Recuerdo aquellas frías noches de invierno...

Clavisto

Será en Octubre
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Recuerdo aquellas frías noches invernales, nos sentábamos en un banco, abrazados, y estábamos horas besándonos; a veces abríamos los ojos, nos mirábamos y sonreíamos. Sin hablar, no sentíamos el frío, no teníamos casa, no teníamos coche, no teníamos dinero...éramos felices; después, "¡qué tarde es!", te dejaba en casa de tus padres, más besos, hasta mañana amor, y yo regresaba a la de los míos feliz y sereno, contento de ser amado. Y de amar.

No pasa un día sin que recuerde tu rostro, esas mañanas, cuando despertaba antes que tú y me quedaba mirándote en silencio, cuando reías, cómo bebías (a traguitos pequeños, como un pajarillo), cómo mirabas la telebasura que yo tanto odiaba (hoy vería hasta Supervivientes si hiciera falta), tu coquetería con el pelo, tu olor, tus ojos, tus lágrimas, tu cuerpo.

Luego todo se jodío, lentamente, como la vela que se apaga. Aquella tarde te fuíste llorando de mi casa. Se quedó tu cazadora y unas sandalias. No le dí demasiada importancia. Entonces ya discutíamos mucho.

Pasaron lo días, las semanas y llegaron los meses. Te llamaba, te escribía dolidos mensajes, nada, sin respuesta. Empezé a beber como un loco, ¿más?, mucho más, nena; borracheras inmundas, sitios apestosos, gente patética, resacas infernales, noches de insomnio, ganas de acabar con todo...

Una noche me desperté en la madrugada, no recordaba ni cómo había llegado a casa, "¿dónde tengo el puñetero teléfono?", busqué y rebusqué, estaba volviéndome loco, "¿Y si me ha llamado?"...como tantas otras veces cogí el fijo del ordenador para llamarme al móvil; un tono, dos tonos, tres tonos...no lo oía por ningún sitio, "¡me acuerdo de la fruta! ¡a que lo he perdio!". De repente descolgaron al otro lado:

- "¿Sí...?"

Eras tú. Sin darme cuenta había marcado tu número y tú lo cogiste porque no conocías mi fijo. Me quedé de piedra.

- "Ehhh...perdona...estoy buscando el móvil y me he equivocado..."
- "Ah...vale".

Unos días después te llamé con el mío:

-"Éste número tiene restringidas las llamadas entrantes" me decía una máquina.

Agarré el puñetero teléfono y lo destrozé contra la pared, me hice polvo las manos, nena. Desde entonces no tengo teléfono, perdí toda esperanza, así no me mortifico esperando tu llamada.

Sigo bebiendo, nena, no sé cuanto duraré, cada día que pasa menos me importa. Esto es una cosa sin tí, nena, una fruta cosa.

Hay días que casi no pienso en tí, nena.

Pero hoy no es uno de ellos. Hoy es un día sucio.


Qué no daría por tenerte entre mis brazos y besarnos como lo hacíamos en aquellas frías noches de invierno.
 
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