minúsculo bicho.
Neovostok, percibiendo deshecha la prevención inicial, y viendo la poca importancia en que tenían el trabajo les contó su propia experiencia, en donde cumpliendo un encargo de un acaudalado habitante de Loditigos vio morir cerca de él a uno de sus compañeros, por algo que se mostraba menos importante que esto.
Al día siguiente, muy de mañana fueron convocados todos los miembros del equipo. Paliosco Mubitre, con la misma sonrisa desagradable que era frecuente en él, les informo a los miembros restantes sobre el retiro de Neovostok y Deoclacio, alegando insuficiente experiencia. Claramente contradiciendo las declaraciones hechas el día anterior por los dos despedidos, califico en pocas frases el encargo, o trabajo encomendado a ellos, de tanto riesgo, o menor que el que corre aquel que sale a cazar mariposas con una red. En esto era sincero el ánimo de Mubitre, ya que para entonces desconocía los planes de Repopriebos. Finalizando la reunión y sin dejar de exhibir la misma sonrisa burlona que exhibe el que se ríe de la vida, o de algunos de los participantes en ella, invito afablemente a los presentes para que recomendaran a algún conocido de ellos que quisiera ganarse algunos pelaros. Poco después que se hubo marchado Paliosco y mientras esperaban a un tal Moniro, sampial que les explicaría los cuidados que se deberían tener con los cinco gamiletos, aun en estado larval y empacados en una unidad sellada con todos los aditamentos necesarios para su supervivencia, se cruzo por el espíritu de todos los que quedaron un sentimiento ufano, al haber seguido su instinto y no...............
lo engañoso de la imagen en el otro universo - José David Salcedo Baquero - mixoto ... o-universo